martes, 5 de abril de 2016

Muraglia (Desde Italia con amor)

Me pregunto cuántos restaurantes de comida italiana hay en Lima. Entre la vorágine de chifas, pollerías y cebicherías estimo que deben pelear los primeros lugares. Obvio que no incluyo a las franquicias americanas de pizza y tampoco a aquellas marcas que vendieron su alma al diablo en aras de multiplicarse por doquier.  Felizmente existes aquellos que son administrados por descendientes de italianos que traen las recetas clásicas y heredadas por generaciones.

Detalle del salón
Muraglia, nueva presencia en el mercado, ofrece una propuesta italiana breve pero con platos que lo alejan del restaurante italiano común en nuestro mercado. Digo, ¿acaso no se aburren de leer cartas donde se ofrecen las mismas salsas (pesto, alfredo, bolognesa, de nueces) cambiando el tipo de pasta? Yo sí y por eso no dudé en visitarlos. Llegar a la avenida Mendiburú ya es figurita repetida. Conozco la zona de memoria por mis incontables visitas a Ana Avellana. Llego al restaurante y me sorprende ver una fachada tan austera pero todo cambia cuando entro al salón. Un ambiente amplio con mesas para parejas y grupos. Para mayor alegría me dicen que en el segundo piso se ubica su taller. ¡Sí! ¡Elaboración artesanal!

Bruschetta al pomodoro
El mozo ofrece el pan de la casa en tres variedades: campesino, crocante de parmesano y tipo ciabatta. Es un aspecto que muchos restaurantes, probablemente por temas de costos, no le prestan la debida importancia. Vamos, ¿cuándo ha sido la última vez que no les sirvieron eso odiosos francesitos con mantequilla industrial? En este caso se nota la elaboración artesanal a leguas. Aceite de oliva y balsámico están a disposición del cliente si lo solicitan. Y sí, lo cobran pero el precio es tan bajo que justifica la experiencia.

Si el pan se hace en casa entonces las bruschettas deben ser un éxito. Empiezo con la de pomodoro: una tajada de pan campesino con tomate fresco y albahaca que no tendría nada de novedoso sino fuera por la inclusión del tomate confitado. La bruschetta de prosciutto no amerita mayor comentario, es idéntica sólo que cambian los brotes por una tajada de prosciutto. Mientras el pan funcione yo estaré más que satisfecho.

Ensalada Muraglia
Novedad del blogger, como nunca ordeno una ensalada para refrescar el paladar. Al menos la suculenta ensalada Muraglia promete ser una introducción inédita. Lean no más la lista de ingredientes: lechuga portobello, tomate confitado, arúgula, mozzarella, prosciutto y vinagreta al campari. Casi una comida completa. Pequeño detalle, los hongos mencionados en la descripción de la carta brillan por su ausencia y se lo hago notar al mozo. Con su mejor cara de "yo no fui" me dice que justo se han acabado los portobellos pero los puede cambiar por champiñones a la parrilla. No hay problema, le compro la idea pero me deja el mal sabor de boca que no me lo haya dicho antes. Me encanta la ensalada y aunque la mezcla de ingredientes puede verse exagerada juegan en pared con la vinagreta de campari que tiene un ligero toque amargo. Pido también un carpaccio de pulpo que viene en una presentación de lujo, con los finos cortes de pulpo formando en un espiral aderezados con aceite de oliva, parmesano y arúgula. Si el insumo es fresco la preparación del plato es mero trámite. No me pidan que evalúe el de lomo, es un sabor con el que vengo luchando años y hasta ahora no me acostumbro.

Pizza con prosciutto
Visto que saben como trabajar con masas no me iría sin evaluar sus pizzas. Hace algún tiempo que ya me acostumbre a la napolitana de masa gruesa (Spizza, te hablan) por eso me alegra encontrar una pizza de masa delgada donde el protagonismo no queda sólo en los ingredientes (prosciutto, mozzarella, tomates confitados y arúgula). Sí, la pondría en top 5 de pizzas favoritas en Lima. La focaccia pugliese, con queso parmesano y tomate confitado, es aún más delgada pero no llega a ese punto crocante de galleta que no permite comerla sin que termine hecha trozos. En ambos casos el tamaño es suficiente para pedirlas como entrada. 
Agnolotti con tuco

Sigo paseando por el resto de la carta y le toca a las pastas rellenas. Por un lado la simpleza de unos panzotti rellenos de pollo, espinaca y queso servidos sólo con mantequilla. Tal vez deberíamos aprender a disfrutar de pastas más simples como esta. A ver ¿cuándo fue la última vez que probaron una aglio/olio? Luego tengo que luchar con un trauma infantil. Cada vez que iba a un restaurante italiano escuchaba la voz de mi madre diciendo "nunca pidas pasta rellena de carne" Durante años la desidia de los restaurantes italianos sólo confirmaban mis temores. Claro, hasta que uno prueba los agnolotti frescos de Muraglia, donde el relleno es suave y uno puede identificar la carne. Valga la pena la comparación: es como probar los siu-mai hechos al momento del Titi y los congelados que sirven en otros chifas. El tuco acompaña pero no agobia y se nota la cocción prolija a fuego lento que le da esa textura.

Ossobuco con polenta
Tonno al orégano
Hasta el momento todo marcha sobre ruedas en Muraglia y ya debo evaluar los platos de fondo, las estrellas de la carta. No voy a correr riesgos, primero  un clásico de toda la vida: el Ossobuco con polenta (de la abuelita). Si la cocción ha sido lenta, pareja y durante varias horas el resultado se nota a la vista. No vendré con exageraciones diciendo que la carne se deprende sin necesidad de usar cuchillo, eso es un mito urbano. La consistencia de la salsa se contrapone con la polenta muy cremosa logrando una combinación perfecta. Las verduras ralladas no cumplen ningún papel en este plato más que una deslucida decoración. Prescindan de ellas.

Si la res funcionó entonces debemos evaluar otros cortes de carne. Primera vez que como atún en un restaurante italiano y por lo visto me estaba perdiendo de algo muy bueno. No llega en el punto medio que había solicitado (ya no sé de qué manera indicarlo, intuyo que los cocineros tienen miedo de servirlo como se debe por la mala costumbre del comensal peruano de pedir todo bien cocido) pero no afecta la experiencia. El acompañamiento de fettucini al orégano no desentona. A pesar que esta hierba tiene un aroma y sabor fuerte han sabido manejar la cantidad precisa. Finalmente llega el Anatra e risso selvaggio, una pechuga de pato en salsa de saúco. Una pechuga jugosa de piel muy crocante que va de la mano con la salsa de sauco. No le veo la gracia al risotto salvaje, es la receta común y corriente en la que se ha prescindido de la crema. Mejor así para que no sobresalga ante el pato.

Tiramisú
No hay reseña completa de un restaurante sin un vistazo a la parte más dulce de la carta. El tiramisú ya se gana un lugar entre mis favoritos del año por la presentación tan decorosa. Está preparado al estilo de semifreddo con una textura compacta sobre base de chocolate. Le toque lúdico se lo da los trocitos de gelatina de expresso. No se queda atrás el merengado porque equilibran el dulzor con sorbete de mandarina y tierra de cacao. Ya saben, chocolate y cítricos son un matrimonio para toda la vida. Mención aparte al relleno de este merengado, una crema muselina preparado con vainilla natural. Con eso ya me tienen más que convencido.

Muraglia me deja con muy buen sabor de boca por la correcta ejecución de sus platos. Los precios son manejables, obvio que si piden cortes de carne la cuenta subirá pero no exageradamente. En cuanto al servicio les recomiendo sentarse en las mesas pegadas a la entrada donde el mozo encargado es mucho más atento. Esperen sugerencias y recomendaciones de acuerdo a su gusto. Y si llevan un vino mejor porque es corcho libre.

Muraglia queda en Mendiburú 1025, Miraflores.
Horario: Almuerzos, lunes a domingo de 12.30 a 16.00. Cenas, martes a sábado de 19.00 a 23.00
Teléfono: 422-1711
Ticket promedio: S/.80.00 por persona.
Estacionamiento: Mediano con vigilancia. También cuenta con valet parking.
Volvería: De todas maneras.

1 comentario:

Gabriela dijo...

Con lo que me gustan las pastas, TENGO que ir por allá.
:D