domingo, 4 de noviembre de 2018

De mis restaurantes favoritos: Matria

Hace ya cinco años que estuve por primera vez en Matría cuando participé en una inolvidable cena maridaje (¡Gracias Marisol!). Hace dos años que por alguna inefable razón no le dedico una reseña. Hace un día que lo visité y no dejaré pasar un minuto más sin volver a hablar de este restaurante.

Sábado, fin de semana largo, el tráfico está muy ligero y el sol no termina de asomarse para alegrar la hora de almuerzo. Tengo en el carro una botella de prosecco Zonin que he estado reservando para una ocasión especial, léase encontrarme con un par de buenas amigas que también creen en el vicio de comer. ¿Cómo no invitarlas a que conozcan uno de mis restaurantes favoritos? Eso sí, siempre y cuando lleguen a la hora puntual.

Matria es el feudo de Arlette Eulert, chef con amplia experiencia en importantes restaurantes tanto del Perú como el extranjero y que además ganó este año el premio a la mejor chef femenina según el ránking Summum. Su restaurante se distingue por ofrecer una cocina contemporánea con guiños a los sabores asiáticos y por el cambio de carta en cada temporada con el fin de usar los mejores insumos de estación. 

Conchas en mantequilla cítrica.
Tosa-mi de atún. Mollejas a la brasa.
Comienza nuestra jornada con las conchas de abanico en mantequilla cítirca de Yuzu (S/9.00), una entrada que resume la esencia del restaurante. Cojan una cucharada y sírvanse la concha sin desperdiciar una sola gota de esa mantequilla de toques cítricos que acompañan, pero no interfieren con el sabor del molusco. La versión  "Indo-China" (S/9.00 c/u) lleva mantequilla de curry amarillo y quinua pop que le aporta un divertido toque crocante. Seguimos con un Tosa-mi de atún (S/40.00) sobre una cama de palta fuerte, kiuri y topping de chalaca de jalapeño. El tosa-mi es un plato japonés con trozos grandes de atún rápidamente sellados en sartén para luego cortarlos en láminas delgadas. En boca es una delicia porque explota ante la diversidad de sabores y texturas que lleva. En el estiradito de lenguado palteado (S/45.00) los precisos cortes de pescado blanco se acompañan de un aliño muy ligero donde la untuosidad de la palta hace todo el trabajo. Un toque de quinua pop (¿Otra vez?) y tobiko redondean la experiencia. Terminamos con las mollejas a la brasa (S/33.00), una entrada que no termina de convencerme por la textura del insumo principal. Lástima porque ese estupendo puré hecho con dos tipos de manzanas merecía lucirse.

Pulpo 1/2 porción. Bourguignon.
Picante de conchas y tagliolini alle vongole (1/2 porción)
Los mejores restaurantes son aquellos que nunca dejan de sorprenderme y aquí lo hicieron en gran estilo con el risotto de hongos frescos (S/43.00). El arroz se cocina en una infusión de hongos variados (ostra, shiitake, champiñones) y coge todo ese sabor que me deja con la sensación de convertirme en vegetariano en el corto plazo. "Puro umami" como dice la chef. El picante criollo de conchas de abanico (S/56.00) es sabor y calidad del insumo. Consejo, pídanlo en porción completa y no lo compartan. Sumergir una cucharada de arroz blanco en ese salsa cremosa es lo más parecido a tocar el cielo. Los tagliolini alle vongole (S/40.00), son un reto a mi eterno favorito de Trattoria dei Prati, aunque esta versión es más trabajada por la presencia del ajo confitado, y los ajíes peruanos. El sabor de los vongole es más concentrado se combina adecuadamente con esa pasta al dente. En el pulpo de Ilo (S/50.00) si la cocción del molusco es óptima ya hicieron la mitad de la tarea. La otra mitad es sorprender al cliente con esa salsa de frejolitos y pallares, sabores precisos que no desentonan. La última palabra se la dedico a la bourguignon de ternera (S/68.00). Plato clásico de la gastronomía francesa que no es sencillo de encontrar en Lima. Aquí usan carrillera, corte muy suave que luego de una larga y lenta cocción alcanzan una suave textura que permite prescindir del cuchillo. De acompañamiento un puré muy ligero de papa Huamantanga, tomates de cherry frescos y zananorias confitadas. Altamente recomendable.

Tarta trufada de cacao peruano
Termina la incursión gastronómica con dos excelentes postres. Primero un alfajor (S/23.00), cinco capas de galletas crocante con un generoso relleno de manjar casero. Probablemente alguien me diga que es un postre fácil de encontrar, mas yo preguntaría cuantos lugares se animan a usar algo diferente al manjar industrial. No creo que puedan encontrar más de cinco opciones. La tarta trufada de cacao peruano (S/28.00) me obliga a romper ciertos paradigmas. Este postre es el ariete de todos los veganos que odian la harina y nunca ha terminado de convencerme porque suele empalagarme al primer bocado. En Matria le han dado una vuelta de tuerca usando cacao amazónico al 72% en dos texturas (tarta y ganache). El amargo está muy equilibrado y si bien yo pediría un café americano (o un pisco acholado dependiendo si estoy manejando) el curd de maracuyá es el acompañamiento perfecto para cerrar el día.

Me retiro de Matria con ganas de regresar antes de que termine el año. Sí, la experiencia superó mis expectativas y me alegra encontrar nuevas opciones en al carta que se convertirán pronto en mis favoritos.  El ambiente siempre es cómodo e invita a un almuerzo de largo tiempo con sobremesa incluida. El servicio pasa sin altibajos, el personal hace lo justo y necesario para asegurarse que el cliente quede satisfecho, lo que ya es un logro en la mayoría de restaurantes peruanos. Yo considero que Matria hace mucho que ya se ganó un puesto entre mis restaurantes favoritos.

Matria queda en Mendiburú 823, Miraflores.
Horario: Lunes a viernes 12:30 a 16:00. 19:30 a 23:00. Domingo 12:30 a 17:00
Teléfono: 422-2784
Precios: Entradas (S/28.00 - 45.00) Fondos (S/40.00- 68.00) Postres (S/18.00 - 28.00)
Estacionamiento: En plena calle sin vigilancia.
Volvería: Sin dudarlo.

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