lunes, 1 de febrero de 2016

Rafael (El efecto WOW)

Ocasiones especiales justifican restaurantes especiales. ¿Sí o no?

Cochinillo crocante
Aún recuerdo aquella vez cuando deambulaba perdido por las calles de Miraflores y llegué a una esquina donde habían estacionado varios autos de lujo. Pregunté al vigilante qué negocio funcionaba en ese local y con tono desinteresado me respondió "Rafael". Enero 2016. Varios años después estoy parado en la misma esquina pero esta vez como blogger gastronómico. Entro al local pero antes de poner siquiera un pie en el salón una inquisitiva anfitriona con dejo francés me detiene y luego de un vistazo a su tablet confirma mi reserva. Pase adelante. Así que este pequeño local, con mesas demasiado cercanas una a la otra, era el famoso Rafael. Pequeño detalle, hay dos ambientes separados por una pared rústica, el salón principal y la barra donde son desterrados aquellos comensales que no hicieron reserva.

Canastilla de panes
El mozo se acerca a la mesa y deja la carta de aperitivos. Optimista él, porque aún si no estuviera manejando igual no le hubiera prestado mucha atención. Sin embargo la curiosidad puede más, sobre todo cuando noto que tiene varias páginas. Dudo que haya algo parecido en otro restaruante. No es sólo por los tragos especiales de la casa sino por la amplísima variedad de licores que ofrecen. Algunos incluso de cuya existencia nunca había escuchado hablar.

No hay abreboca de cortesía más bien una canastilla de panes que no trae ninguna sorpresa. Cuatro tajadas de pan campesino (blanco e integral) están lejos de lo que espero de un restaurante de marca. Los acompañamientos al menos le hacen justicia: mantequilla orgánica, pastrami de cerdo y queso de cabra. Ojo, el mozo siempre les ofrecerá más pero no se olviden que tiene un costo adicional. Después no se quejen cuando llegue la cuenta.

Pato Pekín
Doy una rápida mirada a los abrebocas pero ninguno logra llamar mi atención. Tiradito, tartare, pulpo a la grilla. Paso. Ajá. Hay un pato pekín, pato horneado al estilo chino con salsa hoisin servido sobre un panqueque. Tantos años escribiendo y nunca he probado el famoso pato a los tres tiempo así que. Pequeño detalle, el pellejo del pato no está crocante con lo cual ya tiene un demérito. La carne del pato está suave pero la combinación entre la frescura del kiuri y el sútil toque picante del hot bean coreano lo que me devuelve las esperanzas.

Luego me animo por una pizza de chorizón ibérico. Está bien, hasta acá puedo escuchar los murmullos ¿Ir a Rafael para ordenar pizza? Bueno, es lo que se me antojó en ese momento. Sobre todo cuando viene con unos huevos de codorniz a la inglesa y puedo dejar que reventar esa yema y dejar que se combine con los otros sabores. La masa es crocante  y la salsa de tomate supera a cualquiera que haya probado antes aunque esperaba mayor presencia del peperoncini.

Fideuá catalana
Llega el momento de los fondos y sigo con mi política de no correr riesgos. Ordeno una fideuá catalana, uno de mis platos fetiche, y que de alguna manera u otra trato de probar cada vez que lo encuentro. La variedad de mariscos es suficiente para darle nota sobresaliente más es la emulsión de aliolli lo que me da ganas de gritar "y olé". Puro ajo con aceite de oliva y una textura aterciopelada son el acompañante perfecto para ir mezclándolo lentamente con la pasta. Como era de esperar el socarrat dice presente y termina de redondear la faena. Previsible pero muy efectivo. 

Sin embargo el cochinillo crocante se queda muy retrasado. Un plato anodino donde sólo destaca el pellejo crocante. La carne no tiene sabor, tal vez le faltó el jugo ahumado que refiere en la carta, porque no justifica el elevado precio de carta. Los vegetales a la leña y el cremoso de puré son mera decoración que no contribuye a salvar la experiencia. No corre, papá.

Adicto al chocolate
A estas altura ya me siento más que satisfecho pero no me iría sin probar un postre de la carta. Pero cuando llega a la mesa la decepción nuevamente se siente a la mesa. ¿A eso le llaman "adicto al chocolate"? La presentación es demasiado simple para estar en un restaurante premiado. Vamos, el rulito de chocolate y el truco de estirar el ganache, son recursos manidos de programa de repostería. La combinación de la frambuesa y el chocolate amargo siempre serán un acierto pero no supera mis expectativas. 

Punto bajo de la visita fue la atención a la mesa. Pienso que el mozo pudo tener mayor participación al momento de hacer la orden y no limitarse a llevar y traer platos.  Al final de la visita se acordó que existía y se mostró muy meloso deseándome un pronto regreso. Manotazo de ahogado que en nada cambiaría mi opinión respecto al monto de propina que le dejaría.

Es obvio que para un restaurante de ese nivel una visita no es suficiente para dar una opinión final, pero como blogger es mi obligación visitar estos restaurantes aunque deba separar un presupuesto aparte. Podrá ser mi elección demasiado cauta de los platos, podrán ser las expectativas elevadas pero yo me retiro con la sensación que pudieron hacer más. Mucho más. 

Rafael queda en San Martín 300, Miraflores.
Ticket promedio: S/.200.00 por persona
Teléfono: 242-4149
Estacionamiento: No. Aunque hay playas en los alrededores.
Volvería: Exige un presupuesto aparte. En el largo plazo.


500 razones para sonreír

Nuevamente se cumple un hito en esta página. ¡Más de 500 reseñas escritas! Lo leo y no termino de creerlo. Es más, diría que el número asusta. ¿Tanto he escrito durante estos años? ¿Tantos restaurantes he visitado? 

No creo en la falsa modestia. Si miro alrededor no veo una página dedicada a lo mismo que haya logrado algo parecido. Claro, no es sencillo equilibrar vida personal y profesional con esta actividad. Peor aún, mantener una disciplina de asceta para escribir puntualmente sin descuidar la calidad. Y creo que ese es el secreto, desde el primer día sigo escribiendo con las mismas ganas de traerles la mejor información para que ustedes planifiquen sus aventuras gastronómicas. 

¿Qué dicen? ¿Nos vamos para los 1,000? ¡A celebrar se ha dicho!

1 comentario:

Gabriela dijo...

Sí, sigue hasta los mil, y más también.
Me decepciona lo que cuentas de Rafael, nunca lo hubiera creído para un restaurante con tanta fama y con esos precios. Siempre he creído que la novelería limeña nos juega malas pasadas.