domingo, 30 de enero de 2011

Guayaquil II (Fat-food)

Los combos KFC
Cuando llevé el curso de Marketing en la universidad hubo una lectura que llamó mi atención. Según decía en este artículo, las cadenas de comida rápida adaptan sus productos al país en el que operan. Sólo para dar un ejemplo, en Mc Donalds India tienen personal y utensilios exclusivos para cocinar los productos para vegetarianos. Paseando por el food court del Mall del Sol no me sorprendí entonces cuando vi que en el stand de Kentucky Fried Chicken ofrecían las crocantes presas de pollo acompañadas de lentejas y arroz. Obvio que no iba a dejar pasar la oportunidad de probarlas pero siendo un consumidor muy esporádico de comida rápida tampoco soy la mejor referencia.

KFC al estilo de Ecuador
Primer punto en contra, aunque no lo crean, las presas de pollo eran aún más grasosas que las del Perú. Sólo cogiéndolas uno podía notar la cantidad de aceite en que habían sido fritas. Creo que eso ya es un defecto de la receta original y lo que contribuye a darle ese crocante. Segundo, igual a lo que me pasó en el Cocolón, el aderezo de las lentejas era muy plano. No espero ají panca pero aunque sea sazonador en cubitos, pues. Tercero el ketchup que me dieron era una salsa roja aguada. No voy a criticar el arroz, acompañamiento obligado de todos nuestros platos, pero como que no mejoró la situación. Ok, ya se que es comida rápida y no un restaurante cinco tenedores, pero no exageren pues.

No me sentía satisfecho luego de mi pobre experiencia con el KFC así que recorriendo el food court me fijé en otro local que no pude visitar en mi viaje anterior: Churrín Churrón, una franquicia de churros. Más motivado por el hecho de consumir algo en un local de nombre extravagante que por el producto en sí me acerqué al counter de esta franquicia. Con la variedad que tienen de hecho que encontraría algo a mi gusto. Además también quería ver cuán buenos eran frente a los archiconocidos churros del Manolo. (Nota del blogger: ahora existe Churrísimo en Lima y tranquilamente podría hacerle la competencia a esta franquicia)

Churrón relleno de nutella
Pequeño detalle, luego de haber comido una porción de comida rápida lo más lógico era tomar un mate digestivo, no engullir un churro tamaño XL. Sin embargo mi estómago dominaba a mi cerebro en ese momento y ordenó un churrón relleno de nutella bañado en chocolate blanco. Estuvo buenísimo pues tenía esa textura crocante igual que los del Manolo's y venía generosamente relleno de Nutella. El baño de chocolate blanco completaba lo que sería la apoteosis de los postres empalagosos. Por favor háganme caso y compártanlo. De ser posible entre toda la familia.

El Mall del Sol queda en Avenida Constitución y Juan Tanca Marengo, Guayaquil.

jueves, 27 de enero de 2011

Guayaquil I (Menestra y más menestra)

Conocer la gastronomía de un país en cinco días es una tarea complicada si el objetivo del viaje es desconectarse del resto del mundo. Y se complica aún más cuando uno descubre que tiene a disposición toda la tecnología de última generación en video y consolas de entretenimiento para, literalmente, matar el tiempo.

El primer restaurante que visité en Guayaquil fue Cocolón. Comida típica en un ambiente moderno decorados con algunos toques tradicionalesl. Vale la pena anticipar que no se hagan ilusiones con la atención. Según mi amigo aquí la actitud de los mozos es como si les estuvieran haciendo el favor de atenderlos. Para picar ofrecen chifles acompañados de ají, crema de maní, salsa de queso y cocolón. No dejen pasar la oportunidad de probar la salsa de queso, es como una salsa tipo huancaína sin ají y cae bien con todo. Sean prudentes al comer el cocolón porque es un arroz crocante muy duro, casi un rompedientes. El ají estuvo para el olvido porque no tenía nada de picante. Y en cuanto a los chifles podrán leer mi opinión en el cuarto capítulo de esta ruta.

Cuando era niño y me servían lentejas siempre caía en la tentación de mezclarlas con el arroz para crear una especie de tacu tacu. Mi madre, paciente como ella sola, me decía hijo eso es arroz moro, así lo comen en Ecuador. Era obvio que estando en la ciudad no iba a dejar pasar la oportunidad de pedir un lomo fino de res con moros de lenteja. Antes de probarlo les recomiendo que desconecten el chip del aderezo peruano porque la sazón de los moros es bastante plana. El maduro (platano frito) si estuvo buenísimo con un sabor más dulce de los que probé en Tarapoto. En cuanto a la carne, como que no tienen una noción de cuál es el punto ideal de cocción. Fue un plato cumplidor pero deben existir mejores opciones.

Al día siguiente fui a otro restaurante típico: Pique y pase. Un ambiente más relajado, caso al estilo de un huarique pero con todas las comodidades del caso. Sólo de puro curioso pedí un tamal de entrada. Me regresó de inmediato al Perú porque tenía esa textura deliciosa del maiz molido y un relleno bastante generoso. Felizmente no lo acompañaban con la salsa de cebolla.

El segundo plato fue una chuleta de cerdo con menestra. Siendo mi carne favorita era muy difícil que no disfrute esta chuleta jugosa y cocida en el punto perfecto. La menestra era un guiso de frijoles bastante simple pero que no desentonó para nada. Aunque suene a herejía en el Perú me han servido frijoles más desabridos. El plato venía también con patacones que son rodajas de plátano verde fritas y aplastadas. Ya antes los había probado en casa de una amiga y siempre he preferido comerlos acompañados de alguna salsa porque son muy secos.

Fueron dos experiencias muy satisfactorias con las menestras ecuatorianas aunque me quedé con las ganas de probar su comida marina (el tiempo no tiene piedad en los viajes). Lamento también no haber escrito acerca del bolón, parecidísimo al tacacho, y el maduro que acá sirven relleno de queso. Estos los probé en mi viaje anterior pero no podía dejar de mencionarlos porque son platos muy buenos y que es un deber probar si viajan a esta ciudad. Lo que es yo el próximo lunes me haré un plato de moros a mi estilo. Y con harto picante.

Cocolón queda en Av. Principal vía a Sanborondón, Guayaquil.
http://www.cocolon.com.ec/
Pique y pase queda en calle Alejo Lascano 1617 y Carchi, Guayaquil.
http://www.piqueypase.com/inicio.html

domingo, 23 de enero de 2011

Guayaquil (Intro)


El faro de Guayaquil
Hace diez años si alguien me hubiera dicho que escribiría en internet una página de gastronomía habría soltado una carcajada (creo que ni siquiera existía la palabra "blog"). Hace diez años nadie pensaba en el boom gastronómico y el impacto que tendría en nuestro país. (me acuerdo que sólo me dedicaba a visitar restaruantes de parrillas) Hace diez años estuve en Guayaquil de vacaciones y regresé a Lima cargado de chifles ecuatorianos pero sin haber comprado un solo chocolate (¿Comer yo chocolate dark? ¡Huiflas!) Pero el destino siempre nos depara sorpresas y gracias a la hospitalidad de un compañero de colegio tuve la suerte de poder regresar a esta calurosa ciudad y desquitarme de mi deslucida experiencia anterior. Más que una ruta gastronómica fue un viaje para desconectarme del resto del mundo y disfrutar de la paz que produce el gusto de no hacer absolutamente nada. Bueno, también que con un Wii, un LED de última generación, una colección de Blue Rays de las mejores películas y todas las comodidades del caso diría que es lo mejor que se podía hacer. La dolce vita, ¿no?

Este capítulo del blog, que se extenderá a lo largo de cuatro posts está dedicado a mi amigo Richard a quién conozco desde el colegio. Siempre me acordaré de él por su frase típica: "Me van a jalar, maldición" Y luego salía con tremendas notazas en los promedios finales. Igual siempre mantuvo una bronca personal con las difíciles vocales del idioma alemán y con los volantines en la clase de Educación Física. (Yo mejor ni digo como me llevaba con los deportes) Richard, gracias por alojarme en tu casa pero más por dejarme disponer libremente de tu refrigeradora. Eso sin contar la botella de Blue Label que tomamos escuchando el mejor heavy metal de los 80. Cuando regreses a Lima espero equilibrar la cuenta.

jueves, 20 de enero de 2011

San Isidro XII (Next!)

Actualización 15.04.14
Kaypí es uno de los mejores ejemplos de como tomar deportivamente las reseñas de este blog. Daniel Arenas el chef consultor hizo las mejoras del caso, me invitó a comprobar los cambios y ahora somos buenos amigos.

Me faltaba un lugar para completar la trilogía de posts que marcara el regreso de la ruta de San Isidro. Por ese motivo decidí cruzar la avenida Canaval y Moreyra para almorzar en Kaypí, un restaurante que visité hace mucho tiempo y cuya regular propuesta en ese momento no me convenció. Tal como dije aquella vez, no basta escribir tu carta con tizas de colores en una pizarra para dar imagen de restaurante para ejecutivos.

Comencé pidiendo sus ravioles de lomo en salsa de rocoto al estilo arequipeño. Son unos raviolones rellenos de carne y cebolla, bañados en una salsa anaranjada que debería hacer evocar al rocoto. Debería, porque su sabor me recordó más al pimiento. Las hojuelas fritas de papa estaban sobrando; por su textura grasienta se notaba que habían sido recalentadas. Mejor ni las pongan. Para mí es un plato que no pasa de buenas intenciones y no justifica el precio de carta.. Además me queda la duda ¿A qué se refieren con estilo arequipeño?

El siguiente plato fue un filete de ave en salsa de prosciutto con causas crocantes y ensalada. Consejo para ustedes: nunca pidan un plato que lleve prosciutto y cuyo precio sea inferior a lo razonable. El mini filete de pollo destacó porque hace tiempo no me servían uno tan desabrido y con la textura tan reseca de la carne. La salsa que lo bañaba era un poco de salsa blanca con algunos trozos de, según la carta, prosciutto. Y bueno, decir ensalada a cortar unas hojas de lechuga y echar un poco de mayonesa encima es una exageración. Por favor,ni que estuviéramos en un concesionario.

Hasta allí no pasaba de un almuerzo perfectamente olvidable, pero como siempre algunos lugares hacen méritos para empeorar la situación. El mozo que me atendió tenía un aspecto desaliñado, bostezando y rascándose la cabeza a cada rato, como si recien hubiera salido de la cama. Luego apareció otro mozo más despierto pero que no llevaba uniforme. Y al final quien me trajo la cuenta fue una chica en shorts y alpargatas. No está demás mencionar que en todo momento los ví comiendo de la mano los piqueos para los clientes. No entiendo, es que acaso estaba en un capítulo de

Kaypí queda en Los Halcones 124, San Isidro.

domingo, 16 de enero de 2011

San Isidro XI (Versus)

A una cuadra de La Miga en la siguiente calle se encuentra Aïoli, un restaurante con una propuesta gastronómica que fusiona la influencia mediterránea con los ingredientes locales. La generosa invitación de su chef ejecutivo, Andrés Cardoso, me llevó a conocer este local cuya omisión en la primera parte de la ruta de San Isidro lamento mucho. Pero, como siempre digo, lo bueno debe hacerse esperar.

El almuerzo empezó con un viejo conocido: los langostinos al panko sobre causitas en salsa teriyaki y maracuyá. Creo que todos estamos de acuerdo en la buena combinación que hacen los langostinos con los cítricos. Pero en Aïoli le dan un toque especial que le da otro matiz al plato: la salsa teriyaki. Esta contribuye a bajar un poco el sabor del maracuyá, que a veces resultar muy ácida para el gusto del cliente. Los langostinos cumplieron con mi expectativas, cocidos al punto correcto. Una entrada muy recomendable para compartir.

Luego me sirvieron unas causitas crocantes con montadito de lomo saltado. No hay mucha ciencia en esta entrada,también es un viejo conocido de los restaurantes para ejecutivos. El lomo saltado se lleva las palmas por su excelente punto de cocción y el gusto ahumado que hace mucho no encontraba. Las causitas estuvieron buenísimas, muy crocantes por fuera y suaves por dentro. Nada se compara a mezclar la textura arenosa de la papa con los sabores de la carne. Ideal como abreboca para compartir entre los amigos durante un almuerzo de viernes.

Para cerrar el almuerzo Andrés me presentó sus fettucini a la huancaína afirmando orgullosamente que superaban a los de El Grifo. No es necesario crear suspenso innecesario, sí son mejores. Dos detalles muy simples lo convierten en un plato ganador. Primero el lomo no viene trozado sino entero con lo cual adquiere más presencia en el plato y tiene un mejor punto de cocción. Luego, la textura de la salsa es ligeramente más suelta que la de El Grifo, así se mezcla mejor con los jugos de la carne. Además, seamos sinceros, Jana Escudero no inventó ese plato, sólo lo hizo famoso. Las verdades aunque duelan.

Fue una buena experiencia la que pasé en Aioli y tengo que destacar varios puntos a favor. Primero, Andrés y su esposa Jimena están presente en el salón del restaurante asegurando una atención personalizada. Segundo, sus mozos son muy corteses y están preparados para responder consultas sobre los platos. Tercero, la variedad de opciones que ofrece, incluso platos para vegetarianos. Cuarto, el servicio de delivery y take-out, ideal para esos días de trabajo duro en los que uno se complica salir de la oficina. Aún falta evaluar otras opciones de su carta para dar una opinión definitiva pero me queda claro que es un fuerte competidor de La Miga. Además creo que en sus postres guarda varias armas secretas, con lo cual aseguran mi presencia en las siguientes semanas.

Aïoli queda en calle Germán Arias Schreiber 253, San Isidro.
Teléfono 222-5114.
Volvería: Aún cuando ya no trabajo por la zona sigo considerando a Aïoli como mi segunda casa.

jueves, 13 de enero de 2011

San Isidro X (Amiga mía)


Le dediqué un post en la primera parte de la ruta de San Isidro. Me aficioné a su infernal crema de ají. Fue elegida en mi trabajo para celebrar algunas fechas especiales. Por eso y muchas cosas más vuelve La Miga, mi amiga incondicional que siempre me recibe con los brazos abiertos cuando huyo del concesionario de mi trabajo.

Decidí empezar el almuerzo con uno de mis nuevos favoritos, la milanesa napolitana. Es una milanesa de pollo crujiente y gratinada acompañada de las papas fritas más crocantes que he probado en mucho tiempo. Nada más rico que cortar un trozo hirviente de milanesa y untarlo con crema de ají. Es un infierno en la boca pero sabe a gloria. Considero que es un plato demasiado fácil como para que lo preparen mal así que sólo puedo decir que estuvo muy cumplidor. (Actualización 15.04.14: A la fecha me imagino por cuestiones de costos en La Miga ya no utilizan las papas fritas amarillas. Que pena porque lo consideraba una de sus armas secretas)

Luego me arriesgué con un lomo saltado. No voy a salir en defensa de La Miga pero considero que es uno de los platos más traidores que existen. Lo cocinaron demasiado, la carne estaba seca y dura, y quemaron el sillao porque tenía un sabor amargo. Por todo lo bueno que han hecho antes aduciré en su defensa que tal vez pesó el hecho de tener el restaurante lleno. Ustedes saben, a la una en punto indefectiblemente una horda de ejecutivos invadirá el local y cada uno vendrá con un pedido especial que desea ver al momento en la mesa. Igual espero no volver a sufrir estas distracciones.

Para terminar pedí el asado de la abuela, asado de tira cocido con champiñones, cebollines, tocino y vino tinto, acompañado de cabellos de ángel en salvia y mantequilla. Punto a favor, la textura de la carne que no necesitaba cuchillo para cortarla y el delicioso sabor concentrado de la salsa que combinaba a la perfección con los cabellos de ángel. Punto en contra, el tocino tenía un sabor raro, me arriesgaría a decir que estaba rancio. A La Miga le recuerdo que el diablo está en los detalles y algo tan simple puede echar a perder una buena experiencia. Me voy con un ligero atisbo de duda pero satisfecho porque tratar de atender un salón lleno clientes hambrientos, apurados y exigentes no es un labor sencilla en la zona financiera de San Isidro.

La Miga queda en calle Armando Blondet 149, San Isidro.
Horario: Lunes a viernes de 12:00 a 4:00 p.m.
Ticket promedio: S/.35.00 por persona.
Teléfono 421-4531.
Volvería: De hecho. Como trabajo cerca siempre me doy una vuelta.

domingo, 9 de enero de 2011

El Señorío de Sulco (Uno más a la lista)

Actualización 19.01.12  
Algo que no dije de esta mala experiencia fue que presenté mi queja a la anfitriona. Muy solícita me dio un tarjetón para llenar mis datos y formalizar mi reclamo. Vana ilusión porque nunca me contactaron. Claro, si yo tuviera un restaurante con publicidad gratuita de mis amigotes, con buses de turistas ingenuos que llegan a diario a comer y además con la prerrogativa de cobrar lo que me da la gana tampoco me interesaría la queja de una persona. Felizmente tengo mi blog y puedo contarle a mis lectores la infame experiencia que me tocó vivir.

El Señorío de Sulco es uno de esos restaurantes a lo que siempre he mirado de lejos. Considero que un buffet de comida criolla no puede ser caro porque no hay manera de mejorar los platos que comemos todos los días. ¿Qué puede justificar que se cobre más por un ají de gallina, un arroz con pollo o una carapulcra? Si ustedes tienen la respuesta por favor coméntenlo. Yo partí de la premisa que si me están cobrando 88 soles por un buffet criollo, el resultado debía ser espectacular pero como es obvio que estaba partiendo de una falsa premisa. En este caso, lo barato salió caro. Muy caro.
 
Comencé por la estación de entradas frías. Me quedo con la causa tradicional de pollo y la verde. Ojo que no viene con trucha como afiman en su web, seguro me dirán que no es temporada o que justo se les había agotado. La papa a la huancaína fue lo más rescatable, aunque hubiera preferido que la preparen a la manera tradicional con los ingredientes molidos y no licuado como si fuera mayonesa. El tiradito estuvo cumplidor pero no me hizo gracia que el mozo no pueda darme una respuesta exacta cuando le pregunté que pescado usaban. Paso con las ensaladas porque nunca han llamado mucho mi atención. Paso con los makis porque sólo me gustan cuando son preparados al momento. Pregunta ¿Que diantres hacen los rolls en un buffet de comida criolla?

Luego pasé a la estación de horneados. El lechón tenía tanto sabor como un trozo de pollo sancochado. Obligatorio acompañarlo con la salsa dulce y de frutos secos, sino es completamente prescindible. El cordero acompañado de salsa pachamanquera estuvo mejor pero no me agradó el término "a la inglesa" de la carne (aunque eso depende del gusto de cada uno). El lomo fino acompañado de salsa de hongos de Porcón salvó la estación por su sazón equilibrada y el buen punto de cocción. No les recomiendo probar el chicharrón mixto de mariscos. No estaba caliente, y como es una entrada que debe consumirse recien salida de la cocina, recalentado adquiere la textura del chicle. Sí tan horrible como suena y un error de principiante.
 
Después vino lo que sería, supuestamente, la estrella del buffet: la estación de platos calientes. Para eliminar el suspenso de una vez les digo que fue una decepción absoluta. Un arroz con pollo que dio pena, una carapulcra amarga (para mi que se les quemó), un desabrido mini rocoto relleno que provocaría la furia de un arequipeño y el mismo tenor para el resto de guisos. Aunque suene grave es una estación completamente prescindible. Me deja una duda inmensa pensar que los turistas se lleven una impresiónequivocada de nuestra gastronomía. Digo yo, estamos hablando de un restaurante cuya dueña ha publicado libros sobre la comida peruana,no es la fonda de la esquina. ¿Exceso de confianza? ¿Desidia? Ustedes juzguen.
 
Sólo me quedaba pasar por la estación de postres para terminar con mi periplo gastronómico. Comencé auspiciosamente con el flan moreno acompañado de miel de chancaca y frutos secos, seguí con el rarísimo huevo chimbo, me emocioné al comer por primera vez las ponderaciones y me deprimí con su tres leches (parecía que sólo hubieran usado leche de tarro) Una estación de postres cumplidora pero no lo que esperaba. A veces es mejor sacrificar la variedad para obtener una mejor calidad en los postres ofrecidos, no es cuestión de llenar la mesa con cualquier cosa.

Si se dan cuenta el almuerzo no tuvo nada de espectacular y no habría pasado de una experiencia medianamente recomendable pero hay tres detalles que debo mencionar. En primer lugar los mozos no están atentos a recoger los servicios usados. Uno tiene que estar llamándolos para que lo hagan, algo impensable en un buffet. En segundo lugar por lo visto no revisan el menaje porque me dieron una servilleta deshilachada. Está bien, no esperaba algodón egipcio pero al menos antes de poner la mesa al menos revisen. En tercer lugar, y esto me pareció inconcebible, el estado de los servicios higiénicos era deplorable. No es necesario dar detalles de mal gusto, es suficiente con decir que me daría vergüenza ajena que un turista se lleve esa imagen de un restaurante de comida peruana.

Para mí fue suficiente de El Señorío de Sulco. Demasiado nombre, demasiada propaganda, demasiado costoso. Con mucha pena me perderé su carta con la huatia sulcana, sus papas nativas y el resto de sus exquisitas creaciones (sic). Para mí El Señorio de Sulco es uno más de la lista negra. No vayan.


El Señorío de Sulco queda en Malecón Cisneros 1470, Miraflores.

Horario: Jueves a domingo de 12m a 4:00 p.m (buffet).
Lunes a sábado de 12 m a 12 p.m, domingo de 12 m a 4.30 p.m
Ticket promedio: S/.100 por persona. No los vale.

Teléfono: 441-0183
Volvería: No lo creo. Como buen restaurante turístico es más nombre que calidad.

jueves, 6 de enero de 2011

La Bodega de la Trattoria (Pasta y postre)

Panzerotti de ragú de cola de buey
Opinar acerca de restaurantes consagrados puede ser una tarea algo complicada. Si digo que son buenos no estaría contando ninguna novedad. Si digo que son malos crearía polémica. Si no digo nada entonces para que tengo el blog. Razones suficientes para esperar casi 3 años desde que se inició el blog para visitar la Bodega de la Trattoria, un local harto conocido por sus pastas pero también famoso por los postres que prepara Sandra Plevisanni. Fueron dos visitas, almuerzo y cena, en las cuales no tuve inconveniente para conseguir mesa. Para comenzar el almuerzo pedí un panzerotti de ragú de cola de buey y champiñones. Tal vez fui demasiado optimista porque en la mesa apareció un solitario cuadradito de masa hojaldre horneada. Dato para que no queden mal, lo que figura en la carta no es una porción de panzerottis sino la unidad. Olvídense del tamaño y disfruten el generoso relleno de ragú. La carne más suave y más sabrosa que puedan imaginar. 

Milanesa napolitana
Después ordené un plato al cual me he aficionado recientemente, la milanesa a la napolitana. A diferencia de las papas fritas de acompañamiento que acostumbro pedir, aquí me sirvieron una ensalada fresca: mix de lechugas, concasse de tomate y zanahoria rallada, todo aliñado con aceite de oliva. Demasiado saludable para mi gusto pero cumplidora. La milanesa estaba buena pero a diferencia de las que he probado recientemente le faltaba salsa pomodoro lo que la hacía parecer muy seca.

Ossobuco con tagliatelle al burro
El segundo plato fue un ossobuco braseado por horas en vino tino servido con tagliatelle al burro. No soy un experto en comida italiana pero sí he comido este plato en otros restaurantes (Blue Moon y el Club de la Banca y Comercio) y se lo llevan de encuentro. Lo que me sirvieron no parecía algo braseado por horas sino un estofado común y corriente. La textura de la carne no era la que prometen en la carta, "para desprenderse sola del hueso" ni mucho menos. Gracias a los tagliatelle a la mantequilla porque salvaron el plato. No lo recomiendo.

Llegada la hora de los postres pedí la mil veces recomendada boccanera de chocolate. Es el clásico fondant de chocolate amargo con centro líquido. Con la fresa haría una pareja perfecta de no ser porque el acompñamiento. El mejor chocolate se pierde si lo acompañan de dos bolas de helado industrial, nefasta mezcla de azúcar y grasa vegetal. El brownie de chocolate y Philadelphia tenía la siempre esquiva textura "amelcochada" lo cual ya era un mérito pero al igual que me pasó con la boccanera todo se pierde si no utilizan verdadero helado de vainilla. Por los precios que cobran uno espera lo mejor. Los postres cumplen más para la foto que para el gusto.

Mi siguiente visita fue a la hora de la cena. Comencé con unos ravioles de ricotta y espinaca servidos con ragú de cola de buey. Para no perder objetividad debo mencionar que los ravioles son mis pastas favoritas desde que era niño y aquí supieron devolverme a esos momentos. La textura muy suave del ragú y la generosa porción de los ravioles cocinados en el punto exacto me obligan a recomendar este plato sin dudarlo. Punto aparte para su relleno de ricotta y espinaca porque estaba muy fresco. Un plato bien logrado.

Luego ordené una lasaña a la bolognesa, quizá el plato más pedido en los restaurantes de pastas. Se sorprenderán con mi comentario pero su lasaña tranquilamente puede superar a la del Mavery. No es cuestión de cantidad ni del relleno, a veces un pequeño detalle puede hacer un gran diferencia. Según me explicó la moza, en la preparación utilizan queso grana padano, un queso italiano con denominación de origen, lo que le da un sabor y una textura especiales. El relleno de  salsa bolognesa venía en una porción suficiente. Además tenía una sazón ligera, muy agradable para mi gusto.

Después de tan opíparo almuerzo sólo por inercia ordené postre. Escogí uno que tiene dedicado un capítulo entero en los libros de recetas de Sandra Plevisanni, el cheesecake en su versión marmoleada. El sabor estaba perfecto, podían notar el queso de inmediato pero su textura era muy seca. Bastaron dos bocados para sentir una sensación empalagosa en la boca. Hubiera preferido que pongan mayor cantidad de salsa inglesa o alguna fruta fresca que corte el sabor. Comparado a los otros postres queda relegado en mis preferencias.

Fueron dos experiencias satisfactorias en la Bodega de la Trattoria. No vayan con la idea de que es un restaurante inalcanzable porque la carta ofrece platos para todos los bolsillos, salvo en el caso de los postres que son bastante caros. Pero hay que tener en cuenta que están pagando una marca más que un plato. El servicio en las dos ocasiones me pareció muy cumplidor y el ambiente agradable. Para mi sorpresa he leído sobre esta franquicia comentarios muy disímiles en otras páginas de internet (tripadvisor, mucho gusto Perú) así que vale la pena aclarar que esta reseña se refiere exclusivamente al local de 2 de Mayo en San Isidro.

La Bodega de la Trattoria queda en Av. 2 de Mayo 715, San Isidro.
Ticket promedio: S/.50.00 por persona.
Teléfono 421-3638
Volvería: Sí, las dos experiencias fueron muy satisfactorias.

lunes, 3 de enero de 2011

La Folie (Un día en la vida de un blogger)

Consecuencia de una mala planificación de almuerzos, mi principal herramienta de trabajo, mi estómago, se declaró en huelga de brazos caídos. Peor, me presentó su pliego de reclamos exigiendo un trato diferenciado y mejores condiciones de trabajo. Estuve varios días pensando qué comer hasta que la Providencia me llevó a La Folie, un lugar que no sólo ofrece una propuesta orgánica y saludable, también un ambiente desenfadado y sin reglas. Si a eso le sumamos una excelente atención, considero que se ganó a pulso el primer post del año. Esta reseña es la historia de un día completo en La Folie: Un tímido desayuno, un almuerzo de redención y una cena de antología como sólo un blogger gastronómico puede planear.

Huevos benedictinos
El día empezó con un desayuno muy saludable: huevos benedictinos servidos sobre muffin inglés acompañados de champiñones, espinaca, cebollas salteadas, jamón y salsa holandesa. Estos huevos tienen una preparación muy similar a los escalfados con la particularidad que se le agregan otros ingredientes y una salsa hecha con mantequilla y mostaza de dijon. Luego pedí un Mixto Gourmet, Láminas delgadas de jamón ahumado, queso derretido, pesto de tomates, mostaza dijon y mayonesa. Este sándwich es una reinvención del tradicional mixto, lo han mejorado con el pesto de tomates y la mostaza de dijon. Muy recomendable. Punto en contra del desayuno, su capuccino estuvo para el olvido, parecía leche mezclada con un poco de café instantáneo. Ojo, con estos detalles, no se les puede escapar porque varias cuadras más abajo está el San Antonio que ofrece un capuccino muy cumplidor.
A la hora de almuerzo probé sus fetuccini a la huancaína con lomo. Me sirvieron el lomo al punto tres cuartos, rosado por dentro y suficientemente cocido para que la carne no pierda sus jugos. Fiel al estilo saludable la salsa huancaína tenía una sazón muy tenue (olvídense del picante) y una textura ideal para mezclarse con los fideos cocidos al dente. Es un plato bueno pero con tantas versiones que hay en el mercado se pierde el factor sorpresa. La calidad de la pasta tampoco ayudó mucho. A estas alturas del partido mi estómago se mostraba ya dispuesto a volver por sus fueros.

Ensalada de portobellos
La cena empezó con una ensalada de portobellos. Estos venían rellenos de duxelle de champiñones, sobre una cama de lechugas, germinado, espárragos verdes a la parrilla, y láminas de queso parmesano con vinagreta balsámica y aroma de trufas. Novedad para mí, duxelle es una pasta preparada a base de una mezcla de cebolla y champiñones picados, bien sazonada y salteada en mantequilla (gracias Google). Para mí hubieron pocos portobellos en el plato y demasiada lechuga pero ese es un recurso manido de todos los restaurantes para reducir costos. Pero es una ensalada no un plato principal así que no podía exigir más. Punto a favor por las generosas tajadas de queso parmesano.
Como mi apetito no estaba saciado ordené un sándwich Bistrot: lomitos a la parrilla con cebolla caramelizada, hongos salteados, queso derretido y un toque de mayonesa. Destacó la deliciosa combinación de las cebollas caramelizadas con los hongos salteados. Si a eso le sumo el pan ciabatta más crocante que he podido consumir en mucho tiempo tengo un sándwich que tranquilamente puedo incluir en mi ranking personal de favoritos. No pierdan de vista la ensalada de lechugas, le da un toque de frescor al plato.
Para mí no hay cena completa sin postres. Sí, leyeron bien: postres, en plural. La variedad que ofrecen es tan grande que no me iba a conformar con probar sólo uno. El Moulin Rouge es un napoleón de waffle de chocolate y vainilla con frutos silvestres en almíbar, crema, helado de vainilla y manjar de yemas. Después de probarlo sólo puedo decirle al Crepes & Waffles que tienen un competidor de cuidado. Es un waffle crocante listo para acompañar el helado de vainilla, fresas para cortar el dulce y el manjar de yemas servido en shot. Lo único que malogra el postre es el uso de helado industrial. Ya saben ustedes lo que pienso al respecto. Después me animé por un cheesecake de frutos del bosque, un suave cake de queso, sobre base de galleta de vainilla y mixtura de frutos rojos. Nada como probar el verdadero sabor del queso crema acompañado de una muy generosa porción de fresas. Sentir el ácido de la fresa equilibrado con el sabor neutro del queso es algo que no se encuentra en muchos lugares. Si son aficionados a este postre les recomiendo que se den una vuelta.

Hay mucho todavía por descubrir y contar acerca de La Folie. Sólo la decoración se merecería un post aparte pero como no soy un erudito en el tema prefiero dejar eso a los expertos. Quiero cerrar la reseña mencionando que tienen un servicio impecable. Los mozos son muy corteses, conocen el significado de expresiones olvidadas como "por favor", "permiso" y "gracias" y están preparados para describir los ingredientes de cada plato. Para mí este es el punto que lo convierte en un top five sin desmedro de todo lo bueno que ofrece. La Folie, tengo todo el 2011 para seguir escudriñando tu carta.

La Folie queda Av. Primavera 1070, Surco.
Teléfono 372-1502.
http://www.lafoliecafe.com/