Viajar por carretera es una prueba de fuego para cualquiera que desee hacer turismo. El trayecto nunca se acaba, el "hermoso" paisaje termina aburriéndote luego de media hora y la batería del celular se descarga a una velocidad increíble. Y la pregunta ¿A qué hora llegamos? rondará tu cerebro una y otra vez como una melodía navideña. Comienza una nueva ruta para el blogger, ahora por las carreteras norteamericanas.
Le pain quotidien
Vitrina de Paul Bakery |
Apenas llego a Washington mis prioridades estaban claras: darme un duchazo y buscar un lugar donde comer, aunque no en ese orden necesariamente. Si bien el tour incluía un traslado a Georgetown cuando le pedí al guía una recomendación me vino con la odiosa frase: "Acá todo es rico". Gran ayuda de este sujeto. Felizmente la suerte me acompaña porque a media cuadra del paradero encontré el sitio ideal. No todos los días uno tiene la oportunidad de encontrar una marca con 125 años de historia.
¡Macarrones! |
Un vistazo no es suficiente para escribir una reseña de esta cafetería pero sí para que ustedes se antojen de visitarla cuando estén por Georgetown. Al menos con este post ya no dependerán de un guía pánfilo que debería hacer mejor su trabajo.
Paul Bakery-Cafe queda en 1078 Wisonsin Ave NW, Washington DC
Deja vu
La Providencia y yo siempre nos
llevamos bien en el extranjero. Así como el frío inclemente de Chicago me obligó a entrar a
Eataly, ahora gracias a la lluvia encontré una tienda de la que nunca querría volver a salir.
Dean & DeLuca es una tienda cuya pasión por encontrar los mejores productos supera culaquier expectativa. Sin embargo tengo el tiempo en contra y debo tomar decisiones rápidas. ¿Vinos? Imposible, pueden maltratarse por el traslado y la temperatura. Además todavía no salgo del nivel básico. ¿Productos frescos? Peor, no durarían nada y además tenía las compras hechas en Paul. ¿Especias? Como me gustaría que Don Lucho estuviera a mi lado. El sabría qué escoger entre tanta variedad. ¿Qué hago?
Es entonces cuando veo la sección que justifica todos los viajes que hago: ¡Chocolates! ¡Y de qué marcas! Mast Brothers, Dolfin, Vosges Haut, Eclat, Sampaka, etc. La variedad que tenían era para perder la razón. No sólo por los diferentes origenes sino por las combinaciones de ingredientes. Trato con resginación de escoger una barra de cada marca. Sin embargo me cobro la revancha de Chicago cuando veo los marshmallows artesanales Baru. Hechos con vainilla de Madagascar, un
toque de sal de Gerande (Francia) y bañados en chocolate belga, basta un mordisco para imaginar a lo que sabe un pedazo de nube. Mi apetito está satisfecho pero en el camino a la caja veo un paquete de Crispery Crispycakes, un mezcla de marshmallow con arrocillo crocante relleno de chocolate. Ok, ven con papá blogger.
No tengo más opción que huir de la tienda antes que consuma mi línea de crédito. Además todavía falta visitar otra ciudad y existe el riesgo que en el trayecto mis compras se deterioren. Tal cual me pasó en Eataly considero que ni en un mes hubiera podido probar todo lo que ofrecían. Nos volveremos a ver. Cueste lo que cueste.
Sección chocolates |
No tengo más opción que huir de la tienda antes que consuma mi línea de crédito. Además todavía falta visitar otra ciudad y existe el riesgo que en el trayecto mis compras se deterioren. Tal cual me pasó en Eataly considero que ni en un mes hubiera podido probar todo lo que ofrecían. Nos volveremos a ver. Cueste lo que cueste.
Dean & DeLuca queda en 3276 M Street NW, Washington D.C.
De los macarrones y otros vicios.
Macarrones |
Hace un par de años fui invitado con otros medios, a disfrutar del "Luxury Brunch" en uno de mis restaurantes favoritos. Todo marchaba bien, incluso para finalizar el evento trajeron bandejas con macarrones. El equipo de cocina salió para agradecer a los asistentes y aprovechar en tomarse una foto grupal. Sin embargo cuando el chef pastelero sugirió posar con la bandeja de macarrones descubrió que ya habían algunos espacios vacíos. ¿Qué le vamos a a hacer? A veces me toca poner cara de inocente y al mejor estilo de Bart Simpson decir: "Yo no fui"
Saliendo de Dean & DeLuca caminaba tranquilo y feliz cuando a lo lejos distinguí una vitrina con unas pequeñas torres de varios colores, inconfundible señar de... ¡Macarrones! Imposible encontrar una manera mejor de cerrar mi recorrido por Georgetown. Entro como un poseso a la tienda y la dependiente me recibe con una sonrisa angelical (¿Cuándo veré algo parecido en Lima?) Pregunto cuál es la especialidad de la casa y me recomienda el de caramelo salado. Genial, desde que probe los chocolates VOsges Haut con caramelo quemado y sal me he vuelto aficionado a ese sabor. Sigo con el chocolate mexicano que lleva especias y chile. No es la primera vez que pruebo un chocolate picante así que disfruto el picante que se siente al final de paladar luego del primer bocado. El de vainilla es un lujo. No sólo por usar vainilla de Tahiti sino por el relleno de ganache de chocolate blanco que no resulta empalagoso para nada.
Vicio satisfecho, blogger más satisfecho aún. Los macarrones y yo hemos nacidos para estar juntos. Para toda la vida. Y esta vez no tuve que disculparme con nadie.
Vicio satisfecho, blogger más satisfecho aún. Los macarrones y yo hemos nacidos para estar juntos. Para toda la vida. Y esta vez no tuve que disculparme con nadie.
Olivia Macaron queda en 3222 M Street NW, Washington DC