Lo prometido es deuda. Aquí viene la segunda parte de mis aventuras por los restaurantes de la Corporación Acurio.
Cebiche chalaco |
Después de 4 años vuelvo a La Mar. ¿Qué pasó blogger? ¿Alguna mala experiencia con la comida? En absoluto, será que hasta ahora no olvido el mal gesto del mozo cuando devolvió la propina que le dejó mi padre. Imagino que estaba esperando dólares o euros pero creo que se equivocó de país (y de actitud). En fin, gracias a mi labor de blogger tuve acceso hace varios meses a un evento exclusivo para medios donde me di cuenta que si no regresaba a este restaurante en el corto plazo me estaría perdiendo de algo muy bueno.
Llego a las 12.25 en punto pensando en lo fácil que será encontrar mesa. Vanas ilusiones porque encuentro el local repleto pero antes que emprenda la retirada aparece la anfitriona que, con una sonrisa de comercial de dentífrico, me lleva a la única mesa libre. ¿Qué? ¿Acaso la gente no está en la playa? No importa, ya estoy sentado, feliz de la vida, y sólo necesito un vaso de chicha bien helada para olvidarme de este calor de marras. No me traigan la carta porque ya la revisé previamente en internet y tengo claro el panorama.
Pan con chimbombo |
Comienzo la aventura ordenando el pan con chimbombo, clásico pan francés con pejerrey arrebozado, zarza criolla y camotitos fritos. Tremendo sándwich, tranquilamente contiene una decena de pejerreyes y aunque retiro uno para probarlo solo con ají no veo que pierda volumen. El empanizado no interfiere con el sabor del pescado y la zarza le aporta el toque preciso de frescura. Prescindo de los camotitos no por tener algún defecto sino porque me llenaría muy rápido. Además esté sándwich se defiende sólo en cuestiones de sabor y tamaño, no precisa ningún acompañamiento. Sigo con el anticucho de pulpo pero cuando llega a la mesa de inmediato hay algo que no me cuadra. Si el anticucho es sazón y brasa cuál es la idea de agregarle tantos ingredientes como "topping": chimichurri, escamas de ajo, chalaquita, salsa de aceituna. Pobre pulpo... tantos sabores en boca me abruman al primer bocado y se pierde el ahumado que debió dar la parrilla. Eso sí, la textura es impecable como ya no suele verse por estos lares.
Anticucho de pulpo |
Mi optimismo me lleva a pedir escabeche de pescado. Es un plato casero que no debería traer ninguna sorpresa y como está en la sección de entradas asumo que la porción será para picar nada más. Pequeño error, el filete de pescado bañado en aderezo de ají panca llega sobre una camita (tamaño king size) de masa de papa y yuca, acompañado de platanitos fritos y rodajas de camote. Tremendo desbalance de harinas me deja en posición adelantada. ¡Otra vez la mula la trigo! ¿Por qué no dejan al pescado sobrevivir solo? Peor aún, porque esa camita absorbe como esponja todo el aderezo de ají panca. Otra vez pecamos de exceso. Vale la pena ordenarlo previa indicación al mozo que sólo desean el filete. A menos que puedan con todo eso. Yo no y tampoco lo volvería a intentar.
Causa miraflorina |
Ya es tiempo de algo serio y por eso ordeno el ceviche chalaco: pesca del día, chicharrón de calamar y leche de tigre con ají limo y rocoto. Estupendo, el pescado, fresquísimo, llega en el punto adecuado de marinado, el chicharrón mantiene su crocante y en la leche de tigre el sabor del ají dice presente con un moderado picante. Me animo a probar una cucharada con unos granos de cancha y dejo que los sabores se extiendan por mi paladar. ¡Por fin acerté con una! Termina mi paseo por las entradas con una causa miraflorina. Acá no hay ciencia, si el insumo está fresco y la masa de papa tiene una sazón ligera el resto es mero trámite. Podrían trabajar un poco más la textura de la salsa golf y prescindir de la emulsión de palta. Si lleva este ingrediente en tajadas ¿para qué repetirlo en otra forma? Y no sean crueles con la decoración. Al menor movimiento del mozo es obvio que esos huevos de codorniz y los tomates cherry saldrán volando.
Cau-cau de mariscos |
Estoy al borde de la satisfacción plena y sólo me animo a pedir un cau-cau de mariscos como plato de fondo. Es inevitable evocar la experiencia de Panchita. ¿Esta porción es sólo para una persona? Ni en sueños. Insisto ¿quién diantres dijo que en los restaurantes de Gastón se servía poco? Yo prefiero ver menos caldo aunque la experiencia de comer un guiso con cuchara me hace sentir como en casa. No es perfecto, por ahí algunos mariscos están pasados de cocción y podrían retirar la rama de hierbabuena, pero sirve para calmar el antojo. Más bien, creo que le enviaré esta foto a Don Fernando como un reto personal.
Contra toda esperanza no hay espacio para un postre y tengo que retirarme pensando en consumir algo fresco para limpiar el paladar. Sería una exageración pedir una bolita de sorbete, tampoco creo que lo haya pues fuera de La Locanda, sólo una vez en estos ocho años encontré un restaurante que lo servía sin que uno lo solicite. Aunque si están muy antojado al frente hay una heladería que tiene un espectacular sorbete de mandarina sí y sólo sí están dispuestos a pagar el precio.
El servicio a la mesa fue muy correcto, con el mozo atento para hacer recomendaciones y dispuesto a responder preguntas sobre la preparación de cada plato. (Sí, ya saben que yo siempre les tomo examen). Teniendo en cuenta que no había un sólo sitio libre vale la pena destacar que los platos llegaron en un tiempo más que prudente. Sin embargo debo confesar que dos visitas a La Mar no han sido suficientes para dar una opinión definitiva. Queda de tarea evaluar sus pescados enteros al sillao, sus planchas y sus platos al horno de leña. ¿Qué le vamos a hacer? El tiempo me gana, el verano se acaba y no puedo dejar pasar más tiempo sin hablar de ellos. Por el momento sólo puedo decir que nos volveremos a ver y espero que estén listos para el reto porque ahora si vendré con refuerzos. Léase familia completa. ¿O #viciolovers? Ustedes dirán.
La Mar queda en Av. La Mar 770, Miraflores.
Horario: Lunes a domingo de 12.00 a 17.00
Teléfono: 421-3365
Ticket promedio: S/.80.00 por persona.
Estacionamiento: Valet parking. No hay alternativa.
Volvería: Claro, igual que en Panchita con toda la familia.
1 comentario:
Por muchas flores que lea que le echan a los restaurantes de la corporación Acurio (buen nombre), no me siento en disposición de almorzar a una hora que se puede considerar de desayuno tardío. Es probable que esa manera de pensar me lleve a nunca probar su famosa sazón... qué se le va a hacer.
¿Le rechazaron la propina a tu papá? Ese desplante no merece una segunda oportunidad.
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