Al llegar a Chivay lo primero que sentirán luego de tan largo viaje es un hambre y una sed voraz. Y aquí viene uno de mis consejos más importantes: no se dejen engañar por la agencia operadora, ustedes son libres de escoger el restaurante de su gusto. Es sorprendente que a pesar de la gran afluencia de turistas hacia Chivay sólo exista un restaurante buffet medianamente recomendable: Urin Saya. Cuando el hambre aprieta las gollerías quedan de lado. Y sobre todo no le hagan caso al operador porque él los llevará al lugar que le haya dado una mejor comisión. Los que trabajar en el sector turismo saben que así funciona.
Urin Saya es un restaurante ideal para turistas aventureros pero decepcionante para turistas gastronómicos. Ignoro que dificultades habrá para conseguir insumos nativos pero la mayoría de los platos parecen comida rápida. Entre lo que pueden encontrar hay verduras cocidas, sopas, pollo frito, papas fritas y uno que otro plato típico que es devorado al momento por los turistas curiosos. Como verán el boom gastronómico no ha llegado a Chivay. Atención, si los llevan al Qhapac Ñan eleven su voz de protesta porque es un remedo del Urin Saya pero la calidad y la presentación de la comida dejan mucho que desear.
A la hora de cenar los llevaran a algún restaurante turístico para disfrutar de un show de danzas típicas. Pero la música no alimenta el estómago y la cena seguirá el mismo tenor del almuerzo: absoluta falta de variedad. Encontrarán carne de alpaca preparada en todas las formas posibles: lomo saltado, goulash, cordon blue, etc. Pero Chivay tiene un secreto muy bien guardado, algo que la convierten en un lugar muy especial. Después de cenar cuando caminaba hacia el hotel, miré hacia arriba y disfruté del cielo más despejado y lleno de estrellas que he visto en mi vida. Les aseguro que esa visión hace valer la pena todo el trayecto desde Arequipa. Conectarse con el mundo es algo que no tiene precio.
Urin Saya es un restaurante ideal para turistas aventureros pero decepcionante para turistas gastronómicos. Ignoro que dificultades habrá para conseguir insumos nativos pero la mayoría de los platos parecen comida rápida. Entre lo que pueden encontrar hay verduras cocidas, sopas, pollo frito, papas fritas y uno que otro plato típico que es devorado al momento por los turistas curiosos. Como verán el boom gastronómico no ha llegado a Chivay. Atención, si los llevan al Qhapac Ñan eleven su voz de protesta porque es un remedo del Urin Saya pero la calidad y la presentación de la comida dejan mucho que desear.
A la hora de cenar los llevaran a algún restaurante turístico para disfrutar de un show de danzas típicas. Pero la música no alimenta el estómago y la cena seguirá el mismo tenor del almuerzo: absoluta falta de variedad. Encontrarán carne de alpaca preparada en todas las formas posibles: lomo saltado, goulash, cordon blue, etc. Pero Chivay tiene un secreto muy bien guardado, algo que la convierten en un lugar muy especial. Después de cenar cuando caminaba hacia el hotel, miré hacia arriba y disfruté del cielo más despejado y lleno de estrellas que he visto en mi vida. Les aseguro que esa visión hace valer la pena todo el trayecto desde Arequipa. Conectarse con el mundo es algo que no tiene precio.