domingo, 16 de septiembre de 2018

De mis restaurante favoritos: La Locanda.

Algunos lectores me cuestionan por qué visito tan seguido los mismos restaurantes. La respuesta es obvia: porque siempre tienen algo con qué sorprenderme.

Uno de los mayores retos para un blogger gastronómico es probar nuevos estilos de cocina. Solo mirando lo que ofrece nuestro país hay trabajo de sobra en todas las regiones. No hay restaurante limeño que pueda competir con un adobo de cerdo de Cayma o un arroz de conchas negras de Piura. Sin embargo, hay una cuestión aún más compleja. ¿Y cuándo tenemos que experimentar con sabores de otros países?  Cuando uno está de vacaciones el tiempo o el presupuesto hacen casi imposible invertir en comida. Entenderán la emoción que me embargó, cuando supe del Festival Gastronómico de Finlandia. La noticia fue aún mejor, pues este tendría lugar en La Locanda, uno de mis restaurantes favoritos en la historia del blog.

Es sábado en la noche, no hay tráfico en la ciudad y llego al Swissôtel sin ningún problema. Salgo del estacionamiento con el paso apurado por la impaciencia. ¿Qué le vamos a hacer? Nunca he sido bueno disimulando mis emociones. La bandera de Finlandia adorna la entrada de La Locanda y estos mismos colores se replican dentro del restaurante en los manteles y los floreros que adornan las mesas. Son detalles que solo un hotel cinco estrellas puede tomar en cuenta.

Detalle del salón. Panes de la casa.
Skagen. Kalamureke ja munakastike.
Empieza mi jornada con un cóctel preparado para la ocasión: el Blueberry Storm (S/. 23.00), vodka  finlandés, cassis, blue curacao y agua tónica. Si bien la mixología y yo aún mantenemos una relación a distancia, puedo agregar que el trago es muy refrescante y cumple efectivamente la misión de abrir mi apetito.

Visto que se me dificulta tomar una decisión respecto a la carta, el maitre viene en mi me ayuda presentándome a los chefs Miki Puikkonen y Juho Hokkanen. Según me explicaron, Finlandia es un país muy cuidadoso de su naturaleza y por eso tienen a su disposición insumos muy frescos provenientes de lagos y bosques. Para la preparación de sus recetas han traídos sus propias hierbas y especias e insistido en el uso de vegetales orgánicos. Comenzamos entonces con el Kalamureke ja munakastike (S/28.00), una terrina de pescado crujiente bañado en una salsa bechamel y acompañado de papitas cóctel. El Skagen (S/27.00) es una tostada tradicional escandinava con un topping de langostinos en una mayonesa bastante ligera y hierbas. Excelente introducción que me deja gratamente sorprendido al nota como los sabores se complementan adecuadamente sin aderezos o salsas intensas.

Kevatkananpoika. Karitsan Karetta.
Marjapiirakka. Presidentin Kakku.
Me siento más confiado al momento de los fondos, así que me animo a ordenar un plato que siempre dejo de lado. El Karitsan Karetta (S/48.00): costillas de cordero con papas al ajo y salsa de vino tinto. La carne viene el punto medio y es tan sabrosa que casi cedo a la tentación de cogerlo con las manos y no desperdiciar ni una sola brizna de carne. Las verduras frescas y una suave salsa de vino tinto redondean un plato bien logrado. Sigo con un Kevätkananpoikaa (S/41.00), un corte de pollo cocido a baja temperatura que resulta muy sabroso, pero la clave está en las verduras: brócoli y dos preparaciones de kale (pesto  y braseada) que me devuelven la fe en los vegetales como acompañamiento de un plato principal.  No podía faltar el postre así que ordeno el recomendado del chef Miki: el Presidentin Kakku (S/15.00), una tarta de limón con crema de yogur y topping de ciruelas. Sabores cítricos muy sútiles que limpian el paladar y alegran el corazón. Sigue una Marjapiirakka (S/15.00), una versión mini de una tarta tradicional de bayas. Miro con desconfianza la corteza de centeno, pero confieso que del amargo hay poco que argüir. Estos postres son tan ligeros y de sabores tan frescos que tranquilamente podría ordenar uno adicional.

Blueberry Storm
Me retiro del Swissôtel con un excelente sabor de boca. Uno aprecia el resultado final que es la correcta selección de los platos, pero más vale todo el trabajo previo que han realizado. Solo imaginen la logística que implica el viaje de los chefs desde Finlandia y la conservación de sus insumos. Tanto el equipo de cocina y salón, están involucrados en el desarrollo de los platos, el aprendizaje de nuevas técnicas y el intercambio de ideas. Palmas para todos ellos. 

La participación de los chefs Miki y Juho, saliendo a conversar con los clientes, fue el detalle preciso para redondear la experiencia. Los clientes siempre se sentirán halagados cuando tienen la oportunidad de conversar con los responsables de la propuesta y extenderles sus consultas. Es relevante mencionar los precios de carta que son bastante accesibles y convierten este festival en una oportunidad que no pueden dejar pasar.

Cierro la reseña con una mención al sommelier Miguel Andrade, quien anticipándose al pedido que yo haría, seleccionó una de mis cavas favoritas: una Juve & Camps Cinta Púrpura 2016, el maridaje infalible para una cena tan especial. Está más que claro que nos volveremos a encontrar antes del cierre del festival. Palabra de blogger.

La Locanda del Swissôtel queda en Vía Central 150, San Isidro.
El Festival Gastronómico Finlandés tendrá lugar del 13 al 23 de setiembre.
Horario: Lunes a domingo de 12:30 a 15:30 y de 19:00 a 23:00
Precios: Entradas S/25.00- S/32.00. Fondos: S/41.00-S/48.00 Postres S/.15.00
Teléfono: 421-4400
Estacionamiento: Playa del hotel. Dos horas de cortesía.
¿Volvería?: Por supuesto. La Locanda es mi restaurante favorito.

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