domingo, 24 de junio de 2018

Picogallo (De burritos, bowls y otros bocadillos)

Con tantas buenas propuesta de comida mexicana en Lima ya era tiempo que alguien se acordara de los burritos.

Vista del counter.
No recuerdo la primera vez que escuché hablar de los burritos. Sí, esa famosa tortilla de trigo rellena de carne, arroz y verduras que siempre aparece en las películas americanas y que, por alguna razón nunca ha terminado de convencerme. Lo más probable es que en aquellos locales donde lo probé nunca mostraron esmero en el producto final. Felizmente un blogger gastronómico nunca debe perder la capacidad de sorprenderse y eso fue lo que me llevó a conocer Picogallo. Ubicado en plena avenida Conquistadores aparece esta nueva propuesta, lista para conquistar al exigente público de la zona. 

Entro al local y cuando veo la disposición no es difícil entender la mecánica. Hay un counter con diferentes ingredientes para que uno guiando al dependiente arme el burrito al gusto. Por variedad no se van a quedar cortos: proteína (res, pollo, cerdo), arroz y frejoles, verduras y diferentes toppings (queso, encurtidos, etc.) para que uno juegue creando combinaciones hasta el infinito. Como si fuera poco, al final hay tres salsas a elegir con distintos grados de picante para que uno le dé más alegría al burrito. 

Las estaciones para armar el burrito.
Evaluar en sí el burrito depende exclusivamente de los ingredientes que uno es escoja y sobre todo la frescura de lo mismos. Particularmente el mío se me hizo bastante ligero pero vale la pena agregar que uno puede prescindir de la tortilla y, sin que exista ninguna variación en el precio, se puede ordenar la misma combinación con arroz (bowl) o mix de lechugas (ensalada) Mejor imposible.

Pero como no solo de burritos vive el blogger también me animé a probar otras opciones de la carta. El Pico Melt (S/.25.00) es el sueño hecho realidad para los que gustan de los nachos con queso. El queso cheddar se mezcla con carne y un topping de salsa pico gallo para crear un dip consistente en el que remojar los crujientes chips. Las Power wings buffalo (S/.25.00) están perfectas en términos de sazón, esa explosión de sabores de la receta original, pero deben mejorar la ejecución para que el interior no quede tan seco. El choclo con queso (S/.8.00) no trae mayor ciencia, es lo justo y necesario como acompañamiento.

Bowl. Choclo con queso.
Pico Melt. Power wings buffalo.
Me voy de Picogallo tan entretenido como satisfecho. Si bien no soy fan de los autoservicios, debo reconocer que se han preocupado en todos los detalles para que la experiencia sea lo más satisfactoria posible. El local es acogedor, con una disposición de mesas que invita a venir a almorzar algo ligero y huir de las preocupaciones laborales o en la noche con amigos para disfrutar de un after-office La propuesta es fácil de entender y deja con ganas de regresar para seguir experimentando con otras combinaciones de ingredientes. La atención en el counter es cordial, el dependiente se toma el trabajo de guiar a neófitos de la comida tex-mex como yo para escoger la mejor combinación de ingredientes. Mientras no descuiden el tiempo de espera y sean consistentes en la calidad de los insumos, auguro que les irá muy bien en el corto plazo. Me han dicho que en las mañanas están preparando unos burritos especiales para la hora, así que eso justificará un pronto regreso. 

Picogallo queda en Conquistadores 510, San Isidro.
Horario: De lunes a sábado de 12:00 a 23:00. Domingo de 12:00 a 17:00.
Teléfono: 960 682 057
Estacionamiento: Con suerte podrán encontrar un sitio libre en los alrededores.
Volvería: Sí, me ha devuelto la fe en los burritos.

domingo, 17 de junio de 2018

Gioconda (De pastas, salsas y otros manjares)

¿Otro restaurante italiano en Lima? Pues sí, esperemos que marque la diferencia. 

Detalle del salón principal
Hace algunas semanas me llegó un correo para conocer Gioconda, una nuevo restaurante de comida italiana en San Isidro. Si bien aceptar invitaciones me permite conocer nuevas propuestas, yo preferí negarme e ir por mi cuenta para vivir una experiencia más genuina y, sobre todo, no comprometer mi opinión.

Viernes en la noche. Luego de cruzar la congestionadísima avenida Javier Prado, vislumbrar el logo de Gioconda es como llegar a un oasis en el desierto. Encuentro estacionamiento sin problema y cuando entro al local me llevo una agradable sorpresa. La decoración es sofisticada y hay múltiples detalles que lo hacen acogedor, pero sobre eso me explayaré al final de la reseña. 

Quería empezar con una entrada, mas luego de un rápido vistazo ningún plato logra convencerme. Focaccias, bruschettas y carpaccio son opciones con las que ya estoy familiarizado y quiero algo diferente. Termino ordenando una piadina de quesos (S/.24.00) que luego del primer bocado termina intacta en el plato. Pequeño detalle, nunca he sido fan de las piadinas, lo cual me deja sin punto de referencia para evaluarla adecuadamente. Mejor vamos a los fondos.

Spaghetti peperoni. Tortelloni de ossobuco.
Ravioles de langostinos. Lasagna de carne,
Los agnolotti de ricotta y espinaca (S/.35.00) son el mejor ejemplo de como un plato se puede convertir en mi favorito sin mucho trajín. El relleno de la pasta es fresco y sólo necesita mantequilla, salvia y un toque de grana padano para alegrar mi noche. Siguen los spaghetti con peperoni y mascarpone (S/.35.00). La idea es mezclar la pasta con el queso y lograr en cada bocado un juego de sensaciones entre la proteína, el quesl y el tomate. Atención que la porción es tremenda y es recomendable ordenarlo si tienen buen estómago. Se hace extrañar el peperoncino que menciona la carta.

Los tortelloni de ossobuco (S/.40.00) son una apuesta segura. La salsa con funghi porcini y champiñones es el complemento perfecto al relleno de carne que se nota fresco y de textura suave Siguen unos ravioles de langostinos (S/42.00) al punto de cocción preciso. El chutney de mango le da un twist preciso al plato, siempre y cuando no les incomode la combinación de salado y dulce. Termina la jornada con una lasagna de carne (S/.36.00), plato que no trae mayor sorpresa aunque si una ejecución precisa que me deja más que satisfecho.

Panacotta de frutos rojos
La sección dulce de la carta no trae mayor novedad y solo por azar termino ordenando la panacotta con frutos del bosque (S/.20.00). Pensé que ya había pasado la moda de servir postres en tarrito (jar) y ver que en Gioconda lo utilizan para servir un postre tan tradicional se me antoja un recurso facilista. Entiendo que ahorra tiempo en emplatado y conservación, mas no le hace justicia al precio de carta. Es más, comer un postre recién salido de la refrigeradora tampoco ayuda a mejorar la experiencia. Vamos chicos, pueden hacer algo mejor que eso.

Me retiro de Gioconda medianamente satisfecho. El servicio del personal es muy obsequioso, hacen recomendaciones de acuerdo al gusto del cliente y piden retroalimentación al final de la comida. El ambiente del local invita a alargar la velada, tal como suelo hacer en mis restaurantes favoritos, pero faltan opciones más atractivas en las entradas y postres. Igual me quedo con la idea que es perfecto para una cita romántica o disfrutar una cena de largo aliento con amigos. Me verán volver con una botella de mi merlot favorito.

Gioconda queda en  Av. Dos de Mayo 570, San Isidro.
Horario: Lunes a sábado de 12:00 a 16:00 y de 19:00 a 23:00. Domingos de 12:00 a 18:00.
Precios: Entradas S/.24 - S/.38. Fondos: S/.32 - S/.45. Postres: S/.20 - S/.25
Teléfono: 222-9975
Estacionamiento: Amplio y vigilado.
Volvería: Sí, es una buena alternativa de pastas artesanales.

domingo, 3 de junio de 2018

500 Grados (De hornos, brasas y otros efectos)

Sí, ya sé, "Blogger, ¿otra vez por San Isidro?" ¿Qué le vamos a hacer? Si bien en los últimos años he sido testigo de varias bajas, sigue manteniéndose como el distrito favorito de los restauradores. Yo había prometido ampliar mi radio de acción, mas ya tenía que evaluar esta nueva propuesta que juega alrededor de los dos hornos de leña ubicados al fondo del local. 

Café americano. Huevos fritos. Blindado.
Empieza mi jornada con mi eterno café americano. Sí, ya hace mucho tiempo que dejé el capuccino a un lado en favor de esta versión para apreciar mejor los sabores que esconde un café sin azúcar. Pequeño detalle, es muy difícil encontrar en Lima uno bien preparado así que es cuestión de ensayo-error. Ordeno unos huevos fritos de corral (S/.12.00) más por capricho que por apetito. Aquí se trata de reventar esa yema y untarlo con el pan campensino, pero tocino no llega todo lo crujiente que esperaba. El sánguche blindado (S/.19.00) me deja lleno de preguntas. Lo voy a poner muy simple, por el costo de carta pudieron poner un par de tajadas más de jamón de pavo. Al final termina siendo un sándwich veggie por la cantidad de mozzarella y rúcula que lleva. Algo me dice que escogí mal mis opciones, pero teniendo en cuenta las credenciales del local no deberían tener opciones tan regulares. Eso sí, el pan hecho con masa madre me deja buen sabor de boca.

Alitas. Pastel de choclo.
Macarrones. Choripan.
Vuelvo con esperanzas a la hora de almuerzo aunque está claro que, con una carta tan amplia, una visita no será suficiente para evaluarla. El pastel de choclo (S/.29.00) se asemeja más a una fondue que a receta tradicional. Basta hundir el tenedor en la pequeña sartén y ver como se extiende una larga hebra de queso derretido mezclado con la bechamel de choclo que indica la carta, casi un placer culposo. El choclo diablo (S/.25.00) es una entrada sobrevaluada, choclo mezclado con mantequilla de hongos de Porcón y un toque de parmesano. Nada que no se haya visto antes.

Sin embargo, cuando llega las alitas (S/25.00) empezamos a ponernos serios. Crocantes por fuera y jugosas por dentro, con el toque preciso de salsa BBQ, es un plato que uno no puede parar de comer. Si bien no le pondré la etiqueta de "la mejor" definitivamente volvería por este plato. Los macarrones (S/.35.00) merecen un párrafo aparte porque me devuelven a un recuerdo de niñez. Esa textura crujiente de los canutos en una costra de queso es mi sueño hecho realidad. Vendría a ser un "mac & cheese" con adicional de salsa bolognesa. Una opción contundente, pero que no empalaga. Paso del choripan (S/.26.00) porque cometen el mismo error de todos los restaurantes, el pan no resiste la humedad del coleslaw y terminan desarmándose al punto que debo descartarlo. En todo caso, sale más a cuenta ordenar los chorizos artesanales (S/.28.00). Vienen dos unidades en una pequeña sartén con miel de romero y mostaza dijon. Suficiente para abrir el apetito.

Ossobuco
La última palabra se la dedico al ossobuco (S/.99.00), un kilo y medio de carne que dejará satisfecho a todos aquellos indignados que siempre paran en las redes despotricando contra el tamaño de las porciones. Si bien la presentación se presta para la foto efectista, hay que reconocer la técnica de larga y lenta cocción que permite usar sólo una cuchara para servirlo. A eso se le suma una pequeña vasija con jugo de la cocción para que cada quien se sirva al gusto en su plato. No hay mucha ciencia con el puré de papa ni con la zanahorias y debo confesar que se hace extrañar una buena porción de arroz blanco, tal cual hacen en Panchita. Viendo que tampoco lo ofrecen como adicional de acompañamiento, no queda más remedio que ordenar el pan de la casa. Con paciencia pueden armar unas tapas y coronarlas con el jugo de la carne.

Torta de chocolate. Pie de limón.
Los lectores antiguos sabrán que nunca dejo de ordenar postre y esta vez no será la excepción. Pido la torta de chocolate (S/.26.00), y basta una mirada para saber que se convertirá en la favorita de las redes: doble relleno de manjar, un exagerado baño de salsa de chocolate y una bola de helado de plátano. Yo estoy en contra de las tortas remojadas porque es una manera de camuflar la mala cocción del bizcocho pero debo claudicar ante sus bondades y reconocer que esta torta entra en mi lista de favoritas. Sólo una observación, prescindan del helado de plátano, sólo aumentan el nivel de dulce. El pie de limón (S/.22.00) no se queda atrás en méritos. Esa crema de limón hecha con huevos de corral es ligera con el balance preciso entre acidez y dulzor, coronado con merengue italiano. Candidato firme si alguna vez me animo a elaborar un ránking del mejor pie de limón.

Detalle del local.
El servicio es displicente, los mozos están bien preparados para absolver consultas y hacer recomendaciones, aunque en plena hora punta este aspecto puede resentirse y los tiempos, incluso para traer la cuenta, se alargan demasiado. En cuanto al local es bastante amplio pero la disposición de las mesas no es óptima. Si se sientan pegados a la barra van a sufrir cada vez que un mozo pase por detrás. Si se sientan cerca a la entrada, la corriente de viento les hará sentir en una congeladora. Otro tema es el horario, habiendo pasando ya una hora de abrir las puertas es de mal gusto ver que todavía estén trapeando el piso. Clarinazo de alerta para el restaurador.

500 grados me deja con buen sabor de boca y muchas ganas de regresar. Esa carta justifica un par de visitas, sobre todo para evaluar alguna de las diez pizzas que ofrecen. Les recomiendo ir en grupo, de modo que puedan picar varios platos, y también con ropa abrigadora. Por más caliente que esté el horno, el clima no perdona.

500 grados queda en Camino Real 1281, San Isidro.
Horario: Lunes a domingo de 07.00 a 23.00
Teléfono: 954604536
Precios: Entradas (S/.27.00 - S/.39.00). Fondos (S/.26.00 - S/.45.00). 
Pizzas (S/.32.00 -S/.44.00). Postres (S/.18.00 - S/.26.00)
Estacionamiento: Valet parking.
Volvería: Sí, me falta probar las pizzas.