martes, 27 de noviembre de 2018

De las cocinas del mundo: Viet

Hasta que algún día tenía que animarme a conocer Viet. Estando a menos de diez minutos de casa es imperdonable que haya dejado pasar tanto tiempo sin visitarlos, aunque ustedes entenderán que, con una carta tan vasta y siendo un terreno completamente ignoto, había que regresar más de una vez para escribir la reseña completa.

Salón principal. Detalle de la decoración.
Enrollado de verano. Enrollado primavera.
Avenida Aviación, el paraíso de los restaurantes orientales. Entre la vorágine de chifas de bajo costo solo hay que husmear detenidamente para encontrar propuestas bien trabajadas. Mejor si los acompaña un paisano pues él sabrá guiarlos adecuadamente por los vericuetos de la comida china tradicional.

Me hubiera gustado tener esa suerte cuando visité Viet. Si bien la carta es fácil de entender y el personal de salón muy atento tuve que recurrir al viejo y confiable método ensayo-error para elegir los platos que incluiría en esta reseña.

Empezamos con el  enrollado de verano (S/18.00), una entrada que no me es extraña, pues el papel de arroz es ingrediente común en varios restaurantes de Lima. Vienen rellenos de langostinos, jamón artesanal y vegetales se acompañan de salsa de maní. No es una entrada ligera, pídanla si tienen bastante apetito. El enrollado primavera (S/18.00) viene con la pasta frita, como la clásica entrada china, solo que aparte de verduras también lleva cerdo y langostinos. Lo más importante es la salsa Nuac Cham (limón, salsa de pescado, ajo y ají) para "dippear", pues bastará una probada para que se hagan adeptos a ella.

Alitas al ajo. Nachos Viet.
Crepe vietnamita. Sopa Pho Bo.
Las alitas al ajo (S/24.00) llegan jugosas y crocantes a la mesa, el marinado es ligero y destacan las especies aromáticas. La salsa de limón contribuye a "cortar" el sabor. Paso sin mucho esfuerzo de los nachos al estilo Viet (S/27.00). La mezcla de carne y mozzarella es bastante escasa y al final uno termina comiendo los chips con verduras y salsa de pescado o sriracha. El crepe Vietnamita (S/28.00) no resulta lo que esperaba. La tortilla de cerdo y langostinos llega jugosa por dentro y rellena de frijolito chino, pero me abruma ver la cantidad de verdura y al final no tengo la menor idea como servirme una porción. La visita no hubiera estado completa sin ordenar el pho bo (S/30.00), técnicamente una sopa de fideos de arroz con carne. Insisto en que es muy complicado emitir una opinión respecto a su autenticidad visto que no hay punto de comparación en Lima. Si bien no llega a impresionarme como un ramen, para el frío limeño que aún se niega a abandonarnos en las noches, cae muy bien. Un toque adicional de sriracha le dará más alegría al caldo.

Langostinos salteados. Arroz Viet.
Hamburguesa y Panceta. Pollo a la hierbaluisa.
Los langostinos salteados sobre vermicelli (S/36.00) se me antojan una repetición. Digo, no hay nada de malo en la cocción ni en la presentación, pero... ¿Otra vez verduras y salsa de pescado?  Paso del arroz Viet (S/28.00) más que nada por un gusto netamente personal. No tengo nada en contra del salteado ni de la presencia de la fruta, pero la textura mojada que le otorga la leche de coco nunca me ha convencido. En todo caso es un tema netamente de preferencias y para ustedes podría convertirse en su favorito. 

Siguen unas hamburguesas y cortes de panceta a la parrilla (S/40.00) las hamburguesas vienen recocidas, tema que no me preocupa porque al final está la salsa caliente para remojarla, pero en el caso de la panceta si es un detalle que deben mejorar. El corte está duro y correoso y es difícil terminarlo. Para acompañar nuevamente verduras orientales y fideos de arroz. Termina la jornada con un pollo a la hierbaluisa, (S/30.00) que, perdonarán la herejía, me recuerda al Pardos parrillero. Sí, es una pechuga de pollo con un aderezo ligero acompañado de arroz y ensalada. No hay ciencia, pero al final es lo que prometía la carta, así que a murmurar a otro lado, blogger reclamón.

No hubo espacio para postre, mejor dicho, justo no tenían el que se me había antojado: arroz con mango. Queda como mera anécdota aunque hubiera sido muy interesante compararlo con el que sirven en Ají555.

Me retiro de Viet satisfecho y con buen sabor de boca. La experiencia es interesante y como blogger siempre es importante descubrir nuevos sabores. El ambiente es amplio y cómodo, la atención a la mesa es muy correcta con el personal dispuesto a absolver consultas. Algo que llama mi atención es que en varios platos la estructura es idéntica (fideos-verdura-salsa) y solo varía la proteína, pero tendría que viajar hasta el país original para saber qué más podrían ofrecer. Además, con varios años de presencia en el mercado intuyo que han hecho los ajustes pertinentes para dejar en carta los favoritos de los comensales. En resumen, Viet es una aventura llena de sabores diferentes y si bien no garantizo una epifanía gastronómica, al menos se divertirán probando una carta donde todo resulta nuevo.

Viet queda en Aviación 2590, San Borja
Horario: Martes a sábado: 12:30- 23:00. Domingo: 12:30 - 16:30
Precios: Entradas S/8.00 - S/30.00, Fondos S/28.00 - S/44.00
Teléfono: 225 1884
Volvería: Sí, échenle la culpa a la sriracha.
Estacionamiento: En plena calle con vigilancia.

martes, 13 de noviembre de 2018

De las segundas oportunidades: Country Club Lima Hotel

Fachada del hotel
Hace varios años visité el Country Club Lima Hotel para celebrar una ocasión especial en su desayuno buffet. Sin embargo, la retahíla de errores que encontré en cuestiones de calidad y servicio a la mesa me dejaron sin ganas de volver nunca. Quizá mi incomodidad no fue tanta por la magnitud de las falencias halladas, sino por la falta de interés ante la queja que presenté, algo impensable en un hotel cinco estrellas donde el cliente es la razón de ser.

Hace algunas semanas cuando publiqué un ránking de desayunos buffet en el Facebook del blog, varios seguidores insistieron en que el hotel había cambiado completamente, que había una nueva administración y que nada perdía dándole una segunda oportunidad. ¿O sí?

El buffet en pleno.
Domingo en la mañana. Llego muy temprano al Country Club Lima Hotel esperanzado en poder encontrar mesa sin haber hecho una reserva previa. No exagero, con esto de las fiestas de fin de año hallar espacio libre en los desayunos y tea-times es poco menos que imposible si no han hecho el pago previo. ¡Y créanme que hasta se agotan los cupos! Felizmente la Providencia estuvo de mi lado porque el maitre me saluda cortésmente y me conduce sin problema a una mesa libre.

No hay mejor forma de encarar un buffet que hacer un reconocimiento previo, aunque a la hora del desayuno no es una tarea complicada. Ciencia no habrá, quizá es de esperar una presentación cuidadosa de todas las estaciones, calidad de los insumos y una variedad de opciones para todos los gustos.

Empiezo mi recorrido por la estacipón de fruta fresca. Tener toda la fruta lista y procesada para armar la mejor ensalada de saludable es la mejor manera de empezar el día. Una buena cucharada de cereales y miel es el topping que necesito. En la sección de fiambres tienen lo justo para armar una buena tabla de quesos y jamones como abreboca. Ataco la sección de panecillos dulces con una buena taza de chocolate caliente. Debo reconocer que ofrecen una buena variedad y se nota 

En cuanto a los panes salados son el mejor acompañamiento a las frituras. Nada más rico que coger un trozo de pan francés y remojar en los huevos revueltos salpimentados al gusto. También hay tocino frito para los que buscan un desayuno alto en calorías y para los nacionalistas el infaltable tamal con chicharrón de cerdo. A ustedes les dejo de tarea el lomo saltado, dícese la especialidad de la casa, aunque yo personalmente nunca me he sentido muy convencido de probar este guiso a la hora del desayuno. Cuestión de gustos.

Detalle de la vajilla
Me retiro del Country Club Lima Hotel medianamente satisfecho. Si bien la propuesta no sale de lo clásico, ni trae algo diferenciado, considero que el ambiente elegante y la calidad del servicio van de acuerdo a lo que se puede esperar de un hotel cinco estrellas. La atención a la mesa fue sobresaliente, con los mozos muy corteses, atentos a recoger el menaje usado y a cualquier pedido adicional que tuvieran los clientes. Sin embargo, a diferencia de otras propuestas no me ofrecieron platos preparados al momento y eso le quita algunos puntos en mis preferencias personales. Igual queda como una recomendación en caso quieran celebrar un domingo en familia, sobre todo cuando cambie el clima para disfrutar de la esplendorosa terraza. De mi parte fue suficiente una visita para borrar el sabor amargo de aquella lejana experiencia, aunque no para incluirlo en mi Top 5 de favoritos. 

Country Club Lima Hotel queda en Los Eucaliptos 590, San Isidro.
Horario: Lunes a domingo de 6:30 a 11:30
Teléfono: 611-9000
Costo: S/72.00 por persona.
Volvería: Puede que sí y puede que no. En cuestiones de desayunos de hotel ya tengo mi favorito.
Estacionamiento: En plena calle.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Pan Sal Aire (De los desayunos y algo más)

Fachada del restaurante
Barranco. ¿Será acaso el distrito que menos he visitado en el año? Puede que sí y puede que no, aunque este año varios restaurantes de la zona han sido evaluados con satisfactorios resultados. 

Me acuerdo que hace algunos meses circulaba en redes una fotos de unas tostadas con tuétano que servían en Pan Sal Aire y que, para variar, causaron furor en las redes ansiosa novedades. Pequeño detalle, por un lado yo no pertenezco a ese grupo y por otro el tuétano nucna ha sido un ingrediente que llame mi atención, así que nunca me animé a visitar este local.

Sábado en la mañana. La tranquilidad que se respira en las calles barranquinas es una antítesis al bullicio nocturno que se respira durante toda la seman. Diría que estoy en otro distrito de no ser porque al momento de estacionarme aparece por arte de magia uno de esos cuidadores informales saludándome con un impostado "buenos días jefe", gesto suficiente para asegurarse una propina y mi tranquilidad. Mi celular timbra. Mi amiga Violeta (a) The Chinese Foodie quiere saber si ya llegué. "Estoy cuadrando" es mi lacónica respuesta. La puntualidad es mi elemento.

Sandwich de roastbeef. Sándwich mixto.
Tostadas francesas. Sándwich BLT
La carta matutina de Pan Sal Aire es breve y sencilla de entender. Yo tengo claro mi objetivo, sabedor de su enfoque artesanal, de todas maneras tengo que evaluar sus panes y si puedo dar un vistazo a las otras opciones. Empiezo con un sándwich de roast beef (S/20.00) en pan artesanal. La carne es suave sabor intenso, con los pickles y la mostaza son hechas en casa como un equilibrado acompañamiento. El sándwich mixto no trae sorpresas más que buenos insumos y el punto correcto para dejar el queso chicloso, lo cual en otras cafeterías a veces es mucho pedir. En el sándwich BLT (S/18.00) la presentación del tocino artesanal no ayuda, el pan termina desarmándose y al final uno siente que estuviera comiendo pura lechuga. Punto aparte para las tostadas francesas (S/18.00), uno de los mejores platos que voy comiendo en lo que va del año. Pan artesanal remojado en una mezcla de leche, huevos y canela y luego frito al punto exacto, para coronar con fresas, arándanos y mermelada de frutos rojos. Queda como tarea volver por el gravlax y el harto recomendado shakshuka.

Detalle de la mesa. Bresaola
Pizza de chorizo. Mezzi paccheri alla arrabiata
Sábado en la noche. Estoy de vuelta en Pan Sal Aire para evaluar sus platos de fondo. Hay opciones sencillas con predominancia de pizzas y pastas. La bresaola (S/32.00) es pura calidad del insumo y correcta presentación. Ciencia no hay, pero sí un plato que me deja buen sabor de boca. Prescindo del pan tostado para comerla tal cual disfrutando el contrapunto de la carne curada con el parmesano, la arúgula y un toque de aceite de oliva.  Para los fondos elijo una pizza de chorizo casero (S/30.00). Preparada prolijamente al estilo napolitano, la relación entre topping y corteza se me antojó un tanto desproporcionada. No espera una Carnívora de franquicia, pero tampoco algo así. Los mezzi paccheri alla arrabiata (S/28.00) fallan en lo más obvio. Soy un aficionado a salsas vegetarianas y puedo olvidarme sin problema de la proteína. Sin embargo, cuando la la pasta no llega al dente sino cruda, entonces todo está perdido. Error bobo y difícil de corregir. Una gran pena porque esta salsa resultó bastante equilibrada en sabor y picante.

Esta visita me deja sentimientos encontrados. Hay un buen producto acá y siento que no he visto lo suficiente para dar una opinión final. Los errores que se presentaron son más de forma que de fondo aunque por el precio uno solo puede esperar un producto óptimo. Volveré para seguir investigando.

Pan Sal Aire queda en Grau 320, Barranco
Horario: Lunes 8:00 a 15:00. Martes a sábado de 8:00 a 23:00. Domingos de 9:00 a 15:00

Estacionamiento: En plena calle con vigilancia informal. También hay una playa cerca.
Volvería: Sí, tres visitas no han sido suficientes.

domingo, 4 de noviembre de 2018

De mis restaurantes favoritos: Matria

Hace ya cinco años que estuve por primera vez en Matría cuando participé en una inolvidable cena maridaje (¡Gracias Marisol!). Hace dos años que por alguna inefable razón no le dedico una reseña. Hace un día que lo visité y no dejaré pasar un minuto más sin volver a hablar de este restaurante.

Sábado, fin de semana largo, el tráfico está muy ligero y el sol no termina de asomarse para alegrar la hora de almuerzo. Tengo en el carro una botella de prosecco Zonin que he estado reservando para una ocasión especial, léase encontrarme con un par de buenas amigas que también creen en el vicio de comer. ¿Cómo no invitarlas a que conozcan uno de mis restaurantes favoritos? Eso sí, siempre y cuando lleguen a la hora puntual.

Matria es el feudo de Arlette Eulert, chef con amplia experiencia en importantes restaurantes tanto del Perú como el extranjero y que además ganó este año el premio a la mejor chef femenina según el ránking Summum. Su restaurante se distingue por ofrecer una cocina contemporánea con guiños a los sabores asiáticos y por el cambio de carta en cada temporada con el fin de usar los mejores insumos de estación. 

Conchas en mantequilla cítrica.
Tosa-mi de atún. Mollejas a la brasa.
Comienza nuestra jornada con las conchas de abanico en mantequilla cítirca de Yuzu (S/9.00), una entrada que resume la esencia del restaurante. Cojan una cucharada y sírvanse la concha sin desperdiciar una sola gota de esa mantequilla de toques cítricos que acompañan, pero no interfieren con el sabor del molusco. La versión  "Indo-China" (S/9.00 c/u) lleva mantequilla de curry amarillo y quinua pop que le aporta un divertido toque crocante. Seguimos con un Tosa-mi de atún (S/40.00) sobre una cama de palta fuerte, kiuri y topping de chalaca de jalapeño. El tosa-mi es un plato japonés con trozos grandes de atún rápidamente sellados en sartén para luego cortarlos en láminas delgadas. En boca es una delicia porque explota ante la diversidad de sabores y texturas que lleva. En el estiradito de lenguado palteado (S/45.00) los precisos cortes de pescado blanco se acompañan de un aliño muy ligero donde la untuosidad de la palta hace todo el trabajo. Un toque de quinua pop (¿Otra vez?) y tobiko redondean la experiencia. Terminamos con las mollejas a la brasa (S/33.00), una entrada que no termina de convencerme por la textura del insumo principal. Lástima porque ese estupendo puré hecho con dos tipos de manzanas merecía lucirse.

Pulpo 1/2 porción. Bourguignon.
Picante de conchas y tagliolini alle vongole (1/2 porción)
Los mejores restaurantes son aquellos que nunca dejan de sorprenderme y aquí lo hicieron en gran estilo con el risotto de hongos frescos (S/43.00). El arroz se cocina en una infusión de hongos variados (ostra, shiitake, champiñones) y coge todo ese sabor que me deja con la sensación de convertirme en vegetariano en el corto plazo. "Puro umami" como dice la chef. El picante criollo de conchas de abanico (S/56.00) es sabor y calidad del insumo. Consejo, pídanlo en porción completa y no lo compartan. Sumergir una cucharada de arroz blanco en ese salsa cremosa es lo más parecido a tocar el cielo. Los tagliolini alle vongole (S/40.00), son un reto a mi eterno favorito de Trattoria dei Prati, aunque esta versión es más trabajada por la presencia del ajo confitado, y los ajíes peruanos. El sabor de los vongole es más concentrado se combina adecuadamente con esa pasta al dente. En el pulpo de Ilo (S/50.00) si la cocción del molusco es óptima ya hicieron la mitad de la tarea. La otra mitad es sorprender al cliente con esa salsa de frejolitos y pallares, sabores precisos que no desentonan. La última palabra se la dedico a la bourguignon de ternera (S/68.00). Plato clásico de la gastronomía francesa que no es sencillo de encontrar en Lima. Aquí usan carrillera, corte muy suave que luego de una larga y lenta cocción alcanzan una suave textura que permite prescindir del cuchillo. De acompañamiento un puré muy ligero de papa Huamantanga, tomates de cherry frescos y zananorias confitadas. Altamente recomendable.

Tarta trufada de cacao peruano
Termina la incursión gastronómica con dos excelentes postres. Primero un alfajor (S/23.00), cinco capas de galletas crocante con un generoso relleno de manjar casero. Probablemente alguien me diga que es un postre fácil de encontrar, mas yo preguntaría cuantos lugares se animan a usar algo diferente al manjar industrial. No creo que puedan encontrar más de cinco opciones. La tarta trufada de cacao peruano (S/28.00) me obliga a romper ciertos paradigmas. Este postre es el ariete de todos los veganos que odian la harina y nunca ha terminado de convencerme porque suele empalagarme al primer bocado. En Matria le han dado una vuelta de tuerca usando cacao amazónico al 72% en dos texturas (tarta y ganache). El amargo está muy equilibrado y si bien yo pediría un café americano (o un pisco acholado dependiendo si estoy manejando) el curd de maracuyá es el acompañamiento perfecto para cerrar el día.

Me retiro de Matria con ganas de regresar antes de que termine el año. Sí, la experiencia superó mis expectativas y me alegra encontrar nuevas opciones en al carta que se convertirán pronto en mis favoritos.  El ambiente siempre es cómodo e invita a un almuerzo de largo tiempo con sobremesa incluida. El servicio pasa sin altibajos, el personal hace lo justo y necesario para asegurarse que el cliente quede satisfecho, lo que ya es un logro en la mayoría de restaurantes peruanos. Yo considero que Matria hace mucho que ya se ganó un puesto entre mis restaurantes favoritos.

Matria queda en Mendiburú 823, Miraflores.
Horario: Lunes a viernes 12:30 a 16:00. 19:30 a 23:00. Domingo 12:30 a 17:00
Teléfono: 422-2784
Precios: Entradas (S/28.00 - 45.00) Fondos (S/40.00- 68.00) Postres (S/18.00 - 28.00)
Estacionamiento: En plena calle sin vigilancia.
Volvería: Sin dudarlo.

jueves, 1 de noviembre de 2018

Osaka (De la perfección y otros demonios)

Premiado en la lista Summum 2018 con el primer puesto al mejor servicio, segundo puesto en la categoría nikkei y cuarto puesto en el ránking general, Osaka merecía tener ya una reseña actualizada en el blog. Le debo las gracias a María Claudia (The Foodie Eye) por las coordinaciones previas para este encuentro.

Sábado, hora de almuerzo. Me encuentro con mis puntualísimas amigas foodies en el lobby de Osaka y, antes de bajar al restaurante, los tres empezamos a discurrir rápido. Sabedores de la penumbra que domina el salón principal elegimos la terraza para nuestra incursión gastronómica. No es ningún secreto a voces que la luz natural y la fotografía son estupendas amigas.

Cuando salimos a la terraza noto un pequeño detalle, los asientos son bajos y la disposición invita más a tomar un cóctel acompañado de un piqueo. Como nunca, encojo mis hombros, me olvido de las gollerías y dejo que las foodies armen el pedido. Digamos que en un restaurante de tales credenciales sería bastante difícil marrar en la orden, aunque mi única exigencia es que haya nigiris en la mesa. 

Otoshi del día. Nikku foie.
Evil Ebi, Hotate truffle
El mozo se aparece con el otoshi del día, un detalle que siempre me sorprende en los restaurantes japoneses. Los abreboca se convierten en pequeñas obras de arte y son un anticipo de lo que vendrá durante el resto de la jornada.

Empieza nuestra incursión con el nigiri de  Niku Foie (S/26.00 por dos unidades). La combinación no me es extraña. Ya antes en La Locanda del Swissôtel me han servido foie gras acompañado de frutas. Sin embargo, hay que manejar una precisión quirúrgica en la cocción del wagyu para que los jugos de la carne no afecten la textura del shari. Sigue un Evil Ebi (S/20.00), nigiri de langostino acompañado de una ligera salsa BBQ y una chalaquita que aporta frescura. Terminamos con el Hotate Truffle (S/24.00) donde la simpleza manda. Las conchas de abanico sopleteadas en mantequilla de trufa blanca son todo lo que necesito para ser feliz.

Nori furai. Maki tuna tartar.
Inca gyoza. Lettuce wraps.
Osaka tiene una excelente variedad de platos que merecen investigarse, pero teníamos que sacarnos la duda con los makis y por eso ordenamos dos tablas.  El Nori Furai (S/36.00) me recuerda a mis primeras incursiones con los makis en un local cuyo nombre ya olvidé. Lleva langostino y queso crema con topping de salmón y vienen envueltos en nori crocante. La combinación funciona y permite disfrutar los sabores frescos de los insumos. El maki tuna tartar (S/26.00) se me antoja muy clásico (atún, palta y negi) hasta que pruebo esa mayonesa ligeramente picante que lo baña. Hay precisión en el armado y el sabor que tiene el shari lo hacen una opción muy recomendable. Quisiera usar mi frase de siempre afirmando que no hay mayor ciencia con las Inca Gyoza (S/48.00), pero aquí hay técnica precisa en el sellado y el sabroso relleno es de pato confitado. Celebro que hayan cambiado el shoyu por una ligera crema de ají amarillo que no desentona.

Pato mochero
Los lettuce wraps (S/57.00) me recuerdan a los tacos chinos que comía en casa de una amiga oriental. El picadillo de pato, hongos y verduras chinas es tan sabroso como jugoso y por eso los reto a que armen el taquito sin desparramar un solo fan-si en la mesa. Es la segunda vez que lo como y, si bien prescindí de estos fideitos de marras, tuve que hacerme el desentendido cuando el mozo vino para limpiar el desastre en el que se había convertido la mesa. (¡Yo no fui!)

Sigue un shiromi a la brasa (S/49.00) que según me contaron es todo un best-seller. Son trozos de pescado blanco marinados en shoyu servidos con una salsa de ajo crocante, almendras y ajíes peruanos. El pescado sobrevive al punto de cocción y a la ambiciosa combinación de ingredientes. Esperaba más del pato mochero (S/64.00), una pierna de pato crocante servida con arroz al wok con cecina y shiitake. Sin embargo, esta vez fallaron en la cocción del ave, la carne del pato resultó dura y correosa. Ni siquiera vertiendo la miel de tumbo pude terminarlo. Cuestión de mala suerte, espero.

Dessert platter. Chocolate crocante
Suspiro nikkei. 
Con todo lo que habíamos ordenado ya no quedaba la más mínima duda respecto a la calidad de este restaurante, pero el tiro de gracia vendría con el dessert platter (S/64.00), una sobebria degustación de cinco postres. Suspiro nikkei, variante del postre tradicional donde el manjar de chocolate se acompaña de helado de hierbaluisa y merengue en texturas. Yuzu cheesecake, postre muy veraniego con crema helada de cítricos, granita de camu camu y cereales andinos. Kari kari sour, crocante de aguaymanto y piña con helado de yogurt. Chocolate crocante, el clásico fondant de chocolate bitter. Para termin un pequeño, pero efectivo mochi de lúcuma. Es difícil elegir un postre favorito, pero más difícil aún es aceptar que si van en grupo deben compartirlos. Pequen de egoísmo y pidan este plato sí y solo sí van en pareja. Les aseguro que se quedarán cortos. Por tal razón ordenamos adicionalmente un chocolate crocante (S/30.00) y un miso toffee crumble (S/29.00). Gula entre cuatro que le dicen.

Miso toffee crumble
Me voy de Osaka con muy buen sabor de boca. Exceptuando el error con el pato mochero, la experiencia fue satisfactoria y estuvo a la altura de las expectativas. La carta es una travesía por los sabores de la comida nikkei, con fusiones adecuadas y platos muy bien estructurados. Si bien, le tengo recelo a las cartas muy amplias en este caso, funcionan para dejar con las ganas de volver pronto y seguir investigándola. Es muy importante destacar el servicio a la mesa, factor que siempre es el punto es el punto débil de todos los restaurantes de marca. en este caso, aún cuando el restaurante estuvo a su máxima capacidad, el mozo siempre fue muy atento, estuvo atento a las necesidades de la mesa y no hubo demoras en la salida de los platos. Los precios de carta son elevados, pero están justificados por la calidad de la propuesta y las credenciales que ostenta el restaurante.

Osaka queda en Pardo y Aliaga 660, San Isidro.
Horario: Lunes a sábado de 12:30 a 16:00 y de 19:00 a 24:00. Domingos 12:30 a 17:00
Teléfono: 222-0405
Precios: Sushis, ceviches y tiraditos (S/22.00-S/48.00) Entradas (S/36.00-S/57.00) 
Fondos (S/40.00-S/64.00)
Estacionamiento: Valet parking o en el sótano del edificio.
Volvería: Sí. De vez en cuando hay que darse sus buenos gustos.