Desde que abrí la página de Facebook del blog la interacción con los fans ha aumentado de manera exponencial. No sólo porque respondo personalmente las consultas que llegan vía inbox sino también por los comentarios que dejan en cada publicación. Me alegra mucho porque eso contribuye al objetivo principal del blog: ser un referente para que cada quien elabore sus propias aventuras gastronómicas. Sin embargo, desde ya hace algún tiempo le estaba dando vueltas a otra idea: ¿Cómo sería visitar un restaurante junto a mis seguidores, los autodenominados #viciolovers? Obvio, sería en uno de mis restaurantes favoritos, el chef tendría que estar informado previamente y el menú debería ser atractivo para todos los asistentes. Con ustedes, la primera Experiencia EVDC.
Jorge Matzuda presentando el menú |
En mi última visita a Tzuru sufrí para terminar el ramen que había ordenado. Por su tamaño la porción alcanzaba de sobra para dos personas y la consistencia del caldo era en sí ya una comida completa. El chef me consoló diciendo que si le avisaba con tiempo podía organizar una degustación especial de ramen pero nunca llegamos a coordinar. La idea se quedó en el tintero pero sirvió como génesis para algo mejor: organizar una cena especial para el blog. Hice una convocatoria a los seguidores más activos y de inmediato completé los cupos requeridos.
Llego al restaurante antes de la hora. ¿Qué le voy a hacer? He nacido con un reloj suizo en la cabeza y además quiero cerciorarme que todo esté listo para recibir a los comensales. La mesa ya está preparada y el equipo de salón se muestra dispuestos para el reto. Comienzan a llegar los #viciolovers a la hora indicada y por su expresión noto que las expectativas son bastante altas. Es momento de dar luz verde.
Abreboca, nikkuman y kushiyaki |
En Tzuru no se andan por las ramas cuando se trata de servir el abreboca. Que yo recuerde, de todas las veces que he los visitado nunca he visto que repitan uno. Esta vez toca un adobo nikkei con tempura de cebolla, tan bien emplatado que da pena devorarlo de un bocado. La sazón adecuada y el toque crocante del tempura es suficiente para abrir el apetito.
La velada empieza oficialmente con el kushiyaki de salmón. Es una brocheta de panza de salmón a la parrilla. La grasa del corte es suficiente para sentir como se derrite en boca pero la destreza para no dejar la piel crocante sin pasarse del punto de cocción me sorprende .El twist en boca se lo da el limón caramelizado que junto al chimichurri nikkei aportan un preciso toque de especias. Sigue un nikuman crocante, pan hecho en dos cocciones: al vapor y luego frito. Es un pan de interior más suave que un brioche pero crocante por fuera. La clave está en el relleno, un trozo de panceta con parte de grasa que me recuerda al pan con chicharrón peruano pero en una versión más saludable, incluso con verduras encurtidas para darle un toque de frescura. La presencia del karashi (mostaza japonesa) es un reto para todos por la intensidad de ese picante que llega hasta la nariz.
Degusstación de ramen. |
Luego de tan soberbia introducción es momento de alzar las cucharas y preparar el togarashi que comienza el desfile de ramen. Primero el shoyu ramen con base de fondo de carne. No hay ciencia más sí precisión para utilizar la cantidad exacta de shoyu y no termine empalagando rápido como me ha sucedido en otros locales. Seguimos con el tonkotsu ramen donde la consistencia del caldo de cerdo lo dice todo, larga y lenta cocción para que la grasa y el colágeno den esa textura. El miso ramen exige cierto nivel de tolerancia para el comensal peruano promedio. este ingrediente (pasta de frijol de soya fermentada) tiene un sabor especial que le da otra dimension al concentrado de carne. Para cerrar la jornada llega el temido tantanmen, variedad picante de ramen de la cual ya me habían hablado antes. Confieso que el nivel de picante es más que tolerable, al punto que no deja en segundo plano el fondo de carne en el que se cocinó. A pesar de haber servido porciones para degustar no fue una labor sencilla culminar la experiencia. Al final aparece el chef para escuchar las opiniones de los comensales y absolver consultas sobre los platos presentados.
Para ser la primera vez, Experiencia EVDC fue un éxito. Los asistentes estuvieron muy felices de conocer uno de mis restaurantes favoritos, yo pude compartir un buen momento con ellos intercambiando datos gastronómicos y, sobre todo, planeando la siguiente visita. Créanme, los cupos están contados porque todos quieren repetir la experiencia. Mejor, imposible.
Mi agradecimiento especial a Jorge Matzuda y todo el equipo de Tzuru quienes estuvieron al tanto de todos los detalles para que esta experiencia sea satisfactoria en todos los sentidos. Por algo los consideré como una de las sorpresas del 2015 y este año promete hacerle la guerra a mi restaurante nikkei favorito.
Tzuru queda en Calle 21 No.707, San Isidro.
Horario: Lunes a sábado almuerzo de 12:30 a 15:30. Cena de 19:00 a 23:00
Ticket promedio: S/.80.00 por persona
Teléfono: 225-2195
Estacionamiento: En el sótano del edificio.
Estacionamiento: En el sótano del edificio.
Volvería: Sí, hasta el momento cada visita ha sido un éxito rotundo.
2 comentarios:
¿No cuenta como seguidora activa alguien que siempre comenta en el blog, aunque huye de Facebook como gato del agua? ja, ja.
Hablando en serio, bien por ese éxito.
Ja ja ja.
Te invitaría a la próxima pero depende si el menú no contiene mariscos.
¡Saludos!
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