domingo, 24 de noviembre de 2013

La Bodega de La Trattoria (Y dale la mula al trigo)

Por más que lo pienso no encuentro una justificación razonable para haber visitado más de una vez este restaurante. O soy muy bueno o soy muy terco. Vale la pena la aclaración la reseña se refiere exclusivamente al local que está en el C.C. Jockey Plaza.

Fusilli a la Checa
Durante gran parte de este año estuve llevando estudios relacionados con mi carrera en la Universidad de Lima. Créanme, hasta ahora no entiendo como pude mantener el blog durante estos meses con los altos niveles de exigencia así como la obligación de sumergirme en lecturas farragosas sobre los principios constitucionales del derecho tributario. Cuando la clase terminaba temprano siempre quedaba con mis compañeros para cenar algo ligero. Lo más cercano (pero no lo mejor) es el C.C. Jockey Plaza y entre todas las opciones siempre nos decidíamos por La Bodega de La Trattoria, restaurante que en algún momento fue famoso por sus postres que aparecían en cierto programa de cable. Pequeño detalle, "por sus postres", nadie mencionó sus platos de fondo.

Tagliatelle Bodeguero
Siendo un restaurante de comida italiana lo más recomendable era darle una oportunidad a sus pastas. Primero, el Tagliatelle Bodeguero, pasta fresca envuelta en ragú de asado casero y champiñones. ¿Pasta fresca, no? Entonces ¿Por qué se apelmazó en el plato como si fuera un budín? Pero eso no fue lo más grave. La carne del ragú estaba tan pasada de cocción que tenía una textura correosa, imposible de consumir. En cuanto a sus Fusilli a la Checa, con tomates maduros salteados y mozarella fresca, perfumado con albahaca y aceite de oliva extra virgen podría ser el plato ideal para vegetarianos pero sólo evaluando la técnica ya existe un error. Los fusilli piden salsa recargadas (por ejemplo la archiconocida bolognesa) para que puedan remojarse en los ingredientes. Tal cual pueden ver en la foto era un plato completamente desintegrado. Tanto más da que hubiera pedido una ensalada de fideos.

Hamburguesa Eiffel
Como no me fue muy bien con las pastas decidí ordenar otros platos de su carta. Lo más fácil y rápido de preparar: una Hamburguesa Eiffel, bife angosto con champiñones al ajo y hierbas, cebollas acarameladas, queso gouda derretido y papas fritas amarillas. El problema fue que al cortar un pedazo de la hamburguesa chorreó una gran cantidad de líquido rojizo. Pensé: "Ok, esto no tiene nada que ver con el término medio" Para sacarme la duda la aplasté nuevamente, salió más líquido y el pan quedó todo remojado. Explicación, me habían dado una hamburguesa congelada frita velozmente para que coja temperatura y sea comestible. Pedí que regresen el plato a la cocina y me devolvieron un hamburguesa recocinada que parecía un pedazo de corcho. Al final no tuve más remedio que llenarme con las papitas fritas. También probé el pollo al limone, filete en salsa limonera, alcaparras y perejil con papas amarillas doradas, ensalada del nonno de arúgulas y escamas de queso parmesano. La presentación es pobre, como si hubiera sido preparado en una cadena de montaje. El pollo estaba bien cocido, la salsa funcionó y las papitas muy crocantes. A la ensalada "del nonno" (cuanto nombre para una simple ensalada de arúgulas) se les olvidó ponerle las escamas de parmesano, tuve que pedir queso extra para arreglarla. Pasable.

Tarta de pera y helado de canela
En cuantos a sus postres les recomiendo la tarta de pera porque es uno de los pocos que viene acompañado de helado artesanal. En todos los demás (los profiteroles, la bocanera, etc.) por más buena que sea la receta pierden peso al usar helado industrial. Es un mal endémico de muchos restaurantes peruanos aunque el precio de la carta tranquilamente pueda justificar el uso de un helado de mejor calidad. Dos postres que no se les ocurra pedir ni por curiosidad: el cinco leches, demasiado empalagoso hasta para el más dulcero y el tiramisú, completamente alejado de la receta original, pues no le sentí el más mínimo sabor a mascarpone pero si una infame doble capa de chantilly.

Cinco leches
La atención de los mozos es correcta, saludan cuando uno entra al local y están pendientes de las mesas aunque a veces tengan el salón lleno. Parece que una de sus obligaciones es preguntar varias veces si todo está bien. La actitud de los administradores está enfocada en buscar la satisfacción absoluta del cliente pero sus esfuerzos caen en saco roto. Considero que más importante sería enseñar a su equipo la aplicación de procesos de control de calidad. Al menos según dice su web "el éxito de La Bodega de la Trattoria radica en tener un gran producto y un manejo del negocio siguiendo procedimientos internacionales con altos estándares" Basta los ejemplos del ragú y la hamburguesa para preguntarse si realmente aplican esos procedimientos pues de nada vale que el gerente del local ponga su mejor sonrisa si el equipo de cocina trabaja como si estuviera en un concesionario de tercera.

La Bodega de La Trattoria queda en el C.C.Jockey Plaza.
Teléfono: 437-1156
Volvería: Para sus platos de fondo ni pensarlo. Para sus postres dudaría.

2 comentarios:

Gabriela dijo...

¿Será que algunos creen que con ganarse un sitio en la mente del público es suficiente? Total, siempre habrá incautos que caigan... y noveleros que van porque "hay que ir... ¿cómo que nunca has comido en La Bodega de la Trattoria?"

Renzo dijo...

Estimada Gabriela

Debe haber tenido sus buenas épocas pero cuando comenzaron a abrir locales a diestra y siniestra...

Los resultados saltan a la vista.

Saludos