jueves, 5 de noviembre de 2015

Perroquet (2001: La odisea del blogger)

De como un post se demoró más de catorce años en ver la luz.

Julio de 2001. Tiempos lejanos en los que ni siquiera soñaba en tener un blog y mis conocimientos de gastronomía se limitaban a una guía que restaurantes que birlé de algún lado. Me deleitaba leyendo una y otra vez ese librito pero, sea por temor o por falta de presupuesto, no atinaba a visitar ninguna de los lugares mencionados.

Vista del salón
Sin embargo estaba en la obligación de impresionar a una chica con la que estaba saliendo. Como no tenía mayor referencia consulté a una amiga gerente de mi oficina, quien ante mi desesperación me dijo: "Anda a un restaurante de hotel". Cuando hice la reserva me enteré que también ofrecían música en vivo a cargo de un conjunto de violines. Más romántico imposible. Si me preguntan que tal me fue aquella vez con la comida no podría dar mayor opinión pero mi objetivo de crear una velada inolvidable fue cumplido con creces.

Más de una década después estoy de vuelta en el Perroquet. Esta vez no intento impresionar a nadie, al contrario espero que ellos hagan lo imposible para superar mis expectativas en cuanto al servicio y a la calidad de su propuesta. No en balde estoy en un restaurante premiado varias veces por la lista Summum. Mayor la responsabilidad del equipo teniendo en cuenta que me había contactado una agencia de medios para degustar los nuevos platos de su carta.  

Pulpo parrillero al carbón
Llego temprano al Perroquet e inmediatamente los recuerdos vuelven a mí. Un suspiro después me ubico en la mesa asignada. Pido la carta y encuentro una propuesta de comida peruana tradicional con uno que otro guiño de alta cocina. Interrogo al mozo sobre los nuevos platos pero ante la vaguedad de su respuesta ("Todo es rico") decido arriesgarme por mi cuenta. Primero elijo un trío de conchas: tartar con chalaca de mango, a la brasa con mermelada de rocoto y tiradito con ensaladita de chocolo. El tartar me invita a disfrutar el sabor fresco del insumo aunque el mango le da un toque tropical inesperado pero agradable. Las conchas a la brasa quedan en segundo plano ante el exceso de la mermelada. Si la hubieran servido a un lado para que uno se sirva al gusto podría haber sentido mejor ese ahumado que le da la parrilla. El tiradito cierra la experiencia dejándome con buen sabor de boca. Pero  aún deseo investigar un poco más lo que ofrecen en las entradas y ordeno un pulpo parrillero al carbón. Genial, consiguieron  la textura correcta pero la intensidad del ají panca deja en segundo plano el ahumado de la brasa. Felizmente el puré de pallares entra como catalizador y la ensaladita de berros aporta frescura a un plato correcto.

Cochinillo tierno
Para los fondos empiezo con un cochinillo tierno, un plato que me recuerda a las cenas de navidad donde el cerdo siempre es protagonista. El crocante del pellejo, el sonido favorito de todos los peruanos, es la señal inconfundible de un corte de cerdo bien preparado. Cocido en el punto adecuado, jugoso por dentro y si hablamos de los acompañamientos, pues esos camotitos y membrillos glaseados funcionan adecuadamente dando el toque dulce que siempre cae bien cuando se trata de cerdo al horno. Sigo dándole gusto a mi lado carnívoro ordenando un lomo de novillo argentino. Aquí el punto de cocción lo es todo, tal como dicen los argentinos llega "al punto", jugoso pero no crudo. La salsa bearnesa y las papas lyonesas son un detalle adicional que magnifica la experiencia de probar un corte de carne de buena calidad y bien trabajado.

Seducción de chocolate
Para terminar el almuerzo nada mejor que la parte más dulce de la carta. Estando en un restaurante clásico nada mejor que unos crepes suzette para calentar el ambiente. Los clásicos crepes embebidos en jugo de naranja y flambeados en cointreau acompañados de helado artesanal de vainilla son un postre al cual no vale la pena hacerle un cambio, así ha funcionado durante años y si la ejecución es correcta el resultado habla por sí solo. Pero lo que viene a continuación es el remate perfecto y se convierte en uno de los postres más contundentes que he probado en lo que va del año. Cinco preparaciones distintas: marquise de chocolate, mousse de chocolate, turrón de chocolate, cheesecake de chocolate, helado de chocolate. ¿Empalagoso? En absoluto. Recomendable acompañarlo de una copa de pisco acholado. A veces la vida puede ser generosa y brindarnos experiencias sublimes.

Me retiro del Perroquet satisfecho por la experiencia. No todos los días uno puede darse el lujo de visitar un restaurante de hotel premiado varias veces aunque siento que pudieron haber sacado más lustre a sus credenciales. De todos modos me queda el clavo de seguir investigando el resto de la carta y retarlos en sus especialidades. Obvio, esta vez le preguntaría al maitre d'.

Perroquet queda en Los Eucaliptos 590, San Isidro.
Teléfono: 611-9000
Ticket promedio: S/.150.00 por persona.

1 comentario:

Gabriela dijo...

Resulta apetecible que te digan que todo es rico. Difícil decidir a partir de esa declaración.