sábado, 30 de octubre de 2010

Club de la Banca y Comercio

sublime.
(Del lat. sublīmis).
1. adj. Excelso, eminente, de elevación extraordinaria.

Sublime. Esa es la palabra que venía una y otra vez a mi mente cuando escribía este post. Luego de haber recorrido varios restaurantes de San Isidro en busca de algo satisfactorio para la hora de almorzar. Luego de haber escrito una ruta sobre los epicúreos restaurantes del Swissôtel. Luego de todo eso y cuando pensaba dar punto final y pasar a una nueva ruta, llegó al blog una invitación para conocer la carta del Club de la Banca y Comercio. Cortesía de Indira Vildósola, chef principal de este exclusivo club, paso a relatarles una experiencia que va más allá de lo gastronómico.

Para comenzar me sirvieron de aperitivo un caipirucho: un trago al estilo de la caipirinha pero con pisco en lugar de cachaça. Cualquiera diría que no es ninguna novedad, pero existe un pequeño detalle que lo hace diferente a cualquier trago que hubiera probado antes: el barman utiliza un macerado de pisco con ají limo, ají verde y pimienta de chapa. Cuando lo probé mi paladar se resistía a aceptar la inimaginable combinación de ácido, picante y dulce pero tomándolo con detenimiento me di cuenta que se alejaba de ese regusto a limonada que tienen a veces las caipirinhas y llevaba este trago a niveles insospechados. Después de disfrutar este aperitivo y recibir una pequeña clase del barman sobre los otros macerados que tenía a mano, Indira me invitó a dar un recorrido por los diferentes salones del club. Cada cual tenía una particularidad muy especial, estilos clásicos, ejecutivos y al final el más sorprendente: el salón Grau, decorado de tal manera que asemejaba las paredes de un barco. El almuerzo tuvo lugar en este salón y puedo afirmar que la comodidad, elegancia y exclusividad se percibe en todo momento.

Para comenzar me sirvieron unos langostinos en camisa de panko sobre puré de camote al maracuyá. Fueron unos langostinos muy crocantes cocinados al punto ideal y que combinabab perfectos con los sabores dulce del camote y ácido del maracuyá. Luego vino un cebiche de lenguado estilo CBC y tranquilamente puedo decir que terminó mi búsqueda del cebiche perfecto. La frescura y la textura del pescado me hicieron recordar el usuzukuri que probé en el Matsuei y cada bocado era un premio para mi paladar. Que maestría para conseguir un equilibrio perfecto entre el ácido y el picante sumado al sabor del lenguado.

Luego llegó la presentación de los platos principales y comenzamos con un ossobuco braseado al vino tinto sobre polenta gratinada con queso azul.¿ Cuántas veces he escuchado la frase: es tan suave que no necesita cuchillo para cortarlo? El ossobuco que me sirvieron iba más allá de todo eso, carne muy suave de sabor concentrado e intenso. La polenta gratinada era el acompañamiento perfecto cuando lo mezclaba con un poco de la salsa de la carne. El plato se completaba con el detalle especial y elegante que le daba el queso azul.

El segundo plato principal si merece todos los elogios que le pueda dar. Es fácil combinar sabores, es fácil utilizar ingredientes exquisitos, es fácil crear un plato perfecto pero si logras que conmueva el corazón de quien lo prueba entonces el chef ha creado una obra maestra. Desde que era niño disfrutaba mezclando el locro con arroz pese a las llamadas de atención de mis padres. Indira logró que regresara a mi infancia cuando probé el mero crujiente servido con rissoto de locro de zapallo con langostinos salteados y reducción de chupe de camarones. Sinceramente elegiría este plato como lo mejor que he comido en este año. Apenas lo probé algo se conmovió en lo más profundo de mi subconsciente. No me sentía un blogger sino un niño probando su plato de locro. Pero cuando a eso le sumé un trozo de mero y la reducción de chupe de camarones volví a mi realidad y agradecí que tenía la edad suficiente para apreciar estos sabores.

Para terminar este suculento almuerzo no podían faltar los postres. Comenzamos con un trío criollo: Suspiro limeño, mazamorra morada y chirimoya alegre. Lo divertido cuando te sirven postres en versión miniatura es que se pueden combinar los sabores sin sentimiento de culpa. Ante la mirada displicente de Indira cogí un toque del merengue del suspiro y lo mezclé con un poquito de chirimoya. Deliciosa combinación. La mazamorra morada también estuvo muy agradable. El segundo postre fue un mousse de café con craquelin de praliné y corn flakes con salsa ligera de fresas. Varias veces he probado el mousse de café y resultó un postre amargo y nada agradable. Aquí me sirvieron un mousse de sabores tenues y que se complementaba con la salsa ligera de fresas. Si a eso le agregamos lo crocante del craquelin y su quenelle de helado de vainilla el resultado es uno de esos postres que sólo deben comerse en ocasiones especiales.

Para cerrar con broche de oro el capítulo de los postres me sirvieron el Bombón de lúcuma: un suave mousse de lúcuma con cobertura de chocolate sobre crocante alfajor de pecanas. No puedo más que repetir mi frase favorita: Lo más simple es lo más difícil de lograr. La muy conocida combinación de lúcuma, chocolate y pecanas es la apoteosis de cualquier postre y aquí supieron darle el toque ideal para completar una velada perfecta en todo sentido. Este post no es la reseña de un restaurante para todos porque el Club de la Banca y Comercio es un lugar exclusivo para socios y sus invitados. Yo tuve la oportunidad de conocerlo gracias a la invitación de Indira y desde acá va mi sincero agradecimiento por haber disfrutado de un almuerzo extraordinario. Oportunidades así sólo se presentan una vez en la vida.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Swissôtel IV: Gourmet Deli

Este post debe leerse más como un bonus track que la reseña de un restaurante. Luego del recorrido por los restaurantes principales del Swissôtel tengo escribir sobre el Gourmet Deli porque, al menos para los que no han leído el segundo post que publiqué hace mucho tiempo, este lugar es el "eureka" que hizo nacer en mí el vicio de comer y marca el inicio de mi aventura gastronómica. A riesgo de escuchar algunos abucheos por el "refrito" contaré la historia.

Hace algunos años caminaba por la zona financiera de San isidro cuando me llamó la atención un aviso de letras verdes. Entré al lugar más llevado por la curiosidad que por el hambre y quedé impresionado cuando me fijé en las vitrinas. Frente a mí tenía la variedad más grande de tortas que había visto en mi vida. Cuando pregunté el precio tampoco lo pude creer. Sin pérdida de tiempo pedí una tres leches, una torta desconocida para mi paladar. Apenas la probé algo dentro de mí cambio, algún engranaje se puso en movimiento y descubrí que hasta ese momento había vivido engañado. ¿Cómo una torta podía tener un sabor tan delicioso? ¿Una presentación tan exquisita? ¿Una combinación de sabores tan perfecta? Ese día descubrí la misión de mi vida.

Ya son varios años que soy cliente asiduo del Gourmet Deli y nunca he salido decepcionado. De sus tortas puedo recomendar la tres leches, la extremadamente empalagosa torta rubia y la torta Selva Negra, preparada con el verdadero licor de cerezas. Si alguien me pregunta porque hasta ahora no he probado sus sándwiches y ensaladas no sabría que responderle. Cada vez que entro al Gourmet Deli mi paladar sólo conoce un sabor: dulce, dulce y más dulce.

Gourmet Deli de lunes a domingo 7:00 p.m a 9:00 p.m.
Swissôtel queda en Vía Central 150, San Isidro.
Teléfono 421-4400

domingo, 24 de octubre de 2010

Swissôtel III: La Fondue

Existen momentos mágicos e inolvidables que siempre formaran parte de tu vida. Hace un par de años tuve la oportunidad de viajar a Suiza y vivir una experiencia única de principio a fin. Pero si me viera en la obligación de escoger uno de esos momentos sería la visita al pueblo de Gruyères (Wikipedia, gracias por la foto). Soportando temperaturas bajo cero pude apreciar paisajes típicos de una postal de navidad. Además tuve la oportunidad de probar lo más típico de la gastronomía suiza: fondue y raclette en un típico chalet. Acompañado de un buen vaso de Glühwein (vino caliente) fue una escena que recordaré toda mi vida. 

En Lima, aunque no lo crean, existe un restaurante en el cual pude evocar ese ambiente mágico: La Fondue. Un local que pudo trasladarme hasta un chalet suizo en los Alpes con la misma decoración, la misma vajilla e incluso con mozas vestidas de trajes típicos de Suiza. El Swissôtel nuevamente hace gala de su excelente hospitalidad y servicio con este restaurante. Me era bastante difícil escoger entre la gran variedad de fondues que ofrecen (suizos, fusión y orientales) así que preferí que me recomendaran uno. El escogido, el fondue a la huancaína: una mezcla de quesos andinos y suizos con salsa a la huancaína, servidos con papitas cocktail. Sonará a herejía pero de la combinación de los sabores peruanos con la tradición suiza apareció en la mesa un plato que rompe todos esquemas. Para un principiante creo que es el fondue ideal porque se aleja de los quesos suizos, algo fuertes para conseguir un equilibrio de sabores con el toque peruano de la salsa huancaína. Consejo, el fondue combina mejor con el pan porque la textura porosa permite que se remoje más en el queso. Si quieren disfrutar la misma sensación con las papitas cocktail recomiendo que la partan por la mitad antes de bañarla en el queso derretido.
 
No me iría de La Fondue sin probar la maestría del chef con el chocolate, así que pedí un fondue de Bailey's. Es cuestión de gustos pero considero que combina mejor con frutas frescas y jugosas como la papaya y la piña. De acuerdo a su gusto pueden ordenar que la fuente sólo traiga las frutas de su elección y obviar los marshmellows. No se olviden de pedir agua mineral porque el chocolate puede resultar bastante empalagoso. Además no la pierdan de vista, hay que estar moviéndola constantemente porque se puede quemar al menor descuido. La Fondue es un restaurante con magia. Es mejor que vayan en grupo para probar las diversas variedades de fondues que ofrecen. Los precios no son elevados y justifican completamente la calidad de los ingredientes y la excelente atención. Para los fanáticos del chocolate es un deber que conozcan este lugar sin pérdida de tiempo. A los demás lectores les recomiendo que aprovechen el frío de estas semanas para conocer lo mejor de la gastronomía suiza.
La Fondue queda en Vía Central 150, San Isidro.
Horario: Lunes a sábado de 7:00 p.m a 11:00 p.m.
Ticket promedio: S/.70.00 por persona
Teléfono 421-4400.
Volvería: De hecho. Para mí es un lugar que trae los mejores recuerdos de Suiza.

jueves, 21 de octubre de 2010

Swissôtel II: La Locanda

Uno de los puntos que siempre me critican del blog es la falta de reseñas sobre restaurantes gourmet. Creo que el debate respecto a que no se puede hablar de buen comer sin incluir a la comida gourmet se alargaría por varios posts. En mi defensa puedo decir que muchos de estos lugares ya han sido reseñados en innumerables guías gastronómicas, revistas y artículos de periódico, y tal vez sería redundante hablar de algo sobre lo que ya opinaron los "expertos". Considero que hay mucho pan por rebanar acerca de la comida gourmet pero el tiempo me obliga a entrar de una vez en el tema del post.

El siguiente paso en la ruta del Swissôtel era almorzar en su restaurante principal: La Locanda. Durante la visita de reconocimiento puede apreciar que tenía un ambiente muy elegante e imaginé que sería un almuerzo de antología. Pero la realidad supera a la ficción y sólo podría preguntarles: ¿Cuántas veces se puede almorzar en un restaurante premiado como el número uno entre todos los restaurantes de hotel? ¿Cuántas veces se pueden topar con el que fue maître corporativo de uno de los restaurantes más importantes del Perú? ¿Cuántas veces tienen la oportunidad de que el chef venga a la mesa y puedan felicitarlo por lo excelente de su comida? Esta es la reseña de un restaurante donde la perfección se encuentra hasta en el último rincón.

El almuerzo empezó con la presentación del maître, Alfonso Candiotti, quien me habló acerca de la historia del restaurante, la manera como se desarrolló la carta y culminó su presentación con una anécdota que incluía, nada más y nada menos que a monstruos de la cocina mundial como Juan Marie Arzak y Ferran Adrià. Luego pasó a describir los platos de la carta con una maestría tal que uno deseaba pedirlos todos al mismo tiempo. No fue sencillo escoger los platos que acompañan esta reseña.

El primer plato fue un pollo bebé deshuesado cocido al ladrillo en salsa balsámico sobre timbal de papa rústica, tomate cherry y arúgula. Pido perdón al pollo bebé porque jamás he probado una carne tan tierna y sabrosa. Pidón perdón a Arequipa porque el timbal de papa rústica deja al pastel de papa arequipeño como un entremés común. Este plato fue una verdadera revolución para el paladar. La papa arenosa combinaba perfecto con la salsa balsámico, el acido del tomate cherry cortaba el sabor fuerte del pollo, y la armonía de sabores, aromas y texturas era digna de un hotel cinco estrellas. Imposible describir con palabras lo bueno que estuvo el plato.

El segundo plato fue un atún Goriziano en costra de ajonjolí, salsa de aguaymanto, servido con puré de papa y almendra acompañado de poro a la crema y espinaca salteada. Después del pollo bebé pensé que no probaría algo mejor pero este plato se lleva de encuentro a cualquiera que puedan mencionar. No sólo cocinaron el atún en su punto perfecto, la textura del puré con almendra y mascarpone era inigualable y si a eso le sumamos la combinación de sabores del aguaymanto, la espinaca y el poro, tenemos un plato que va más allá de todo lo que puedan pedir.

No me iría de la Locanda sin probar sus postres, el problema era cual sería el elegido de toda la carta. Para empezar ordené la creme brulé acompañada de fresas marinadas al balsámico y menta. Es la primera vez que me sirven creme brulé así que me falta feedback para poder evaluarla objetivamente. Sólo diré que era una crema muy suave, con puntos de vainilla (atención, vainilla de vaina, no esencia) y que combinaba muy bien con la fresa marinada. El toque especial lo daban las hojas de menta pues su sabor fuerte equilibraba lo dulce de la crema y la acidez de las fresas.

El segundo postre fue un Grand Marnier parfait, servido en delicado cono de chocolate con gajos de naranja. Si me lo hubieran contado no lo creía. Este postre era una verdadera obra de arte y una joya para la vista. Lo siento por la crema de yogur del Lumière pero ya le salió un competidor de cuidado y que está muy cerca de desplazarlo de mi top five personal de postres. La suave textura del parfait, la combinación del amargo del chocolate con el gran marnier, y la decoración exquisita hacen que pedir este postre sea un deber. Para culminar la velada se acercó a la mesa el chef, Francesco Manzone, a quién pude felicitar en persona por tan extraordinario almuerzo y que amablemente accedió a tomarse algunas fotos para el recuerdo. La verdad pocas veces uno se encuentra con un restaurante que es sinónimo de excelencia en todos sus aspectos. Mi recomendación, basada en los comentarios del maître, es que vayan el día domingo porque es el menos concurrido y podrán disfrutar a sus anchas de un ambiente exquisito y tranquilo digno de un hotel cinco estrellas. El restaurante La Locanda es un indiscutible número uno.

Swissôtel queda en Vía Central 150, San Isidro.
Teléfono 421-4400

lunes, 18 de octubre de 2010

Swissôtel I: Le Café

Finalizada la ruta empresarial de San Isidro consideré que era momento de emprender otros rumbos, sin embargo seguiré escribiendo sobre este distrito todavía a lo largo de cinco posts. El motivo es muy simple. Hace mucho que frecuento el Gourmet Deli, la pastelería del Swissôtel, y siempre tuve la curiosidad de conocer sus otros restaurantes. Alguna vez también tomé un pisco sour en el Lobby Bar, el bar del Swissôtel, y pude disfrutar del ambiente exquisito y elegante que ofrece este hotel cinco estrellas. Por eso no dudé en escogerlo para celebrar un par de ocasiones especiales y, al mismo tiempo, ponerlo en la mira para escribir la reseña respectiva en el blog.

Decidí empezar la ruta por lo más simple: Un desayuno en Le Café. Desde que probé el desayuno buffet del hotel Sol de Oro me dí cuenta que existía todo un mundo nuevo por descubrir en este rubro. Le Café tiene seis estaciones: Jugos, frutas frescas, embutidos y quesos, desayuno internacional, desayuno peruano y panecillos. En la estación de jugos les recomiendo que comiencen probando un "shot" de Birchemuesli, una receta desconocida, al menos para mí, del doctor Bircher Benner (el mismo de la comida vegetariana) compuesta de avena, frutas secas, miel y leche. De la estación de frutas no hay mucho que decir salvo que hay una gran variedad y su frescura es insuperable. La estación de embutidos y quesos también me pareció cumplidora, ofrecían lo suficiente. Pasé a la estación de bocadillos calientes donde disfruté de opciones muy buenas. Me quedo con los frijoles rancheros servidos con salchicha picante. Acepto que no es un desayuno muy saludable pero me supo a gloria. Punto a favor también para sus huevos benedictinos servidos con una deliciosa salsa de tomate. Tampoco pierdan de vista los huevos revueltos preparados con una textura jugosa, acompañados de un par de lonchas de tocino. Si los sirven sobre panecillos sentirán que no existe un desayuno mejor.

El punto débil de este buffet es la estación peruana. A pesar de estar bien presentada palidece si la comparo con la variedad que ofrece el J.W.Marriot. El caldo de gallina tenía muy buen sabor y textura, pero se les había pasado el punto de la sal, por lo que no pasé de un par de cucharadas. Los tamalitos y humitas eran de muy buena calidad pero estaban envueltos en mini pancas lo que dificultaba su consumo. Sin embargo los mozos son muy atentos y tienen unas tijeritas con las que cortan la tirita que los mantiene cerrados. El chicharrón de cerdo tampoco era nada extraordinario y tenía el agravante que no estaba caliente. En cuanto a desayunos buffet de hotel considero que hay para todos los gustos. Por el momento el J.W.Marriot ha puesto la valla en un lugar muy alto y tengo que aceptar que el Swissôtel no lo supera. Creo que le falta variedad y darle más presencia a la estación peruana para ser un competidor de cuidado. Igual creo que todo está compensado por el ambiente elegante y la excelente atención.

El desayuno buffet está disponible de lunes a domingo de 6:00 a.m a 10 a.m.
Ticket promedio: El costo es de S/.65.00 por persona.

Swissôtel queda en Vía Central 150, San Isidro.
Teléfono 421-4400

jueves, 14 de octubre de 2010

San Isidro IX: ¡Por fin makis!

Una de las deudas más grandes que tiene este blog es la falta de posts de comida nikkei. Considero que no es válido opinar sobre un tema del cual tengo conocimientos muy básicos y por el momento no hay posts pendientes de publicar sobre el tema. Hace algunos meses tuve la oportunidad de que me inviten a una aventura gastronómica en el Matsuei y quedé gratamente sorprendido por los sabores que encontré. Hace un par de semanas, con motivo de un almuerzo de cumpleaños en el trabajo, fuimos al Edo y pude continuar con mi lento aprendizaje de la comida nikkei.

Ante mi negativa a comer rolls (por mi falta de experiencia para competir con los expertos) la recomendación de los conocedores fue pedir un oiruyaki (Pescado a la brasa con aceite de ajonjolí y cebollita china). Ante mi cara de esto-se-me-va-a-quedar-en-el-diente la moza recomendó pedir un complemento de yakimeshi especial (arroz frito con calamar, langostinos, verduras y pecanas) Conocedor de las artimañas para comer con palitos no fue necesario pedir tenedor y cuchillo para sumergirme en esta aventura. Me gusto el arroz frito por su textura melosa y su sabor equilibrado, bastante alejado del todopoderoso arroz chaufa pero sin dejar de ser un buen acompañamiento. Les recomiendo que pidan salsa de anguila para acompañarlo si les gusta la comida sazonada. El oiruyaki se me antojó la comida de dieta ideal: pescado muy bajo de sazón y cocinado en su punto exacto. Olvídense de esos filetes grasosos que sirven en las cebicherías.

En fin creo que todavía hay demasiado por saborear y aprender de la comida nikkei y esta reseña no le hace justicia a todo lo que se puede comer en el Edo. Tómenlo como una breve introducción a lo que será en un futuro la ruta nikkei. Serán bienvenidas las recomendaciones para comenzar a planearla. Con este post me despido de la ruta por la zona empresarial de San Isidro. Quizá faltó visitar algunos lugares pero el tiempo es un tirano que me obliga a planear al día los posts que serán publicados. Sólo puedo adelantarles que se vienen semanas muy interesantes para el blog.
Edo queda en Av. Canaval y Moreyra 575, San Isidro.
Teléfono 221-6391

edosushibar.com

viernes, 8 de octubre de 2010

San Isidro VIII: ¡Pronto, pasta!

Acercándonos ya al final de la ruta empresarial de San Isidro llega el momento de escribir el post sobre un restaurante de comida italiana, el único de la zona financiera. En el laberinto de pollerías, chifas, fondas y comida gourmet La Spezia se presenta como un oasis en el desierto. Espero que sepan mantener esa combinación de buena comida y buenos precios en el largo plazo. El almuerzo comenzó con una pizza La Spezia (champiñones, chorizo, salami y tocino) Personalmente siempre elijo las pizzas que tengan bastantes ingredientes y abundante salsa de tomate. Aquí supieron cumplir con mis expectativas: una pizza con harto queso, generosa cantidad de ingredientes y buen sabor. El tamaño es suficiente como para compartirla de entrada o para un segundo plato. La recomendaría frente a las conocidas opciones de hawaina, continental, etc.

El segundo plato fueron unos canelones de espinaca rellenos de carne y ricotta. Seré honesto, en general no hay mucho que destacar acerca de un plato tan simple como los canelones salvo que estén bien rellenos y lleguen calientes a la mesa. No recuerdo haber comido antes canelones verdes de espinaca así que lograron sorprenderme. La salsa bolognesa tenía bastante carne y buena textura, además que lograron ese sabor ideal, atenuando la acidez del tomate. Un plato cumplidor.

Considero que La Spezia es una buena alternativa a la comida de diario que uno encuentra por estos lares. Ojo, no lo estoy evaluando como un restaurante italiano, porque no tiene la calidad para competir con los grandes, sino como una alternativa en el laberinto gastronómico de San Isidro. Quizá deberían mejorar su salsa de ajo pues no le encontré mucho sabor pero eso es algo accesorio. Para mí La Spezia tranquilamente cumple con las expectativas.

La Spezia queda en calle Armando Blondet 265, San Isidro.
Teléfono 222-7722

domingo, 3 de octubre de 2010

San Isidro VII: Adiós pulpo BB

La intención principal de este blog siempre será narrar mis aventuras gastronómicas por Lima. Existen otros temas relacionados a la gastronomía sobre los cuales aún no escribo porque me falta tiempo para recopilar la información necesaria. Hace algunos meses escuché de rebote la noticia sobre la desaparición del pulpo BB de nuestras mesas debido a que lo estaban extinguiendo. No le presté mucho interés pues nunca fue un plato que me llamara mucho la atención. A manera de requiem, y aprovechando la ruta empresarial escribiré sobre la primera y última vez que consumí este plato.

El lugar elegido fue, para variar, Segundo Muelle, el único restaurante de pescados y mariscos que aún no me ha decepcionado. El plato que pedí era pulbo BB cocinado a la parrilla con sazón de anticucho. Recien ahora puedo comprender el por qué de la fama que se había ganado. Estuvo buenísimo y lo mejor de todo, la textura suave que tenía, sin obviar ese gusto ahumado que sólo consiguen los maestros de la parrilla. De acompañamiento venían tres salsas: ají del estadio nacional, huancaína y ocopa. Yo sólo puedo recomendarles que pidan crema de rocoto para darle un toque infernal a la salsa huancaína, es cuestión de gustos. No sé cuando volveré a comer este plato así que me conformo con pedirles un minuto de silencio por el pobre pulpo BB.

Segundo Muelle queda en Av. Canaval y Moreyra 605, San Isidro.
www.segundomuelle.com

Post data
Es un deber para mí dedicarle unas líneas a mi estimada comentarista C. Hace algunos días me dejó un comentario prometiendo que me enviaría algunos chocolatines. Ayer recibí la caja y debo confesar que me quedé sin palabras cuando vi la gran variedad de chocolates que contenía. Muchas gracias C., de parte mía y de mi familia pues ahora degustamos de postre la barra de chocolate crocante. No tiene punto de comparación. Muchas gracias, nuevamente.