domingo, 31 de marzo de 2013

Costanera 700 (No sé, no opino)

Confieso que cuando leo encuestas de elecciones siempre reniego cuando llegan al porcentaje de los indecisos. Total ¿Qué tan difícil puede ser elegir un candidato favorito? Sin embargo cuando en un restaurante paso experiencias radicalmente distintas entiendo lo complejo que resulta decidir si algo es bueno o malo.

Chilcano de cortesía.
Costanera 700 es uno de los restaurantes considerados como un baluarte de la gastronomía peruana. No tengo que recordar las innumerables veces que ha aparecido Sato y su familia en cierto programa de cable cuyo nombre en este momento no logro recordar. Su carta es tan amplia que una visita nunca será suficiente para escribir una reseña completa a través de los diversos estilos de cocina que ofrecen. Pero la variedad no es el único obstáculo. Está el prejuicio que a veces ronda este tipo de restaurantes por culpa de las expectativas que uno se hace de visitar un "consagrado". Además la calidad de sus platos en cada de una de mis visitas ha sido muy desigual. Entonces ¿En que quedamos?

Chita a la sal.
El plato estrella (Y quizá también el más caro, aunque rinda para dos personas) es la chita a la sal. De aproximadamente un kilo, es cocida en horno convencional por 25 minutos totalmente cubierta de sal. La presentación es sorprendente porque llega a la mesa en llamas y el mozo realiza toda una ceremonia para quitar el espinazo y servir el pescado troceado. Sin embargo ya he probado chitas en otros sitios y puedo afirmar que no es tan extraordinaria como pensaba. El problema está en el sabor, si prescinden de la mantequilla o el chimichurri el pescado resulta muy débil para mi gusto. Tendrán que pedir cualquier otro condimento adicional para terminarla.

Crepes suzette.
Pero fue al momento de pedir los postres que  me reconcilié con la vida (y con el restaurante) porque estas crepes suzette son muy diferentes a cualquiera que haya probado antes. Suaves de textura, extrtemadamente remojadas en jugo de naranja y flambeadas con un generoso toque de cointreau. Yo prescindiría del helado pero eso lo dejo al gusto de cada uno. Vale la pena mencionar también su tocino del cielo, servido con helado de coco para que "corte" el sabor dulce y no resulte tan empalagoso. Si les gusta la crema volteada, con este postre, tal como lo dice su nombre, tocarán el cielo. No creo que exista uno mejor en Lima.

Ravioles rellenos de langostinos.
En mi última visita quise experimentar con otros platos de la carta. Comencé con los ravioles rellenos de langostinos, forrados en láminas de siu-kao salteados a la mantequilla negra y alcaparras. Atención, no sean impacientes como el blogger y tómense el trabajo de leer detenidamente la carta (O al menos de interrogar al mozo) Así se enterarán que en este restaurante salteado es sinónimo de "flotando en mantequilla" La pasta como idea funciona pero el exceso de mantequilla me mató. Además el langostino también estuvo recocinado. Prescindible.

Gen Gin Kan
En la sección de Teppan (planchas) se me antojó el lomo fino al estilo "Gen gin kan" con espárragos y cebollas salteadas en salsa de pimienta, acompañado de puré de yucas. Pequeño detalle, lo que me sirvieron no fue un salteado sino un estofado. ¿Error de la carta o error del blogger? (¿O acaso me pasaron la carta en otro idioma?) Ni modo, no valió la pena pagar tanto por un plato que era lo mismo que un estofado de casa con pimienta extra. Al menos el puré de yucas fue todo un descubrimiento, una textura suave como un terciopelo que no esperaría de un ingrediente tan complejo de cocinar.

Fresa-moya
El postre fue una decepcionante fresa-moya, una especie de milhojas hecho con chirimoya fresca y una pasta más reseca que los desiertos de nuestra costa. Al menos el helado de chirimoya con la salsa de fresas hizo más pasable la experiencia pero no justificó el precio pagado. En fin, Costanera 700 se queda en esa zona gris en la cual no termino de convencerme de sus virtudes como restaurante de renombre. Pude notar algunos errores de principiante, por ejemplo la moza que me atendió no tenía claro los ingredientes del plato ni el modo de cocción y la mesa de vidrio estaba completamente rayada como si un gato se hubiera paseado encima. Detalles que no se espera encontrar en un restaurante con 30 años de experiencia y que forma parte de los consagrados de nuestra gastronomía.

Costanera 700 queda en Av.del Ejército 421, Miraflores.
Horario: Lunes a Sábado de 12 a 5 pm y de 8 a 11 pm. Domingos y Feriados (sólo almuerzo)
Ticket promedio: S/.90.00 por persona.
Teléfono: 421-7508
Volvería: En el mediano plazo y sólo por los platos conocidos. 

sábado, 23 de marzo de 2013

¿Y dónde está el blogger? (¡En Panamá!)

Si el tiempo es cruel y despiadado con el blogger, la Providencia a veces se convierte en mi mejor amiga. Y después de tanto bregar estas semanas por fin pude hacer un alto en mis labores diarias... (Claro que ahora vienen mis exámenes finales pero eso es otra historia)

Vista del resort
Panamá. El canal. Las playas. Las compras de tecnología (Al menos eso me dijeron nueve de cada diez personas cuando les conté sobre el viaje de marras). ¿Qué más? El blogger emprende un viaje a Centroamérica pero sin haber hecho su tarea previa de averiguar algo de la comida típica del país. Pero ahora que lo pienso bien tampoco habría servido de mucho porque estuve alojado en un resort todo-incluído a dos horas de la ciudad. Resultado: la mitad del tiempo estuve dedicado a labores profesionales y la otra mitad a disfrutar de la playa y el sol. Igual la pasta de blogger (para bien o para mal) siempre está presente y puedo hacer una rápida reseña sobre los buffets que el resort puso a mi disposición.

Fruta fresca y waffles
Como ya saben soy un fanático de los desayunos buffet de hotel (En Lima creo que ya no queda ningún hotel cinco estrellas que no haya visitado a lo largo de la historia del blog). No hay nada mejor que levantarse fresco después de un duchazo y tener a disposición una variedad de estaciones con frutas, cereales, panes y frituras (salchichas y tocino frito), quesos y fiambres. Pero lo mejor de todo son los panqueques, waffles y tostadas francesas preparadas al momento. Disfruto como nadie sirviéndomelos con miel, fruta fresca o mermelada. Las posibilidades son infinitas y yo me olvido de la palabra mesura cuando los tengo en mi delante.

Chow Mein
A la hora del almuerzo me dejé tentar por los chow mein, fideos chinos fritos a la plancha con salsa de soya en versiones vegetariana y con mariscos, mucho mejor que un tallarín saltado al punto que me envicié con este plato. Me divirtió la cara del cocinero cuando vio que regresaba una y otra vez por sendas porciones de estos fideos. (Y en el vuelo de regreso también me los sirvieron aunque en una versión mucho más simple) Además tuve la oportunidad de probar comida tex-mex: fajitas, tacos y unos inolvidables chili beans con sus nachos encima (Más sour cream, salsa de queso y pico de gallo). Imposible pedir más.

Crema volteada
Si hablara de los postres sólo tengo dos palabras: Brownies dark. Lo mejor de todo, había helado a discreción y como venían en mini-porciones no hay sentimiento de culpa al momento confesar que me comí tres brownies con helado. Pero no hay que ser injustos, también estaba el cinco leches, el famoso tocino del cielo y la crema volteada más sabrosa que he probado nunca. Lamentablemente los mozos estaban muy ocupados recogiendo los servicios y no había quien pudiera decirme los ingredientes que usaron porque tenía un sabor y hasta un color diferente. Habrá que googlear la receta de la versión panameña.

Combo en Taco Bell's
En mi "día libre" salí del hotel para ir de compras a un mall. El blogger cree en los descuentos pero no en dejar pasar la hora de almuerzo. Lamentablemente sólo pude encontrar restaurantes de fast-food y entre estos se me ocurrió elegir Taco Bell's. Debí haber prestado más atención porque tanto el chico del counter como la chica que preparaba los tacos tenían una expresión de "odio mi vida". Traducción: un par de tacos fríos y un  burrito en donde la carne brillaba por su ausencia. Al menos me llené con las papas fritas y sólo porque mi amiga me regaló sus sachets de ketchup. Después de esta experiencia creo que ahora sí me despido para siempre de la comida rápida.

domingo, 10 de marzo de 2013

Yo le digo no a Don Belisario

Uno de los mayores retos al momento de escribir una reseña es no dejarse llevar las emociones. Por más que en un restaurante hayan hecho lo impensable para que el almuerzo sea una de las peores experiencias del año.

Don Belisario es la nueva franquicia de pollos a la brasa, una flamante apuesta del grupo Interbank por ingresar al mercado de la comida rápida (A propósito: Gracias por malograr Bembos). Siendo un plato tan popular y que despierta tantas pasiones es difícil encontrar uno que satisfaga a todo el mundo. Yo me abstengo de hacer ninguna recomendación porque iniciaría un debate interminable. Es que ni siquiera nos ponemos de acuerdo en cuál es la mejor parte: ¿Pierna o pechuga?

Cuarto de pollo a la brasa.
La primera impresión que da Don Belisario es buena. El local de La Molina es muy amplio, iluminado y tiene una decoración divertida que presenta  el personaje de Don Belisario, un hacendado que se reencarnó en gallo y que cantaba exclusivamente a la hora de almuerzo. (Ese es el "gran" secreto detrás del nombre de esta franquicia de marras) Para comenzar me decidí por lo básico: el cuarto de pollo a la brasa con papas fritas. ¡Genial! Después de tiempo encuentro un pollo en el punto de cocción adecuado y en el cual el sabor no se queda sólo en el pellejo. El problema fueron los acompañamientos. Esas papas fritas recalentadas no le hicieron ningún favor al plato. El sabor de las salsas, algo básico de cualquier pollería, también dejó mucho que desear.

Afrancesado
Luego, guiado por las bondades que describía su carta, pedí el afrancesado, filete de pollo con champiñones a la crema y tomillo del jardín acompañado de papas del caporal. El filete fue una decepción porque no tenía nada de sazón. Será por haber pasado demasiado tiempo en la congeladora o porque al cocinero se le olvidó la sal y la pimienta. Igual tampoco supo cocinarlo adecuadamente porque la carne estaba completamente reseca. Celebro que quieran salir de las clásicas papas fritas o la ensalada fresca pero estas papas Tumbay estaban ya demasiado arenosas al punto que no se podían comer solas.

La hoja del reclamo. Nótese la "gran" respuesta.
Hasta ese momento el almuerzo había resultado una experiencia plana sin mucho que destacar pero dos sucesos cambiaron radicalmente la historia. El primero fue que mi amiga cuando estaba por terminar su ensalada César encontro los restos de un insecto pegados al bol. Pedimos la presencia inmediata del administrador pero se negó a subir y mandó decir que ofrecía cambiar el plato nada más. ¿Candidato al peor administrador del año? Ustedes decidan. Al final se dignó a presentarse pero en un actitud defensiva afirmando en todo momento que era culpa del proveedor y que no cobraría la ensalada. (Gran favor que nos hace, ¿no?). Ejemplo de su proactividad es la escueta respuesta que dejó en el libro de reclamaciones.

Carta con manchas de grasa
El segundo suceso ocurrió un par de horas más tarde en casa cuando sufrí de algunos malestares que no es relevante describir pero que me hicieron entender que en ese local la inocuidad de los alimentos debe ser una expresión desconocida que no figura en sus manuales. Tal vez debí haber desconfiado desde el principio al ver que ni se preocupan de cambiar las cartas con manchas de grasa. Ya una vez dije que la mala comida puede tomarse como una anécdota pero con la salud no se juega y no quiero imaginar que más se podría encontrar en las salsas, en las bebidas o los complementos. Sé que han ganado un premio recientemente pero yo les recomendaría al gerente de la marca visitar su página de Facebook y leer la gran cantidad de quejas sobre la mala atención, el servicio de delivery o la publicidad engañosa. A mí con franquicias.

Don Belisario queda en Javier Prado Este 5510, La Molina.
Volvería: No. Con la salud no se juega.