lunes, 23 de septiembre de 2013

Buenos Aires XI: Hotel de película

Escribir los posts de Buenos Aires no hubiera sido posible sin al apoyo de personas que creyeron en mí. No mencionaré nombres, ellos saben quienes son y les agradezco mucho.

Vista del hall del hotel
Sólo la Providencia pudo llevarme hasta uno de los mejores hoteles de Buenos Aires: el Hilton de Puerto Madero. No sólo está ubicado en una de las zonas más exclusivas de la ciudad sino que también fue escenario de la famosa película "Nueve Reinas". Ahora entiendo porque me quedé sin palabras al ver el diseño del hall con esos ventanales inmensos. Sin embargo tambien me dejó impresionado la atención que brinda todo el personal, desde el counter hasta la central telefónica porque demuestran que están obsesionados con  la satisfacción absoluta de sus huéspedes. Con tamañas credenciales sólo esperaba que su comida también fuera de película.


Desayuno: From dusk till dawn
Para los fans antiguos del blog es redundante mencionar cuanto disfruto los desayunos buffet de hotel. Bajar al lobby relajado después de una ducha caliente y encontrar todo listo para armar el desayuno perfecto es un gusto que no nos podemos dar muy seguido. "Blogger vago" dirán. Bueno, yo los reto a encontrar tiempo de lunes a viernes para tomar un desayuno como se debe. Misión imposible, ¿no?

Estación de frutas
Para comenzar siempre es obligatorio darse una vuelta por la estación de jugos y cereales. Nada mejor que refrescar el paladar con un jugo de naranja y una ensalada de frutas con miel y yogur. También pueden agregarle cereales al gusto, infaltable el salvado de trigo para los deportistas. Eso sí, no esperen ver la misma variedad de frutas que en Lima.  Es común ver frutos del bosque (arándanos, frambuesa, frutilla o fresa) pero no esperen encontrar nada tropical y ni sueñen con una simple papaya. Como era de esperar también tienen su estación de omelettes que se preparan de acuerdo al gusto (y creatividad de cada uno) Para mí uno de jamón y champiñones, cocido por fuera y jugoso al centro será el comienzo de un excelente día.

Estación de panes dulces
Donde me soprendieron gratamente fue en la gran variedad de panecillos dulces y salados que ofrecían. No sólo encontré los clásicos panes salados (molde, bagel, integrales) para armar un sándwich con la variedad de fiambres que tenían. También había una gran variedad de panes dulces (media lunas, enrrollados de canela y facturas/panes daneses) Con el frío que hacía remojar un trocito de pan dulce en una taza de chocolate caliente era un verdadero placer culposo. Aunque esté mal visto, porque si bien creo en las normas de urbanidad tampoco soy un fanático. Vale la mencionar que el servicio fue muy correcto con mozos corteses y atentos a recoger los servicios usados. Los desayunos de hotel siempre serán la mejor manera de empezar el día.


Almuerzo: No reservations
¿El almuerzo también es buffet? ¡Bingo!

Un hotel como el Hilton no brindará sorpresas a la hora de almuerzo. Satisfacer a turistas de todo el mundo implica ofrecer alternativas que se adecúen a todos los gustos. ¿Complicado? Ni tanto.

Estación de pastas y carnes
Para comenzar es obligatorio un alto en la estación de ensaladas donde pueden encontrar una gran variedad de verduras y aliños, así como quesos y fiambres ideales para prepararse un abreboca. Obvio, no sueñen con ver el limón peruano. En la estación de platos de fondos tenían pastas y carnes a discreción (Les dije que no habrían sorpresas) La bondiola con cebollas caramelizadas no tiene nada que envidiarle a nuestra mejor carne de cerdo. Punto de cocción suficientemente jugoso como para acompañarla con un delicioso puré de calabaza. Probé también unos ravioles de verdura y mozarella en salsa fileto (puro tomate con un toque de albahaca y orégano), tan buenos que me hicieron entender que no todo es bolognesa en esta vida. En los viajes siempre se aprende algo.

Postres en mini-versiones
En cuanto a la estación más dulce encontré mini postres bastante ligeros que iban desde los curds de frutas, las panacottas de frutos rojos y de coco así como el infaltable marquise de dulce de leche. Ya sabía que este ingrediente estaba en todo los postres pero no me imaginaba que lo servían en cantidades industriales. Digo yo, el flan (crema volteada) es un postre que se come solo, acompañarlo de crema y dulce de leche es un exceso en el que sólo caí por la insistencia de comerlo "como se debe". Igual me sorprende la gran diferencia (patriotismos a un lado por favor) que  existe con los empalagosos postres peruanos.


Break: The sweetest thing
Así que el cronut tenía competencia.

Pastelito argentino
Durante las horas de break tenía a disposición una mesa con una gran variedad de postrecitos pequeños. Cualquiera diría que el blogger estaba en el paraíso. Ni tanto porque luego de un almuerzo con carnes y pastas a discreción sólo tenía ganas de tomar agua mineral e infusiones. Sin embargo a insistencia de una amiga ("No te podés ir de Buenos Aires sin probar el pastelito") cedí y probé el postre de marras. El pastelito argentino es una masa hojaldrada frita en aceite de girasol y rellena con de dulce de membrillo o de batata. Una bomba de calorías por donde se la mire pero que bien sabe (y se escucha) cuando uno lo muerde. Para sacarse el clavo nada más. Total el sentimiento de culpa se va rápido.


Cena: Quarantine
De como los hados se pusieron en contra del blogger.

Una fuerte gripe me condenó a quedarme a la hora del cena abrigado como un esquimal en mi cuarto. No podía exponerme al frío inclemente y tuve que resignarme a pedir servicio a la habitación. Estoy siendo injusto, resignarse no es la palabra adecuada porque en el Hilton hacían lo imposible por brindar el mejor servicio en todo momento. Era yo que, debido a mi endeble estado de salud, no podía disfrutar adecuadamente de sus bondades.

Hamburguesa royal
No me sentía con ánimos de hacer experimentos así que me fui por lo más sencillo: una hamburguesa Hilton. Con 220 gramos de carne, cebolla, pickles, queso americano, panceta y huevo. Lo mejor, el término de la carne tres cuartos, suficientemente cocida para que mantenga sus sabores naturales.  El huevo estaba cocido a la inglesa como para romper la yema, remojar un pedacito de tocino crocante y morirse de felicidad. La noche siguiente probé un club sándwich con jamón de pavita, láminas de pollo, queso cheddar y aderezo de mostaza suave. Interesante, no es el clásico sándwich ahogado en mayonesa que solemos comer en Lima, hasta podría servir para los que están preocupados con las dietas.

Tartaleta de limón
En cuanto a sus postres (estaré enfermo pero igual no iba a dejar de pedirlos) me arriesgué ordenando una tartaleta de limón. No es sencillo desconectarse la imagen que uno se ha hecho durante años del pye de limón para evaluar adecuadamente el postre. Si embargo disfruté la crema que no tenía leche condensada y el merengue italiano sin el clásico "quemadito". También probé una tartaleta de fresas y arándanos que no me convenció porque la masa estaba muy dura. Tuve que esforzarme con tenedor y cuchillo para cortarla y aunque la final igual disfruté la crema pastelera con los frutos rojos. Ni modo, nada es perfecto en la vida.

Hilton queda en Av. Macacha Guemes 351, Buenos Aires.

3 comentarios:

Greglim dijo...

Aprovecho para preguntarte si sabias que cerraron el Restaurante La Mar de Gaston Acurio en New York. Lo cerraron a mediados de Agosto segun informa la revista gastronomica digital EATER (www.eater.com). Estuvo menos de dos años funcionando y al parecer ya no pudo mantenerse abierto por la poca cantidad de clientes y los enormes costos. Como debes saber hace un tiempo el respetado critico gastronomico Pete Wells hizo una critica negativa del restaurant. Ahora dice Acurio que en Diciembre va a abrir un restaurant en un Hotel de Miami

Renzo dijo...

Estimado Greglim

Si lo leí pero no tengo más información al respecto. Si dijera algo sería una mera hipótesis.

¿Costos? ¿Público difícil? ¿No caló la propuesta? Que será...

Saludos

Gabriela dijo...

A mí me encanta remojar el pan en la leche caliente. Las tostadas quedan más ricas.
Y si pues, no hay como llegar y que todo esté listo para comer. Cuando fui a Buenos Aires me intrigó una naranja de color roja. Resulta que era una toronja, que nunca había visto de ese color ni de ese tamaño. Tuve que preguntar.