jueves, 22 de febrero de 2018

La década prodigiosa

Tengo en mis manos una guía gastronómica editada por la revista Etiqueta Negra en el año 2008. Paso cuidadosamente cada página y encuentro locales que ya cerraron sus puertas, chefs que emigraron a otros lares y restaurantes que inexplicablemente aún siguen existiendo. Recuerdo que en aquellos tiempos lejanos me planteé el ambicioso objetivo visitar cada uno de los lugares reseñados en la guía de marras. Nunca lo hice, pero sin querer mi blog es ahora una referencia para todos aquellos que buscan un lugar para comer bien. Si alguien se toma el trabajo de revisar las publicaciones realizadas desde el inicio, contará más de 500 reseñas escritas de restaurantes de Lima, provincias y el extranjero. Como alguna vez me dijo una persona del medio: "tu blog es una mina de información gastrónomica"

Han pasado ya 10 años desde que tomé una cámara digital y empecé a recorrer Lima visitando restaurantes y tomando fotos de los platos que consumía. Algunos me gustaban, otros no, más nunca dejaba de contarlo porque sentía que de hacer lo contrario estaría faltando a la verdad. Esa ha sido la esencia de este blog y luego de tanto años no pienso cambiar. Me gusta contar mis experiencias y no me guardo nada por quedar bien con alguien o por tratar de ser políticamente correcto. En estas épocas cuando la crítica está proscrita y es calificada injustamente como falta de humildad, yo diría que es todo lo contrario. Mantener una posición objetiva ante la ola de agencias de medios, restauradores y terceros que sólo buscan difusión, léase publicidad, es todo un reto. Qué facil sería para mí negociar beneficios (léase vales para sorteos, canjes, etc.) con los restauradores colgándome en la cantidad de seguidores que tiene la página, más esa nunca será la manera en que funcione el blog. Yo sigo terco en esta lucha y considero que mientras más distante sea mi relación con los restauradores, más libre soy para escribir mis reseñas. Mi compromiso está, más bien, en mantener una actitud de aprendizaje constante para brindarles la información más completa y objetiva posible.

Quiero contarles que ha llegado el momento de hacer una pausa. Debo volver a los orígenes del blog cuando me tomaba un tiempo prudente para armar las reseñas y publicar un texto con tranquilidad sin caer víctima del inmediatismo que exigen las redes. Quizá me tome algunas semanas soñando en descansar o para afinar los textos de las publicaciones antiguas, pero seguro que estaré visitando locales en el corto plazo. Lo que sea, volveré más pronto de lo que imaginan.

Me debo a ustedes, queridos lectores, los que hacen el blog y aunque a veces no lo parezca tengo grabada cada una de sus recomendaciones, críticas y comentarios. Sin sus aportes yo no estaría aquí y tienen mi agradecimiento inmenso por acompañarme en esta aventura gastronómica.

Ahora sí. ¡A celebrar se ha dicho!

lunes, 19 de febrero de 2018

Ají 555 Real Thai Cuisine (La felicidad ja ja ja)

¿Será que me he tomado demasiado tiempo para visitar Ají 555? No lo creo. Si estos años han servido para que la propuesta madure, adquiera consistencia y, sobre todo, se mude a una zona más accesible para su público objetivo, entonces valió la pena esperar.

Marinado de langostino.  Ensalada de cerdo crujiente.
Alitas fritas. Pato a la parrilla.
Acá estoy frente a la puerta de Ají 555. El mural en la fachada es alegre e invita a conocer un nuevo mundo de sabores, aromas y texturas. La comida de Tailandia tiene ahora un competidor de cuidado en Lima y ya no se trata de definir quien cocina mejor, sino de quien es más apegado a las recetas tradicionales sin esquilmar al cliente reemplazando los insumos.

Abro la carta y me siento como niño en juguetería. ¡Todo es nuevo! Ningún plato, exceptuando a los archiconocidos pad thai y la ensalada de papaya verde, me da la más mínima idea de lo que podría ordenar. El mozo se toma el trabajo de explicarme los ingredientes, los niveles de picante y además de qué manera puedo personalizar el plato. Empiezo con un Gung Chae Nampla (S/.4.50 cada uno), variedad de tiradito donde la frescura del insumo se complementa con una salsa de sabores muy equilibrados. Sigo con unas Pik Gai Tod (S/.25.00), las clásicas alitas de pollo, que llegan tal cual debe ser, crujientes por fuera y jugosas por dentro. Ojo que se pueden ordenar en versión tradicional y también picante con sriracha. El Gai Pan Oy (S/.25.00) es un bocadillo de pollo molido que viene servido alrededor de una caña de azúcar. Ligero, sin sabores intensos, como para empezar a familiarizarse con la propuesta del restaurante. En el Ped Yang (S/36.00), pato a la parrilla, hay ejecución precisa en la cocción y además funciona muy bien como abreboca.

Ensalada de papaya verde. Ong choy crujiente.
Salteado de anacardo.Arrroz salteado con pato.
Visto que los platos calientes me alegran la noche hay que darle una oportunidad a las ensaladas. La archiconocida Som Tam Thai Gung Sod (S/.25.00), ensalada de papaya verde, resulta muy ácida para mi gusto. La he probado antes y me pregunto si me dieron una versión adaptada al gusto peruano o acá se les pasó la mano con el limón. Sigue el Yam Mu Grob (S/.30.00), cerdo crujiente con apio, inesperada combinación donde el sabor del cerdo se integra adecuadamente con la frescura de las verduras. Me sorprende el Yam Pak Bun Grob Tale (S/.32.00), una hoja empanizada de ong choy (variedad de espinaca), sobre la cual se sirve una ensalada de mariscos. No es fácil de servir porque se quiebra la menor movimiento pero eso quedará en segundo plano cuando la prueben. Tenía que haber un plato con nueces y el Pad Med Mamuang Gai (S/.35.00), salteado de anacardo con pollo, se convierte ya en uno de mis favoritos de la carta. Es un plato dulce con pollo, parecido al que sirven en los chifas, pero el crujiente del anacardo le otorga otra dimensión.

Arroz con piña. Arroz de 4 hierbas.
Fideo de arroz picante. Fideo de arroz dulce.
En cuanto a los arroces les recomiendo el Kao Pad Tom Yam Gai (S/.34.00), una revolución para quienes viven prendados de los arroces fritos orientales. Aquí el wok no es protagonista sino los insumos tradicionales pues el plato es aromático, sabroso y especiado y yo disfruto cada cucharada como si fuera la última de mi vida. Tranquilamente prescindiría de la proteína pero eso ya es cuestión de gustos. Sigue el Kao Pad Sapparod Gung (S/.37.00), arroz con piña, menos intenso que el anterior pero igual de sabroso. En el Kao Pad Ped (S/.23.00), arroz salteado, están todas las bondades de las anteriores preparaciones, más el pato no ha sido procesado correctamente y esa textura correosa le hace flaco favor al plato. Clarinazo de alerta para el equipo de cocina. 

No me iría sin probar los famosos Pad Thai Gung (S/.48.00), el plato más reseñado en la mayoría de restaurantes orientales que presumen de ofrecer gastronomía Thai. Aquí hay un sabor dulce que le otorga la salsa de tamarindo pero la idea es mezclarlos con el limón y la pimienta cayena que colocan al borde. Es que de eso se trata esta cocina, encontrar el balance entre todos esos sabores sin que ninguno le quite protagonismo al otro. Si desean algo más intenso, ordenen el Pad Ki Mao Gai (S/.28.00), la misma pasta pero en una deliciosa versión picante. Paso del Pla Pad Kuen Chai (S/.45.00), trozos de pescado frito con apio, porque se me antoja deslucido ante el exceso de cocción.
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Sopa Tom Yam Namsai Gung (Tamaño personal). Pad Kra Pao.

La sopa Tom Yam Namsai Gung (S/.44.00), sopa de hierbas, hongos y mariscos, se merece un párrafo aparte. Si bien tiene una base de fondo concentrado esto queda en segundo plano ante la complejidad de sabores que se pueden encontrar: acidez, picante y amargo. Hay alegría en este plato, y si bien el verano no invita a tomar sopa, ustedes no se pueden ir del restaurante sin haberle dado una oportunidad. La última palabra se la lleva el Pad Kra Pao Gai (S/.35.00), el plato más popular de la comida callejera en Tailandia. Cualquiera me diría, "blogger, pero es arroz con huevo frito". Ilusos, este plato es más de lo que se ve a simple vista. El pollo molido con albahaca thai lleva un nivel de picante infernal que no los abandonará hasta que se hayan llevado apresuradamente una cucharada de arroz blanco a la boca. El mozo me mira divertido y me dice: "Por si acaso este es nivel uno, en Tailandia se come el cinco"

Arroz con mango. Marshmellow con helado.
Crepe con helado. Helado frito.
Luego de tremendo festín es difícil pensar en postre pero tal parece que en Ají 555 no se han guardado nada, ni siquiera en la parte más dulce de la carta. Sin desmedro de todo lo que pueden encontrar, las palmas se las lleva el Kao Niew Mamuang, arroz glutinoso con mango, postre típico de Tailandia. La textura es intrigante, más melosa que el shari de los makis y se integra muy bien con la frescura del mango. Vale la pena agregar que se elabora con arroz importado de Tailandia. El Crepe Ice Cream Mamuang (S/.35.00) es el postre ideal para el verano. Un crepe relleno de arroz glutinoso que se sirve con un helado artesanal de mango. Los Ice Cream Marshmellow (S/.29.00) son una agradable sorpresa, es un postre lúdico ideal para compartir entre amigos y cambiar el sabor de boca.  El Ice Cream Tod (S/.30.00), helado frito, se los dejo a ustedes de tarea. 

Fachada del local.
Ají 555 me deja excelente sabor de boca por la honestidad de su propuesta. No es fácil replicar los sabores de Tailandia, sabiendo que muchos de sus ingredientes principales escasean, pero han sabido solucionar el tema cultivando sus propias hierbas como el kaffir, la albahaca Thai y el galanga. Si tienen tiempo pidan que les enseñen el jardín de muestra que tienen.

El servicio es correcto aunque falta más soltura para guiar a los clientes inexpertos a través de la carta sin que llegue a parecer que se está leyendo un manual de instrucciones. Me gusta que haya flexibilidad en cuanto a personalizar el plato en caso uno sea vegano o tenga poca tolerancia al picante. El ambiente es amplio y cómodo, y lo más recomendable es ir en familia o con amigos, pues el tamaño de las porciones invitan a pedir varios platos y picar de cada uno. Con cuatro visitas a cuestas me siento satisfecho de haber conocido esta propuesta pero sé que aún falta ahondar en esa carta, así que me verán volver muy pronto. 

Ají555 Real Thai Cuisine queda en San Luis 2879, San Borja.
Horario: Martes a sábado de 13.00 a 15.30 y de 19.00 a 21.30. Domingos de 13.00 a 16.00
Precios: Entradas (S/.23.00 - S/.36.00). Fondos (S/.23.00 - S/.69.00) Postres (S/.30.00 - S/.35.00)
Teléfono: 677-1571
Estacionamiento: En la calle, con vigilancia.
Volvería: Sí.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Tomodachi Japanese Cuisine (Nuevos rumbos)

Empieza el año y el blogger por fin se anima a dejar el gazmoño triángulo San Borja-San Isidro-Miraflores. 

Fachada del local
Hace algunos meses la voz autorizada del blog me pasó un dato: "Renzo, tienes que ir a Tomodachi cuanto antes, es el mismo equipo que trabajaba en Ichiban. Lo que vas a comer ahí es la comida tradicional japonesa. ¡No se te vaya a ocurrir ordenar acevichado!" Confieso que tomé esta recomendación con escepticismo pero como en la oficina me dieron una semana libre aproveché para husmear por la zona y visitar el tan recomendado local. De más está decir que identifiqué otros restaurantes cercanos que reseñaré en el corto plazo.

Entro a Tomodachi y me saludan con el clásico "Irashai" (Bienvenido). No me siento impresionado, la decoración es minimalista y el salón se ve muy sencillo. Detalles más, deralles menos, yo sólo tengo ojos para la carta: piqueos, makis, platos frío y calientes. Vaya, por fin un restaurante que no ofrece acevichado o salsa de anguila extra y ni pensar en la infame barra libre. Creo que voy a llorar de la emoción. 

Maguro tataki. Spicy tuna.
Chawanmushi. Gyoza al vapor.
Empieza mi jornada con unas gyoza al vapor (S/.20.00) que me devuelven la fe en el mundo. Su textura y relleno de pollo y verduras no tienen nada que ver con esos bocadillos recalentados en microondas que sirven en la mayoría de restaurantes nikkei. El maguro tataki (S/.38.00) sigue la misma tendencia. Hay precisión en el corte y en el sellado pero más en la equilibrada salsa ponzu, el acompañamiento preciso para que uno pueda disfrutar el sabor del pescado en su máxima extensión. Sigo con un hosomaki de Spicy Tuna (S/25.00) donde el atún está sazonado con un picante muy sútil. Como verán la foto no es el roll tradicional, este lleva el alga por fuera, es más delgado y por lo tanto lleva un solo relleno. En cuanto al chawanmushi (S/.15.00) se los dejo de tarea a ustedes. Es una variedad de souffle con trozos de mariscos y hierbas que no les va a cambiar la vida, pero no es un plato fácil de encontrar y merece que le den una oportunidad.

Yakimeshi. Tonkotsu ramen.
Yasaitame. Yakiudon.
Es turno de los platos calientes y empezamos con un yakimeshi de mariscos (S/.30.00), que me deja buen sabor de boca porque al fin encuentro ese arroz de textura melosa con los mariscos al punto. Ya casi lo consideraba una leyenda urbana pero este sí que cumplió. El yasaitame de verduras y mariscos (S/.25.00) sobrepasa mis expectativas. No hay mucha ciencia en saltear verduras pero sí en conseguir el ahumado del wok y que los ingredientes no se pasen de cocción. El tonkotsu ramen (S/.28.00) justificaria un párrafo aparte pero mejor lo resumo en una línea. Junto a Tzuru y Cosme es uno de los tres mejores ramen que se pueden encontrar en el mercado. Paso de los yaki udon (S/.30.00), aún no termino de cogerle el gusto a la textura gruesa de estos fideos y también le faltó fuerza al ahumado. Considero que es más una cuestión de gusto adquirido antes que una falencia del plato. No hay postre para cerrar la jornada, pero sí unas rodajas de fruta para limpiar el paladar.

Detalle del salón
La experiencia en Tomodachi Japanese Cuisine fue más que satisfactoria. Ahora entiendo por qué me lo recomendaron tanto y se me hace necesario regresar en el corto plazo para seguir investigando esa carta. Algunas opciones podrian sonarles conocidas pero la gran diferencia está en la preparación al estilo tradicional. Punto a favor para la atención en mesa, los mozos son corteses y están preparados para absolver consultas. El local es pequeño, si van en grupos grandes les recomiendo hacer reserva o ir temprano. Ahora que estamos en verano les recomiendo llevar un Montes Cherub 2017, vino rosé que le irá muy bien a los diversos sabores que ofrecen. De mi parte ya tienen un nuevo cliente y sólo espero que cambie de estación para probar sus tres variedades de ramen. Me verán volver muy pronto.

Tomodachi Japanese Cuisine queda en Estebán Campodónico 223, La Victoria.
Horario: Martes a sábado 12.30 a 15.30 y de 19.00 a 22.30. Domingos de 12.30 a 16.00
Precios: 
Teléfono: 370 6119
Estacionamiento: En plena calle con vigilancia.
Volvería: Claro que sí.

jueves, 1 de febrero de 2018

Una aventura miraflorina

Debo ser el único blogger que pide vacaciones exclusivamente para salir a comer. ¿Qué le vamos a hacer? El fin de semana se acorta entre las responsabilidades caseras y la programación de visitas.

A blogger que madruga...
Bendita sea la hora en que aparecieron las panaderías artesanales en Lima. 

Entro a Pan Atelier lleno de expectativa. Venir a Miraflores requiere un esfuerzo adicional entre el desorden del tránsito, la falta de estacionamiento y las miradas de odio de los ciclistas. Pero yo vengo decidido a empezar el día con pie derecho y a evaluar esta de panadería artesanal. 

El local es amplio e iluminado. En la entrada se ubica una vitrina con variedad de panes salados y dulces, al fondo un ambiente donde se elabora y hornea el pan. Tomo sitio y pido la carta. La variedad de sándwiches, desayunos y opciones saludables alcanzan para todos los gustos y los precios se ven manejables. 

Empieza mi flamante desayundo con un sándwich porchetta (S/.21.00). Novedad, nunca había probado este fiambre, un tipo de panceta horneada a la leña. Ese sabor ahumado se conjuga adecuadamente con las cebollas bebé encurtidas en frambuesa y la mostaza en grano. Sigo con un caprese (S/.16.00) el sándwich menos interesante que conozco. Felizmente a veces me equivoco en gran estilo porque aquí lo han reinventado, grillando el queso y aportando un twist de tomate seco y pesto que lo hacen más versátil. 

Caprese. Porchetta.
Apaltado. Croquete Madam.
Sigo con un croquete madam (S/.13.50). El croissant cumple en tamaño y sobre todo una masa crujiente y alveolada. El clásico relleno de jamón, queso y huevo frito a la inglesa no decepciona. Si bien en la carta la descripción incluye salsa mornay (bechamel con yema de huevo y queso) su aporte es mínimo, pareciera que la echaron con gotero. 

No hay ciencia con el apaltado (S/11.00) más si la nostalgia por revivir el desayuno que siempre consumía de niño, pero en una versión refinada. La clave está en el pan artesanal y una palta de buena calidad. Además en la mesa disponen de aceite de oliva Mestral para darle más sabor al sánwich. Eso sí, algo debe estar mal con su cronómetro porque el huevo de acompañamiento estaba poco menos que crudo. 

Pan Atelier me deja buen sabor de boca con su propuesta de panes artesanales. La atención a la mesa es correcta y el tiempo de espera razonable. La propuesta me deja con ganas de regresar en otra hora del día y evaluar otras opciones de carta. Esas pizzas y la bollería son una tarea pendiente que debo terminar cuanto antes. 

Pan Atelier queda en Cantuarias 167, Miraflores.
Volvería: Sí, falta evaluar más opciones.

Cuando menos es más
Me he demorado mucho tiempo en regresar a este local, tanto que hasta nueva carta encontré.

Detalle de la decoración. Buffalo PopCorn.
Carnívora. Baconator junior.
Estoy sentado muy cómodo en Tres Cuartos Burger Bar. La disposición de las mesas ha variado, la carta se ha reinventado con nuevo formato y trae nuevas opciones que justificaban mi pronto regreso. Aunque, para ser sincero la mayor motivación fueron las fotos que vi en el Instagram de Renato Peralta.

Empiezo con el Buffalo PopCorn (S/.18.00), los trozos de pollo crujientes que para mí son la estrella de este local. Sin embargo en esta versión el picante que promete la carta es demasiado sútil, casi imperceptible. Continuo con una Carnívora (S/.10.00), dos empanadas fritas y rellenas de una ambiciosa mezcla de carne picada, panceta y tocino ahumado con extra queso mozzarella. Todo un placer culposo. Ojo, se ven pequeñas pero el relleno es generoso, no se vayan a llenar rápido.

Antes de hablar de la hamburguesa vale la pena hacer una digresión. Sucede que con los años he cogido la manía de picar en lugar de comer. Entenderán porque elegí la Baconator (S/.19.00) en su versión slider de 100 gramos. La hamburguesa llega jugosa a la mesa, se deja apreciar el sabor de la carne y los toppings de chedar y tocino artesanal. El tamaño permite comerla rápido y no hay riesgo que se enfríe y pierda su integridad. Punto aparte para las papas crujientes que yo rocío feliz con las salsas artesanales de la casa.

Me voy de este local con ganas de regresar muy pronto. Su propuesta es concisa pero bien trabajada y cumple con mis expectativas. Eso sí, me voy picón por no haber probado sus postres. La próxima los ordeno para llevar y comer al costado con un excelente americano de Harry Neyra..

Tres Cuartos Burger Bar queda en Enrique Palacios 1072 , Miraflores.
Volvería: Sí, la carta no es amplia, pero las opciones son buenas.


El precio del helado
Si el lomo saltado de Nanka les pareció caro esperen a averiguar cuánto vale un cono de helado Haägen Dazs.

Aún puedo recordar la primeva vez que probé el helado de Haägen Dazs. En una época en la que la oferta de heladerías se reducía a 4D, Laritza D' y fue casi una epifania probar el verdadero sabor de la vainilla con sus puntitos y todo. No hubo marcha atrás.

El problema es que ya no soy el mismo blogger de antes y ahora qué estoy parado delante del stand de Häagen Dazs en Larcomar me pregunto si no se han demorado mucho en llegar a Lima. Los sabores disponibles son los mismos que pueden encontrarse en cualquier supermercado así que la clave está en ordenar una de las Creätions (S/.22.00) o jugar con los diferentes toppings (S/.3.00) como brownie, chocolate belga o coulis de fresa. Sólo para sacarme el clavo terminé ordenando un cono de dos sabores (S/16.00): cookies & cream y ron con pasas.

Como propuesta el stand de Häagen Dazs no trae mayor novedad que la variedad de toppins para adicionar al helado. Si antes no lo han probado quizá valga la pena satisfacer el antojo de probar una de las marcas más conocidas en el mundo, pero cuando pienso en la infinidad de heladerías artesanales que hay ahora en Lima, me pongo a pensar si vale la pena pagar tanto. Digo yo.

Häagen Dazs queda en C.C. Larcomar
Volvería: Sólo para sacarme el clavo con las copas.