martes, 25 de agosto de 2015

Blogger on the road II (Heaven's Kitchen)

"La próxima parada es el lugar B" es la peor frase que se puede escuchar durante un viaje. Es muy simple, luego de un rato inevitablemente una vocecilla interior comenzará a repetir la misma pregunta: ¿Ya llegamos, ya llegamos, ya llegamos?

¡Llegamos a Kitchen Kettle Village!
Blogger precavido vale por dos, sobre todo cuando se trata de calmar mi apetito. Durante una pausa del viaje aproveché para entrar en Wegmans y hacer acopio de provisiones. Un sándwich de jamón tamaño XXL, botellas de té natural Pure Leaf con sabor a durazno y unas espectaculares galletas rugelach artesanales. Suficiente para mantenerme distraído hasta llegar al siguiente destino: la región de los Amish. Desde que me hablaron de ellos en el colegio siempre quise saber como se las arreglaban para vivir sin tecnología. Claro, todo mi interés desapareció cuando mencionaron donde almorzaríamos. Allí entro a trabajar mi segunda voz interior: el apetito.

De acuerdo a su web Kitchen Kettle Village empezó hace 60 años como un negocio de fabricación casera de mermeladas y jaleas al que poco a poco fueron sumándonse otros emprendimientos hasta convertirse en un destino turístico: dos restaurantes, cuarenta tiendas y doce albergues. A pesar de ser un lugar de alto tránsito no hay bulla y desorden, al contrario uno puede caminar tranquilamente, disfrutando el paisaje, conversando con los vendedores o simplemente curioseando entre las tiendas.

"Amigo, amiga, lleve su rica salsa picante"
Con tantas opciones es difícil saber donde comenzar así que sólo me dejé llevar por la Providencia. En la primera tienda que visité, Smokehouse Shop, se puede adquirir variedad de quesos y embutidos artesanales. Digamos que por las condiciones del viaje era difícil llevar alguno y tuve que conformarme picando las muestras a disposición. Pero lo mejor fue cuando vi un estante donde habían frascos de salsa picante. Yo que me sentía feliz de haber conseguido las salsas "Bull Snort" en Houston me di cuenta que no había visto nada aún. Era increíble ver todas las variedades de ajíes que ofrecían. Pero mi emoción desaparece cuando leo los nombres. Para que una salsa se llame Colon Cleanser (limpiador de colón) algo me dice que la experiencia de consumo no será muy gratificante. Aún no olvido la experienca con el ají seco chino (Leer el post de Chinatown en Chicago) así que busco el frasco más pequeño del estante: Cholula de México, una combinación de chile piquín y de árbol. Ni modo, me encanta el ají pero ya no estoy para deportes de aventura.

El secreto de la abuelita
De lo más fuerte a lo más dulce. A media cuadra se ubica Jam and Relish Kitchen, el paraíso de las mermeladas y jaleas artesanales. Hay de todos los sabores y combinaciones posibles que puedan imaginar. La ventaja es que uno puede combinarlas a su antojo para armar un "pack" de degustación. Obvio si entre tanta variedad no se ven abrumados. Otro detalle muy simpático de la tienda es que se puede observar la cocina donde señoras y jóvenes Amish en sus trajes de diario están preparando y envasando las mermeladas. Como anécdota les contaré que había una señora de edad removiendo una cacerola con caldo de pollo. "¿Qué novedad hay en una sopa?" pensé. Pequeño detalle, en realidad estaba ofreciendo salsa picante de la casa. Me animé a probarla y desdeñando su advertencia tomé de golpe la porción de sopa. Cuando comencé a toser entendí su dulce y suspicaz sonrisa. Más sabe el diablo...

Hamburguesa de la casa
Perdí mucho tiempo haciendo compras y no tuve más opción que elegir el sitio más cercano para almorzar: Kettle Cafe. Sabía que no podía ordenar algo que demore mucho tiempo en su preparación y que en el peor de los casos pueda llevar en la mano para consumir. Pagué caro mi exceso de optimismo porque la hamburguesa que pedí estaba más seca que los desiertos de nuestra costa. Al menos las papitas con ketchup si resultaron un hit. También probé un pulled pork, el clásico sándwich de cerdo deshilachado con salsa barbacoa. No creo que sea el mejor que se pueda encontrar en Estados Unidos pero comparado a lo que me sirvieron en Lima me supo a gloria. Lo malo es que en este caso me lo sirvieron con chips de papa y no con la cole slaw que hubiera esperado. 

Helado de chocolate y marshmallows
Como ya es costumbre en el blog, no podía retirarme de este pueblo sin comer un postre pero mi situación era desesperada. Felizmente me acordé que a la entrada del pueblo, muy cerca de los estacionamientos, había un puesto de helados artesanales Lapp Valley Farm. El detalle de está marca es que se hace con leche proveniente criadas en un ambiente natural sin darles hormonas para que aumenten su producción. Más claro imposible, ahora la cuestión era qué sabor de elegir de las 18 variedades. Tengo que discurrir con rapidez, en el país de los helados empalagosos uno de chocolate y marshmallows no puede fallar. Bingo, no es un helado con cacao de origen pero si un cono de felicidad.

La experiencia de conocer Kitchen Kettle Village me dejó con la miel en los labios. Para conocer todo el pueblo y disfrutar a gusto su oferta mínimo hay que pasar una noche en uno de sus albergues. Si están apurados la tienda de Jams and Relish Kitchen es el sitio ideal para adquirir gran variedad de productos. Eso sí, tengan cuidado con el ají.

Kitchen Kettle Village queda en 3529 Old Philadelphia Pike, Intercourse.
Si quieren saber más visiten su web: www.kitchenkettle.com

1 comentario:

Gabriela dijo...

Debe ser muy difícil decidirse en ese paraíso que visitaste. Parece lo máximo.