domingo, 18 de junio de 2017

Gambino (La pasta nostra)

No le tengo mucha estima a la avenida San Borja Norte. Hace algunos años era mi ruta habitual para ir a trabajar y me cansaría de contar las veces que me aburrí atrapado en medio del tráfico. ¿Quién lo diría? Estoy de vuelta en la avenida de marras para visitar un restaurante que recomendaron efusivamente en el blog. 

Estoy parado delante del local de Gambino llenecito de curiosidad. En la puerta hay una gigantografía indicando que la cocina es tradicional sin lugar a concesiones ni (con)fusiones. Cuando pienso en la barbaridad de restaurantes italianos en Lima ofreciendo risottos de lomo saltado, hamburguesas y pasta industrial con huancaína aún más industrial intuyo que he llegado a una especie de oasis gastronómico.  El local es pequeño, el mobiliario es sencillo pero la decoración muy simpática, aunque de eso me ocuparé al final del post. Apenas me siento el dueño se acerca y me presenta orgulloso la carta afirmando: "Aquí todo es casero, desde la salsa hasta las pastas y terminando con los postres" 

Fritatta di ravioli. Empanadas argentinas
Empieza mi aventura con una fritatta di ravioli (S/19.00), una entrada que no recuerdo haber visto en alguna carta. Si están acostumbrado a comer los ravioles sancochados les cuento que se están perdiendo de algo. Son ravioles fritos y servidos con salsa de tomate casero y pesto de la casa. Funciona porque llegar crujientes a la mesa y con el interior hirviendo, mejor cortarlos por la mitad para no quemarse. Continuo con una empanadas argentinas generosamente rellenas de carne cuyo sabor me hace evocar mi último viaje a Buenos Aires. Compártanlas porque luego verán que las porciones son generosas y se van a llenar rápido. 

Tagliatelle a la bolognesa. Rvioli Gambino
Tagliatelle ala arrabiata. Ossobuco de la casa.
En la carta hay cerca de veinte variedades de salsa que uno puedo combinar con pastas de la casa. Yo elijo unos tagliatelle alla arrabiata (S/.23.00), lo más básico y que me permite evaluar la correcta preparación de la salsa de tomate, sabrosa y sin ningún rastro de acidez pero, en este caso, con el toque picante justo. En la pasta no hay puntos medios, la textura es óptima y denota una elaboración casera y la cocción al dente. La bolognesa (S/.25.00) sigue la misma tendencia casera aunque con el agregado de la carne molida. Los ravioli Gambino (S/.26.00) están hechos con espinaca en la masa y rellenos de jamón, ricotta y nueces. La salsa arrabiata que los baña viene en una cantidad generosa y no resisto la tentación de coger un trocito de pan para no desperdiciar una sola gota. También pruebo la pasta con salsa pesto (S/.23.00) hecha con la receta tradicional (ni se les ocurra mencionar la espinaca) aunque para mi gusto fue necesario pedir aceite de oliva y parmesano adicional. Antes que me olvide, en caso estén antojados, también hay sorrentinos en la carta. 

El ossobuco de la casa (S/.35.00) impresiona por el tamaño de la porción y por esa textura que le da una larga cocción, la carne se desprende sin necesidad de usar tenedor. La pasta de acompañamiento es ligera, más no es necesario para no quitarle protagonismo al corte. He probado unos poco afortunados canelones de espinaca (S/.21.00) pues la verdura les jugo una mala pasada y terminó aguando la crema. Me va mejor con la lasagna napolettana (S/.36.00) aunque sufro, nuevamente, para acabar la porción. ¿No se los dije? Aquí sirven como si estuvieran en casa.

Suprema di pollo alla napolitana
La suprema de pollo (S/.35.00) se merece un párrafo aparte. Desde que estuve en Buenos Aires he vivido meláncolico tratando de hallar en Lima una verdadera "mila", sabrosa y contundente, cuyo tamaño ocupe la mitad del plato sin remilgos. La versión de Gambino es lo más genuino que se puede encontrar por estos lares. El empanizado es perfecto, crujiente y no se desprende al momento de cortarla. La salsa de tomate es la misma que se utiliza para las pastas y el topping de mozarella es generoso pero sin llegar al punto que empalague. De acompañamiento unas papas a la crema, lo justo y necesario para que uno se concentre en la milanesa. Sin exagerar, ya es candidato fijo a estsr en mi lista de platos favoritos del año.

Budín de panetón
También ofrecen postres en Gambino aunque sólo lo justo y necesario para cambiar el sabor de boca. El budín de panetón (S/12.00) con frutos secos es un postre que no recuerdo haber visto antes en épocas distintas a las de navidad. Más vistoso que el tradicional y con el toque preciso de caramelo. El tiramisú es una receta familiar: mousse de chocolate, crema chantilly y biscotelas borrachas al café. No hay ciencia pero si muchos recuerdos de infancia de parte del restaurador y lo divertido que es hundir la cucharita hasta el fondo para probar los tres sabores.

Me retiro de Gambino más que satisfecho. Es difícil encontrar restaurantes con una propuesta tan sencilla que cumplan lo que vengo repitiendo hace años: "Lo más simple es lo más difícil de lograr". Recetas tradicionales, preparaciones caseras y un dueño preocupado por guiar a sus clientes a través de una carta no muy extensa. Antes que me olvide, el local está decorado con motivos de la mafia italiana. Hay incluso una lista de mandamientos que deben cumplir sus miembros aunque yo agregaría uno más: comer pasta casera todos los días de tu vida. 

Gambino queda en San Borja Norte 491, San Borja.
Horario: Martes a sábado de 12.00 a 15.00. Cena 20.00 a 22.00
Teléfono: 224-2362

Ticket promedio: S/.50.00 por persona
Estacionamiento: Tres sitios disponibles. Mejor llegar temprano.
Volvería: Sí, es una buena alternativa en la zona.

domingo, 11 de junio de 2017

Astrid & Gastón (Las segundas partes son buenas)

Una nueva visita a Astrid & Gastón amerita actualizar el post original.

Detalle de la fachada.
Desde que Astrid & Gastón estableció su cuartel general en la Casa Moreyra me han hecho llegar diferentes comentarios al respecto. Algunos publicados en medios señalando sus virtudes, otros de amigos cercanos relatando situaciones inverosímiles, otros que leí en Tripadvisor pasando de la adoración al odio. Yo preferí esperar a que el restaurante encuentre su propio camino con el transcurrir de los meses antes de visitarlo. Para ser sincero lo que me motivó a visitarlos fue el descuento que ofrecía mi cuenta bancaria.

Como nunca es un jueves muy tranquilo y evadiendo el tráfico llego más temprano de lo que deseaba. No importa, me quedo tranquilo esperando en el carro y me divierto atisbando a los clientes. La mayoría son turistas, gente madura y uno que otro ejecutivo joven que no pierde la oportunidad de tomarse un selfie como recuerdo. Listo, es hora de entrar.

La anfitriona me recibe cordialmente y me invita a pasar al bar. Seguro desean que ordene un aperitivo mientras espero, más tomar alcohol no está en mis planes. Luego de unos minutos me conducen al salón, un ambiente con la cocina abierta al público. Observar al equipo en pleno trabajo no es una experiencia usual y veo que otros comensales piensan igual que yo porque cámara en mano registran la incesante actividad. Pequeño detalle, luego de algunos minutos el grito unánime que lanza el equipo de cocina (¡Oído!) cada vez que entra una orden, se convierte en una interminable letanía que podría sacar de sus casillas al más paciente. Digo no más.

Canastilla de panes. Mantequillas saborizadas
La carta es breve y sencilla de entender. Una veintena de entradas, entre las cuales hay opciones de bocadillos por unidad ideal para "tapear", otro tanto de fondos, con pastas, pescados, cortes de carne e incluso sartenes para compartir, y diez postres. De yapa, dos tipos de menú degustación. No hay ciencia en las opciones y veo que el denominador común es lo que afirmó Gastón Acurio hace varios meses: "una propuesta que, transitando por caminos sencillos, resalta el uso de productos de temporada"

Empieza mi jornada con la canastilla de panes (S/.15.00 por persona) de elaboración artesanal. Yo que vivo prendado de los panes de La Locanda confieso que acá tienen un competidor de lujo. Panes integrales, con frutos secos y de queso con papa, por unidad y por hogaza. Llegan tibios a la mesa y no demoro un segundo para probarlos con cualquiera de las tres mantequillas: ahumada de tomate, batida con sal de Maras y crema de palta con chimichurri. Les recomiendo disfrutar pacientemente cada variedad, usando los cinco sentidos e identificando el ingrediente principal. Yo feliz los repetiría, prescindiendo de las entradas, más algo me dice que luego no tendría espacio para enfrentar los fondos.

Anticuchos de pulpo.  Humita de maíz blanco.
Cuy pekinés. Butiwong
En la sección de entradas las butiwong (S/.42.00 por dos unidades) son lo mejor que he comido en lo que va del año. Una burger wagyu al punto medio, jugosa con un encurtido ligero aunque una rodajita de ají limo se me antoja un riesgo innecesario. Yo vivo por el picante pero este gusto no necesariamente es la regla. Sigo con el cuy pekinés (S/.28.00 por dos unidades), plato emblema del restaurante, son unos panqueques de maíz morado envolviendo un trozo de cuy con un topping de verduras encurtidas. La piel es crujiente, la carne muy suave y el sabor se complementa con los encurtidos. Los anticuchos de pulpo con especias tandoori (S/.56.00) guardan puntos de contacto con los que sirven en La Mar. Sin embargo, aquí los acompañamientos (lentejas en dos texturas, ensalada de hierbas y yogur verde) no le quitan protagonismo al pulpo. Termino con la humita de maíz blanco D.O. Urubamba (S/.21.00) Lo presuntuoso del nombre se explica desde el primer bocado. Es la humita más suave que recuerdo haber probado en todos estos años, tranquilamente prescindiría del adobo nikkei.


Pasta con erizos. Cochinillo confitado.
Sartenes: Lomito al jugo. Pato con arroz. 
Llega el turno de los fondos. Primero, un cochinillo confitado Lima (S/.98.00), ejecutado magistralmente con la piel crocante y la carne jugosa. De acompañamiento frejol negro que está en la memoria de cada comensal peruano y frutas encurtidas que aportan frescura. Tengan en cuenta que la porción tranquilamente alcanza para dos personas. Siguen los fideos con erizos (S/.78.00): pasta udon, yema cocida a baja temperatura y shishimi. Es un plato que me recuerda al huevo tibio de Matria, uno revienta la yema y va mezclándolo con los demás ingredientes aportando una deliciosa textura cremosa a la salsa. 

Esta vez me saqué el clavo ordenando las sartenes para compartir. Antes que nada, sé que alguien me dirá por qué vine a Astrid & Gastón a comer arroz con pato. La respuesta es que en la visita anterior ya evalué diversos platos y ahora como estaba en grupo el tenor fue ordenar platos para compartir. En la de pato con arroz (S/.156.00) se luce la pechuga de pato jugosa y con la piel caramelizada, la pierna no me convence tanto pero es la presencia del "concolón por arriba" la que me devuelve la fe.  Para redondear la experiencia platanitos fritos y vegetales encurtidos. En la sartén de lomito al jugo (S/.156.00) no hay mayor ciencia, es una versión XL de lo que se puede encontrar en Tanta con trozos más grande de lomo y papas nativas enteras.

Llega la parte más dulce de la cena con la bomba milagrosa (S/.44.00). Es una esfera de chocolate rellena de manjar, frutas, mazamorra morada, canutos y helado de turrón, todo bañado en miel de especias. El mozo espera pacientemente mientras grabo el momento con mi smartphone. Al final me divierto como niño de cinco años probando trozos de chocolate combinándolos con los distintos ingredientes. El maridaje perfecto es un café americano para equilibrar el (exceso) dulce. Es un postre recomendable para compartir y si son dulceros, de los contrario se pueden empalagar rápido. No fue mi caso porque incluso pedí miel adicional que el mozo accedió a traer de inmediato.

Bomba milagrosa. Antes y déspues.

El servicio fue muy correcto, los mozos estuvieron pendientes de lo que sucedía en mesa, listos para absolver consultas y manejando adecuadamente los tiempos de espera. Incluso se tomaron el tiempo de presentar los platos, detalle que siempre evalúo cuando asisto a un restaurante de marca. 

Astrid y Gastón sigue dejándome con buen sabor de boca pero sin llegar a impresionarme. No lo digo tanto por las expectativas ni la fama acumulada durante años, obvio que el nuevo equipo de cocina tiene que desarrollar un pensamiento propio. Lo innegable es con los precios de carta uno espera algo más que una experiencia promedio y más aún si recordamos que es parte de la lista 50 Best. Probablemente, como en Maido y Central, lo más recomendable sea ordenar el menú degustación aunque para ello debo separar un presupuesto aparte. Salvo que continúe la promoción con mi tarjeta bancaria.

Astrid y Gastón queda en Paz Soldán 290, San Isidro.
Horario: Lunes a sábado de 12.30 a 15.00, 19.00 a 23.00. Domingo de 12.30 a 15.30
Teléfono: 442-2775
Ticket promedio: Entradas: S/.28.00 - S/.68.00 Fondos: S/.38.00 - S/.98.00 
Postres: S/.34.00 - S/.44.00
Estacionamiento: Valet parking. Aunque si llegan temprano pueden cuadrar ustedes mismos su auto.
Volvería: Sí. Aunque el costo es alto la experiencia no deja de tener interés.

martes, 6 de junio de 2017

Xin Yan (¡En modo dim-sum!)

Hace tiempo una seguidora del blog me invitó a probar desayuno al estilo chino en un mentado chifa de Lima. No me hacía gracia desayunar a media mañana pero más pudo curiosidad por saber de que se trataba. La experiencia tuvo cierto interés pero la calidad de los bocaditos dejó mucho que desear. Si revelara el nombre del chifa de marras probablemente lo identifiquen como invitado frecuente de cierto programa gastronómico que (infelizmente) ya no se emite.

Con tales antecedentes no tenía muchas ganas de seguir repetir la experiencia pero uno de los seguidores más acérrimos del blog me pasó el dato de un nuevo restaurante en San Borja donde ofrecían dim-sum a toda hora del día. La gran ventaja, está a siete minutos de mi casa y me olvido de los riesgos de ir al Centro y, sobre todo, la pérdida de tiempo que genera el infernal tráfico limeño.

Siu Mai. Bolitas tailandesas.
Min Pao de Chasiu. Jacao
Cuando entro al local me quedo impresionado por el tamaño de los salones y la decoración sofisticada. ¡Claro! Acá funcionaba el Ganbei Yakiniku Grill. ¿Cómo es posible que no haya funcionado un concepto de "all-you-can eat" en Lima? El ambiente juega entonces a favor del Xin Yan porque no tiene nada que ver con esos salones austeros y desaseados a los que nos han malacostumbrado algunos chifas. La moza se acerca muy solícita con la típica carta de 300 platos y donde no pueden faltar los infalibles "menú para grupos" pero yo lo descarto de inmediato en favor de la carta china más una papeleta para ordenar los bocaditos.

Empezamos  los clásicos siu-mai de cerdo (S/.12.00), que resultan mejores a los bocadillos recalentados que sirven en cualquier chifa promedio. Los jacao (S/15.00) siguen la misma tendencia pero las bolitas tailandesas (S/.11.00) me dejan con un "silencio llenecito de pregunta". No veo la relación que tienen estos palitos crocantes con el nombre de la carta pero como entrada funcionan perfecto. Imaginen unos rollitos primavera con el mismo relleno del siu-mai pero en una presentación más delgada. Los min pao de cha siu (S/.10.00) funcionan pues el pan al vapor sirve como catalizador del aderezo del cerdo. Si desean probar algo nuevo tienen un cumplidor nomecai (S/.14.00), el famoso tamal chino de arroz, o unas costillas de cerdo guisadas al ajo (S/.12.00). Ambas opciones no son sencillas de encontrar y vale la pena darles una oportunidad.


Nomaicai. Albóndiga de res.
Costillas de cerdo al ajo. Lasagna de chasiu.
Obviamente no todo fue acierto, paso de las albóndigas de res (S/.15.00) porque no logro conectar con esa textura gelatinosa. Igual me va con la lasaña de chasiú (S/.14.00) aunque eso va más por un gusto personal. La masa fresca del sahofan y yo nunca seremos buenos amigos. 

Pero como el blogger no sólo vive de bocaditos tenía que dar un vistazo a los platos de fondo. Empiezo con una gallina salada (S/.48.00, media porción), que resulta la sorpresa de la noche. Aquí la carne es jugosa, la sazón es prolija y el sabor motiva a coger el trozo con los dedos y no desperdiciar ni una sola brizna de carne. El estofado de carne (S/.50.00) no ganará un premio a la mejor presentación pero cumple como novedad. Es un guiso de carne bien logrado con el nabo que le da un toque especial. Paso de los calamares aderezados a la plancha (S/.60.00), un plato árido y sin ambiciones. El cerdo picante con verduras (S/.40.00) se queda en el nombre. Si bien el recurso de armar un sanguchito con la panceta y el pan al vapor tiene algo de gracia (algo parecido se ofrecía en Madam Tusan) me niego a aceptar que el nivel de picante sea nulo. Vamos, si en la carta dice "platos picantes" yo esperaba encontrarme con ese infernal ají seco, típico de la comida de Sichuán. Termina la cena con fruta para refrescar el paladar aunque me voy con la espina clavada de no haber ordenado bocaditos dulces.

Gallina salada. Calamares aderezados a la plancha.
Estofado de carne con nabo. Cerdo picante con verduras.
Xin Yan me dejó buen sabor de boca en las dos visitas que le hice. La carta china está llena de sorpresas, la propuesta de bocaditos es variada y tiene una adecuada relación precio-calidad. Quizá el servicio a la mesa es algo relajado pero no es un aspecto en el que ningún chifa se destaque. Aún no he evaluado la carta cantonesa y tampoco pienso hacerlo en el corto plazo, la idea es bucar algo diferente a lo que ofrezcan otros chifas. Yo les recomiendo que acudan en grupo y se diviertan ordenando los dim-sum  para encontrar el favorito de acuerdo al gusto de cada uno. De paso que prueban algo nuevo también pasarán un buen rato.

¿Ya ven? Si antes pensaban que sólo en el centro están los chifas más tradicionales (léase vacas sagradas) pues resulta que existía una alternativa para ahorrarse el trabajo de ir hasta Lima por los bocaditos de marras. Punto para el blogger.

Xin Yan queda en San Luis 1950, San Borja.
Teléfono: 496-9065
Ticket promedio S/.50.00 por persona. Bocaditos S/.9.00-S/.15.00
Estacionamiento: En el sótano.
Volvería: Sí, exclusivamente por la carta china.

lunes, 29 de mayo de 2017

1087 Bistro (Sorpresas culinarias)

Piqueo Pachamama
Aún recuerdo cuando gracias a un seguidor del blog participé en una cena clandestina de 1087 Bistro. Eran los primeros ensayos que hacía el chef Palmiro Ocampo antes de inaugurar formalmente el restaurante. Aquella vez quedé gratamente impresionado por  un menú de cinco pasos donde la presentación de los platos y la variedad de ingredientes usados denotaban una propuesta diferenciada. Además tener la oportunidad de conversar con el chef y escucharlo hablar de su amplia trayectoria fue muy gratificante. Tuvo que pasar mucho tiempo para el restaurante abriera sus puertas y varios meses más hasta que yo decidiera visitarlo.

Comienza la cena probando uno de los mejores abrebocas que se puede encontrar en el mercado (y sin costo alguno). En lugar de ofrecer los pancitos de marras aquí ofrecen el piqueo pachamama: hojuelas de tubérculos con aioli de chicha de jora y maracunorias (no me pregunten que son, hasta ahora no lo he descubierto). Diferentes sabores, texturas y colores para disfrutar en cada bocado. Me hubiera pasado toda la noche comiendo esto sin pedir nada más pero no he llegado tan lejos para quedarme en el abreboca.  

Pizzeta. Lengua y concha.
Alitas BBQ palo santo. Taco de verano.
Empiezo por algo sencillo, una pizzetta (S/.35.00) que me conquista por el aroma de las hierbas frescas, y la adecuada combinación de higos y jamón. Pero como todo no es felicidad en esta vida fallan en la masa, obligatorio pedir cuchillo de sierra para cortar una porción. El tiradito de lengua y concha llega cortesía del chef, en porción para degustar. Inesperada fusión mar y tierra, donde la frescura de la concha se integra con la lengua de res en una leche de tigre muy ligera. Las alitas BBQ palo santo (S/.24.00) son la opción ideal para compartir, las alitas han sido deshuesadas y se acompañan de un cremoso puré de frijol negro. El punto de ahumado tiene que manejarse con precisión quirúrgica o el plato se convertirá en un homenaje al mes de octubre. El taco de verano (S/.17.00) llega en dos variantes. La primera, panceta con salsa chipotle y espuma de yuca funciona sin problemas, aunque la dureza del cerdo demuestra que se pasado un punto de cocción. La segunda con huevera y puré de arveja si fue un riesgo que no debí correr. Mi niño interior se desespera, hasta ahora no logro vencer ese terror infantil que le tengo a las arvejas y por más esfuerzo que hago es imposible terminarlo. Vade retro.

Brócoli Pachikay.  Ñoquis de maduro
Palmiro Ocampo aparece y me reta a probar el brócoli Pachikay. Intento ser lo más diplómatico que puedo para no confesarle mi odio hacia esa verdura pero él insiste en que si no me gusta no la pago. Lanzo un suspiro de resignación y ataco el plato sin muchas ilusiones. El plato es un "what you see is what you get": medio brócoli cocido regado con aceite hirviente de ajonjolí y chips de ajo frito. Le doy crédito a la crema hecha con los tallos pero cuando pruebo la verdura entiendo que seguirá por un largo tiempo en mi lista de ingredientes proscritos. Los ñoquis de maduro (s/.46.00) me devuelven el sentido del gusto y disfruto esas bolitas de plátano y cecina cubiertas con polvo de chorizo amazónico. Sin embargo la reducción de hoja de bijao y crema de leche me empalaga rápidamente. Mejor pídanlo como un piqueo para compartir y prescindan del queso parmesano, es en serio. 

Hamburguesa Fat Duck
En los últimos días he visto varias fotos de la hamburguesa Fat Duck (S/.33.00) desatando toda clase de expresiones de admiración. No quiero ser pinchaglobo pero es sólo una versión clásica de hamburguesa hecha con asado de tira, lechuga, tomate, queso cheddar y tocino. La novedad es el pan brioche pero apenas ha pasado un minuto y ya se estaba deshaciendo, está claro que no ha resistido los jugos de la carne. El jefe de salón intuye que algo sucede y se acerca con una sonrisa tipo "¿quieres-ser-mi-amigo?", la misma que desaparece cuando le doy mi opinión sincera. Por las credenciales del restaurante esperaba una solución pero se limita a repetir la típica frase: "tomaremos en cuenta sus sugerencias". Me consuelo devorando las "papas chicharrón". Encontrar papas fritas "de verdad" (y no esa versión precocida y ultracongelada que es casi una pandemia) es como sacarse la lotería. Son las papas Huamantanga más crujientes de todo Lima, hasta la cáscara, pero con un interior cremoso. Si a eso le agregamos las salsas artesanales: el kétchup de maracunoria (¿Otra vez?) y la salsa secreta de Palmiro tengo ya un candidato seguro a figurar entre mis platos favoritos del 2017.

Esferificación de yogur. Torta de chocolate.
El postre viene en forma de una torta de chocolate (S/.32.00). Me dicen que puedo escoger que chocolate usarán en la salsa me emociono pero cuando llega a la mesa intuyo que no es un postre sencillo de entender. Sí bien ya estoy cansado de ver tortas recubiertas de ganache tampoco esperaba esta versión deconstruida  aunque le concedo el crédito al helado de vainilla artesanal y a la ceniza de mandarina que aporta un toque diferente. De cortesía me ofrecieron una esferificación de yogur, pétalo encurtido y granita de maracuyá. Lo divertido son los chisguetes con infusión cítrica que uno debe pulverizar en boca antes de comer el postre. Me recuerda a los caramelos Soda Mix pero aparentemente el mozo no debe haber tenido infancia porque los retira antes que pueda decir nada. También he probado sus limones confitados, aunque luego de haberme deleitado con la receta original de las monjas, estos sólo quedan en buenas intenciones.

Interesante propuesta de Palmiro Ocampo con una carta novedosa que sigue la tendencia mostrada en sus cenas clandestinas. Por ahí se escapan algunos errores en la ejecución que afectan la experiencia y, al menos por los precios de carta, pueden dejar un sinsabor de boca. Yo les recomiendo que pregunten concienzudamente a los mozos respecto a los ingredientes y al modo de preparación y así disminuir el factor sorpresa al mínimo. Como todo restaurante de autor la carta varía rápidamente y eso da la oportunidad de vivir una experiencia diferente en cada visita. Yo me retiro medianamente y convencido que lo más simple es lo más difícil de lograr.

1087 Bistro queda en Av. Conquistadores 1087, San Isidro.
Horario: Lunes a sábado de 12.30 a 15.30 y 19.30 a 23.00
Teléfono: 977 741 746
Ticket promedio: Entradas S/16.00-S/.60.00 Fondos S/.38.00-S/.67.00 Sándwiches S/.24.00-S/.33.00
Estacionamiento: En plena avenida Conquistadores sería un milagro pero si llegan temprano hay esperanza.
Volvería: Puede que sí, puede que no.