Detalle de la terraza |
Confieso que luego de manejar durante más de una hora lo único que deseo es recostarme en una hamaca al son de las olas. Pero cuando recuerdo a todas las personas que siempre me critican por no dejar el malhadado triángulo San Borja-San Isidro-Miraflores tengo clara la misión que he venido a cumplir. A ellos va dedicada esta reseña.
Hace demasiado tiempo leí una reseña sobre Taller Razeto donde se desgañitaban en elogios calificándolo como uno de los locales más románticos de Lima. Como yo de romántico tengo muy poco y de curioso menos, solo mi búsqueda del mejor turrón de Doña Pepa hizo que termine visitando este restaurante.
Manía de blogger gastronómico: llegar antes que un restaurante abra sus puertas. No solo me asegura encontrar sitio para estacionar, también puedo evaluar el local a mis anchas sin caer en el famoso rollo de la "hora punta". Cuando entro, a pesar de haber hecho reserva, solo hay dos mesas disponibles: una junto a la cocina donde si bien pueden ver al equipo en acción también deben soportar el interminable ajetreo; la otra junto a la entrada, donde debo tolerar a todas las personas que entran y observan mi plato con ansiedad. No tengo más alternativa que aceptar la segunda. Luego de un periplo tan extenuante no estoy dispuesto a claudicar tan fácilmente.
Pan de la casa. Carpaccio de bresaola. |
La carta es corta y fácil de entender aunque finjo estar entretenido mientras disfruto el pan de la casa con aceite de oliva. Pequeños placeres de cortesía que a veces valen mucho. No hay mucho que discurrir, en la concisa relación de pastas, pizzas y lasañas ya tengo claro lo que voy a ordenar.
Empiezo con un carpaccio de bresaola (S/39.00), plato que no amerita mayor trabajo más que prestar atención a la buena calidad de los insumos. Bresaola, aceite de oliva y parmesano de buena factura es todo lo que necesitan para salir airoso. Continúo con una pizza de salame (S/39.00) que al primer bocado demuestra que estamos ante un producto de elaboración artesanal. Masa gruesa, salsa de tomate casera y la cantidad precisa de toppings. Siguen unos penne alla amatriciana (S/36.00) que me hacen olvidar todo el cansancio acumulado. La pasta al dente, casi una leyenda urbana en Lima, se combina adecuadamente con una salsa consistente y sabrosa de pomarola, ajo, tocino y albahaca. El ají limo mencionado en la carta se hace extrañar aunque no es una falencia en absoluto.
Penne alla amatriciana. Pizza de salame |
Un tiramisú (S/24.00) muy correcto y una taza de olvidable café americano son suficientes para culminar la jornada con nota aprobatoria. Consejo, luego de disfrutar la comida, no hay mejor bajativo que una breve caminata por el malecón.
Taller Razeto me deja con buen sabor de boca p la experiencia no tuvo altibajos y el servicio fue todo lo correcto que se puede esperar en estos tiempos. Sin embargo no quedé totalmente convencido de haber cruzado media ciudad para visitarlo pues manejar no es de mis actividades favoritas durante los fines de semana. Es obligatorio hacer reserva porque el restaurante es muy pequeño y se llena de inmediato. Al ser fin de semana pude notar varias familias retirándose con expresión adusta al no conseguir mesa.
La aventura no terminó con la cuenta porque al regresar, cortesía de Google Maps, terminé desviándome por terrenos ignotos donde me topé con rostros nada amigables observando mi auto con aprensión. Haciendo gala de una tranquilidad literalmente a prueba de balas y sorteando toda clase de obstáculos humanos y materiales pude salir indemne de la zona para contarles esta historia, aunque guardaré los detalles para otra ocasión. Hay blogger para rato.
Taller Razeto García y Garcia 555, La Punta.
Ticket promedio: Entradas (S/20.00 - S/38.00) Fondos (S/30.00 - S/55.00)
Postres (S/20.00 - S/25.00)
Teléfono: 635-3890
Estacionamiento: En plena calle, aunque no hay muchos sitios disponibles.
Volvería: Ya me saqué el clavo. Prefiero seguir investigando otros restaurantes de la zona.