lunes, 3 de noviembre de 2014

New York I: El blogger en la Gran Manzana.

Mi calle es Nueva York

Me robo el nombre de una canción de la Oreja de Van Gogh (Frank Sinatra hubiera sido una referencia muy obvia) para comenzar a relatar mi aventura por New York. Hasta ahora no me queda claro como logré visitar una ciudad tan grande en un período de tiempo tan breve y si bien el metro fue una gran ayuda para acortar distancias al final tuve que concentrar esfuerzos en visitar lo más importante y sacrificar, con todo el dolor del corazón (y de mi estómago) otros lugares. Aunque suene difícil de creer tengo experiencia en estas lides y si les contara de la vez que visité París en 48 horas, torre Eiffel incluida, no me creerían…
Vuelve a llover sobre Manhattan...
Confieso que el viaje estuvo más enfocado en el turismo y en hacer realidad algunos sueños. No hay palabras que puedan describir lo que uno siente cuando por primera vez llega a la Estatua de la Libertad o divisa la ciudad entera desde el Empire State. Tenía las mejores intenciones de recopilar material para el blog  pero el tiempo y las distancias fueron mis mayores obstáculos. A eso habría que agregar la gran cantidad de personas que abarrotaban los sitios más turísticos (caminar por Times Square me hizo recordar cuando leí sobre los infiernos de Dante) pero eso es inevitable cuando uno visita una ciudad tan famosa.
Vista de la Estatua de la Libertad
Este viaje no hubiera sido posible sin la calurosa hospitalidad de José y Katia, un matrimonio peruano que lleva años viviendo en USA. No sólo me abrieron las puertas de su casa (y de su alacena) sino que tuvieron la paciencia de guiarme por la ciudad y acompañarme en los recorridos turísticos. Mejor aún, pudimos visitar un par de restaurantes que me habían recomendado. Sin embargo lo mejor de todo fueron las conversaciones vespertinas devorando sándwiches de mantequilla de maní con mermelada. Fue muy interesante conocer la difícil realidad de vivir fuera del país de origen y también discurrir sobre el relativo éxito relativo de las ferias gastronómicas peruanas y de ciertos artistas que se precian de triunfar en USA (mejor dicho, sólo en la colonia peruana) Todo el mérito de este viaje les corresponde a ambos y espero verlos pronto en Lima para llevarlos a mis lugares favoritos.
También le debo una mención especial a mi amiga Rocío por el apoyo logístico que me brindó para que este viaje fuera posible. El plan original que elaboré falló a última hora por circunstancias ajenas a mi control y como todos mis esfuerzos estaban enfocados en el trabajo había ya descartado la posibilidad del viaje. Pero su arequipeña tenacidad fue motivación suficiente para no rendirme y aprovechar la oportunidad que tenía de conocer Nueva York. Mi agradecimiento por su desinteresada colaboración.
Ahora sí, ¡que comience la trilogía neoyorquina!
El templo del chocolate
Vista de la tienda
Caminando por Times Square llegué a una pastelería muy conocida y mencionada en todas las guías de New York. Sin embargo cuando vi la afluencia de gente y la cola que habia en la entrada decidí que no valía la pena perder tanto tiempo para comer un postre de marras. ¿Qué le vamos a hacer? La paciencia nunca ha sido una de mis virtudes y cada minuto contaba durante mi visita a la Gran Manzana. Pero la Providencia es generosa y nunca se olvida del blogger y cuando estaba a una cuadra del Rockefeller Center sin darme cuenta encontré una tienda donde la felicidad estaba en cada rincón. Vamos, cualquier lugar que diga chocolate en la entrada siempre llamará mi atención.
La Maison du Chocolat es una marca francesa que ofrece una gran variedad de productos con chocolate. Con tiendas en ciudades tan importantes como Londres, Tokyo, Hong Kong, Dubai y Kuwait estaba claro que me enfrentaría a una propuesta de altísima calidad. El calor insoportable hizo que me fije primero en los helados de la casa. Vainilla natural (con los clásicos puntitos negros), chocolate de leche y frambuesa. Triple combinación ganadora.
Macarrones
Pero como no había entrado a una tienda tan fastuosa para comer helado comencé a pasear por las vitrinas. Bombones, trufas, macarrones, eclair, cada postre era más llamativo que el anterior. Me encontraba en una situación perder-perder, algunos precios se veían prohibitivos y cualquier opción que escogiera significaría dejar de probar otra. Felizmente apareció en mi ayuda una dependiente que, literalmente, me enamoró hablando de cada una de las creaciones. Se tomó todo el tiempo del mundo explicándome el origen del cacao, dejándome probar bombones con diversos porcentajes de cacao, enseñándome como catar el chocolate con los cinco sentidos. (Ya lo sabía pero la explicación era tan deliciosa que no me atreví a interrumpirla) Al final me retiré de la tienda con un forado en mi tarjeta de crédito pero con la felicidad de saber que en Lima disfrutaría de una espectacular colección de barras de degustación. ¿Qué le vamos a hacer? Una parte de mi corazón se quedó en esta tienda de New York.
Para conocer las tiendas de Maison de chocolat en New York pueden entrar a la página 
www.lamaisonduchocolat.com

Obama's Subs
Recuerdo de la visita presidencial
El día que mi vuelo partía de New York José me dijo: "No te puedes ir sin conocer la sanguchería que visitó Obama" Inicialmente pensé que era una exageración digna de un meme de Neil deGrasse pero cuando me llevó al local y vi en el mostrador la foto del presidente sosteniendo un submarino y un empaque con su autógrafo me quedé sin palabras.  Según me cuenta José un día la calle donde se ubica la sanguchería fue cerrada, los policías desalojaron a los curiosos y luego apareció todo un cortejo custodiando a Barack Obama. No logro imaginar que emocionante debió ser para los trabajadores tener la oportunidad de atender al mandatario.
Como el blogger nunca se queda con el clavo José me invitó a probar uno de los famosos sándwiches. Imagínense un pan alargado relleno de embutidos cortados al momentos (que manía de los americanos por la pechuga de pavo) con queso, lechuga, tomate y una generosa porción de mayonesa. No hay ciencia ni sorpresas pero cuando me pongo a pensar en como una de nuestra cafeterías favoritas tiene la costumbre de tener los sándwiches ya preparados dentro de una refrigeradora no puedo dejar de reconocer el mérito de esta sanguchería. Pequeño detalle, por el tamaño dudo que una sola persona pueda terminar sola un sándwich. Aunque quien sabe, si uno es presidente de un país tan poderoso tal vez terminarlo sea una mera cuestión de trámite.
Tastees Sub queda en 267 Plainfield Avenue (near Rt27) Edison

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizás sonaré pedante, pero cómo extraño esos días en que todos los años iba a NY, me encantaba simplemente caminar por ahí y quedarme un buen rato sentada en Central Park comiendo un pan con hot dog, o comiendo castañas y viendo la gente patinar en el Rockefeller Center. Qué envidia saber que pasaste unos días por ahí, nunca son suficientes, así que espero te hayas quedado con ganas de regresar.

Gabriela dijo...

Regresar a Nueva York y verla mejor es una cuenta pendiente que me tengo hace algunos años. Espero poder saldarla pronto.