jueves, 27 de marzo de 2014

Fanny Conroy (Sean bienvenidos)

Lamentablemente este restaurante ya cerró sus puertas

Pulpo braseado en salsa de anticucho
Visité por primera vez el restaurante de Fanny Conroy en una cena organizada para degustar los vinos de la bodega Eguren Ugarte. Cuando se trata de cenas maridaje el menú se desarrolla en varios tiempos y está diseñado para que los platos armonicen con los vinos presentados. Para alguien como yo, que estái nvolucrándose poco a poco en elmundo de los vinos es un lujo compartir mesa con los expertos y atender sus explicaciones sobre cómo evaluar el color, la nariz y la boca del vino. Basta un ejemplo, determinar si el aroma floral de un vino corresponde a una flor blanca o flor morada no es algo que se hace todos los días. Lo bueno es que también aprovecho para dar un vistazo a la carta del restaurante y planear una futura visita por mi cuenta.

Vinos de la bodega Eguren Ugarte
La bodega Eguren Ugarte se ubica en la Rioja Alavesa, la parte vasca de España en la zona cantábrica. Cuenta con 150 hectáreas propias bajo un clima entre 10° y 14° y como en todas las empresas europeas el respeto al medio ambiente es uno de sus mayores preocupaciones. Esta bodega elabora vinos con Denominación de Origen Calificada Rioja. Ahora se ha instalado en Lima como una oficina comercial permitiendo que el producto llegue al mejor precio al cliente directo.  Estos vinos ya pueden encontrarse en supermercados, incluso con marcas exclusivas para cada tienda. Los vinos catados fueron Martín Cendoya Malvasia, Martín Cendoya Reserva 2008 y Cédula Real Gran Reserva 2009. Para quien desee variar del Malbec y del Sauvignon Blanc pueden ser toda una experiencia.

Regresé por Fanny Conroy un domingo de verano, cuando todo el mundo está en la playa y no tenía que preocuparme por hacer reserva. Aparte que es más fácil encontrar estacionamiento cuando hay menos clientes también puedo ser más exigente con el nivel de atención. ¿O no?

Langostinos crujientes con chutney de mango
La carta de Fanny Conroy transita por clásicos de la comida peruana, se da un salto hasta Europa y termina con algunos vistazos a la comida china. Para comenzar ordené unos langostinos crujientes con chutney de mango. Es una entrada muy conocida en los restaurantes peruanos pero, imagino por cuestiones de costos, la mayoría prefiere usar langostinos congelados y camuflar el sabor con salsas recargadas de condimentos. Ahora entenderán porque les brindan tan amablemente tremendos pocillos de mayonesa tártara. Estos langostinos se merecen una mención especial porque salta a la vista la gran diferencia cuando el insumo es fresco. El chutney de mango es una preparación de origen hindú que consiste en aplastar la fruta como un puré y combinarla con especias. El resultado una matrimonio perfecto entre mar y tierra.

Canutos a la mostaza antigua con medallón de lomo
De plato de fondo ordené los canutos a la mostaza antigua con medallón de lomo. Es un plato de la abuelita, servido con cariño en una porción muy generosa. La consistencia de la salsa era correcta, el sabor con el toque exacto de mostaza. He comido este plato en otro restaurante y cuando uno ve la crema tan amarilla y ácida es fácil dudar respecto a la calidad de mostaza que usaron. El medallón de lomo estaba en su punto de cocción adecuado, sellado, manteniendo todo su sabor. No puedo dejar de mencionar la pasta cocida al dente, cualidad que demuestra preocupación por mantener el nivel técnico también un alivio porque se descarta el uso de pasta precocida. Impecable, lo volvería a pedir una y otra vez.

Cabrito con tacu-tacu de pallares
Luego ordené un plato que en el menú maridaje ya me había dejado buen sabor de boca: el cabrito con tacu tacu de pallares. El punto de cocción del cabrito era perfecto, tanto que se deshacía como una mantequilla cuando uno lo tocaba con el tenedor. La salsa correcta, la chicha de jora está presente pero su acidez está adecuadamente equilibrada. Yo no como pallares pero sería mezquino negar que el tacu-tacu fue un éxito, con la sazón correcta, crocante por fuera, cremoso por dentro. El platanito sigue siendo un tema candente de discusión entre los críticos gastronómicos pero la clave está en comerlo de trocito en trocito para que su dulzor no afecte la degustación del plato. Eso sí, a quien armó el plato le diría que prescinda de las hojas. Parece que las puso por cumplir.

Volcán de chocolate con helado de chirimoya
Antes de pasar al postre me soprendieron con un sorbete de mango y maracuyá para limpiar el paladar. Es un detalle que no suele verse muy seguido en los restaurantes de Lima, incluso en algunos que están en la lista Summum (aprendan pues, chicos, no me van a decir que cuesta mucho) El volcán de chocolate con helado de chirimoya ya entra como candidato a mi lista de los mejores postres del año. Como todo fondant que se respete hay que esperar 20 minutos porque se prepara al momento. La calidad del chocolate que usaron es soberbia. Partir una porción con la cucharita y dejar que salga el chocolate derretido es un placer culposo. Me gustaría probar este postre acompañados de frutos rojos (fresas o frambuesas) para evaluar el contraste con el amargo del chocolate y el dulce de la chirimoya. Mención especial para esa vajilla tan elegante. Valga la comparación, se veía como un postre listo para salir en un programa de televisión.

La experiencia en Fanny Conroy me dejo excelente sabor de boca. Pero considero que fallaron algunos detalles en el servicio. La bien estudiada cortesía que muestra un mozo se va abajo cuando no puede describir todos los ingredientes que lleva un plato. Escuchar la nefasta respuesta tipo "un ratito, voy a preguntar a la cocina" es una de mis mayores pesadillas. Servir un vino y dar incorrectamente la información del mismo también fue un error serio. Si bien no arruinan la experiencia no es algo que se espera encontrar en un restaurante de ese nivel. La decoración es acogedora y elegante como si la dueña hubiera abierto las puertas de su casa, los detalles están por todos lados, incluso hay fotos originales de la familia Conroy cuando llegaron al Perú. Podría dedicarle un párrafo entero pero ya saben que no soy un experto en el tema. Respecto a la barra ya se la dejo de tarea a ustedes pero les garantizo que saldrán sorprendidos. Y es que no todos los días nos invitan a una casa tan bonita.



¡Post 400!
Para celebrar: ¡Cupcakes Marconi!
Hoy se supera otro hito en la historia del blog. ¡Este el post número 400! ¿Pueden imaginar cuántos restaurantes he reseñado, cuántos platos he probado, cuántas ciudades he visitado para llegar a este punto? Y es que antes que comer me encanta escribir, escoger la palabra exacta y dejar mi vida en cada reseña. No exagero, pues he llegado a reescribir posts completos porque su calidad no me dejaba satisfecho. Siempre diré que la responsabilidad de tener un blog gastronómico no puede sustentarse en el facilismo del "Uy que rico vayan" o en escribir reseñas en tono informal sin aportar nada más útil que la dirección del restaurante. Tal como me dijo una seguidora, "cuando te leo siento como si estuviera comiendo en el restaurante". Y esa es la mejor señal que estoy cumpliendo mi objetivo. Ahora sí, ¡a celebrar!

5 comentarios:

Gabriela dijo...

Teniendo en cuenta que a veces reseñas varios restaurantes en una misma entrada, simplemente no puedo hacerme ni la más remota idea de cuántos platos has probado para darnos tu opinión.
¡Felices 400! Que sean muchos más.

Cyrano dijo...

Querido amigo: felicitaciones por tu entrada número 400. En cuanto al restaurante, no me queda más que morirme de envidia.
Un abrazo.

Renzo dijo...

Estimada Gabriela

Tal vez desde el principio debi anotar en un cuaderno porque algunos restaurantes que nunca dieron la talla para escribir una reseña.
=(

Gracias por los saludos

Renzo dijo...

Estimado Cyrano

Muchas gracias pero lo que tú haces vale por 1000. Así que me falta mucho para alcanzarte. =)

Saludos cordiales

Unknown dijo...

Hola, estoy por degustar de los platos del Haita...y te doy la razón (por mientras) en la atención del mozo q debe ser el mismo q te atendió.... Tenía una cara de ODIO MI TRABAJO