lunes, 2 de diciembre de 2019

Taller Razeto (De pastas, salsas y otras sorpresas)

Detalle de la terraza
Confieso que luego de manejar durante más de una hora lo único que deseo es recostarme en una hamaca al son de las olas. Pero cuando recuerdo a todas las personas que siempre me critican por no dejar el malhadado triángulo San Borja-San Isidro-Miraflores tengo clara la misión que he venido a cumplir. A ellos va dedicada esta reseña.

Hace demasiado tiempo leí una reseña sobre Taller Razeto donde se desgañitaban en elogios calificándolo como uno de los locales más románticos de Lima. Como yo de romántico tengo muy poco y de curioso menos, solo mi búsqueda del mejor turrón de Doña Pepa hizo que termine visitando este restaurante.

Manía de blogger gastronómico: llegar antes que un restaurante abra sus puertas. No solo me asegura encontrar sitio para estacionar, también puedo evaluar el local a mis anchas sin caer en el famoso rollo de la "hora punta".  Cuando entro, a pesar de haber hecho reserva, solo hay dos mesas disponibles: una junto a la cocina donde si bien pueden ver al equipo en acción también deben soportar el interminable ajetreo; la otra junto a la entrada, donde debo tolerar a todas las personas que entran y observan mi plato con ansiedad. No tengo más alternativa que aceptar la segunda. Luego de un periplo tan extenuante no estoy dispuesto a claudicar tan fácilmente. 

Pan de la casa. Carpaccio de bresaola.
La carta es corta y fácil de entender aunque finjo estar entretenido mientras disfruto el pan de la casa con aceite de oliva. Pequeños placeres de cortesía que a veces valen mucho. No hay mucho que discurrir, en la concisa relación de pastas, pizzas y lasañas ya tengo claro lo que voy a ordenar.

Empiezo con un carpaccio de bresaola (S/39.00), plato que no amerita mayor trabajo más que prestar atención a la buena calidad de los insumos. Bresaola, aceite de oliva y parmesano de buena factura es todo lo que necesitan para salir airoso. Continúo con una pizza de salame (S/39.00) que al primer bocado demuestra que estamos ante un producto de elaboración artesanal. Masa gruesa, salsa de tomate casera y la cantidad precisa de toppings. Siguen unos penne alla amatriciana (S/36.00) que me hacen olvidar todo el cansancio acumulado. La pasta al dente, casi una leyenda urbana en Lima, se combina adecuadamente con una salsa consistente y sabrosa de pomarola, ajo, tocino y albahaca. El ají limo mencionado en la carta se hace extrañar aunque no es una falencia en absoluto.

Penne alla amatriciana. Pizza de salame
Un tiramisú (S/24.00) muy correcto y una taza de olvidable café americano son suficientes para culminar la jornada con nota aprobatoria. Consejo, luego de disfrutar la comida, no hay mejor bajativo que una breve caminata por el malecón.

Taller Razeto me deja con buen sabor de boca p la experiencia no tuvo altibajos y el servicio fue todo lo correcto que se puede esperar en estos tiempos. Sin embargo no quedé totalmente convencido de haber cruzado media ciudad para visitarlo pues manejar no es de mis actividades favoritas durante los fines de semana. Es obligatorio hacer reserva porque el restaurante es muy pequeño y se llena de inmediato. Al ser fin de semana pude notar varias familias retirándose con expresión adusta al no conseguir mesa.

La aventura no terminó con la cuenta porque al regresar, cortesía de Google Maps, terminé desviándome por terrenos ignotos donde me topé con rostros nada amigables observando mi auto con aprensión. Haciendo gala de una tranquilidad literalmente a prueba de balas y sorteando toda clase de obstáculos humanos y materiales pude salir indemne de la zona para contarles esta historia, aunque guardaré los detalles para otra ocasión. Hay blogger para rato.

Taller Razeto Garcí­a y Garcia 555, La Punta.
Ticket promedio: Entradas (S/20.00 - S/38.00) Fondos (S/30.00 - S/55.00)
Postres (S/20.00 - S/25.00)
Teléfono: 635-3890
Estacionamiento: En plena calle, aunque no hay muchos sitios disponibles.
Volvería: Ya me saqué el clavo. Prefiero seguir investigando otros restaurantes de la zona.

domingo, 3 de noviembre de 2019

La vaca negra (De las frituritas y otros buenos recuerdos)

Épocas difíciles para los que buscamos saciar el antojo de frituras. Es cierto que ahora hay infinidad de lugares para comer hamburguesas, lamentablemente muchos de ellos terminan cayendo en recursos facilistas que les aseguran publicidad en redes olvidando la esencia del producto original: calidad de la carne y un pan que resista el término jugoso de la hamburguesa. Felizmente en Barranco existe una pequeña, mejor dicho diminuta, barra que ya se convirtió en uno de mi sitios favoritos del año. La carta solo tiene una decena de opciones, pero como dicen las abuelitas: "de lo bueno poco" y en este local se han tomado en serio. Valga la pena mencionar algunos detalles: la calidad de los insumos, el proceso de maduración que se la da la carne y a la preparación a la parrillas. Sin con eso no los convencí entonces mejor lean el resto del post.

Hamburguesa Vaca negra y Francesa.
La Vaca Negra (S/28.00) es un reto a mi paciencia, pues yo pienso que mientras menos "toppings" lleve una hamburguesa, mejor sabe, pero debo reconocer que la ambiciosa mezcla de queso cheddar, queso emmental, tocino, aros de cebolla, pickles, salsa de queso y chalaquita de col termina funcionando, aunque abrume sin piedad a la carne. Hay un interesante juego de sabores y texturas que hará las delicias de aquellos aficionados a los sándwiches recargados. La Francesa (S/28.00) requiere menos tolerancia y además es un homenaje a lo que fue una de las mejores hamburguesas de aquella olvidada franquicia peruana. La mezcla de queso azul y emmental, cebolla caramelizada, tocino y champiñones salteados en brandy es correcta. La inclusión del emmental rebaja la intensidad del queso azul y destaca el sabor del tocino curado. La última línea se la dedico al pan, un brioche hecho en casa que tranquilamente podría comerse solo por lo bien logrado que está.

Salchipapa Vaca Negra
La salchipapa Vaca Negra (S/28.00) es la epifanía de las frituras. A este punto hablar de ejecución prolija es ya redundante, pues la clave está en la calidad de los insumos. Una frankfurter artesanal que ofrece una mordida golosa y que se deja saborear pacientemente; un chorizo a las finas hierbas jugoso por dentro y con el exterior caramelizado y el tiro de gracia viene con los trozos de ojo de bife a la parrilla al punto que elija el cliente. Esta oda a los carnívoros viene acompañada de unas papas crujientes y con una sazón especial. Ustedes saben que ya no suelo asignar etiquetas, pero esta vez si me atrevería a afirmar que he encontrado una de las mejores salchipapas del mercado. La historia no se repite con las costillas BBQ (S/25.00). Hay buenas intenciones, pero aún deben afinar ciertos detalles en la cocción para que tengan la textura ideal. Igual destaco el esfuerzo porque es un plato bastante devaluado en la escena local, donde todo lo solucionan bañando las costillas en salsas de sabores estrambóticos.

Me retiro de La Vaca Negra con el optimismo y la tolerancia elevados a su máxima potencia. Ustedes saben que no soy un adepto a las barras, pero siento que si no hubiera visitado este local me habría perdido una de las mejores experiencias del año. El local es pequeñísimo, cuenta con un par de sillas altas y solo funge como un "take & go" así que si esperan comodidad mejor ni pensarlo. En todo caso lo más recomendable es pedir para llevar o usar una de las tantas aplicaciones por delivery que existen ahora. Por mi parte estoy prendiendo velas para que se animen a abrir otro local en el corto plazo. 

Vaca Negra queda en Carlos Arrieta 299, Barranco.
Horario: Martes a sábado de 12:00 a 16:00 y 19:00 a 22:30. Domingo de 12:00 a 19:00
Ticket promedio: S/20.00 - S/38.00
Teléfono: 776-7143
Estacionamiento: No.
Volvería: Sin dudarlo.

viernes, 30 de agosto de 2019

De mis restaurantes favoritos: Panchita

Si todavían tienen el gusto  a comida criolla del post anterior, entonces este les vendrá de perillas. La jarana continúa.

El rico desayuno
Cuando empecé el blog me dejaba llevar por la emoción y solía otorgar calificaciones definitivas a cada restaurante que reseñaba. Con los años aprendí que hablar de "el mejor tal o cual" implicaba una gran responsabilidad frente a los lectores. Una visita no garantizaba la excelencia de una propuesta, tampoco la desidia, y tal como dijo una buena amiga: "no existen restaurantes buenos ni malos, sino aquellos que son consistentes o no". Lección aprendida, ahora cuando estoy delante del teclado prefiero hablar de mis restaurantes favoritos, aquellos que mantienen el nivel en todas las visitas que les hago.

Desde que abrió su local en Chacarilla, me convertí rápidamente en cliente habitual de Panchita. Su carta es un viaje interminable por la cocina criolla, recetas tradicionales que me hacen evocar almuerzos dominicales en familia, departiendo en mesa redonda con fuentes que iban saliendo de la cocina. Confieso que gracias a la paciencia de mi familia habré logrado probar la no más tercera parte de su carta, pero ya tengo claro el terreno que estoy pisando. A Panchita no se va a comer sino a celebrar en grande la comida peruana. Así de simple.

Yucas fritas triple X
Empiecen la jornada con unas yucas fritas triple X (S/26.00). Una fritura precisa las deja crocantes por fuera y suaves por dentro, pero la clave está en las cinco salsas que la acompañan. Diviértanse probando cada una hasta encontrar su favorita y, obviamente, pidan adicional si se quedan cortos. ¿Será que dipear es un deporte nacional? Las papas rellenas (S/26.00) vienen generosamente rellenas con carne picada a cuchillo en un sabroso aderezo. Quizá a veces le falte algo de consistencia a la masa, pero no es algo trágico. La super causa de pollo (S/28.00) me hace recordar a esos retos de "Man vs. Food". No hay forma que una sola persona acabe tremendo molde de causa, aunque hay que tener cuidado para no excederse en la cantidad de mayonesa. Si están dispuestos a pagar el costo adicional también hay una versión con langostinos (S/39.00). Las alitas crocantes (S/38.00) vienen con un aderezo muy criollo que alegra el paladar. la cocción prolija resulta en un bocado sabroso y crujiente. Cierro la revisión de las entradas con la gran fiesta de tamales (S/48.00). Cinco variedades: choclo. maíz, verde, alcachofa y el intrigante Marthita, la receta secreta de la gran chef Martha Palacios. 

Piqueo Doña Pancha
¿Qué sucede si van en familia y luego de mucho deliberar no se ponen de acuerdo en qué entradas pedir? No se atolondren, porque para eso existe el piqueo Doña Pancha (S/79.00), impresionante combinación de platos criollos ante la cual no hay defensa posible. Tomen nota de todo lo que incluye: tamalito, papa rellena, ocopa, choclo a la huancaína, causa limeña, anticucho de corazón, chicharrón de cerdo, camote y salsa criolla. ¿Se llenaron solo de leerlo? No los culpo, la presentación es tremenda y es la opción ideal para colocar en el centro y que cada quien vaya picando a su gusto. En mi caso, nunca ha fallado en las ocasiones especiales (cumpleaños, reuniones con amigos), pues deja a todo el mundo más que satisfecho. Recomendable ordenarlo mínimo entre cuatro persona, después no vale arrepentirse.

Panceta de lechón. Mollejitas estofadas.
Ají de gallina.
Empezamos la revisión de los fondos con una panceta de lechón crocante (S/59.00). Preparen el smartphone porque van a querer grabar el momento en que el mozo corte la panceta y el sonido del pellejo crujiente se escuche por todo el local. Para acompañar, papas doradas, sarsa criolla que aporta una necesaria frescura y salsas de la casa. Siguen unas mollejitas estofadas (S/32.00), guiso de casa muy sabroso que trae los mejores recuerdos de infancia. La patita con todo (S/39.00) es un guiso consistente, resultado de una larga cocción, recomendable solo para estómagos de acero. El ají de gallina (S/39.00), bordea la perfección, aunque rivalizar con las recetas que preparó mamá es nuestra infancia es casi imposible. Sorprendentemente el manchapecho (S/34.00) no cubre mi expectativas. Al reemplazar los fideos tradicionales por pasta seca, el plato pierde algo de gracia. Sin embargo en Panchita tiene un as bajo la manga: la carapulcra de trigo con panceta (S/49.00), una receta desconocida para mí y que me devuelve la fe en el mundo. 

Jarana criolla
Si en la sección de entradas tenían el piqueo Doña Pancha como la alternativa para compartir, pues en los fondos tienen un bandeja más impresionante. Corran un ojal a la correa y tomen aliento antes de enfrentarse a la jarana criolla (S/78.00), una pantagruélica presentación de ocho platos tradicionales de la comida criolla. Mollejitas a la limeña, ají de gallina, chanfainita, carapulcra, sangrecita, cau-cau, patita, frejoles y arroz blanco de acompañamiento. No hay mucho que agregar, pues si las versiones personales funcionaron, las porciones mini solo pueden dejarles excelente sabor de boca. Solo tengo un reclamo y es que la porción de arroz sea tan pequeña, cuando cada uno de estos guisos piden arroz blanco a gritos como un necesario catalizador. Atención, la porción no impresiona a la primera vista, pero he visto gente claudicar a la segunda ollita. Advertidos están.

El glorioso sancochado
¿Quieren más? Pidan una pachamanca a la olla (S/108.00) Tremenda bandejar con cerdo, res, pollo, tubérculos, humita y salsas de la casa. El cuy crocante entero (S/88.00) es otra opción harto recomendable que viene con un delicioso picante de papas y una correcta salsa criolla para aportar frescura. ¿Quieren aún más? Entonces aprovechen que este lunes es la última oportunidad para ordenar un sancochado de rompe y raja. Tomen nota de todo lo que lleva: un kilo de punta de pecho, 400 gramos de lengua, verduras enteras, caldillo y salsas para aderezar. ¿El mejor sancochado? Ya les dije que hace mucho tiempo prescindí del uso de etiquetas, aunque sí puedo afirmar que entra en mi lista de platos favoritos del año.

Queso helado. Picarones.
¿Hay carta de postres en Panchita? Sí, pero no me extenderé mucho acerca de ella porque hay que tener una resistencia de acero para ,luego de haber enfrentado a las fuentes de comida, quedar con antojo de algo dulce. Yo suelo terminar mis almuerzos en Panchita con un café americano, pero si se animan siempre tendrán a la vieja y confiable porción de picarones (S/22.00) más su jarrita conuna  generosa cantidad de miel de hojas de higo y especias. Me tomaré una inmensa libertad, hablando de su queso helado (S/21.00), una receta muy bien lograda con el aliciente de esa divertida presentación que homenajea a la receta original. En redes hablan con devoción de su torta de chocolate (S/26.00), pero yo la considero más efectista que efectiva. Dejo constancia que todos los postres vienen en porciones para compartir.

La última palabra se la dedico a Martha Palacios y su equipo. No es sencillo manejar sendos locales con una afluencia tremenda de comensales dispuestos a exigir lo mejor de su carta. En Panchita no todo queda en los fogones, el servicio es obsequioso y por más atareados que estén siempre he visto buena disposición de todo el personal. El ambiente es amplio y cómodo, adecuado para venir en familia o en grupo de amigos. Queda como última recomendación acudir temprano para así evitar esperas innecesarias y es que cuando se trata de celebrar la gastronomía peruana, nadie se lo quiere perder.

Panchita queda en Av. Primavera 557, Surco.
Horario: Lunes a sábado de 12:00 a 23:00. Domingos de 12:00 a 18:00
Teléfono: 242 -5957
Estacionamiento: Amplio. Cuentan con valet parking.
Volvería: Con toda la familia.

viernes, 16 de agosto de 2019

Isolina (De entradas, guisos y otras aventuras)

Isolina, cuanto escuché hablar de este restaurante y cuanto tiempo dejé pasar antes de visitarlo. ¿Habrá valido la pena esperar tanto?

Hablar de comida criolla es un riesgo que no suelo correr. En las recetas de la abuela están los recuerdos que nos hacen buscar ciertos detalles cada vez que visitamos un restaurante. ¿Quieren un ejemplo? Mi madre solía preparar el ají de gallina con panca, ingrediente insólito que, para mí, estará presente cada vez que evalúo ese plato. He ahí la dificultad de dar opiniones definitivas o etiquetas cuando nos encontramos con este tipo de propuestas.

Papa rellena.
Isolina tiene varios años en el mercado, una presencia cada vez más llamativa en la lista "50 Best Restaurants" de Latinoamérica (Puesto 13 en el 2018) y un alcance desaforado en redes cada vez que se publica algunas fotos de sus fuentes para compartir. La cantidad siempre llamará la atención del comensal peruano, la calidad es lo que a mí me convence de visitar un restaurante. Tanto tiempo ha pasado y las colas no han bajado, hagamos de tripas paciencia y vamos de una vez a conocer este local.

Una mirada rápida a la carta basta para tomar una decisión. Entre platos clásicos. con los que estamos familiarizados desde que nacimos. hay uno que otro chispazo a la cocina de antaño como la tortilla de sesos, las patitas de cerdo en fiambre o el guiso de mollejitas. Yo me inclino por lo clásico y elijo la papa rellena (S/28.00) para iniciar la aventura. Tremenda a primera vista, impresiona el tamaño y no decepciona la generosidad del relleno. Carne molida, aderezo preciso y la inevitable presencia de la aceituna negra, invencible terror infantil, redondean la experiencia. La masa de la papa, un tanto suave, no termina de convencerme, pero esos detalles no necesariamente llaman la atención de cualquiera. El plato hace honor a su fama y eso es suficiente. 

Mondonguito a la italiana. Lomo saltado.
La prueba de fuego viene con los fondos, aunque en este caso vale la pena hacer una digresión. En todos los casos se pidieron los platos en tamaño personal, con el fin de poder evaluar varias opciones. Lo más recomendable, y que sale más a cuenta, es ordenar la porción completa en fuente. El cau cau y la sangrecita (S/30.00) forman una combinación ganadora. La suavidad del mondongo cocido lentamente juega en pared con una sangrecita de sazón bien criolla. Los sabores son intensos, aunque no llegan a ser agresivos, pero si son de paladar ligero el arroz blanco entra como preciso catalizador. El mondonguito a la italiana (S/27.00) me trae un bonito recuerdo de infancia: mi devoción por las papas fritas. En este caso el guiso tiene más presencia que el cau-cau y la preparación es prolija. Las papas fritas hacen buen papel, son crocantes y secas e invitar a remojar en el jugo del guiso.

La mesa en pleno.
El escabeche de bonito (S/.30.00) no necesita mayor presentación, se hace desde el día anterior y el pescado se sumerge en ese aderezo glorioso que invita más a comerlo cuando pase este frío infernal. Pero nada es perfecto en esta vida y el lomo saltado (S/40.00) resulta un paso en falso. No es un plato al cual le tenga mucha fe, lo considero el más traidor de la cocina peruana porque basta un descuido para arruinarlo. En esta ocasión al cocinero se le vació el frasco de vinagre porque este sabor es el que predominaba en el plato. Podría argüir algo más sobre la presentación de las papas, mezcladas con el guiso, pero iniciaría una discusión bizantina. Que para una siguiente visita la evaluación de los postres, aunque para ser sincero, luego de tamaño banquete, solo pienso en el café americano que tomaré en Colonia & Co.

Me retiro de Isolina con buen sabor de boca. No esperaba una epifanía de la comida peruana, tampoco se dio, pero encontré sazón, sabor y fidelidad a las recetas tradicionales. El ambiente es relajado y no esperen mantel blanco ni vajilla alemana pues han sacrificado algunas comodidades bajo el rótulo de ser una taberna peruana. Aún no me canso de las bandejas de fierro enlozado, pero encontrar algunos platos quiñados dudo que sea parte del concepto. El servicio fue correcto, tomando en cuenta que el local se llenó rápidamente, aunque se esperaría una mejor atención por las credenciales que tiene. Me queda claro que parte de su fama se debe a la presentación en fuentes para compartir a precios módicos y esto deriva en una recomendación obligatoria: si van a Isolina es mejor que sea en grupo. En mi caso fuimos cuatro personas y aunque ordenamos medias porciones terminamos más que satisfechos. Consejo final, obligatorio hacer reserva por su página web, así evitarán colas y mientras más temprano elijan su hora de llegada, mejor.

Isolina queda en San Martín 101, Barranco
Horario: Lunes a viernes de 12:00 a 22:00. Sábado de 9:00 a 23:00.
Domingo 09:00 a 17:00.
Precios: Entradas: S/15.00 - S/68.00 Fondos: S/35.00 - S/78.00
Teléfono: 247-5075
Estacionamiento: No, pero hay playas cerca.
Volvería: Puede que sí y puede que no.

jueves, 18 de julio de 2019

Seitán Urban Bistro (De por qué me volvería vegetariano)

Seitán Urban Bistro está de vuelta y yo estoy más que feliz. Como dicen en las películas americanas: "Bigger, better and greener than ever"

Fachada de Seitán. Detalle del salón.
Le guardo mucho respeto al chef Santiago Santolalla. Iniciar un proyecto de restaurante no es tarea sencilla, pero cuando esto implica además un cambio en el estilo de vida hay que hablar en palabras mayores. Seitán Urban Bistro se ganó rápidamente mis preferencias al ofrecer una propuesta gastronómica plant-based (léase alimentos derivados de plantas, incluidos vegetales, granos, semillas sin usar ningún producto animal. Gracias Wikipedia). Para un carnívoro nato como yo, encontrar platos sabrosos y bien preparados fueron motivo suficientepara que me haga adepto a su propuesta. Sin embargo, el éxito que obtuvo el restaurante exigió un cambio de espacio. Tras una larga espera por fin está de vuelta estrenando flamante local en el centro de Miraflores. 

Pop corn seitán. Alitas de coliflor.
Estoy caminando por una tranquila calle miraflorina. El ambiente es invariable: serenazgos con expresión adusta, turistas despistados, usuarios de scooters aún más despistados, hasta que justo al lado de una cafetería muy conocida llego a mi oasis favorito de la comida vegetariana.

La carta transcurre por senderos ya conocidos. Unas entradas veggie, las clásicas burgers y varios fondos con alguna que otra novedad. Empieza mi jornada con las insuperables alitas de coliflor BBQ (S/14.00). Las extrañé desde el fondo de mi alma, y sigo sin entender como logra esa textura con una verdura tan odiada. La BBQ de panela redondea la experiencia, aunque hubiese preferido que sean más generosos en la cantidad. Pero aún no he visto todo, el chef guarda un demoledor as bajo la manga: el pop corn seitán (S/15.00). Crujientes trozos de seitán (gluten de trigo) con un toque de "panela mustard" que luego del primer bocado se convierten en mi nueva adicción. La idea es conocida, la he visto en versiones con pollo y langostinos, pero en una receta vegetariana el reto es mayor y he ahí mi sorpresa. Consejo, no la compartan y solo espero que el chef se anime a lanzar una versión picante que tranquilamente entraría en mi lista de platos favoritos del año.

Cebiche. Tartar.
Vuelvo a la realidad veggie con la receta de tartar (S/19.00). La res ha sido reemplazada adecuadamente por tomates marinados y deshidratados. El aliño es intenso por la presencia del miso, el dijon y los pickles, aunque yo estoy acostumbrado a los sabores fuertes y no me siento abrumado. Siguen unas croquetas (S/17.00) muy prolijas. Cumple el exterior crujiente y el interior cremoso en forma de un correctísimo ají de setas. Con esto sería suficiente, pero el emplatado se completa con mousse de palta, emulsión de aceituna y tierra de ají amarillo. El cebiche (S/18.00), léase ensalada de champiñones, no me impresiona. El plato es refrescante, me satisface en términos de sabor, pero no es cebiche. Así ofrezcan tres versiones más en la carta: apaltado, andino (reemplazando los chamopiñones por tarwi y cushuro) y carretillero (topping de chicharrón de berenjenas) seguiré extrañando la intensidad que solo pueden aportar los mariscos frescos.

Chi jau kay de berenjena
El chef no perdona mi desdén por su ceviche y se cobra la revancha en gran estilo con el chijaukay (S/21.00). Me dice "pruébalo y luego te diré que es". Me siento intrigado por estas tiras de crujiente verdura en una salsa de sabores orientales hasta que me entero que estoy comiendo berenjenas. La verdura que más detesto en este mundo y he sido burlado impunemente. Un punto más para la cocina plant-basedTengo mis reservas con el apanado (S/23.00). La textura del seitán no ayuda en este caso y debo combinarlo con la salsa de hongos para terminar el plato. El puré siempre me deja buen sabor de boca, pues manejan adecuadamente la ausencia de lácteos para lograr la consistencia precisa.

Prescindo de los postres en favor de una infusión de Quinta Esencia para finalizar mi visita. Seitán está de vuelta y me siento feliz por todo el equipo responsable. El servicio a la mesa cumple, pues el personal está capacitado para guiar a sus clientes, incluso aquellos novatos como yo. Punto aparte para el local, más visto y amplio, sobre todo por los dos ambientes claramente diferenciados y con una decoración que invita a la tranquilidad. Me retiro de Seitán con muy buen sabor de boca aunque vuelve a aparecer esa vocecita que me dice: "¿Blogger y si te pasas al lado oscuro, perdón, verde de lo vegetariano?" Si solo fuera por esas alitas y ese pop corn...

Seitán queda en Grimaldo del Solar 168, Miraflores
Horario: Lunes a sábado de 12:00 a 16:00 y de 18:30 a 22:30. Domingos de 12:00 a 16:00
Precios: Piqueos: S/8 - S/15.00. Entradas S/16.00 - S/21.00. Fondos S/19.00 - S/23.00
Teléfono: 747-1827
Volvería: De todas maneras. En cuestiones de comida vegetariana Seitán es la voz.

lunes, 20 de mayo de 2019

Tomo cocina nikkei (De las barras, sus virtudes y defectos)

Detalle de la barra.
Si alguien me preguntara respecto a mi comida favorita no tendría la menor idea qué responderle. Sin embargo, cuando reviso el historial del blog es innegable que los restaurantes nikkei tiene una posición muy bien ganada entre mis preferencias.

¿Qué será de aquel blogger joven e impresionable que se negaba a comer cualquier otra cosa que no fuera maki acebichado con salsa de anguila extra? Muchos años han pasado desde entonces y en el camino aprendí que la gastronomía nikkei ofrecía todo un mundo de sabores que bien valía la pena investigar. Sashimis, nigiris y gunkan estaban esperando que yo les dé una oportunidad, y si hablamos de las propuestas "new-style" entonces las expectativas se elevan al infinito.

Tomo es una barra nikkei que ha abierto sus puertas hace pocos meses. Ubicado en plena avenida Benavides en medio de un cruce nada amigable con los automovilistas, el local es pequeño y bastante sencillo. No esperen mantel blanco ni atención melindrosa, mas sí una propuesta creativa donde se le da prioridad a la pesca del día y a los mejores insumos que traiga el mercado.

Nigiris de la casa.
Como toda barra que se respete la variedad de platos es limitada, pero no se desanimen.  La clave está en interrogar al personal respecto a las opciones fuera de carta, un resumen de creatividad e insumos que prometen una experiencia notable. Empieza mi jornada con los gunkan de pulpo y erizo (S/19.00). Hay corrección en el shari y en la textura del pulpo. Del erizo solo puedo agregar que bendito sea el momento en que los restaurantes se animaron por incluir este insumo en su carta. La combinación es ambiciosa, pero es el juego de texturas lo que me deja excelente sabor de boca. Sigo con los nigiris de salmón (S18.00) donde la simplicidad exige un toque de shoyu para redondear la experiencia y el carretillero (S/16.00), que los dejo de tarea a ustedes. Verán que vale la pena probarlo.

Makis: Jeremy, acevichado.
El tiradito de salmón (S/35.00) no se queda a la zaga. El aliño nikkei es bastante ligero y no abruma el sabor del pescado. Un topping de chalaquita y crema de ají amarillo acompañan los cortes de pescado. Sé que están esperando a que hable de sus bocadillos favoritos así que vamos por los makis. Empezamos con el maki Jeremy (S/25.00 por 10 unidades), una ecléctica combinación de sabores y salsas que no encontrarán en ningún otro sushi bar. Base clásica de langostino, palta y queso crema cubierto por panza de salmón sopleteado con chimichurri, bañado por toques de taré, salsa spicy, shizo, harusame y limón. ¿Se cansaron de leer? No, entonces si se inclinan por los sabores recargados puede convertirse en su maki ideal. El acebichado (S/25.00 por 10 unidades) no necesita mayor presentación, pero en este local se reinventa con la inclusión de salsa de ají ahumado y una chalaquita ligera. Muy recomendable.

Sánguche de pejerrey. Navajas batayaki.
Como no solo de fríos vive el blogger también probé una fresquísimas navajas batayaki (S/35.00) que me dejan buen sabor de boca. Eso sí, hay que ser realmente diestro con los ohashi para llevarse una porción completa a la boca sin que el aderezo se desparrame por la tabla. Fallan las Hot cocona wings (S/29.00), una alitas con un delicioso toque picante, aunque de ejecución descuidada pues el empanizado se desprende al primer mordisco. El sánguche de pejerrey (S/14.00) queda en buenas intenciones. La fritura es óptima, pero el exceso de humedad termina afectando la integridad del panecillo. Está claro que la parte caliente de la carta no trae la mejor cara de este local.

Me retiro de Tomo con la curiosidad satisfecha aunque no enteramente convencido. La ventaja de las barras está en una carta limitada que permite improvisar con los mejores insumos disponibles en favor del cliente. La desventaja estriba en personal reducido que deviene en un irregular manejo de tiempos y el casi indiferente servicio a la mesa. No quiero imaginarme como será cuando el local esté a su máxima capacidad. Si a eso lem agrego que los precios son relativamente módicos entonces podría arquear las cejas, Obviamente, queridos lectores, ustedes son más relajados que yo y sabrán obviar esos detalles para darle una oportunidad a este local. Tal vez se lleven una agradable sorpresa.

Tomo queda en Alfredo Benavides 4239, Surco.
Horario: Martes a domingo de 12:30 a 16:00 y 19:00 a 23:00
Teléfono: 7658457
Precios: Fondos entre S/25.00 y S/30.00
Estacionamiento: Si llegan temprano hay un par de sitios disponibles. De lo contrario mejor ir en taxi o scooter.
Volvería: Puede que sí, puede que no. Hay un plato que me faltó probar.

lunes, 13 de mayo de 2019

Wallqa (De los exámenes sustitutorios y otros beneficios)

Vista de la fachada
Aún recuerdo mi primera visita a Wallqa, el restaurante del Instituto Le Cordon Bleu. La seguidilla de errores que sucedieron durante mi permanencia hubieran sido razón suficiente para no volver más. Si bien todos tenemos derecho a equivocarnos durante nuestros años de formación profesional la respuesta ante mi queja formal fue lo que no me dejó buen sabor de boca. Una serie de pretextos y justificaciones no es la mejor manera de reconquistar a un cliente insatisfecho, pero bueno... ¿A quién le gusta recibir críticas?

Ha pasado casi un lustro desde aquella vez y ahora estoy parado frente a la fachada de Wallqa. Según tengo entendido, y por las noticias que transcurren en el medio gastronómico, varios chefs han pasado cada temporada tomado las riendas del restaurante y es momento de evaluar los resultados. 

Siu Mai. Tiradito amazónico
Entro al salpón y descubro que se mantiene esa decoración minimalista, con iluminación tenue y una amplia disposición de mesas. La carta es breve y transcurre por lugares comunes de la gastronomía peruana con algún guiño a la fusión. Una decena de entradas y una cantidad menor de fondos es suficiente para no complicar la existencia del equipo de cocina y para que yo tome decisiones rápidas.

Quizá exagero mi optimismo al iniciar la jornada con unos siu mai de bondiola y langostinos (S/26.00). El relleno es generoso y bien logrado, pero la masa aún necesita trabajo para que se mantenga firme al momento de cortar el bocadillo. El sabor del glacé de res resulta algo intenso, casi dejando en segundo plano al relleno del siu mai. El tiradito amazónico (S/29.00) me devuelve la fe en el restaurante. La leche de tigre con tumbo y cocona es ligera y acompaña adecudamente a los trozos de pesca del día.  Aros de plátano y palta son un toque divertido que aportan textura y, como suelen decir los expertos, untuosidad al plato. Se hace extrañar un toque de picante que le daría más seguridad al plato. Cuestión de ofrecerlo al cliente cuando se tome el pedido.

Lomo saltado. Chaufa regional.
Para ordenar los fondos prefiero moverme en terreno conocido. El lomo saltado (S/39.00) cumple mis expectativas. La carne llega al punto preciso, la sazón es precisa y solo me provoca coger una cucharada de arroz blanco para disfrutar esos jugos del saltado. Las papas fritas son crujientes, aunque la presencia de los patacones le otorga al plato una contundencia innecesaria. En el chaufa regional (S/38.00) el arroz tiene todo el sabor de la cecina, el chorizo regional y los condimentos. Provoca seguir cuchareando sin necesidad de ver más proteína en la mesa y es por eso que que los trozos de pollo en costra de plátano bellaco no terminan de convencerme.  Este plato pide un toque de frescura que el encurtido de nabo no logra aportar y se hace extrañar el simple, pero muy efectivo, ají fresco de cocona y charapita. Simplicidad antes que nada.

Volcán de chocolate. Derrumbado de chirimoya.
Almuerzo sin postre no es almuerzo es la invariable máxima del blog y mejor si viene por partida doble. No hay mucha ciencia con el volcán de chocolate (S/32.00) aunque sí alegría al momento de partirlo y disfrutar ese interior líquido con el helado artesanal. Eso sí, hay que tener cuidado para que la presentación sea óptima y el bizcocho llegue íntegro a la mesa, sin ningún tipo de abertura. Sigue el derrumbado de chirimoya (S/29.00) que presenta los trozos de fruta fresca con manjar de olla, chantilly y merengue. Lo justo y preciso para cambiar el sabor de boca sin sobresaltos. Eso sí, debo reclamar la ausencia de su famosa torta de chocolate que formó parte de mi lista de favoritas el año pasado.

Me retiro de Wallqa satisfecho al ver cumplidas mis expectativas. La propuesta es simple y exceptuando algunos errores, completamente entendibles, de forma diría que me dejó con la curiosidad de seguir investigando la carta. El servicio a la mesa es muy correcto, aunque a veces se nota cierta rigidez originadas por la falta de experiencia y por un blogger cargoso que siempre pregunta por los ingredientes del plato. Siento que en esta ocasión estuvieron listos para el examen sorpresa, así que.. ¿Por qué no volver a tomarlo?

Wallqa queda en Vasco Núñez de Balboa 530, Miraflores.
Horario: Almuerzo 12:30 a 15:30. Cena 19:30 a 22:30, excepto domingo.
Precios:  Entradas S/25.00 - S/31.00. Fondos S/35.00 - S/39.00
Teléfono: 242-9619
Estacionamiento: Amplio, sin vigilancia.
Volvería: Es muy probable.

miércoles, 1 de mayo de 2019

KG (De los lugares que te hacen sonreír)

Lamento esta inopinada ausencia durante varias semanas en el blog, pero temas personales bastante serios no me permitieron disponer de tiempo para escribir. Si bien he estado activo en redes, no se compara en nada al placer de escribir una reseña completa. 

Encurtidos de la casa
KG, acogedor restaurante de Miraflores, se hizo conocido hace algún tiempo en redes por ofrecer una hamburguesa que despertó la fruición de los cibernautas. Es harto conocido el afán virtual por armar listas de favoritos que solo devienen en discusiones bizantinas. Yo probé al hamburguesa de marras y si bien no puedo dejar de reconocer sus virtudes, siempre me quedó la duda que este restaurante ofrecía en su carta otros platos que valía la pena descubrir. Heme entonces aquí de vuelta.

La propuesta de KG es concisa pero variada. Entre entradas, piqueos, sándwiches y fondos hay un recorrido por diversos estilos de cocina que se adaptan al público extranjero que suele frecuentar el local.  Mientras decido que ordenar, el mozo trae un encurtido con tostadas (S/0.00). La simpleza de un abreboca esconde un delicioso encurtido de pimiento, ajo y rocoto que le va perfecto con las tostadas al ajo. El tamaño invita a seguir repitiendo y cuando menos se den cuenta la provisión de tostaditas se habrá terminado. Provoca ordenar una porción adicional, pero se quedarán sin espacio para enfrentar los fondos y... alerta de spoiler, ni que decir de los postres.

Tequeños KG. Causa tradición.
Empieza la aventura con los tequeños KG S(/28.00), un piqueo harto conocido, pero que pocos restaurantes saben trabajar. KG se merece un pulgar arriba por la ejecución precisa que resulta en una corteza crujiente que invita a dipear el bocadillo en esos dips de rocoto y olivo y un inesperado chutney de mango. Me alegra ver que además han reinventado la receta usando masa phyllo y un cremoso relleno de ají de gallina con el punto preciso para no empalagar. La causa tradición versión extendida (S/25.00) no trae mayor sorpresa, mas si una sazón correcta y una presentación divertida. La idea es que uno vaya armando el bocado con todos los ingredientes (Pollo, palta, cebolla, huevo y tomate) a disposición. Como para poner en el centro de la mesa y compartir.

El cebichón que todos quieren.
El cebichón que todos quieren (S/45.00), así se llama, merece un párrafo aparte. Yo prefiero los cebiches clásicos de un solo ingrediente y ordenar esta ambiciosa mixtura de pesca del día, conchas, langostinos y pulpo es todo un reto para mi gusto. La frescura de los insumos marinos son razón suficiente para conseguir mi aprobación, pero el plato esconde otras sorpresas. El tempura de yuyo y huevera aporta un juego de texturas al plato por la técnica precisa en la fritura. Extrañaba tanto el camote glaseado, aunque uno de mis chef favoritos seguro arqueará la ceja cuando lea esta reseña. Vamos, de vez en cuando hay que pensar fuera de la caja. Consejo, disfruten este cebiche con cuchara para no desperdiciar una sola gota de esa sabrosa leche de tigre.

KG di mare
Toca evaluar la sección de los fondos y empezamos con un KG di mare (S/50.00) que me devuelve la fe en el mundo. Los tagliatelle al dente vienen salteados prolijamente con mariscos, tomate y ajo en aceite de oliva. Me alegra encontrar el punto de cocción preciso en todos los ingredientes y solo suspiro por no tener una copa de chardonnay en la mesa que potenciaría esos sabores. Es un plato que no necesita mayor aderezo para que los mariscos queden en primer plano. Los bits de tocino podrían aportar un toque lúdico, aunque para mí son completamente prescindibles. Ojo con el tamaño de la porción, tranquilamente puede compartirse.

Sigue un auspicioso meloso de langostinos (S/42.00) que desde cogí la carta ya me jalaba la vista. Es un arroz cremoso que felizmente no llega a ser un risotto porque el protagonismo no se lo lleva el parmesano, sino esos langostinos al punto y ese el delicioso fondo marino donde fue cocinado el arroz. Nunca me cansaré de repetir a los restauradores que lo más simple es lo más difícil de lograr y este plato es el mejor ejemplo.

Meloso de langostinos. Lomo saltado KG
El lomo saltado KG (S/46.00) cumple mis expectativas al presentar tremendos trozos de lomo fino al punto medio y salteados con tomate, cebolla, culantro y ají. La sazón es precisa, pero se hace extrañar el característico ahumado, obligatorio en este plato. Cuestión de forma más que de fondo, pero igual debe tomarse en cuenta en aras de alcanzar la perfección. No tuve suerte con la panceta de cerdo en miel de chancaca y puré de camote (S/45.00). Esperaba más de un corte tan sabroso, pero falla en la ejecución y termina convirtiéndose en un plato de dieta. Sí, tan desalentador como suena. 

Cocatin de frambuesa. Melcochocolatoso ICE
Atención. Les recomiendo mesura para que puedan llegar a la sección más dulce de la carta. En todos los platos hay una preocupación por el emplatado y la calidad de los insumos y los postres no podían ser la excepción. El melcochocolatoso ICE (S/20.00) es el tradicional brownie con una bola de helado artesanal. No hay ciencia, pero si muchas razones para sonreír: textura amelcochada, pecanas y helado de vainilla de Madagascar. ¿Necesito agregar algo más? Sigue un cocatin de frambuesa (S/24.00), un disco de merengue con mousse de chocolate, frambuesa y sorbete de frambuesa. Bayas y chocolate amargo son un matrimonio para toda la vida y aquí lo tienen bien claro. Diviértanse descubriendo las texturas que tiene cada elemento de este postre. 

Me voy de KG más que satisfecho. La propuesta no es perfecta, encontré algunos errores de ejecución, pero más fueron los aciertos y las ganas de hacer algo diferente. Punto aparte para la atención a la mesa, con el personal muy cortés y atento para hacer recomendaciones de acuerdo al gusto del cliente. El ambiente es tranquilo e invita a una cena romántica de largo aliento o a una reunión de amigos después de la jornada laboral. No esperaba encontrar en Miraflores este acogedor local y no se extrañen de encontrar en el resumen del 2019 algunos de estos platos como mis favoritos.

KG queda en Bolognesi 351, Miraflores.
Horario: Lunes a domingo de 12:00 a 16:00 y de 19:00 a 22:00.
Precios: Entradas (S/21.00 -S/40.00) Sándwiches (S/16.00 - S/33.00)
Fondos (S/32.00 - S/50.00) Postres: (S/18.00 - S/24.00)
Teléfono: 242 - 9172
Estacionamiento: Amplio. Cuenta con valet parking.
Volvería: Sí. Esa carta merece seguir investigándose.