martes, 26 de abril de 2016

Cuando el precio quita el apetito

Esta reseña apareció en el número 5 de la revista Catering & Gastronomía. Disfrútenla.

¡Exijo una explicación!
Hace algunos meses visité un nuevo restaurante en Miraflores con una novedosa propuesta de comida italiana tradicional. La experiencia fue satisfactoria y para terminar se me ocurrió ordenar una infusión de hierbas. Me sentía feliz de haber probado los nuevos platos pero cuando vi la cuenta se me antojó muy elevada para los cálculos que tenía en mente. Entiendo que una propuesta diferenciada justifica pagar un sobreprecio pero cuando noté que el costo de la infusión de marras alcanzó los dos dígitos me sentí indignado. ¿Qué podía hacer? Cuando lo publiqué en el blog generó una ola de protestas entre los comentaristas, algunos incluso jurando nunca pisar ese restaurante. Y no los culparía.

Me quedé pensando en la reacción de mis seguidores y en el daño que involuntariamente le habría causado al local. Sin embargo nada lograba sacarme el mal sabor de boca y la sensación que habían abusado de mi bolsillo. ¿Quién lo diría? El tiempo me dio la razón pues el restaurador no sólo ya cambió de chef sino que ahora ofrece al mediodía una opción de menú a bajo costo. ¿Ya ve? Yo se lo dije por correo y no me hizo caso.

Entiendo que nadie abre un restaurante para vivir de las buenas intenciones y que existe un trabajo previo de costeo para asegurar que el negocio siga en marcha. Peor aún, el comensal no tiene idea de la lucha diaria que tienen los restauradores con los costos fijos (arriendos, planillas, mantenimiento), los variables (materia prima, energía) además de la fuerte inversión previa. Sin embargo estamos en un mercado muy sensible al precio de carta. Dependiendo la ubicación a veces los consumidores no priorizan el uso de insumos de calidad o el ambiente sofisticado sino la cantidad de las porciones de acuerdo a lo cobrado.

Con la experiencia que me han dejado los años visitando restaurantes mi tolerancia a los precios altos es mayor a la del consumidor promedio y por eso, amigo restaurador, quiero dejarte cuatro ideas que pueden ayudarte a lidiar con aquellos clientes que se dejan guiar más por la economía que por el apetito.

Información es la palabra clave 
La calidad cuesta.
Si tienen un plato de alto costo en la carta entonces el personal de salón tiene que estar capacitado para presentarlo adecuadamente al comensal. No se trata de recitar los ingredientes como un robot, también hay que describir la preparación haciendo hincapié en las técnicas usadas. Sea una receta de alta cocina o la especialidad de la casa, hay que saber justificar la relación calidad-precio. Mejor aún si es una receta con historia, ello contribuirá a crear un aura de exclusividad que a muchos clientes les encanta. Por algo están saliendo de casa a comer, ¿no?

No existe derecho al error
De nada vale un Certified Angus Beef USDA Prime cuando al maestro parrillero se le pasó el punto de cocción y lo convirtió en un trozo de carne reseco y sin vida. De nada sirve llevar a la mesa un pez diablo si la receta no se siguió al pie de la letra. El cliente quiere degustar algo especial y si la ejecución no es perfecta las excusas quedan sobrando. Si el plato no funcionó asúmanlo como merma y que se vuelva a preparar. Reconocer los errores y enmendarlos de inmediato (y sin remilgos) tiene más impacto en el cliente que la recomendación del chef más famoso del Perú. De lo contrario aténganse a las consecuencias. Peor aún, nunca subestimen el poder de las redes sociales.

Cuidado con los "especiales"
Clave: obsesión por los detalles.
Me ha pasado en alguna ocasión que el mozo ofrece con una sonrisa fingida un plato especial que "no está en la carta" Pequeño detalle, el costo del plato de marras terminará inflando la cuenta indiscriminadamente. El comensal no tendrá mayor opción que pagar a regañadientes pero les garantizo que no se llevará la mejor imagen del restaurante. Amigo mozo, cuenta la historia completa, a nadie le gustan los finales sorpresa. Una comida no es un capítulo de Juego de Tronos.

El precio de la historia
Sé de algunos restaurantes que suben los precios de carta para segmentar el público objetivo. Es un recurso válido si el restaurante tiene una posición de dominio en el mercado asegurada por los años de historia, la fama o la exclusividad de su propuesta. Al final si a uno le ha costado tanto años de sacrificio y trabajo duro ocupar una posición privilegiada entonces es justo obtener réditos. La clientela entenderá que no hay otro lugar que ofrezca algo parecido y aceptará el aumento. En este caso no hay que dormirse en sus laureles y aparte de mantener la calidad hay que buscar la innovación constante para no perder esa clientela cautiva.

domingo, 24 de abril de 2016

Días de blogger XXX: It's a beautiful day

De lo que sucedió esta semana en la agenda del blogger. 

Lima Food Week en Tzuru
Nikkuman crocante. Yakiniku maki,
Nuevamente llega el Lima Food Week con la oportunidad de disfrutar un almuerzo (o una cena) en los mejores restaurantes de Lima a un precio módico. Elegir entre 29 opciones distintas puede ser una tarea complejo. Yo no soy amigo de correr riesgos y preferí más bien evaluar cómo se comportaba uno de mis restaurantes favoritos durante estas semanas de promoción.

Tzuru ya tiene una reseña dedicada en este blog así que no me extenderé mucho acerca de su propuesta. Suficiente con decir que se alejan del típico sushi bar para ofrecer platos más tradicionales con alguno que otro guiño a la fusión. Digo, ¿cuándo fue la última vez que consumieron paiche en un restaurante nikkei? Hace ya varios meses que soy cliente habitual y siempre tienen un as bajo la manga para sorprenderme.

De entrada elijo el nikkuman crocante, pan cocido en dos tiempos con panceta de cerdo. El corte de cerdo es muy sabroso pero la clave está en el toque de karashi (mostaza japonesa) aunque deben prepararse para ese sabor nasal e intenso que me recuerda al wasabi. Sigo con unos yakiniku maki: pescado empanizado, tempura de pimientos, arúgula y lechuga. Para coronar asado de tira y chimichurri de la casa. Su carta de makis es breve pero en todas se nota las ganas de hacer algo diferente. Pero no teman, también encontrarán el acevichado. 

Ishiyaki gohan. Demi cuit 64%. Sakura.
De fondo elijo el Ishiyaki gohan, literalmente "arroz cocido a la piedra". Es una porción de arroz blanco servido con encurtidos y una variación de picante de mariscos con ají panca y miso. La idea es que uno lo vaya mezclando y sirviéndose al gusto. Quien lo haya probado antes diría que se asemeja a un bibimbap. Yo soy un novato en cuestiones de comida coreana así que tendré que investigar por mi cuenta. Dos detalles que no pueden obviar: el chimichurri de rocoto que le da un toque peruanísimo y el concolón que se forma.  Mi segunda opción fue el kakuni crocante con yakimeshi y crema de oca. El corte de cerdo marinado en mirin, sake y shoyu y cocido durante 48 horas cumple mis expectativas en términos de cocción y sabor. Punto aparte para el pellejo crocante (tipo galleta) que tanta fruición despierta al comensal peruano promedio. De acompañamiento prefiero el yakimeshi antes que la crema de oca, es más neutro y que permite disfutar más lo sabores del cerdo.

Para el postre llega un viejo conocido. El demicuit 64% es la mejor versión del fondant que se puede encontrar en Lima. Partir el postre y dejar que el chocolate se extienda lentamente por el plato es una experiencia que deben vivir una vez en la vida. Pero, nuevamente, se guardan un as bajo la manga: el Sakura (cerezas y cacao) Semifreddo de cerezas, sorbete de hibiscus con frutos rojos, hojas de buganvilia caramelizadas, espuma de canela y tierra de cacao. Será la combinación de frutos rojos y chocolate, será la presentación, será las técnicas usadas pero este postre ya figura entre mis candidatos a los mejor del 2016.

Tzuru nuevamente supera mis expectativas. Me alegra ver como están a la altura de las circunstancias manteniendo la misma calidad y tamaño de las porciones en esta semana de promoción. Así que ya saben, si desean conocer uno de mis restaurantes favoritos todavía les queda esta semana para hacer sus reservas y aprovechar el Lima Food Week.

Tzuru queda en Calle 21, #707, San Isidro.
El menú de Lima Food Week cuesta S/.59.00 (Almuerzo) y S/.79.00 (Cena) y va hasta el primero de mayo.
Para mayor información visiten la web limafoodweek.com


Experiencia EVDC II en Titi
Nuevamente los #viciolovers nos reunimos en uno de mis restaurantes favoritos.

Siu mai. Pollo Titi.
Hay un antes y un después cuando uno visita el chifa Titi. Lo supe desde la primera vez que almorce allí y me convertí en cliente habitual. Lo presentí desde que probé su tallarín saltado, con ese gusto ahumado que ningún otro chifa ha logrado replicar, y su chaufa vegetariano, un plato tan simple pero con tanto sabor. Por tal razón lo escogí como protagonista de la segunda cena exclusiva para #viciolovers. Coordinaciones previas y eligiendo algunos platos especiales la fecha quedó acordada.

Felizmente el tráfico de marras no impidió que todos lleguen a tiempo. Comenzamos con una porción de siu mai y wantán fritos. Ambos son bocadillos muy conocidos pero la clave está en el relleno, carne picada no molida donde uno puede identificar los ingredientes y en la preparación, que se hace al momento. Mención aparte para la salsa de tamarindo del wantán preparada con ingredientes naturales sin ese color rojo neón que es tan popular en otros chifas.

Continuamos con los fondos y esta vez, sorpresa para mí, pruebo un plato nuevo: el pollo Titi ¿Cómo puede ser posible que no lo hay ordenado durante todos estos años? Es un plato simple pero bien ejecutado, pollo saltado con langostinos y verduras. Mis ojos se abren ante la abundancia de wanyi, mi hongo favorito, pero tengo que controlarme delante de mis seguidores. Llega la fuente de chaufa vegetariano y la sorpresa es evidente en el grupo. ¿Tan bueno puede ser un chaufa sin carne? No hay ciencia, es el sabor que le da el paso por el wok antes que los condimentos. Vale la pena una reflexión, si uno está comiendo platos con carne/cerdo/pato, para que incluir más proteína en la dieta pidiendo un chaufa "especial con todas las carnes". 

Pato a la naranja. Gallina a la sal.
Es el turno de las aves. Primero el pato a la naranja donde la ejecución correcta se nota en la textura y sabor de la carne. La salsa de naranjita china despierta la emoción de los asistentes, está el sabor de la fruta pero no ese gusto empalagoso que deja cuando uno la consume sola. Sin embargo el momento cumbre de la cena llega cuando aparece la gallina a la sal. es la segunda ocasión que la pruebo y desde que ponen la bandeja en la mesa se siente el aroma de un plato que marca historia. Yo recomiendo a mis seguidores que se olviden de la urbanidad y cojan con la mano un trozo para no dejar que se desperdicien ni una sola brizna. Pasada la impresión todos asienten en que es un plato que nunca habían imaginado probar en un chifa. Tarea cumplida.

Termina la jornada con unos sahofan salteados con cerdo. En el Titi utilizan la pasta "seca" lo que permite que absorba los sabores del cerdo y el paso por wok. Pedir tallarín saltado hubiera sido muy obvio y prefiero ofrecer algo diferente.

No hay espacio para postre. La jornada nuevamente ha sido un éxito y los #viciolovers están más que felices. Y yo me alegro de ser parte de esta jornada de aprendizaje. Lo divertido es que de la emoción compartida ya están definiendo incluso donde será la reunión de fin de año. Y a mí no me queda más que asentir con alegría. Siemprer lo dije: el blog existe por y para sus seguidores.

Titi queda en Av. Javier Prado Este 1212, San Isidro.
Ticket promedio: S/.75.00 por persona.
Volvería: Siempre. Es uno de los tres favoritos en la historia del blog.

lunes, 18 de abril de 2016

Bla Coffee (Nace un cafetero)

Francisco Rivera, el coffee-maker
Mi primer recuerdo relacionado con el café es ver a mi padre abriendo un paquete de caracolillo molido para hacerse un expresso a su manera. Nunca pensé siquiera tomar una gota de esa bebida tan amarga. ¿Qué le vamos a hacer? Yo no era más que un niño renegón que se negaba a tomar otra bebida que no sea leche con Chocopresto, ergo no heredé nada de su cultura cafetera. Peor aún, la primera vez que bebí café fue en la universidad cuando necesitaba algo que me mantenga despierto para estudiar. Que no les extrañe que haya optado por una marca de café instantáneo. Eso sí, bien peruano. 

Desde hace ya algún tiempo han aparecido en Miraflores infinidad de cafeterías, cada una presumiento de tener un enfoque más orgánico o hipster que la anterior. Sea por escepeticismo o desidia aún no me había animado a visitar ninguna. Pero como la Providencia es generosa con el blog recibí una invitación para conocer la propuesta más nueva de la zona.

Americano. Latte.
Bla Coffee es creación de Francisco Rivera, ejecutivo que trabajó durante años en el sector retail. Su experiencia con el café le permitió aprender lo suficiente y descubrir que no teníamos nada que envidiarle al que ofrecen otros países, Colombia por ejemplo. Buscando su independencia y con el know-how adquirido era cuestión de tiempo desarrollar su proyecto. No quería una cafetería de mesitas sino una barra de café donde uno pueda degustar tranquilamente su bebida y, si se da la oportunidad, los baristas puedan explicar a los clientes el origen del café y sus maneras de prepararlo. Sí se fijan bien el logo de la taza hace referencia a un globito del diálogo y también al grano de café. Valga la observación, un enfoque alejado de esas cafeterías donde la gente va más por el wi-fi libre que por el producto en sí. 

¿Pero qué de especial tiene el café de Bla Coffee? Primero, utilizan un insumo de calidad exportación proveniente de la zona de Junín, donde el cultivo se hace por microlotes para asegurar un café de máxima calidad y características propias. La molienda se hace previa evaluación del grano y en máquina o manualmente de acuerdo a la preparación. El agua para prepararlo es purificada para eliminar el alto contenido de sal que se presenta en la zona y que, obviamente, afectaría el resultado final. El personal a cargo está compuesto de baristas capacitados en la preparación y presentación del café. 

Prensa francesa. Ice blapuccino.
Para comenzar ordeno el más simple de todos y al que me he aficionado: el americano. ¡Oh, sorpresa! Es la segunda vez en mis ocho años de blogger que me lo sirven con un vasito de agua helada. ¿Por qué será tan difícil prestar atención a los detalles? Como me gusta beber el café tal cual llega sin azúcar ni otro agregado que me impida disfrutar el verdadero sabor del grano. Luego me traen uno preparado con prensa francesa. En este caso la molienda es mas gruesa y el grado de tostado es más ligero. Se deja reposando cinco minutos con agua a 93° a manera de infusión. (Valga la pena la anotación, el expresso se prepara en 30 segundos) El resultado es un café con más textura, con tonos distintivos y más cargado. Para los más exigentes también ofrecen café pasado con técnicas de "pourover" y "Chemex" 

Vitrina de postes y snadwiches
Cuando me dicen que utilizan chocolate peruano entonces no dejo pasar la oportunidad de pedir un mocaccino. Espectacular contraste entre el amargo del chocolate y del café. Ya estoy más que satisfecho pero en Bla Coffee no está dispuestos a dejarme ir tan fácil. Sacan un arma secreta: El Ice blapuccino. Sí, yo que tanto me corría de los cafés helados pensando que eran para adolescentes terminé disfrutando hasta la última gota. 

¿Hay algo más? Sí, para los que deseen otro tipo de bebida caliente ofrecen cuatro variedades de té marca Chayikava. Ok, acepto una taza  de té rooibos con sabor a pastel de manzana. Yo que tanto añoraba el Twinings me doy cuenta que me he estado perdiendo de algo muy bueno. Ojo que también disponen de una máquina para exprimir naranjas y tomar jugo de naranja hecho al momento.

Cualquiera diría que teniendo un buen café la misión ya está cumplida pero en Bla Coffee saben que todo detalle cuenta. En su vitrina ofrecen postres de Les Gourmands, La Bodeguita Belga y María Almenara. Pura calidad. Digo, tomar un americano con un cubito de brownie bañado en chocolate belga es un sueño hecho realidad. Aunque si no son mucho de postres también ofrecen sándwiches hechos con panes artesanales. Está visto que se han tomado en serio el dicho "el diablo está en los detalles" porque no han dejado escapar ninguno.

Son las 9 de la noche. Salgo de Bla Coffee feliz y recargado de cafeína. Es más, me siento capaz de hacer una ruta cafetera por todo Miraflores en el acto. Ya tengo un marco de referencia para comparar y evaluar cuán buenos son otros locales preparando las mismas variedades. Llego a mi casa, tomo una buena ducha y me recuesto. Pasan los minutos y sigo con los ojos más abiertos que un tecolote. Nota mental: no volver a evaluar una cafetería de noche. Por más buena que haya estado la experiencia. 

Bla Coffee queda en Diez Canseco 440, Miraflores. 
Horario: Lunes a sábado de 7.30 a 22.00 
Teléfono: 949723459 
Costo promedio: Los cafés van de S/. 4.00 (expresso) a S/.11.00 (Blapuccino frío) 
Estacionamiento: No. Tienen que buscar una playa por la zona. 
Volvería: Sí. Quiero probar el café preparado con los otros métodos.

martes, 5 de abril de 2016

Muraglia (Desde Italia con amor)

Me pregunto cuántos restaurantes de comida italiana hay en Lima. Entre la vorágine de chifas, pollerías y cebicherías estimo que deben pelear los primeros lugares. Obvio que no incluyo a las franquicias americanas de pizza y tampoco a aquellas marcas que vendieron su alma al diablo en aras de multiplicarse por doquier.  Felizmente existes aquellos que son administrados por descendientes de italianos que traen las recetas clásicas y heredadas por generaciones.

Detalle del salón
Muraglia, nueva presencia en el mercado, ofrece una propuesta italiana breve pero con platos que lo alejan del restaurante italiano común en nuestro mercado. Digo, ¿acaso no se aburren de leer cartas donde se ofrecen las mismas salsas (pesto, alfredo, bolognesa, de nueces) cambiando el tipo de pasta? Yo sí y por eso no dudé en visitarlos. Llegar a la avenida Mendiburú ya es figurita repetida. Conozco la zona de memoria por mis incontables visitas a Ana Avellana. Llego al restaurante y me sorprende ver una fachada tan austera pero todo cambia cuando entro al salón. Un ambiente amplio con mesas para parejas y grupos. Para mayor alegría me dicen que en el segundo piso se ubica su taller. ¡Sí! ¡Elaboración artesanal!

Bruschetta al pomodoro
El mozo ofrece el pan de la casa en tres variedades: campesino, crocante de parmesano y tipo ciabatta. Es un aspecto que muchos restaurantes, probablemente por temas de costos, no le prestan la debida importancia. Vamos, ¿cuándo ha sido la última vez que no les sirvieron eso odiosos francesitos con mantequilla industrial? En este caso se nota la elaboración artesanal a leguas. Aceite de oliva y balsámico están a disposición del cliente si lo solicitan. Y sí, lo cobran pero el precio es tan bajo que justifica la experiencia.

Si el pan se hace en casa entonces las bruschettas deben ser un éxito. Empiezo con la de pomodoro: una tajada de pan campesino con tomate fresco y albahaca que no tendría nada de novedoso sino fuera por la inclusión del tomate confitado. La bruschetta de prosciutto no amerita mayor comentario, es idéntica sólo que cambian los brotes por una tajada de prosciutto. Mientras el pan funcione yo estaré más que satisfecho.

Ensalada Muraglia
Novedad del blogger, como nunca ordeno una ensalada para refrescar el paladar. Al menos la suculenta ensalada Muraglia promete ser una introducción inédita. Lean no más la lista de ingredientes: lechuga portobello, tomate confitado, arúgula, mozzarella, prosciutto y vinagreta al campari. Casi una comida completa. Pequeño detalle, los hongos mencionados en la descripción de la carta brillan por su ausencia y se lo hago notar al mozo. Con su mejor cara de "yo no fui" me dice que justo se han acabado los portobellos pero los puede cambiar por champiñones a la parrilla. No hay problema, le compro la idea pero me deja el mal sabor de boca que no me lo haya dicho antes. Me encanta la ensalada y aunque la mezcla de ingredientes puede verse exagerada juegan en pared con la vinagreta de campari que tiene un ligero toque amargo. Pido también un carpaccio de pulpo que viene en una presentación de lujo, con los finos cortes de pulpo formando en un espiral aderezados con aceite de oliva, parmesano y arúgula. Si el insumo es fresco la preparación del plato es mero trámite. No me pidan que evalúe el de lomo, es un sabor con el que vengo luchando años y hasta ahora no me acostumbro.

Pizza con prosciutto
Visto que saben como trabajar con masas no me iría sin evaluar sus pizzas. Hace algún tiempo que ya me acostumbre a la napolitana de masa gruesa (Spizza, te hablan) por eso me alegra encontrar una pizza de masa delgada donde el protagonismo no queda sólo en los ingredientes (prosciutto, mozzarella, tomates confitados y arúgula). Sí, la pondría en top 5 de pizzas favoritas en Lima. La focaccia pugliese, con queso parmesano y tomate confitado, es aún más delgada pero no llega a ese punto crocante de galleta que no permite comerla sin que termine hecha trozos. En ambos casos el tamaño es suficiente para pedirlas como entrada. 
Agnolotti con tuco

Sigo paseando por el resto de la carta y le toca a las pastas rellenas. Por un lado la simpleza de unos panzotti rellenos de pollo, espinaca y queso servidos sólo con mantequilla. Tal vez deberíamos aprender a disfrutar de pastas más simples como esta. A ver ¿cuándo fue la última vez que probaron una aglio/olio? Luego tengo que luchar con un trauma infantil. Cada vez que iba a un restaurante italiano escuchaba la voz de mi madre diciendo "nunca pidas pasta rellena de carne" Durante años la desidia de los restaurantes italianos sólo confirmaban mis temores. Claro, hasta que uno prueba los agnolotti frescos de Muraglia, donde el relleno es suave y uno puede identificar la carne. Valga la pena la comparación: es como probar los siu-mai hechos al momento del Titi y los congelados que sirven en otros chifas. El tuco acompaña pero no agobia y se nota la cocción prolija a fuego lento que le da esa textura.

Ossobuco con polenta
Tonno al orégano
Hasta el momento todo marcha sobre ruedas en Muraglia y ya debo evaluar los platos de fondo, las estrellas de la carta. No voy a correr riesgos, primero  un clásico de toda la vida: el Ossobuco con polenta (de la abuelita). Si la cocción ha sido lenta, pareja y durante varias horas el resultado se nota a la vista. No vendré con exageraciones diciendo que la carne se deprende sin necesidad de usar cuchillo, eso es un mito urbano. La consistencia de la salsa se contrapone con la polenta muy cremosa logrando una combinación perfecta. Las verduras ralladas no cumplen ningún papel en este plato más que una deslucida decoración. Prescindan de ellas.

Si la res funcionó entonces debemos evaluar otros cortes de carne. Primera vez que como atún en un restaurante italiano y por lo visto me estaba perdiendo de algo muy bueno. No llega en el punto medio que había solicitado (ya no sé de qué manera indicarlo, intuyo que los cocineros tienen miedo de servirlo como se debe por la mala costumbre del comensal peruano de pedir todo bien cocido) pero no afecta la experiencia. El acompañamiento de fettucini al orégano no desentona. A pesar que esta hierba tiene un aroma y sabor fuerte han sabido manejar la cantidad precisa. Finalmente llega el Anatra e risso selvaggio, una pechuga de pato en salsa de saúco. Una pechuga jugosa de piel muy crocante que va de la mano con la salsa de sauco. No le veo la gracia al risotto salvaje, es la receta común y corriente en la que se ha prescindido de la crema. Mejor así para que no sobresalga ante el pato.

Tiramisú
No hay reseña completa de un restaurante sin un vistazo a la parte más dulce de la carta. El tiramisú ya se gana un lugar entre mis favoritos del año por la presentación tan decorosa. Está preparado al estilo de semifreddo con una textura compacta sobre base de chocolate. Le toque lúdico se lo da los trocitos de gelatina de expresso. No se queda atrás el merengado porque equilibran el dulzor con sorbete de mandarina y tierra de cacao. Ya saben, chocolate y cítricos son un matrimonio para toda la vida. Mención aparte al relleno de este merengado, una crema muselina preparado con vainilla natural. Con eso ya me tienen más que convencido.

Muraglia me deja con muy buen sabor de boca por la correcta ejecución de sus platos. Los precios son manejables, obvio que si piden cortes de carne la cuenta subirá pero no exageradamente. En cuanto al servicio les recomiendo sentarse en las mesas pegadas a la entrada donde el mozo encargado es mucho más atento. Esperen sugerencias y recomendaciones de acuerdo a su gusto. Y si llevan un vino mejor porque es corcho libre.

Muraglia queda en Mendiburú 1025, Miraflores.
Horario: Almuerzos, lunes a domingo de 12.30 a 16.00. Cenas, martes a sábado de 19.00 a 23.00
Teléfono: 422-1711
Ticket promedio: S/.80.00 por persona.
Estacionamiento: Mediano con vigilancia. También cuenta con valet parking.
Volvería: De todas maneras.