Este restaurante ya cerró sus puertas. Hay tantas nuevas propuestas de sánguches y hamburguesas artesanales que la competencia debe haberle pasado factura.
Escribir un post sobre Pasquale Hnos. es un riesgo pues desde que esta sanguchería apareció su carta ha sufrido múltiples cambios. Aparecieron nuevos sándwiches, variedades al plato y empalagosos postres. Pero hace un par de semanas que volví me di con la sorpresa que nuevamente la carta no era la misma. Es por eso que sólo me limitaré hacer una breve reseña de aquellas opciones que vale la pena probar.
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Sándwich de lechón |
El sándwich de lechón (Lechón al jugo, lechuga, mayonesa y salsa criolla) es suficientemente jugoso para disfrutar el sabor de la carne sin ningún aderezo. Nunca pido salsa criolla porque siento que le da un sabor muy fuerte. La porción es suficiente aunque no llega al nivel de aquellos que se podrían comer por ejemplo en el parque Kennedy. El de lomo saltado (Lomo saltado, cebolla, tomate, ají amarillo, pimiento y queso fundido) en tamaño grande es la apoteosis del “sanguche” peruano. Harta carne con el sabor ahumado del saltado. Suficiente para satisfacer al paladar más exigente. Por mí le quitaría el pimiento pero es cuestión de gustos.
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Sándwich de lomo saltado |
Ya no busquen más en la carta el pavo Pasquale. Sólo queda hacer un requiem por el mejor sándwich de pavo con queso, champiñones y cebolla. Era muy bueno y cumplidor sobre todo porque utilizaban cebolla blanca que daba buen sabor combinando muy bien con los demás ingredientes. De sus acompañamientos también tengo que lamentar la desaparición de las papas Miraflores que venían cubiertas con queso derretido y champiñones. Paso completamente con las boliyucas que son una masa desabrida sin ninguna cualidad rescatable.
La variedad de salsas es el punto fuerte del Pasquale. Algunas clásicas e infaltables (ketchup –aunque ahora lo dan en esos irrompibles sachets de Alacena-, tártara, golf), otras aparente creación de Acurio (anticuchera -mi favorita-, pachamanquera, carretillera). Son un buen acompañamiento y reflejan la ansiedad desmedida de los peruanos por combinar la mayor cantidad de salsas en un solo sándwich. Sólo tengo una crítica que hacer. Su salsa de ají y de rocoto no pican, son muy suaves. Un cambio radical ha sido poner las salsas en esos dispensadores al estilo del Bembos. Lo considero un acierto teniendo en cuenta que las cubetas con los cucharones brindaban un aspecto muy desaseado.