domingo, 30 de septiembre de 2018

Hyatt Centric San isidro Lima (De como empezar bien el día)

Vista de la mesa principal
Adoro los desayunos buffet de hotel. Disfruto paseando por cada una de las estaciones mientras planeo lo que voy a comer, aunque al final termine eligiendo lo mismo: mi versión de ensalada de frutas con hartos "toppings", un plato de frituritas y una generosa selección de panecillos dulces, todo ello maridado con una buena taza de café pasado. Hace mucho que cumplí mi objetivo de visitar todos los hoteles cinco estrellas de Lima y tengo claro cuál es mi indiscutible favorito: el Hyatt Centric San Isidro Lima.

Domingo en la mañana es la mejor hora para manejar por San Isidro. El tráfico es un mero espejismo y no tengo que distraerme con agentes de serenazgo malhumorados, ciclistas malcriados o peatones despistados. Entro a Isidro Bistró Limeño y la primera impresión es excelente. El salón es muy amplio, ideal para ir en pareja o con toda la familia. La decoración es muy elegante, con el detalle de los grandes ventanales que le dan un aire sofisticado. Hay tres secciones del desayuno buffet muy bien definidas y queda claro que la jornada será larga. 

Cereales. Fiambres.
Más fiambres. Mini sándwiches
Empieza mi jornada con una visita a la estación de frutas frescas. Para un blogger remolón como yo, no existe nada mejor que encontrar variedad de frutas trozadas y listas para consumir. Solo de ver la chirimoya ya se me hace agua la boca, pero también hay variedad de "toppings": frutos secos, kiwicha pop e incluso chía y linaza para los más acérrimos defensores de lo saludable. Si alguien es fan de los cereales industriales también estará satisfecho porque hay muesli, hojuelas de maíz o bolitas de chocolate. 

Es momento de atacar la estación de fiambres. La selección de quesos y embutidos no trae sorpresas, salvo que también hay jamón de pavo e inglés para los que buscan algo ligero. Inesperadamente encuentro una bandeja con triples y butifarritas. Quizá alguien diga que un triple no es gran cosa, pero al contrario, lo más simple es lo más difícil de lograr y tuve que hace un gran esfuerzo para no llevarme la bandeja entera. Cuesta creer como tres ingredientes pueden formar una combinación tan sabrosa.

Panecillos dulces. Panes artesanales.
Chicharrón de cerdo, Chorizo a las finas hierbas.
Es tiempo de visitar la estación de platos calientes. Me emociono al encontrar el clásico desayuno peruano (chicharrón con tamales) aunque sé que corro el riesgo de llenarme rápidamente. Igual esta vez me inclino por los huevos revueltos con tocino y salchichas. Ya depende de ustedes armar una combinación a su gusto, eso sí no olviden el mini ciabatta.

Pidan café extra para enfrentar la estación de panes dulces. Bombitas con generoso relleno de manjar y azúcar espolvoreado que me hace regresar a los mejores tiempos de infancia, croissant de almendras muy crujientes y los clásicos panes daneses. ¿Algo más? Sí, hay waffles y hartos toppings para olvidarse por un día del conteo de calorías: manjar, fudge, nutella y no para de contar.

Tostadas francesas
La jornada se cierra con las tostadas francesas en una de las mejores versiones que he probado. La textura es correcta e invita a bañarlas en  miel o en el coulis de frutos del bosque. Como verán en la foto, las porciones son generosas y mejor es compartirlas.

Me retiro del Hyatt Centric con muy buen sabor de boca y satisfecho de la experiencia. Los desayunos buffet siempre se me antojarán la mejor manera de comenzar el día y aquí han cumplido mis expectativas con creces. Hay gran variedad de estaciones, incluso una "gluten-free" para aquellas personas con necesidades especiales. El servicio se merece una línea aparte pues el personal es cortés y está atento a las necesidades de la mesa. De los hoteles cinco estrellas siempre se puede esperar lo mejor y esta vez no fue la excepción. 

Hyatt Centric San Isidro queda en Basadre 367, San Isidro.
Horario: Lunes a domingo de 6:30 a 10:30
Precio: S/80.00 por persona
Teléfono: 611-1234
Estacionamiento: Playa en el sótano del hotel.
Volvería: Sí, me dejo buena impresión.

domingo, 16 de septiembre de 2018

De mis restaurante favoritos: La Locanda.

Algunos lectores me cuestionan por qué visito tan seguido los mismos restaurantes. La respuesta es obvia: porque siempre tienen algo con qué sorprenderme.

Uno de los mayores retos para un blogger gastronómico es probar nuevos estilos de cocina. Solo mirando lo que ofrece nuestro país hay trabajo de sobra en todas las regiones. No hay restaurante limeño que pueda competir con un adobo de cerdo de Cayma o un arroz de conchas negras de Piura. Sin embargo, hay una cuestión aún más compleja. ¿Y cuándo tenemos que experimentar con sabores de otros países?  Cuando uno está de vacaciones el tiempo o el presupuesto hacen casi imposible invertir en comida. Entenderán la emoción que me embargó, cuando supe del Festival Gastronómico de Finlandia. La noticia fue aún mejor, pues este tendría lugar en La Locanda, uno de mis restaurantes favoritos en la historia del blog.

Es sábado en la noche, no hay tráfico en la ciudad y llego al Swissôtel sin ningún problema. Salgo del estacionamiento con el paso apurado por la impaciencia. ¿Qué le vamos a hacer? Nunca he sido bueno disimulando mis emociones. La bandera de Finlandia adorna la entrada de La Locanda y estos mismos colores se replican dentro del restaurante en los manteles y los floreros que adornan las mesas. Son detalles que solo un hotel cinco estrellas puede tomar en cuenta.

Detalle del salón. Panes de la casa.
Skagen. Kalamureke ja munakastike.
Empieza mi jornada con un cóctel preparado para la ocasión: el Blueberry Storm (S/. 23.00), vodka  finlandés, cassis, blue curacao y agua tónica. Si bien la mixología y yo aún mantenemos una relación a distancia, puedo agregar que el trago es muy refrescante y cumple efectivamente la misión de abrir mi apetito.

Visto que se me dificulta tomar una decisión respecto a la carta, el maitre viene en mi me ayuda presentándome a los chefs Miki Puikkonen y Juho Hokkanen. Según me explicaron, Finlandia es un país muy cuidadoso de su naturaleza y por eso tienen a su disposición insumos muy frescos provenientes de lagos y bosques. Para la preparación de sus recetas han traídos sus propias hierbas y especias e insistido en el uso de vegetales orgánicos. Comenzamos entonces con el Kalamureke ja munakastike (S/28.00), una terrina de pescado crujiente bañado en una salsa bechamel y acompañado de papitas cóctel. El Skagen (S/27.00) es una tostada tradicional escandinava con un topping de langostinos en una mayonesa bastante ligera y hierbas. Excelente introducción que me deja gratamente sorprendido al nota como los sabores se complementan adecuadamente sin aderezos o salsas intensas.

Kevatkananpoika. Karitsan Karetta.
Marjapiirakka. Presidentin Kakku.
Me siento más confiado al momento de los fondos, así que me animo a ordenar un plato que siempre dejo de lado. El Karitsan Karetta (S/48.00): costillas de cordero con papas al ajo y salsa de vino tinto. La carne viene el punto medio y es tan sabrosa que casi cedo a la tentación de cogerlo con las manos y no desperdiciar ni una sola brizna de carne. Las verduras frescas y una suave salsa de vino tinto redondean un plato bien logrado. Sigo con un Kevätkananpoikaa (S/41.00), un corte de pollo cocido a baja temperatura que resulta muy sabroso, pero la clave está en las verduras: brócoli y dos preparaciones de kale (pesto  y braseada) que me devuelven la fe en los vegetales como acompañamiento de un plato principal.  No podía faltar el postre así que ordeno el recomendado del chef Miki: el Presidentin Kakku (S/15.00), una tarta de limón con crema de yogur y topping de ciruelas. Sabores cítricos muy sútiles que limpian el paladar y alegran el corazón. Sigue una Marjapiirakka (S/15.00), una versión mini de una tarta tradicional de bayas. Miro con desconfianza la corteza de centeno, pero confieso que del amargo hay poco que argüir. Estos postres son tan ligeros y de sabores tan frescos que tranquilamente podría ordenar uno adicional.

Blueberry Storm
Me retiro del Swissôtel con un excelente sabor de boca. Uno aprecia el resultado final que es la correcta selección de los platos, pero más vale todo el trabajo previo que han realizado. Solo imaginen la logística que implica el viaje de los chefs desde Finlandia y la conservación de sus insumos. Tanto el equipo de cocina y salón, están involucrados en el desarrollo de los platos, el aprendizaje de nuevas técnicas y el intercambio de ideas. Palmas para todos ellos. 

La participación de los chefs Miki y Juho, saliendo a conversar con los clientes, fue el detalle preciso para redondear la experiencia. Los clientes siempre se sentirán halagados cuando tienen la oportunidad de conversar con los responsables de la propuesta y extenderles sus consultas. Es relevante mencionar los precios de carta que son bastante accesibles y convierten este festival en una oportunidad que no pueden dejar pasar.

Cierro la reseña con una mención al sommelier Miguel Andrade, quien anticipándose al pedido que yo haría, seleccionó una de mis cavas favoritas: una Juve & Camps Cinta Púrpura 2016, el maridaje infalible para una cena tan especial. Está más que claro que nos volveremos a encontrar antes del cierre del festival. Palabra de blogger.

La Locanda del Swissôtel queda en Vía Central 150, San Isidro.
El Festival Gastronómico Finlandés tendrá lugar del 13 al 23 de setiembre.
Horario: Lunes a domingo de 12:30 a 15:30 y de 19:00 a 23:00
Precios: Entradas S/25.00- S/32.00. Fondos: S/41.00-S/48.00 Postres S/.15.00
Teléfono: 421-4400
Estacionamiento: Playa del hotel. Dos horas de cortesía.
¿Volvería?: Por supuesto. La Locanda es mi restaurante favorito.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

De mis restaurantes favoritos: Sushicage

Cada vez que conozco nuevos bloggers mi meta es llevarlos a mis restaurantes favoritos. En la "checklist" ya hemos pasado por Titi, Don Fernando, Tzuru y no podía faltar uno del Swissôtel. Entenderán por que elegí para la siguiente parada Sushicage, el feudo de Norio Takeda, itamae con amplia experiencia en la comida nikkei y un carisma que conquista a todos sus clientes.

Tiradito de la casa
Nada como un sábado para manejar por San Isidro. No hay ejecutivos apurados por llegar a su oficina, peatones imprudentes cruzando la pista por cualquier lado, ni ciclista malcriados que resultan más peligrosos que una "combi". Dejo el carro en el estacionamiento del hotel y al llega al lobby me doy cuenta que nada le hubiera ido mejor a estos rayos de sol que un buen vino blanco. O rosé por si las dudas.

Me encuentro con Maria Claudia (The Foodie Eye) y su enamorado quienes felizmente son tan creyentes de la puntualidad como yo. Empezamos nuestra jornada con el tiradito de la casa (S/59.00). Salmón, atún, lenguado, pulpo, conchitas y langostinos en salsa de la casa sobre una camita de lechugas frescas. La variedad de pescados y mariscos puede resultar abrumadora, pero también es un reto al paladar disfrutar del sabor fresco de cada uno estos ingredientes. El mayor defecto de los tiraditos peruanos es utilizar condimentos muy fuertes que ocultan el verdadero sabor del pescado. En cambio la salsa de este tiradito es ligera, con sabores orientales que acompañan pero que no abruman. Mi consejo es que entre corte y corte consuman una porción de gari para limpiar el paladar.

Acebichado. Mi Perú.
Seguimos con el maki más popular de este país, el acevichado (S/26.00 media tabla). La estructura es harto conocida: langostino empanizado y palta, cubierto con finos cortes de atún bañados  en salsa acevichada. En el Sushicage son fieles a la idea original, la salsa es equilibrada, con el limón y el togarashi como protagonistas. Los hilos de camote son un toque lúdico, remiscencias del cebiche original. Atención con los makis llamados "new style", aquellos donde el itamae da rienda suelta a su creatividad. El "Mi Perú" (S/27.00 media tabla) sigue los mismos pasos del acevichado, pero con un toque de salsa de ají panca para recordar los colores de nuestra bandera. La combinación es arriesgada, pero si se maneja con destreza la proporción de los ingredientes el resultado puede convertirse en su nuevo maki favorito. 

Spring kani maki
Todavía hay espacio para una tabla mpás y ordenamos el intrigante "salmón rock" (S/27.00 media tabla), un maki que lleva tres preparaciones distintas de salmón, incluyendo la piel crocante. Pídanlo y no se arrepentirán. Buscando probar algo diferente sigue el spring kani maki (S/38.00), un roll que prescinde del nori y el shari, La base es conocida: pulpa de cangrejo, langostino empanizado, palta y lechuga, pero viene enrollado en papel de arroz. Un topping de ajonjolí y furikake son lo justo para aportar textura. La experiencia se redondea con una salsa de miso, sake y soya para remojar el maki. La jornada finaliza con una receta nueva: un tiradito de salmón en aliño especial, receta de Nobu. Imagínense que emoción probar una receta que todavía no está en la carta. El equilibro que resulta del pescado y las especias japonesas deja sin palabras a todos los comensales.

Tiradito especial. Petit Fours.
En resumen, la visita fue una exitosa parada en el recorrido de mis restaurantes favoritos. Sushicage es una alternativa recomendable para disfrutar la comida nikkei en un ambiente acogedor y con insumos de excelente calidad. Destaca el servicio a la mesa, pues el personal siempre está atento para responder consultas o hacer recomendaciones de acuerdo al gusto del cliente. Si desean vivir una experiencia aún más diferenciada, indíquenle al mozo la opción "omakase". Así el itamae irá enviando los platos según su inspiración y de acuerdo a los mejores insumos que tenga disponibles. Los precios pueden ser elevados, pero tengan en cuenta que estamos hablando de un restaurante ubicado en un hotel cinco estrellas y cuyo lema es: Pasión por la perfección. Por algo soy su cliente habitual hace varios años. Itadakimasu!

Sushicage queda en Vía Central 150, San Isidro. 
Horario: Lunes a sábado de 12:30 a 3:30 p.m y de 7 :00 a 11:00 p.m. 
Teléfono: 421-4400 
Ticket promedio: S/.100 por persona. 
Estacionamiento: En el sótano del hotel.
 ¿Volvería?: Sí. Del Swissôtel solo puede esperarse lo mejor.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Don Ignacio (De por qué es bueno tomar examen sorpresa)

¿Se acuerdan cuando el profesor decía: "guarden todos los útiles, menos lapicero y una hoja de papel"? ¿Quién diría que tendría la oportunidad de repetir aquella escena? Aunque esta vez no me tocaría el papel de alumno.

Hace unas semanas me invitaron a una cena maridaje en Don Ignacio, el restaurante escuela de la Universidad San Ignacio de Loyola. La idea era conocer los platos de su nueva carta llamada "Orígenes", que busca reinvindicar los sabores de la comida peruana fusionándolos con técnicas actuales de cocina.

Teniendo en cuenta que fue una cena exclusiva para un grupo de personas involucradas en el ambiente gastronómico está claro que no puedo escribir una reseña a mi estilo. Suficiente con decir que los gnocchi con setas me dejaron con ganas de pedir una repetición. El uso de yuca en lugar de papas me vino de perillas y la suave crema de hongos y tocino fue el complemento ideal.  En el arroz y pato confitado las palmas se las lleva el punto de cocción del ave, aunque el arroz abandona la receta original en favor de una versión que intenta ser melosa, pero que resultó muy jugosa para mi gusto.

Gnocchi y setas. Arroz y pato confitado.
Tres leches Don Ignacio. Picarones de jarana.
En cuanto a los postres la tres leches Don Ignacio presenta tres ambiciosas versiones con sabores a pisco, chicha morada y chocolate que me dejan con pocas ganas de compartirlo con los demás comensales. La ejecución precisa de los picarones de jarana se pierden en el exceso de texturas y sabores. Y he aquí la clave de participar en este tipo de eventos. Al tener la oportunidad de dialogar con los chefs responsables uno puede hacer críticas a los platos y ayudar a que mejoren cuando salgan de la marcha blanca. Sin embargo, es divertido ver como en otras mesas algunos asistentes no piensan de la misma manera y se deshacen en un sinfín de elogios denodados. Quizá es un recurso válido para asegurarse futuras invitaciones, aunque tampoco hay que llegar al nivel de recitar un panegírico. Para mí, lo más conveniente es regresar por mi cuenta y comprobar si podían replicar lo que había disfrutado en la cena.

Tequeños de asado de tira. Tartare de bonito.
Pesca a baja temperatura. Asado de tira con puré
Mediodía del sábado. Ya quedé con unos buenos amigos para encontrarnos en Don Ignacio. Luego de pelear con el nefasto tráfico de La Molina y soportar una inesperada aparición del sol llegamos sin problemas al restaurante.

La jornada empieza con el tartare de bonito (S/24.00). Los trozos de pescado se complementan con una salsa oriental de sabores sutiles. Una cama de kiuri y mousse de palta aportan textura a un plato bien logrado por donde se lo mire. Prescindan de las tostadas de acompañamiento, mejor pidan una cuchara para acaparar todos los ingredientes en un solo bocado y no perder una sola gota de ese aliño. El secreto anticuchero (S/22.00) presenta trozos de lengua cocidos por largo tiempo y macerados en salsa anticuchera. La textura tan suave que tienen y el toque preciso de ají panca me dejan muy buen sabor de boca. Finalmente llegan unos tequeños de asado de tira y provolone (S/23.00), una entrada en la que no hay mucha ciencia en la ejecución aunque sí mucha generosidad y sabor en el relleno. Solo criticaría que hayan bañado los tequeños en mousse de palta lo que no da la opción de remojarlos en la mayonesa picante, salvo que quieran mezclar innecesariamente los sabores.


Lomo saltado. Lomo con fettucine a la huancaína.
La pesca a baja temperatura (S/50.00) requiere un cambio de vajilla porque llega tan caliente que resulta imposible de consumir. Nunca me había pasado algo parecido y aún luego del cambio tengo que esperar a que se enfríe. El corte de pescado es bañado en leche de tigre y acompañado de verduras salteadas con un chimichurri de ají limo y aceitunas negras que aporta aún más sabor al plato. Sigue el asado de tira con puré al tomillo (S/42.00) donde permanecen los mismos errores que critiqué durante la cena degustación. El asado de tira, sabroso y consistente por la cocción larga, sucumbe ante la intensidad de una gremolata de hierbas andinas. Si a eso le agrego el puré de papas con tomillo y la ensalada de arúgula, el sabor de la carne inexorablemente termina perdiéndose. El lomo saltado (S/42.00) cumple en términos de cocción, pero no hay que ser un experto para notar que esa salsa no es producto de un salteado. La textura y el sabor denotan elementos adicionales que acercan el plato más a un guiso que a la receta original. Ojo con las papas que llegar artísticamente presentadas, pero blandas y sin gracia. El lomo con fettucine a la huancaína (S/48.00) intenta ser una variante del popular plato. El medallón de lomo cumple en términos de cocción y sabor, al igual que la pasta. Lo que sí me hace arquear las cejas son esos trozos perdidos de verdura que no aportan absolutamente nada al plato.

Chocolate noir. Bombetas de creme brulee.
No hay almuerzo completo sin postre aunque me es difícil elegir cuando noto que el nombre de cada postre ocupa más de tres líneas. Me decido por el chocolate noir (S/45.00), la ya demasiado común esfera que esconde diferentes postres de chocolate en su interior. La presentación es compleja y, por más que el mozo se esfuerza vertiendo la infusión de marsala, el postre no mantiene su estabilidad y termina desarmándose. Los fans del chocolate bitter sabrán disfrutarlo aunque yo sigo preguntándome qué tal hubiera funcionado sin la famosa infusión. Sigue una bombeta de frutos rojos (S/35.00) donde nuevamente buscan causar un efecto rompiendo el vasito de caramelo que contiene la compota de fresas. El postre funcionaría tal cual, pero se despierta mi lado creativo y con los restos del chocolate noir armo una improvisada, pero excelente combinación. Nota mental, si vuelvo tengo que ordenar estos dos postres juntos.

Acudir a los restaurantes de escuelas de cocina siempre exige un cierto nivel de tolerancia. Hay que entender como los alumnos deben afrontar un examen continúo en cada plato que preparar y si bien es válido encontrar ciertos errores, debería haber un nivel de supervisión que los corrija antes de llegar a la mesa. Me sorprende ver como en algunos platos se busca darles mayor complejidad a través del uso excesivo de ciertos ingredientes o presentaciones muy elaboradas cuando lo importante debiera ser el fondo antes que la forma. Si a eso le agrego que los precios de carta no son nada módicos entonces me quedo pensando en que tanta tolerancia debería tener el cliente, o para este caso, el blogger.

Don Ignacio queda en San Ignacio de Loyola 150, La Molina.
Horario: Lunes a viernes (12:30-16:00 y 19:00-23:00) Sábados y domingos (12:00 - 16:00)
Teléfono: 340-1530
Precios: Entradas (S/22.00-S/40.00). Fondos (S/35.00-S/50.00) Postres (S/21.00-S/45.00)
Estacionamiento: Valet parking. Encontrar estacionamiento por cuenta propia es una tarea harto difícil.
Volvería: Puede que sí y puede que no.

domingo, 2 de septiembre de 2018

De la comida española (¡Y olé!)

Si no fuera por mi amiga española Alicia nunca hubiera conocido este restaurante, así que le debo un favor. En realidad le debo muchos más favores, pero eso corresponde a otra historia.

Estoy sentado en La Posada de Justo pensando en todas las veces que pasé delante de su fachada y nunca me animé a entrar. Será esa extraña inseguridad que nos embar ante las cocinas del mundo y el clásico "aquí vienen los verdaderos conocedores". Aquí no habría duda que valga porque en las mesas contiguas hay grupos de españoles hablando en voz alta y sazonando la conversación con sus clásicas expresiones. Me da ganas de gritar "Vizca Barza!" pero como yo de fútbol sé tanto como de numismática prefiero guardar un prudente silencio. A ver que nos trae la carta.

Empieza mi aventura con una tortilla española (S/25.50), entrada que me recuerda a los desayunos que preparaba mi papá cuando era niño. La gran diferencia es que ahora las consumo sin bañarlas en ketchup, aunque la moza inexplicablemente ofrece traer ají de la casa. Me han dicho que no hay acuerdo entre las recetas o puntos de cocción. Para mí suficiente con que venga la punto medio, solo necesito aceite de oliva y pan para ser feliz.  Sigue un pulpo a la gallega (S/.40.50), plato cuya mayor virtud es la textura muy suave del pulpo, sazonado ligeramente con pimentón y un chorro de aceite de oliva. Cumple la máxima del blog: lo más simple es lo más difícil de lograr.

Tortilla española. Lechón a la segoviana.
Piqueo La Posada. Paella marinera.
De puro curioso (mejor dicho novelero) ordeno unos chorizos al vino (S/31.50). Pago el precio de mi desconocimiento porque si bien me gusta el fiambres las tajadas son tan delgadas que terminan duras y correosas por la cocción.  Si van en grupo les recomiendo ordenar un impresionante piqueo La Posada. (S/68.50) que viene con tortilla española, pulpo a la gallega, langostinos al ajillo, boquerones, chicharrón de calamar y croquetas. Ya he reseñado las dos primeras así que no me repetiré describiendo lo mismo. Los langostinos al ajillo son una receta casera, sazón moderada e insumo fresco. Me quedo con las croquetas que llegan al punto adecuado, crujientes por fuera y cremosas por dentro, aunque mi amiga recomienda partirlas y echarles un toque adicional de aceite de oliva. No hay ciencia con el chicharrón de calamar aunque sí la misma ejecución precisa que en las croquetas. Los boquerones se los dejo de tarea a ustedes. El sabor del vinagre en el aliño es un reto que aún no logro superar.

Chorizo al vino.
Pulpo a la gallega. Paella grande a la valenciana.
Llega el momento de los fondios. Primero una zarzuela de mariscos (S/41.50), plato ligero con mariscos salteados en salsa de tomate. Es ideal para que cada quien vaya, literalmente, metiendo su cuchara y disfrutando con la variedad de mariscos. El lechón a la segoviana (S/.54.50) es la mejor prueba de que si el insumo es bueno no son necesarios aderezos ni ahumados para obtener una receta perfecta. La carne del cerdo es sabrosa, el pellejo llega crujiente y las papas doradas son el acompañamiento ideal. Digamos que me falta experiencia para evaluar adecuadamente la paella marinera (S/48.50) y debo criterio de mi amiga quien afirma es una de sus favoritas. La paella a la valenciana (S/46.50) sigue la misma lógica aunque es más contundente pues lleva otros cortes de carne (pollo, chancho y chorizo español). Ojo que la porción básica es suficiente para compartir entre cuatro personas. Si piden una grande mejor omitan las entradas porque no la van a terminar. Advertidos están.

Crema catalana
¿Hay espacio para postre? La variedad no es grande y por debo conformarme con una crema catalana (S/16.50) Si no la han probado antes, es una receta muy parecida a la creme brulee con capa de caramelo quemado y todo. Es lo justo para cambiar el sabor de boca aunque una vez la prueben no querrán compartirla.

Me retiro de La Posada de Justo con buen sabor de boca. Es un restaurantes clásico donde uno siente que está almorzando en la casa del dueño. El ambiente es acogedor, el servicio a la mesa es muy cortés y los platos tienen ese sabor tradicional sin florituras que los españoles sabrán reconocer. Es recomendable hacer reserva porque tienen una clientela habitual muy bien ganada. No se olviden de llevar un vino español para maridar estos platos de sabores intensos. Emilio Moro, Lan Reserva o Glorioso Crianza son buenas opciones para alegrar el día.

La Posada de Justo queda en Av. Mariátegui 1405, Jesús María.
Horario: Lunes a domingo de 12:00 a 16:00
Teléfono: 261-2207
Estacionamiento: Delante del local y con vigilancia.
Volvería: De hecho. Necesito vencer a ese piqueo.