viernes, 24 de diciembre de 2010

Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo para todos (Actualizado)

Estas semanas han sido de locos. Para un contador el fin de año es una carrera contra el tiempo y el día de cierre equivale a cuando llega la cuenta en un restaurante, no hay escapatoria. Pero ya pasó lo difícil y ahora es el momento para descansar y planear las celebraciones de Navidad y Año Nuevo. Y también para cerrar la temporada del blog.

Este ha sido un año de locos. Comencé con un proyecto académico de varios meses cuyo resultado recien conoceré en un par de meses. Luego asumí un nuevo reto laboral en una empresa que cada día me sorprende más por la calidad profesional y personal de mis compañeros de trabajo. Y con todo eso también estaba la preocupación de continuar escribiendo en el blog. Hasta ahora no entiendo como logré aumentar el ritmo de publicación sin sacrificar la calidad de lo escrito. Me queda muy claro que escribir para ustedes, mis estimados lectores, comentaristas y seguidores ya no es un hobby, es una responsabilidad. Y tengan por seguro que estoy trabajando para que este blog mejore cada día más.

Este no será un día de locos, claro sí es que ya tienen todos sus regalos comprados y la cena de navidad organizada. Felizmente en mi casa ya todo está planificado al milímetro y sólo faltan algunos detalles así que la tranquilidad está asegurada. En contra de la costumbre la cena no incluirá pavo sino enrollado de cerdo, además el chocolate con panetón se consumirá mañana en el desayuno. Me despido por lo que resta del año deseándoles una Feliz Navidad, que sus hogares se llenen de paz y que el próximo año venga lleno de éxitos y mucha prosperidad. Por mi parte ha sido un año excelente a todo nivel y eso significa que el 2011 será aún mejor.

Actualización 25.12.10
El desayuno de hoy estaba planificado al milímetro como todos los años: panetón D'onofrio y chocolate de taza La Continental. Del panetón D'onofrio no hay mucho que agregar, ya hace mucho que dominan el mercado y está garantizada su buena calidad. Respecto al chocolate La Continental ya le he dedicado un post pero lamentablemente desconozco si es posible conseguirlo en Lima. Pero este año hubo un ligero cambio. Cortesía de Ll., una amiga muy generosa y con un corazón inmenso, llega a mi mesa un Panettone Classico Chiostro di Saronno, un verdadero panetón italiano.

Este panetón fue una verdadera epifanía que significó un cambio en mis paradigmas navideños. Primero, no es empalagoso. A diferencia de otros panetones que con una sola porción dejan una sensación de "no más", este es bajo de azúcar y provoca seguir comiéndolo. Segundo, su textura es suave como algodón, remojarlo en el chocolate sería una herejía o una bendición, depende como quieran verlo. Tercero, no contiene las infames frutas confitadas sino cáscara de naranja y limón azucaradas, que no camuflan el sabor del panetón, más bien lo realzan. Que puedo decir, para una celebración tan importante como la Navidad este panetón se ha ganado un lugar de honor en mi mesa de desayuno. Gracias Ll. te debo una (una docena).

Actualización 01.01.11

Ya hace algunos años que se ha instituido en mi casa la costumbre del desayuno de Navidad y el de Año Nuevo: chocolate del Cuzco y panetón. Muy aparte del tema gastronómico considero que estas fechas representan oportunidades perfectas para hacer buenos propósitos y agradecer todo lo bueno que nos da la vida. Este año, antojado por el panetón italiano que me regaló Ll. en Navidad, fui por el local de Il Pastificio en busca de uno igual para Año Nuevo. Fue demasiado optimismo de mi parte porque, como debí haberlo supuesto, ya estaban agotados. Sin embargo llamó mi atención una bolsa roja con un lazo dorado: Pannetone Virginia. ¡El desayuno estaba salvado!

A diferencia de los panetones que estamos acostumbrado a devorar cada Navidad este viene preparado con la receta tradicional porque es "bajo". De sabor no tiene nada que envidiarle al Chiostro di Saronno, de textura menos. Es un panetón con una textura muy suave, bajo de azúcar y lo mejor de todo, no cae pesado. Esto puede ser un defecto porque tranquilamente pueden acabarse uno entero. Algo curioso, según el empaque debe consumirse con vino de postre o café, IIusos italianos no saben lo que se pierden.

Les recomiendo que el próximo año no dejen pasar la oportunidad de probar estos panetones. No son baratos, si bien puede parece un lujo consumirlos, para celebrar una ocasión tan especial como la Navidad o el Año Nuevo a veces creo que amerita hacer un gasto extra.

El Panetonne Classico y el Panettone Virginia se consigue en Il Pastificio
Av. San Borja Norte 398, San Borja.
Teléfono 475-1057

domingo, 19 de diciembre de 2010

La Folie (Intro)

Tenía la intención de finalizar la temporada 2010 del blog reseñando un sitio que ha superado mis expectativas. Sin embargo estos han sido unos días de locos (para un contador pueden serlo aún más)  y el post de hoy será una breve reseña de lo que disfruté hoy en La Folie. El almuerzo Joyeux Nöel (Feliz Navidad) empezó con una ensalada navideña: mix de hojas verdes, manzana verde, praliné de pecanas, apio y germinado con vinagreta de miel y Dijón. Enemigo acérrimo de las ensaladas este es uno de los pocos lugares que ha logrado despertar en mí el gen vegetariano. La frescura de los ingredientes que usan es insuperable y la combinación de sabores es mejor aún. Punto a favor para su deliciosa vinagreta, la preparan como en ningún otro sitio.

El plato de fondo fue una porción de pavo horneado, acompañado de puré de papas rústico al romero y camote glaceado. Sin quitarle méritos a los demás ingredientes el pavo se lleva la medalla de oro. Quisiera saber el secreto para conseguir un sabor tan delicioso y una textura tan jugosa del pavo. El puré de papas rústico fue toda una revolución. No hay muchos restaurantes donde puedan degustar un puré preparado de sta manera, que permite sentir la textura de la papa mezclado con un delicioso toque romero. El camote glaseado hizo que me adelante seis días y le dijera Feliz Navidad a mi apetito. Queda muchísimo por contar acerca de La Folie y de su filosofía pero no quería esperar hasta el 2011 para hacerlo. Por el momento sólo puedo decirles que en estas épocas de fiesta, La Folie es el sitio ideal para que el paladar comience a celebrar.

La Folie queda en Av. Primavera 1070, Surco.
Teléfono 372-1502

domingo, 12 de diciembre de 2010

Mesa 18 (Los postres del cielo)

Este restaurante ya cerró sus puertas. En su lugar está ahora Tragaluz que, para mi gusto, no le llega ni a los talones a la propuesta de Mesa 18.

Luego de tan impresionante introducción había que dar paso a los platos principales. En primer lugar la degustación de carnes: Lomo fino brasileño, entraña americana y anticucho clásico peruano. Alguien alguna vez comentó que no soy un experto en carnes y no podría contradecirlo. Sólo puedo agregar que estoy recibiendo clases intensivas y ya puedo afirmar con base que estos cortes estuvieron deliciosos, cocidos a mi punto favorito, tres cuartos, estado en el que conservan sus jugos y se puede disfrutar del sabor de la carne en toda su extensión. No pierdan de vista los acompañamientos, se los dejo de tarea para que se sorprendan cuando los prueben.

Después me sirvieron unos canelones de cola de buey con aroma de trufa. Es un plato muy conocido en varios restaurantes italianos, pero el que sirven aquí tiene una pequeña diferencia, los canelones no sólo están rellenos de cola de buey, también son preparados con ese ingrediente, de ahí su color pardo. El relleno de cola de buey tenía un sabor moderado pero nada se compara a la suave textura de la carne, típíca de las cocciones a largo tiempo. Los espárragos con su sabor neutro eran el acompañamiento ideal. Después de comer todo eso, ¿podía pedir algo más? ¡Claro! No iba a dejar pasar la oportunidad de probar sus postres. 

Primero me sirvieron el mil hojas de mousse de chocolate y avellanas, mango y helado de queso crema. Siendo un fanático del chocolate este postre fue un verdadero deleite para mi paladar. No existe placer más grande que romper con la cucharita la tableta y escuchar el sonido seco del verdadero chocolate al partirse. En cuanto al mousse las palabras sobran para describir lo bueno que estuvo. Ojo, con los coulis de rocoto rojo y amarillo, no se asusten porque no tenía nada de picante, sólo le daba un toque especial de color y sabor al plato. Después probé la sopa de chocolate blanco, pistachio y mousse de lúcuma. Es un postre que tranquilmente definiría como adictivo. La textura y el sabor de la sopa fría de chocolate blanco estuvieron buenísimas, al punto que no paré de dar cucharadas hasta terminarla. Lo siento por la lúcuma porque al principio no le presté mucha atención pero el chocolate blanco es una de mis debilidades. No quiero sonar mezquino pero este postre es una de las razones por las que volveré al Mesa 18. Me intriga la opción de maridaje de postres con su selección de tés en hebras.
 
En resumen, el almuerzo degustación en Mesa 18 fue una experiencia inigualable. Los precios son elevados, pero tengan en cuenta que disfrutarán de un ambiente exquisito, un servicio excelente y una propuesta gastronómica que los dejará atónitos. Al menos eso es lo que yo he sentido cuando escribí este post: las palabras no le hacen justicia a todo lo que comí. Si buscan un restaurante para una celebración por todo lo alto o para pasar un momento inolvidable con una persona especial este es el lugar ideal. ¡Ah! Y antes que me olvide el origen del nombre está en que el 18 es el código postal de Miraflores y 18 son las mesas con las que cuenta este restaurante. Para mí, Mesa 18 se merece un 20.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Mesa 18 (¿18? ¡20!)

Este restaurante ya cerró sus puertas. En su lugar está ahora Tragaluz que, para mi gusto, no le llega ni a los talones a la propuesta de Mesa 18.

Canastilla de panes
Antes de ser un aficionado al buen comer me considero un fanático del servicio perfecto. El mejor almuerzo puede echarse a perder por culpa de un mozo descortés o un ambiente incómodo. Por eso tengo en un lugar especial a los restaurantes de hotel, donde el cliente es atendido como si fuera el único presente en todo el establecimiento y hacen todo lo posible, y hasta lo imposible, para que te lleves la mejor de las impresiones. Luego de un cumplidor desayuno en The Observatory, Karen Carrillo, Jefe de alimentos y bebidas del Miraflores Park Hotel, tuvo la cortesía de invitarme a conocer su restaurante principal, Mesa 18. Aunque muchos me critiquen el uso constante de superlativos en este blog, creo que si tuviera que escoger el mejor momento gastronómico del año, no dudaría en poner a este restaurante en primer lugar, un milímetro por encima de La Locanda. Este post será un intento de transmitir lo que me dejó la visita a este resturante, aunque probablemente me quede corto. Cuando un restaurante logra ir más allá de la experiencia gastronómica es difícil transmitirlo en palabras. 

Ya hace buen tiempo que los restaurantes gourmet han puesto la mira en los panes. Años atrás ningún retaurante pasaba de los francesitos con mantequilla. Ahora sobran las variedades de panes especiales acompañados de mantequilla de hierbas y diferentes salsas. Confieso que trato, sin éxito, de no prestarles mucha atención porque son tan buenos que termino devorando toda la canastita. Mesa 18 no fue la excepción. Me sorprendieron con un pan crocante de quinua servido con una salsita de berenjena. Luego me convencieron de probar su pan de aceituna con mantequilla de hierbas. Finalmente me liquidaron con un pan de pecanas. Consejo: Cománlos lentamente porque son tan buenos que terminarán pidiendo una canastilla adicional. 

Langostinos crocantes. Spring rolls de cordero
Para comenzar el almuerzo me sirvieron unos langostinos crocantes con salsa de maracuyá. Sólo por la presentación ya podría tranquilamente hablar de un plato que no tiene competencia. En cuanto al sabor lograron un matrimonio perfecto con el punto de cocción exacto y el ácido moderado del maracuyá. El crocante de cereales fue el toque especial. Luego me trajeron unos spring rolls de cordero con salsa de miso. Siempre he visto a los springs rolls de lejos porque en los chifas (disculpen la comparación exagerada) lo que sirven es una esponja de grasa. Aquí me trajeron unos bocadillos muy crocantes, rellenos de la carne de cordero más suave que se puede comer en este mundo.

Sopa de parmesano
Luego me sirvieron la especialidad de la casa, sopa de parmesano con conchas grilladas y aceite de rocoto. Las características de este plato me podrían remitir a lo que llaman gastronomia molecular porque es una reinvención de las conchitas a la parmesana. La costra de queso parmesano se convierte en una sopa y las conchitas en lugar hornearse pasan por la parrila. No se asusten con el aceite de rocoto, tiene un sabor tan tenue que no afecta el equilibrio del plato. Considero que es una opción muy interesante para aquellos que disfrutan de la comida gourmet.

Me sentía satisfecho con todo lo que había consumido pero Alex Blanch, Jefe del restaurante, aún tenía reservadas un par de sorpresas. Pero eso lo contaré en la segunda parte de esta reseña. Un lugar tan bueno se merece más de un post.



martes, 30 de noviembre de 2010

Fung Yen II (Servir o no servir)


La verdad es que nunca hubiera conocido este restaurante de no ser por la tan mentada guía de Gastón Acurio. La curiosidad por degustar el mejor chaufa con chancho asado me impulsó a visitarlos apenas tuve algo de tiempo libre. No me arrepentí pues no hay muchos restaurantes en Lima que preparen un arroz chaufa que no necesite sillao ni acompañamientos. Esta vez vine con toda la intención de probar otras opciones. Sé que es una herejía tentar a la suerte pero quise recordar viejas épocas cuando en casa de una amiga oriental devoraba fuentes de bocaditos chinos. Pedí una porción de siu-mai de cerdo pero me trajeron uno mixto (porque la moza así lo quiso, después entenderán el porqué) . El relleno era generoso y de buen sabor pero la masa estaba reseca, muy simple cuando los siu-mai se mantienen recalentándose una y otra vez, el fideo adquiere una textura de chicle, tal cual pueden ver en la foto. Prescindibles.

Muchas veces me habían recomendado pedir gallina asada en los chifas. Teniendo en cuenta su maestría en la preparación de cha-siu le di una oportunidad a este plato. Buena noticia, su sabor es buenísimo. Ahora entiendo a las personas que se comen hasta el último hueso del ala. Quizá la carne pueda resultar un poquito dura pero no es nada grave. Mala noticia, tengan mucho cuidado al comerla ya que al servirla trozada quedan astillas de hueso muy filudas que pueden lastimar la boca si muerden con prisa. Para seguir con el descubrimiento de platos nuevos pedí una porción de sahofan (fideos de arroz) saltados con carne. Lamentablemente no pasaron de ser unos fideos sancochado con una textura pegajosa. La carne usada en el saltado habrá estado un mes en la congeladora por su sabor tan fuerte. Ni lo pidan.

Fung Yen no pasaría de ser un chifa aceptable pero tiene un gran defecto: su pésimo servicio. Pueden desgañitarse llamando una y otra vez pero las mozas no les prestarán un mínimo de atención. Los platos llegarán a la mesa cuando a ellas le dé la gana de traerlos. Ni se les ocurra pedir salsa de ostión, hoi-sin o cualquier otro condimento. Nunca lo verán o peor les contestarán ariscamente que el plato no lo necesita. Si a eso le agrego que las mesas están separadas a 15 centímetros una de otra entenderán que tampoco hace méritos para ser muy cómodo que digamos. Y la cereza del pastel es que a las 12 y 15 no entra un alfiler más en el local. Si consideran que el servicio y el ambiente no son relevantes para disfrutar de un buen almuerzo se sentirán como en casa. Al final con tantas opciones en el Barrio Chino no vale la pena amargarse el almuerzo.

Fung Yen queda Jr. Ucayali 744, Lima.
Ticket promedio: S/.30 por persona.
Teléfono: 427-6567
Volvería: No. Nada justifica el pésimo servicio.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Punto Azul III (Más de lo mismo)

Punto Azul es uno de esos restaurantes que visito muy de vez en cuando para ver si de casualidad logran soprenderme. A la fecha sólo he visitado el local de San Borja y siempre me he retirado con una sensación de claustrofobia. Demasiada gente y pocas mesas generan un ambiente incómodo que no me deja ganas de volver. Además ver las colas con gente histérica sufriendo por ingresar nunca será una gran motivación para visitarlos. Sin embargo una amiga blogger me recomendó ir al local de Miraflores asegurando que era muy diferente.

Buena noticia, este local si fue hecho para restaurante, con ambientes amplios y decoración sencilla. Acá no necesitan estar pidiendo para avanzar entre las mesas. Mala noticia, la carta ofrece lo mismo que pueden encontrar en los otros locales. Estaba con expectativas bajas así que no había manera de salir decepcionado. Para iniciar el almuerzo pedí una entrada a la que le tengo harta ojeriza. Desconozco el motivo que me hace odiar las conchitas a la parmesana. ¿Será que me fastidia pagar tanto por algo que se cocina en minutos y precisa de poquísimos ingredientes?Aquí supieron darme la contra porque estuvieron buenas. Que delicia es cortar el fuerte sabor salado con unas gotas de limón. La costrita de queso parmesano también me pareció buenísima. Fue un plato cumplidor.

Después vino un cebiche Punto Azul. Yo pensé que por el nombre era su plato estrella pero ¿qué de especial tiene un cebiche con crema de ají?. ¿El sabor? No. ¿La presentación? Menos. ¿Los camotes glaseados? Quizás. Fue un cebiche común y corriente que no logró convencerme porque la crema de ají tenía una textura muy espesa, y el sabor del pescado no era muy fresco que digamos. Decídanse y mejor conviértanlo en tiradito. Tal vez así mejore. El tercer plato fue un pescado a lo macho: pescado frito en salsa de mariscos al ají panca y amarillo. Nada fuera de lo común, nada que no pueda comer en cualquier cebichería, nada que pueda hacerme reaccionar. Quiero ser objetivo, no es un mal plato pero está más cerca de lo que me sirven en la cafetería de mi trabajo que de un restaurante de mariscos. Tal cual lo mencionan en la carta sin ninguna virtud adicional.

Considero a Punto Azul un restaurante promedio que siempre ofrece lo mismo. Sé que tiene sus fans acérrimos pero su propuesta no me convence. Ideal para un almuerzo de domingo, de esos en los que uno quiere huir de la cocina. Ojo, hay un abismo de diferencia entre la infraestructura del restaurante de Miraflores y el resto de locales.

Punto Azul queda en Av. Benavides 2711, Miraflores.
Teléfono 260-8943.

sábado, 20 de noviembre de 2010

¡200 posts!

Hoy es un día de fiesta para este blog porque se publica el post número 200. Me parece increíble ver la cantidad de posts escritos y toda la información que fue necesario recopilar. Sólo imagínense cuántas fotos he tomado para elegir la mejor. Me cuesta trabajo creer que a pesar de todo aún tengo varios posts pendientes de escribir (incluso una ruta por el extranjero) porque siempre estoy peleado con el tiempo. Hoy sólo tengo palabras de agradecimiento para todos mis seguidores porque este blog se hizo por y para ustedes. Nunca me cansaré de decirles que yo no seguiría escribiendo si ustedes no me acompañaran en esta aventura gastronómica sin fin con sus comentarios y apreciaciones. 

Hoy es un día de celebración porque también es mi cumpleaños. Tengo algunas obligaciones académicas pendientes que no me dejarán celebrar como es debido pero es un hecho que habrán tres almuerzos memorables y muchos chocolates de regalo. Un año que pudo ser difícil se ha convertido en un año de retos, de esfuerzo y de trabajo duro. Pero de eso se trata la vida, dar lo mejor de sí en todo momento, en todo lugar y a todos por igual. ¡Y nunca olvidarse de decir gracias!

Hoy también es un día de festejos para bloggers porque Gabriela de Seis de enero celebra el tercer aniversario de su blog. Desde aquí te envío un fuerte abrazo y mis felicitaciones por lo bien que escribes y como siempre logras crear un post muy interesante haciendo referencia sólo a temas cotidianos. Vamos para adelante Gabriela estoy seguro aún queda mucho por escribir y leer. Espero que me cuentes donde comprarás tu torta de celebración.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El Hornero (Malo-bueno-malo)

Felizmente existen los vegetarianos porque así hay menos competencia para los carnívoros natos como yo. Por eso tienen mi apoyo incondicional y también porque me recuerdan que comer sano es una obligación. Aunque a veces me pueden dar sorpresas como la vez que almorcé con una amiga en La Bistecca y volvió de la estación de parrillas con un plato de zucchinis, champiñones y otros vegetales al grill. Desde ese día tuve que aceptar que algo había cambiado y nuestra relación no volvió a ser la misma.

Debo mencionar que no soy un experto en carnes, siempre me he conformado con la clásica parrilla personal y he dejado de lado los cortes de calidad como la entraña, el vacío, el T-bone, etc. Esta vez me tocó visitar un local que me habían recomendado varias veces: El Hornero. Según cuenta la historia su propietario era un mozo de La Carreta que un día decidió independizarse y emprender su propio camino con éxito porque ya tiene varias sucursales. No estaba muy seguro respecto a las entradas pero cuando el mozo me recomendó unos champiñones a la parrilla, según él preparados con aderezo de anticucho, me dije: ¡Bingo! ¡Esta es la entrada que he estado buscando hace mucho tiempo! Sin embargo cuando los probé me dí cuenta que su sazón no iban más allá de un poco de ajo y sal. Completamente desabridos y prescindibles. Le presenté mi reclamo al maitre quien se disculpó pero ya se había ganado una tacha por culpa del mozo bocón. ¿Por qué mentir en algo tan simple?

No me hizo gracia que me vieran la cara así que tratando de olvidar el tema pedí una media parrilla. ¿Media? Lo que trajeron a la mesa tranquilamente alcanzaba para cuatro personas. Debo reconocer que todas las carnes estaban en buen punto de coccion, la chuleta de cerdo jugosa, los chorizos al estilo argentino, el pollo con muy buena sazón y los anticuchos a pedir de boca. Los riñoncitos salían sobrando pero eso es cuestión de gustos. Es una opción ideal para almuerzos grupales.

Para terminar cometí el error de hacerle caso a la moza que paseaba con el carrito de postres pues nuevamente fallaron en gran estilo. Entiendo que no es su especialidad pero si tienen el descaro de cobrar 15 soles por una tres leches esperaba que fuera algo bueno. Lo que me sirvieron no lo he visto ni en esos supermercados que venden tortas por kilo. Una tres leches completamente desabrida y una chantilly incomible. A ver si ponen un poco más de atención o mejor saquen los postres de la carta. El Hornero me dejó con sensaciones encontradas. Mal comienzo por culpa del mozo mentiroso, mal final por culpa de un postre mediocre. Mejoró con la parrilla y me dejó con ganas de probar otros cortes. Será cuestión de teimpo volver para escribir el segundo capítulo.

El Hornero queda en Av. Circunvalación El Golf 408, La Molina.
Horario: L-S de 12:00 a 12:00 a.m. Domingos de 12:00 a 06:00 p.m.
Ticket promedio: S/.80.00 por persona.
Teléfono: 436-8319
Volvería: Quizás en el mediano plazo para evaluar otros cortes.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Arequipa XV: De vuelta a los orígenes

Alquimia a fuego de leña, en ollas de barro y piedra volcánica.
Ingredientes nativos, manjares en la plenitud de su sabor natural.


Estas son las palabras que abren la carta del Sonccollay, un restaurante donde uno no va a saciar el apetito, sino para alimentar el corazón. Mi periplo gastronómico no hubiera estado completo sin una visita a este lugar, sobre todo porque en mi penúltimo viaje a Arequipa, Walter Bustamante su propietario, me ofreció a preparar un almuerzo especial de degustación la siguiente vez que regresara. Para comenzar probé el delicioso pisco sour con miel, gloriosa introducción del almuerzo. Punto a favor, utilizan un pisco que no intoxica ni se "sube" sino que alegra el espíritu. El sabor de la miel mantenía un equilibrio con la acidez del limón. Pruébenlo si quieren disfrutar de una nueva y buena versión de este popular trago.Para comenzar probé un Yukra Sivinche, cebiche caliente de camarones al tumbo. Nada como probar el sabor de los camarones marinados con el jugo de un cítrico, es una combinación que siempre caerá bien. Demás está comentar que los camarones estaban fresquísimos. El otro plato fue el Chirayto, cebiche de pez espada preparado con jugo de maracuyá. Ojo, es ligeramente más ácido que el limón, así que tomen sus preocupaciones si no le gusta el sabor tan fuerte. El común denominador de ambos platos fue un picante casi nulo y el uso de algas cuya textura me recordó vagamente a ese hongo chino llamado wan-yi.

Sonccollay, palabra kechua, significa "con el corazón" o "corazoncito mío"Para nosotros es también rescatar la hermandad humana ancestral.

El segundo plato fue un sudado de atún BB. Walter me había advertido que su receta de sudado se encontraba a años luz de la sopa que se acostumbra servir en las cebicherías (sic). Cuando probé el sabor concentrado del pescado y la deliciosa textura del tomate me di cuenta que he vivido engañado todos estos años. El atún BB se merece un párrafo aparte porque ni el mejor plato preparado con lenguado tiene un sabor tan delicioso. Sean o no aficionados a los sudados este plato es el mejor representante de la comida saludable que ofrece Sonccollay. Ojo, no está en la carta pero que eso no los detenga para pedirlo. 
Luego vino a la mesa un Kosñi Ñuñuma, el pato ahumado. Debo confesar que mis experiencias con el pato pueden contarse con los dedos de la mano. Lo he comido acompañado de arroz en el norte, al estilo chino en Capón y una vez en versión cebiche, durante un almuerzo en casa de una amiga. Por eso cuando vi la media porción de pato a la brasa lo tomé como un reto personal. Fue un éxito rotundo porque es la primera vez en mi vida que devoro hasta la última brizna de carne. Lo más soprendente, su preparación es a las brasas y sólo está sazonado con un poco de sal. De Ripley. 
Como era de esperar el postre fue la crema de chocolate caliente de Quillabamba servida con fruta fresca. Lo siento por La Fondue pero les cuento que acá tienen un competidor de cuidado. Que interesante sería ver a Reto Steinemann y Walter Bustamante frente a frente, cada uno preparando fondues con sus chocolates favoritos. Este postre es el ideal para los que quieren conocer el chocolate amargo. No hay nada que se compare al verdadero sabor del chocolate sin azúcar ni añadidos acompañado con variedad de frutas fresquísimas. Fue un almuerzo memorable en todo sentido pero me voy con la sensación que aún me queda mucho por conocer de Sonccollay. Peor aún, Walter me comentó que hay infinidad de platos marinos que no figuran en la carta pero cuyos secretos él domina a la perfección. Sólo puedo recomendarles este restaurante para que disfruten de una comida de sabores auténticos y preparada por alguien que cocina por el placer de hacerlo. Ojo, los precios son elevados pero justifican la revolución gastronómica que van a experimentar. En Sonccollay podrán sentir los latidos del corazón de Arequipa.

Sonccollay queda en Portal San Agustín 149, Plaza de Armas, Arequipa.
Ticket promedio: S/.100 por persona.
Volvería: Ningún viaje a Arequipa estaría completo sin una visita a Sonccollay.

Larga vida para tí y quienes te quieren.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Arequipa XIII: Chi-chi-chi-cha-cha-cha

Me sentía con ganas de celebrar y buscando un lugar especial para hacerlo terminé en el Chicha de Gastón Acurio. Debo confesar que llegué con muchas dudas pero estaba en Arequipa, la ciudad que más quiero del Perú y en consideración a eso decidí arriesgarme a probar la nueva oferta gastronómica del rey Midas de la gastronomía peruana. Dale las gracias a Arequipa, Gastón. Para comenzar les pondrán una canastilla con panes variados. Consejo: no los coman. Son tan buenos que no van a parar hasta acabarlos y se van a llenar al toque. Peor aún, como los sirven con mantequilla de Pampacolca se convierten en una tentacion irresistible. Punto a favor de la panadera porque explica con lujo de detalles el sabor de cada uno de los panes y está dispuesta a responder cualquier pregunta al respecto. Punto a favor del mozo porque me trajo mantequilla adicional cuando la solicité.

Luego vino de entrada una porción de tequeños de lomo saltado. Los tequeños son el entremés más ingrato que conozco. No conozco un sitio donde sean expertos en prepararlos. Acá en Chicha estuvieron muy cerca de lograrlo. El relleno era bastante generoso y tenía muy buen sabor. Tampoco esperen sentir el ahumado del lomo saltado, pues es un bocadillo refrito y la textura me recordó más a una carne guisada. Eso no le quita méritos al plato y tal vez hubiera mejorado si el ají hubiera estado más picante, aunque como es una oferta dirigida a turistas no pueden exagerar con la sazón.

El primer plato fue el triple arequipeño: Chicharrón, rocoto relleno y zarza de patitas. El chicharrón estuvo preparado al mejor estilo, con su buen trozo de hueso y con una textura crocante por fuera y jugoso por dentro. Muy cumplidor. El rocoto relleno se defendió con hidalguía pero no me pareció nada extraordinario. El pastel de papas también estuvo en la mesa sólo por cumplir. Hasta ahora no encuentro uno que pueda considerar el mejor. En cuanto a la zarza de patitas me reservó mi opinión porque no es mi plato favorito y no sería objetivo criticar algo que no me gusta. El segundo plato fue el codillo, una ambiciosa combinación de codillo de cerdo, manzana al horno rellena de puré de manzana, jugo a la mostaza en grano y pastel de papa. Lo mejor del plato: la extraordinaria suavidad de la carne de cerdo, el pellejo más crocante que he probado en mi vida y la miel que lo acompañaba. La manzana rellena de puré de manzana era una exageración que no le hacía ningún favor al plato, sólo servía para llenar espacio. Tal vez si le hubieran dado más importancia al pastel de papas o pensado en otro acompañamiento, podrían hacerle la competencia al costillar de cerdo crocante del Tipika.

Para terminar pedí la degustación de postres: derrumbado de chirimoya, buñuelos fritos y suspiro de limeña. El derrumbado es simplemente chirimoya con manjar casero y merenguitos, donde destacaba la insuperable frescura de la fruta. Los buñuelos se parecen a los picarones limeños pero con menos azúcar, un poquito más de miel hubiera sido ideal. En cuanto al suspiro, bueno es un postre harto conocido del cual no hay mucho que agregar, salvo que viene en la porción justa para que no resulte empalagoso. Fue una buena experiencia la que tuve en Chicha. Me gusto la atención esmerada de los mozos y su buena voluntad de atender pedidos adicionales. Los precios son ligeramente elevados pero justifican el ambiente, la buena atención y la calidad de los platos. No se olviden de pedir su té piteado, pues le ponen una generosa medida de anís Najar, ideal para la buena digestión y para la alegría del espíritu. Sólo en Arequipa, sólo en Chicha.

Chicha queda en calle Santa Catalina 210, Interior 105, Arequipa.
Ticket promedio: S/.80.00 por persona.
Volvería: Sí, para ver como evoluciona su carta.

martes, 2 de noviembre de 2010

Arequipa XI: Coda

coda
2. f. Mús. Adición brillante al período final de una pieza de música.


No sé porque me invadió una sensación de melancolía cuando comencé a escribir este post. De alguna manera mi visita a Arequipa representó el punto final de una etapa de mi vida que me dejó importantes enseñanzas que aplico ahora en lo personal y profesional. Pero también me dejó, lamentablemente, una gran desazón al ver que el destino de mucha gente valiosa a veces puede caer en manos de una persona tozuda e indiferente. Sin embargo y tal como me lo repite una amiga: todo sucede por algo y a veces ese algo deviene en lo mejor que te puede pasar en la vida. Punto aparte.

Arequipa es la ciudad que siempre me acoge cuando quiero relajarme y desconectarme de las preocupaciones mundanas. Ofrece infinidad de lugares donde uno puede permanecer tranquilo admirando la vista, leyendo un libro o meditando sobre el camino que nos toca recorrer en la vida (que místico me he puesto hoy) El molino de Sabandía, el mirador de Carmen Alto y el Puente de Fierro son tres de esos lugares de los cuales ya hablé en un post anterior y que no me cansaré de recomendar como paso obligado cuando viajen a esta ciudad.

Dejando de lado los temas espirituales (mi apetito siempre me devolverá al estado terrenal) les adelanto que comienza una nueva ruta que se extenderá a lo largo de cuatro posts, con todo lo bueno y malo que implicó mi último viaje a esta ciudad: el regreso por dos sitios conocidos, la revancha en un restaurante de marca y un traspiés en un local que me dejó con muy mal sabor de boca. Como sea, esta ciudad es el destino gastronómico por excelencia. ¡Arequipa regresa con fuerza!

sábado, 30 de octubre de 2010

Club de la Banca y Comercio

sublime.
(Del lat. sublīmis).
1. adj. Excelso, eminente, de elevación extraordinaria.

Sublime. Esa es la palabra que venía una y otra vez a mi mente cuando escribía este post. Luego de haber recorrido varios restaurantes de San Isidro en busca de algo satisfactorio para la hora de almorzar. Luego de haber escrito una ruta sobre los epicúreos restaurantes del Swissôtel. Luego de todo eso y cuando pensaba dar punto final y pasar a una nueva ruta, llegó al blog una invitación para conocer la carta del Club de la Banca y Comercio. Cortesía de Indira Vildósola, chef principal de este exclusivo club, paso a relatarles una experiencia que va más allá de lo gastronómico.

Para comenzar me sirvieron de aperitivo un caipirucho: un trago al estilo de la caipirinha pero con pisco en lugar de cachaça. Cualquiera diría que no es ninguna novedad, pero existe un pequeño detalle que lo hace diferente a cualquier trago que hubiera probado antes: el barman utiliza un macerado de pisco con ají limo, ají verde y pimienta de chapa. Cuando lo probé mi paladar se resistía a aceptar la inimaginable combinación de ácido, picante y dulce pero tomándolo con detenimiento me di cuenta que se alejaba de ese regusto a limonada que tienen a veces las caipirinhas y llevaba este trago a niveles insospechados. Después de disfrutar este aperitivo y recibir una pequeña clase del barman sobre los otros macerados que tenía a mano, Indira me invitó a dar un recorrido por los diferentes salones del club. Cada cual tenía una particularidad muy especial, estilos clásicos, ejecutivos y al final el más sorprendente: el salón Grau, decorado de tal manera que asemejaba las paredes de un barco. El almuerzo tuvo lugar en este salón y puedo afirmar que la comodidad, elegancia y exclusividad se percibe en todo momento.

Para comenzar me sirvieron unos langostinos en camisa de panko sobre puré de camote al maracuyá. Fueron unos langostinos muy crocantes cocinados al punto ideal y que combinabab perfectos con los sabores dulce del camote y ácido del maracuyá. Luego vino un cebiche de lenguado estilo CBC y tranquilamente puedo decir que terminó mi búsqueda del cebiche perfecto. La frescura y la textura del pescado me hicieron recordar el usuzukuri que probé en el Matsuei y cada bocado era un premio para mi paladar. Que maestría para conseguir un equilibrio perfecto entre el ácido y el picante sumado al sabor del lenguado.

Luego llegó la presentación de los platos principales y comenzamos con un ossobuco braseado al vino tinto sobre polenta gratinada con queso azul.¿ Cuántas veces he escuchado la frase: es tan suave que no necesita cuchillo para cortarlo? El ossobuco que me sirvieron iba más allá de todo eso, carne muy suave de sabor concentrado e intenso. La polenta gratinada era el acompañamiento perfecto cuando lo mezclaba con un poco de la salsa de la carne. El plato se completaba con el detalle especial y elegante que le daba el queso azul.

El segundo plato principal si merece todos los elogios que le pueda dar. Es fácil combinar sabores, es fácil utilizar ingredientes exquisitos, es fácil crear un plato perfecto pero si logras que conmueva el corazón de quien lo prueba entonces el chef ha creado una obra maestra. Desde que era niño disfrutaba mezclando el locro con arroz pese a las llamadas de atención de mis padres. Indira logró que regresara a mi infancia cuando probé el mero crujiente servido con rissoto de locro de zapallo con langostinos salteados y reducción de chupe de camarones. Sinceramente elegiría este plato como lo mejor que he comido en este año. Apenas lo probé algo se conmovió en lo más profundo de mi subconsciente. No me sentía un blogger sino un niño probando su plato de locro. Pero cuando a eso le sumé un trozo de mero y la reducción de chupe de camarones volví a mi realidad y agradecí que tenía la edad suficiente para apreciar estos sabores.

Para terminar este suculento almuerzo no podían faltar los postres. Comenzamos con un trío criollo: Suspiro limeño, mazamorra morada y chirimoya alegre. Lo divertido cuando te sirven postres en versión miniatura es que se pueden combinar los sabores sin sentimiento de culpa. Ante la mirada displicente de Indira cogí un toque del merengue del suspiro y lo mezclé con un poquito de chirimoya. Deliciosa combinación. La mazamorra morada también estuvo muy agradable. El segundo postre fue un mousse de café con craquelin de praliné y corn flakes con salsa ligera de fresas. Varias veces he probado el mousse de café y resultó un postre amargo y nada agradable. Aquí me sirvieron un mousse de sabores tenues y que se complementaba con la salsa ligera de fresas. Si a eso le agregamos lo crocante del craquelin y su quenelle de helado de vainilla el resultado es uno de esos postres que sólo deben comerse en ocasiones especiales.

Para cerrar con broche de oro el capítulo de los postres me sirvieron el Bombón de lúcuma: un suave mousse de lúcuma con cobertura de chocolate sobre crocante alfajor de pecanas. No puedo más que repetir mi frase favorita: Lo más simple es lo más difícil de lograr. La muy conocida combinación de lúcuma, chocolate y pecanas es la apoteosis de cualquier postre y aquí supieron darle el toque ideal para completar una velada perfecta en todo sentido. Este post no es la reseña de un restaurante para todos porque el Club de la Banca y Comercio es un lugar exclusivo para socios y sus invitados. Yo tuve la oportunidad de conocerlo gracias a la invitación de Indira y desde acá va mi sincero agradecimiento por haber disfrutado de un almuerzo extraordinario. Oportunidades así sólo se presentan una vez en la vida.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Swissôtel IV: Gourmet Deli

Este post debe leerse más como un bonus track que la reseña de un restaurante. Luego del recorrido por los restaurantes principales del Swissôtel tengo escribir sobre el Gourmet Deli porque, al menos para los que no han leído el segundo post que publiqué hace mucho tiempo, este lugar es el "eureka" que hizo nacer en mí el vicio de comer y marca el inicio de mi aventura gastronómica. A riesgo de escuchar algunos abucheos por el "refrito" contaré la historia.

Hace algunos años caminaba por la zona financiera de San isidro cuando me llamó la atención un aviso de letras verdes. Entré al lugar más llevado por la curiosidad que por el hambre y quedé impresionado cuando me fijé en las vitrinas. Frente a mí tenía la variedad más grande de tortas que había visto en mi vida. Cuando pregunté el precio tampoco lo pude creer. Sin pérdida de tiempo pedí una tres leches, una torta desconocida para mi paladar. Apenas la probé algo dentro de mí cambio, algún engranaje se puso en movimiento y descubrí que hasta ese momento había vivido engañado. ¿Cómo una torta podía tener un sabor tan delicioso? ¿Una presentación tan exquisita? ¿Una combinación de sabores tan perfecta? Ese día descubrí la misión de mi vida.

Ya son varios años que soy cliente asiduo del Gourmet Deli y nunca he salido decepcionado. De sus tortas puedo recomendar la tres leches, la extremadamente empalagosa torta rubia y la torta Selva Negra, preparada con el verdadero licor de cerezas. Si alguien me pregunta porque hasta ahora no he probado sus sándwiches y ensaladas no sabría que responderle. Cada vez que entro al Gourmet Deli mi paladar sólo conoce un sabor: dulce, dulce y más dulce.

Gourmet Deli de lunes a domingo 7:00 p.m a 9:00 p.m.
Swissôtel queda en Vía Central 150, San Isidro.
Teléfono 421-4400

domingo, 24 de octubre de 2010

Swissôtel III: La Fondue

Existen momentos mágicos e inolvidables que siempre formaran parte de tu vida. Hace un par de años tuve la oportunidad de viajar a Suiza y vivir una experiencia única de principio a fin. Pero si me viera en la obligación de escoger uno de esos momentos sería la visita al pueblo de Gruyères (Wikipedia, gracias por la foto). Soportando temperaturas bajo cero pude apreciar paisajes típicos de una postal de navidad. Además tuve la oportunidad de probar lo más típico de la gastronomía suiza: fondue y raclette en un típico chalet. Acompañado de un buen vaso de Glühwein (vino caliente) fue una escena que recordaré toda mi vida. 

En Lima, aunque no lo crean, existe un restaurante en el cual pude evocar ese ambiente mágico: La Fondue. Un local que pudo trasladarme hasta un chalet suizo en los Alpes con la misma decoración, la misma vajilla e incluso con mozas vestidas de trajes típicos de Suiza. El Swissôtel nuevamente hace gala de su excelente hospitalidad y servicio con este restaurante. Me era bastante difícil escoger entre la gran variedad de fondues que ofrecen (suizos, fusión y orientales) así que preferí que me recomendaran uno. El escogido, el fondue a la huancaína: una mezcla de quesos andinos y suizos con salsa a la huancaína, servidos con papitas cocktail. Sonará a herejía pero de la combinación de los sabores peruanos con la tradición suiza apareció en la mesa un plato que rompe todos esquemas. Para un principiante creo que es el fondue ideal porque se aleja de los quesos suizos, algo fuertes para conseguir un equilibrio de sabores con el toque peruano de la salsa huancaína. Consejo, el fondue combina mejor con el pan porque la textura porosa permite que se remoje más en el queso. Si quieren disfrutar la misma sensación con las papitas cocktail recomiendo que la partan por la mitad antes de bañarla en el queso derretido.
 
No me iría de La Fondue sin probar la maestría del chef con el chocolate, así que pedí un fondue de Bailey's. Es cuestión de gustos pero considero que combina mejor con frutas frescas y jugosas como la papaya y la piña. De acuerdo a su gusto pueden ordenar que la fuente sólo traiga las frutas de su elección y obviar los marshmellows. No se olviden de pedir agua mineral porque el chocolate puede resultar bastante empalagoso. Además no la pierdan de vista, hay que estar moviéndola constantemente porque se puede quemar al menor descuido. La Fondue es un restaurante con magia. Es mejor que vayan en grupo para probar las diversas variedades de fondues que ofrecen. Los precios no son elevados y justifican completamente la calidad de los ingredientes y la excelente atención. Para los fanáticos del chocolate es un deber que conozcan este lugar sin pérdida de tiempo. A los demás lectores les recomiendo que aprovechen el frío de estas semanas para conocer lo mejor de la gastronomía suiza.
La Fondue queda en Vía Central 150, San Isidro.
Horario: Lunes a sábado de 7:00 p.m a 11:00 p.m.
Ticket promedio: S/.70.00 por persona
Teléfono 421-4400.
Volvería: De hecho. Para mí es un lugar que trae los mejores recuerdos de Suiza.

jueves, 21 de octubre de 2010

Swissôtel II: La Locanda

Uno de los puntos que siempre me critican del blog es la falta de reseñas sobre restaurantes gourmet. Creo que el debate respecto a que no se puede hablar de buen comer sin incluir a la comida gourmet se alargaría por varios posts. En mi defensa puedo decir que muchos de estos lugares ya han sido reseñados en innumerables guías gastronómicas, revistas y artículos de periódico, y tal vez sería redundante hablar de algo sobre lo que ya opinaron los "expertos". Considero que hay mucho pan por rebanar acerca de la comida gourmet pero el tiempo me obliga a entrar de una vez en el tema del post.

El siguiente paso en la ruta del Swissôtel era almorzar en su restaurante principal: La Locanda. Durante la visita de reconocimiento puede apreciar que tenía un ambiente muy elegante e imaginé que sería un almuerzo de antología. Pero la realidad supera a la ficción y sólo podría preguntarles: ¿Cuántas veces se puede almorzar en un restaurante premiado como el número uno entre todos los restaurantes de hotel? ¿Cuántas veces se pueden topar con el que fue maître corporativo de uno de los restaurantes más importantes del Perú? ¿Cuántas veces tienen la oportunidad de que el chef venga a la mesa y puedan felicitarlo por lo excelente de su comida? Esta es la reseña de un restaurante donde la perfección se encuentra hasta en el último rincón.

El almuerzo empezó con la presentación del maître, Alfonso Candiotti, quien me habló acerca de la historia del restaurante, la manera como se desarrolló la carta y culminó su presentación con una anécdota que incluía, nada más y nada menos que a monstruos de la cocina mundial como Juan Marie Arzak y Ferran Adrià. Luego pasó a describir los platos de la carta con una maestría tal que uno deseaba pedirlos todos al mismo tiempo. No fue sencillo escoger los platos que acompañan esta reseña.

El primer plato fue un pollo bebé deshuesado cocido al ladrillo en salsa balsámico sobre timbal de papa rústica, tomate cherry y arúgula. Pido perdón al pollo bebé porque jamás he probado una carne tan tierna y sabrosa. Pidón perdón a Arequipa porque el timbal de papa rústica deja al pastel de papa arequipeño como un entremés común. Este plato fue una verdadera revolución para el paladar. La papa arenosa combinaba perfecto con la salsa balsámico, el acido del tomate cherry cortaba el sabor fuerte del pollo, y la armonía de sabores, aromas y texturas era digna de un hotel cinco estrellas. Imposible describir con palabras lo bueno que estuvo el plato.

El segundo plato fue un atún Goriziano en costra de ajonjolí, salsa de aguaymanto, servido con puré de papa y almendra acompañado de poro a la crema y espinaca salteada. Después del pollo bebé pensé que no probaría algo mejor pero este plato se lleva de encuentro a cualquiera que puedan mencionar. No sólo cocinaron el atún en su punto perfecto, la textura del puré con almendra y mascarpone era inigualable y si a eso le sumamos la combinación de sabores del aguaymanto, la espinaca y el poro, tenemos un plato que va más allá de todo lo que puedan pedir.

No me iría de la Locanda sin probar sus postres, el problema era cual sería el elegido de toda la carta. Para empezar ordené la creme brulé acompañada de fresas marinadas al balsámico y menta. Es la primera vez que me sirven creme brulé así que me falta feedback para poder evaluarla objetivamente. Sólo diré que era una crema muy suave, con puntos de vainilla (atención, vainilla de vaina, no esencia) y que combinaba muy bien con la fresa marinada. El toque especial lo daban las hojas de menta pues su sabor fuerte equilibraba lo dulce de la crema y la acidez de las fresas.

El segundo postre fue un Grand Marnier parfait, servido en delicado cono de chocolate con gajos de naranja. Si me lo hubieran contado no lo creía. Este postre era una verdadera obra de arte y una joya para la vista. Lo siento por la crema de yogur del Lumière pero ya le salió un competidor de cuidado y que está muy cerca de desplazarlo de mi top five personal de postres. La suave textura del parfait, la combinación del amargo del chocolate con el gran marnier, y la decoración exquisita hacen que pedir este postre sea un deber. Para culminar la velada se acercó a la mesa el chef, Francesco Manzone, a quién pude felicitar en persona por tan extraordinario almuerzo y que amablemente accedió a tomarse algunas fotos para el recuerdo. La verdad pocas veces uno se encuentra con un restaurante que es sinónimo de excelencia en todos sus aspectos. Mi recomendación, basada en los comentarios del maître, es que vayan el día domingo porque es el menos concurrido y podrán disfrutar a sus anchas de un ambiente exquisito y tranquilo digno de un hotel cinco estrellas. El restaurante La Locanda es un indiscutible número uno.

Swissôtel queda en Vía Central 150, San Isidro.
Teléfono 421-4400

lunes, 18 de octubre de 2010

Swissôtel I: Le Café

Finalizada la ruta empresarial de San Isidro consideré que era momento de emprender otros rumbos, sin embargo seguiré escribiendo sobre este distrito todavía a lo largo de cinco posts. El motivo es muy simple. Hace mucho que frecuento el Gourmet Deli, la pastelería del Swissôtel, y siempre tuve la curiosidad de conocer sus otros restaurantes. Alguna vez también tomé un pisco sour en el Lobby Bar, el bar del Swissôtel, y pude disfrutar del ambiente exquisito y elegante que ofrece este hotel cinco estrellas. Por eso no dudé en escogerlo para celebrar un par de ocasiones especiales y, al mismo tiempo, ponerlo en la mira para escribir la reseña respectiva en el blog.

Decidí empezar la ruta por lo más simple: Un desayuno en Le Café. Desde que probé el desayuno buffet del hotel Sol de Oro me dí cuenta que existía todo un mundo nuevo por descubrir en este rubro. Le Café tiene seis estaciones: Jugos, frutas frescas, embutidos y quesos, desayuno internacional, desayuno peruano y panecillos. En la estación de jugos les recomiendo que comiencen probando un "shot" de Birchemuesli, una receta desconocida, al menos para mí, del doctor Bircher Benner (el mismo de la comida vegetariana) compuesta de avena, frutas secas, miel y leche. De la estación de frutas no hay mucho que decir salvo que hay una gran variedad y su frescura es insuperable. La estación de embutidos y quesos también me pareció cumplidora, ofrecían lo suficiente. Pasé a la estación de bocadillos calientes donde disfruté de opciones muy buenas. Me quedo con los frijoles rancheros servidos con salchicha picante. Acepto que no es un desayuno muy saludable pero me supo a gloria. Punto a favor también para sus huevos benedictinos servidos con una deliciosa salsa de tomate. Tampoco pierdan de vista los huevos revueltos preparados con una textura jugosa, acompañados de un par de lonchas de tocino. Si los sirven sobre panecillos sentirán que no existe un desayuno mejor.

El punto débil de este buffet es la estación peruana. A pesar de estar bien presentada palidece si la comparo con la variedad que ofrece el J.W.Marriot. El caldo de gallina tenía muy buen sabor y textura, pero se les había pasado el punto de la sal, por lo que no pasé de un par de cucharadas. Los tamalitos y humitas eran de muy buena calidad pero estaban envueltos en mini pancas lo que dificultaba su consumo. Sin embargo los mozos son muy atentos y tienen unas tijeritas con las que cortan la tirita que los mantiene cerrados. El chicharrón de cerdo tampoco era nada extraordinario y tenía el agravante que no estaba caliente. En cuanto a desayunos buffet de hotel considero que hay para todos los gustos. Por el momento el J.W.Marriot ha puesto la valla en un lugar muy alto y tengo que aceptar que el Swissôtel no lo supera. Creo que le falta variedad y darle más presencia a la estación peruana para ser un competidor de cuidado. Igual creo que todo está compensado por el ambiente elegante y la excelente atención.

El desayuno buffet está disponible de lunes a domingo de 6:00 a.m a 10 a.m.
Ticket promedio: El costo es de S/.65.00 por persona.

Swissôtel queda en Vía Central 150, San Isidro.
Teléfono 421-4400