Me encantan los domingos. A diferencia del resto de mortales me levanto temprano para desayunar las provisiones de mi tienda favorita: pan campesino blanco, mantequilla y mortadella con pistacho. Pero lo más importante viene a la hora de almuerzo. ¿Adónde me toca huir esta vez?
Chaxras (El blogger se escapa)
No importa que haya tráfico, jaladores o pistas desastrosas. Cada travesía a Pachacamac es un intento válido por huir una vez más de Lima y las preocupaciones mundanas.
Rollitos de cuy orgánico. |
Pachacamac hace mucho que dejó de ser una zona tranquila. Después de esquivar a las chicharroneras de Lurín que persiguen a los carros trinche en mano me toca enfrentar bulliciosos jaladores a ambos lados de la carretera que intentan convencerme de entrar a cualquier local de marras. Entiendo que es su trabajo pero cuando se ubican delante del carro mi paciencia comienza a agotarse. Igual, nunca les hago caso, sigo manejando tranquilo hacia La casa de Don Cucho. Sin embargo esta vez decido seguir de largo, sólo una cuadra, para visitar Chaxras, restaurante cuya propuesta rústica en armonía con el medio ambiente parece ser lo que he estado buscando durante mucho tiempo.
Chancho al palo |
Mi aventura empieza con la cortesía de la casa, una canastilla de panes a la leña recien salidos del horno, listos para untarles mantequilla y ver como se derrite lentamente. Una experiencia religiosa en la que tranquilamente podría detenerme pero mi responsabilidad es investigar el resto de la carta. De entrada elijo los rollitos de cuy orgánico. Es el clásico spring-roll, típico de los chifas, sólo que en lugar de verduras viene relleno de cuy con aderezo de pachamanca. Y he ahí el quid del asunto. La sazón intensa combinaría mejor con algo que refresque el paladar y no la uchucuta de queso o el cremoso de frejoles, sabores que sólo consiguen hastiarme rápido. Mejor le hubiera ido con una salsa de limón con canela china.
Pollo BB al cilindro |
La experiencia en Chaxras, con sus altibajos, no deja de ser atractiva. Su propuesta es un punto más sofisticada a lo que se puede encontrar en la zona, sin dejar de lado la onda orgánica/ecológica que tanta gente atrae. Hay un tema con la temperatura de los platos, quizás culpa de este frío que se resiste a abandonarnos pero igual no espretexto para que el equipo de cocina descuide ese aspecto. Para escribir una reseña completa amerita un par de visitas más. Obvio, primero que cambie el clima.
Chaxras queda en Calle 8 s/n Pachacamac. A media cuadra de La Casa de Don Cucho.
Ticket promedio: S/.70.00 por persona.
Volvería: Sí,quiero sacarme el clavo con otros platos de la carta.
Los Bachiche (Todo queda en familia)
Ponerme de acuerdo qué restaurante visitar en familia puede ser todo un reto. Peor aún cuando descubro que son más exquisitos que yo.
Ossobuco milanese |
Al igual que sucedió la semana pasada mi hermano me llama pocos minutos antes de salir a almorzar para saber cuál es mi destino. Como el restaurante elegido queda cerca a su casa literalmente se sube al coche y decide acompañarme. Vamos, no me cuesta nada manejar hasta Miraflores a una hora en que la gente recien vuelve de hacer sus compras dominicales. Ventajas de ser un blogger cuadriculado.
Llegamos a Bachiche y encontramos mesa (y estacionamiento) sin problemas. Comenzamos con unas empanadinas rellenas de cerdo y polenta. Masa horneada, relleno generoso. ¿Debo pedir algo más? Sí, conforme voy avanzando con la porción aparece un terror de mi infancia: la aceituna negra ¿Mamá, te la comes?
Linguini al vongole |
Pero vamos a lo importante. El reto de los platos de fondo comienza con los linguini al vongole. En este plato no hay ciencia, si se procesan y saltean correctamente los vongole el resto es mero trámite. No me explico entonces porque a pesar de llevar otros ingredientes le falta la intensidad de los mariscos. Peor, cedo a la tentación de usar el queso parmesano que muy solícitamente ofreció el mozo.
La pizzeta de masa super delgada y ligera es una prueba de optimismo, aunque en este caso cometo un error de comprensión de lectura. La masa es tan delgada como una oblea y la capa de pesto es ínfima, el queso está desperdigado en pequeños montoncitos coronados por uno que otro tomate deshidratado. Visualmente no se ve muy apetitoso y tampoco hay manera adecuada de comerla porque cualquier intento termina quebrando la pizza en trozos desiguales. Mi hermano, carnívoro como él solo, ordena el ossobuco con risotto al azafran. Me deja gorrear un poco de su plato y descubro una carne que se deja comer sin cuchillo, a ese punto que se deshilacha sola. Además el risotto de sabor ligero para no quitarle protagonismo a esa salsa resultado de una larga cocción. Va y pasa.
La pizzeta de masa super delgada y ligera es una prueba de optimismo, aunque en este caso cometo un error de comprensión de lectura. La masa es tan delgada como una oblea y la capa de pesto es ínfima, el queso está desperdigado en pequeños montoncitos coronados por uno que otro tomate deshidratado. Visualmente no se ve muy apetitoso y tampoco hay manera adecuada de comerla porque cualquier intento termina quebrando la pizza en trozos desiguales. Mi hermano, carnívoro como él solo, ordena el ossobuco con risotto al azafran. Me deja gorrear un poco de su plato y descubro una carne que se deja comer sin cuchillo, a ese punto que se deshilacha sola. Además el risotto de sabor ligero para no quitarle protagonismo a esa salsa resultado de una larga cocción. Va y pasa.
Chorreadini |
El postre llega por solicitud expresa de mi hermano. Quería dejarlo elegir a su gusto pero me acordé que una amiga me había planteado un reto y subrepticiamente lo convenzo para que escoja el chorreadini, clásico souffle de chocolate con centro líquido. Ya soy un veterano en esta lides para emocionarme cuando llega a la mesa pero apenas veo el helado se activa mi séptimo sentido. ¡Puntos de vainilla! Esto debe ser realmente bueno. No, es aún mucho mejor cuando lo pruebo y descubro el toque amargo que le da el chocolate de alto porcentaje. Pero tampoco está exento de errores. Cuando clavo mi cucharita no hay chorreo de chocolate que valga. ¡Que mal! ¿Dónde quedó el nombre entonces? Además la decoración tan austera le hace flaco favor al postre. Podrían hacer algo más prolijo con algunos frutos rojos o almendras en tajadas.
Han pasado nueve meses desde mi última visita y me encuentro con una versión de Los Bachiche. El salón tiene una nueva disposición, la atención de los mozos fue muy correcta y la experiencia me deja buen sabor de boca. Perfecta no fue, pero intuyo que hubo algo de mala suerte y también de expectativas. (Vamos, nadie puede competir contra los vongoles de Trattoria Dei Prati) Antes que termine el año debo volver. Eso sí, haciendo uso de mi descuento Mundosueldo.
Los Bachiche queda en La Paz 1025, Miraflores.
Ticket promedio: S/.70.00 por persona.
Volvería: Sí. Hay platos para todos los gustos y bolsillos
1 comentario:
Nunca he ido a Los Bachiche, a pesar de que me queda cerquísma, porque la gente esperando afuera me desanima. Y almorzar a una hora que más parece desayuno tardío solamente por ir al lugar de moda no es lo mío. A ver si me armo de valor alguna vez.
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