Kintaro, "el niño de oro", es el nombre de un personaje del folclore japonés. (Gracias Wikipedia) Según pude leer este famoso niño tenía una fuerza descomunal que le permitía triturar piedras, arrancar árboles y pelear sumos con los osos. El hecho que un restaurante utilice el nombre de tal personaje se me antojó una buena señal. Si pensaban que la comida nikkei se limitaba a makis y sashimis pues aquí también podrán encontrar platos calientes muy bien servidos. Comencé el almuerzo con unos de sus platos más conocidos, el famoso Yume maki. ¿Cuántas veces habré visto la foto de estos makis en la revista Etiqueta Negra? Preparado con pescado enrrollado y empanizado, relleno con pulpa de cangrejo, salmón y nori, cubierto con salsa de champiñones salteados. Este maki es el ideal para los que deseen iniciarse en la comida nikkei y sienten reticencia de los sabores demasiado naturales. Como el pescado está cocido tal vez se acerca más a un cordon bleu que a un maki, pero es cuestión de gustos.
De segundo plato pedí un Kaisei Grill, filete de pescado a la plancha cubierto de mariscos salteados con salsa de soya y verduras grilladas. Punto fuerte del plato, el delicioso sabor "ahumadito" de los mariscos. Las verduras al grill también se merecen una mención pues a pesar de no tener alma de vegetariano no paré hasta acabarlas, además que también habían champiñones a discreción. Ojo que es un plato tamaño familiar, ideal para compartir entre varios. Tal vez estoy contradiciendo las normas de urbanidad pero no dejen de probar un poco del jugo del saltado mezclado con arroz frito.
Para acompañar pedí un arroz fusión, arroz ahumado al wok con pecanas, holantao y shiitake. Algo que me gusta mucho de este tipo de arroz es su textura melosa, que lo hace sencillo de comer con palitos. Ya lo he probado antes en Edo y siempre me ha dejado con muy buen sabor de boca, sobre todo por la sazón ligera y la combinación de ingredientes. Es ideal para acompañar cualquier pescado o carne a la brasa. Creo que aún no puedo escapar a mi peruanísima tendencia de comer todos mis platos con arroz.
Sólo de puro curioso ordené un postre para terminar el almuerzo: el tempura de helado, helado frito arrebozado sobre salsa de naranja y Grand Marnier. Estaba emocionado por comer mi primer tempura y no me percaté de un pequeño detalle ¿Dónde quedó la salsa de naranja y Grand Marnier? En la parte final del post se darán cuenta que su ausencia no fue mera casualidad. Igual degusté el postre que consta de una bola de helado vainilla envuelta en una masa frita muy crocante. Creo que si hubiera tenido ganache de chocolate o salsa inglesa encima, lo hubiera disfrutado más. Aceptable pero nada extraordinario.
Obvio que con una carta tan amplia tenía que regresar al Kintaro para seguir evaluando su oferta. Nuevamente comencé con una ronda de makis y esta vez le dí la oportunidad al acevichado, el maki más clásico de todos. Hecho con palta, queso crema y langostino empanizado, cubierto con pescado blanco, salsa acebichada y calamares crocantes resultó más que cumplidor. Será porque era un día tranquilo y tenía todo el tiempo del mundo para consumirlo que me pareció incluso mucho mejor al que sirven en Edo.
Después ordené un Kintaro Batayaki, pescado trozado y mariscos a la plancha en salsa de mantequilla y ajos. El nombre lo dice todo, porque si lo comparten será una verdadera batalla para ver quien come más antes que se termine. Con la experiencia pasada de lo bien que cocinan los saltados ahora me topé con un delicioso plato a la plancha. Sazón muy equilibrada, gran variedad de mariscos y una porción generosa lo convierten en una opción muy recomendable. El toque muy suave de ajo creo que es lo que da un sabor aún más especial al Batayaki.
Para acompañar quise pedir de nuevo un arroz frito pero me confundí con los nombres y terminé pidiendo un Yakimeshi Mix, un arroz saltado con una mixtura de mariscos. Es diferente al arroz fusión porque se asemeja más a un chaufa en versión nikkei. Obvio que el plato tiene sus méritos (sobre todo, no tiene ese sabor salado que se encuentra en la comida china) pero la idea es pedirlo siempre como acompañamiento antes que como un plato principal. Al final es cuestión de gustos y ustedes deciden.
Para terminar nuevamente cometí el error de pedir un postre. Esta vez le tocó al volcán de chocolate con helado de ciruela. Lo que llegó a la mesa fue un volcán apagado con una microscópica bola de helado D'Onofrio de lúcuma. Ante mi reclamo el mozo me salió con esa convenida respuesta de: "Es que se ha acabado el helado de ciruela". Del volcán tampoco hay mucho que agregar, un queque seco sin ninguna virtud. Me queda claro que los postres nunca serán el fuerte de Kintaro, al menos hasta que sus mozos aprendan a decir la verdad o se animen a cambiar las descripciones en la carta.
En general fueron dos buenas experiencias las que pasé en Kintaro. Sus saltados si me parecieron más que cumplidores y los recomendaría en primer lugar. Los makis me dejaron con ganas de seguir probándolos. Además el ambiente es muy agradable y los precios son muy cómodos. Vale la pena darse una vuelta para ver la leyenda hecha realidad.
Kintaro queda en Av. La Molina 1111, La Molina.
Teléfono 349-0116
Volvería: Sí. Kintaro es una buena opción para quitarse el antojo de comida nikkei.
De segundo plato pedí un Kaisei Grill, filete de pescado a la plancha cubierto de mariscos salteados con salsa de soya y verduras grilladas. Punto fuerte del plato, el delicioso sabor "ahumadito" de los mariscos. Las verduras al grill también se merecen una mención pues a pesar de no tener alma de vegetariano no paré hasta acabarlas, además que también habían champiñones a discreción. Ojo que es un plato tamaño familiar, ideal para compartir entre varios. Tal vez estoy contradiciendo las normas de urbanidad pero no dejen de probar un poco del jugo del saltado mezclado con arroz frito.
Sólo de puro curioso ordené un postre para terminar el almuerzo: el tempura de helado, helado frito arrebozado sobre salsa de naranja y Grand Marnier. Estaba emocionado por comer mi primer tempura y no me percaté de un pequeño detalle ¿Dónde quedó la salsa de naranja y Grand Marnier? En la parte final del post se darán cuenta que su ausencia no fue mera casualidad. Igual degusté el postre que consta de una bola de helado vainilla envuelta en una masa frita muy crocante. Creo que si hubiera tenido ganache de chocolate o salsa inglesa encima, lo hubiera disfrutado más. Aceptable pero nada extraordinario.
Obvio que con una carta tan amplia tenía que regresar al Kintaro para seguir evaluando su oferta. Nuevamente comencé con una ronda de makis y esta vez le dí la oportunidad al acevichado, el maki más clásico de todos. Hecho con palta, queso crema y langostino empanizado, cubierto con pescado blanco, salsa acebichada y calamares crocantes resultó más que cumplidor. Será porque era un día tranquilo y tenía todo el tiempo del mundo para consumirlo que me pareció incluso mucho mejor al que sirven en Edo.
Después ordené un Kintaro Batayaki, pescado trozado y mariscos a la plancha en salsa de mantequilla y ajos. El nombre lo dice todo, porque si lo comparten será una verdadera batalla para ver quien come más antes que se termine. Con la experiencia pasada de lo bien que cocinan los saltados ahora me topé con un delicioso plato a la plancha. Sazón muy equilibrada, gran variedad de mariscos y una porción generosa lo convierten en una opción muy recomendable. El toque muy suave de ajo creo que es lo que da un sabor aún más especial al Batayaki.
Para acompañar quise pedir de nuevo un arroz frito pero me confundí con los nombres y terminé pidiendo un Yakimeshi Mix, un arroz saltado con una mixtura de mariscos. Es diferente al arroz fusión porque se asemeja más a un chaufa en versión nikkei. Obvio que el plato tiene sus méritos (sobre todo, no tiene ese sabor salado que se encuentra en la comida china) pero la idea es pedirlo siempre como acompañamiento antes que como un plato principal. Al final es cuestión de gustos y ustedes deciden.
Para terminar nuevamente cometí el error de pedir un postre. Esta vez le tocó al volcán de chocolate con helado de ciruela. Lo que llegó a la mesa fue un volcán apagado con una microscópica bola de helado D'Onofrio de lúcuma. Ante mi reclamo el mozo me salió con esa convenida respuesta de: "Es que se ha acabado el helado de ciruela". Del volcán tampoco hay mucho que agregar, un queque seco sin ninguna virtud. Me queda claro que los postres nunca serán el fuerte de Kintaro, al menos hasta que sus mozos aprendan a decir la verdad o se animen a cambiar las descripciones en la carta.
En general fueron dos buenas experiencias las que pasé en Kintaro. Sus saltados si me parecieron más que cumplidores y los recomendaría en primer lugar. Los makis me dejaron con ganas de seguir probándolos. Además el ambiente es muy agradable y los precios son muy cómodos. Vale la pena darse una vuelta para ver la leyenda hecha realidad.
Kintaro queda en Av. La Molina 1111, La Molina.
Teléfono 349-0116
Volvería: Sí. Kintaro es una buena opción para quitarse el antojo de comida nikkei.