miércoles, 9 de julio de 2014

Buenos Aires XIV: Aciertos y patinadas

Algunas visitas funcionan, otras no. Sucede en el Perú y también en el extranjero.

La Parolaccia (Pasta de franquicia)
En mi estadía anterior en Buenos Aires por culpa de una gripe de marras me perdí una cena en La Parolaccia. Ojalá me hubiera pasado lo mismo en este viaje.

Fussili al fierrito
Cuando uno camina por Puerto Madero es inevitable sorprenderse ante la gran cantidad de restaurantes de todo tipo que hay. (Incluso hay uno de dizque comida peruana) Recien acababa de pisar Buenos Aires y luego de comprar mis boletos para el Buque Bús sólo quería cenar en el restaurante más cercano. Para mi desgracia escogí La Parolaccia.

Siendo Argentina tierra de inmigrantes italianos la lógica me dice que la pasta sería la especialidad de la casa. Sin embargo los sorretinos francese era unos fideos sumergidos en crema con algunos minúsculos trozos perdidos de jamón. Los fussili al fierrito con salsa del bosco (crema, hongos secos, champiñones) tampoco hicieron mérito para ser recordados en este blog. Un poco de crema, algunos champiñones perdidos y una pasta completamente pasada de cocción me hicieron recordar a mis peores momentos.

¿Error mío por cenar en un restaurante domingo por la tarde? Incluso en Lima dudo que haya muchos restaurantes donde a esa hora se pueda encontrar algo que no parezca un recalentado de lo que sobró al mediodía. Sin embargo cuando revisé su web encontré  el quid del asunto: un pequeño letrerito que decía "franquicias". La palabra lo dice todo, está visto que hasta en Argenitna este insufrible sistema echa a perder los restaurantes. Que le vamos a hacer.

La Parolaccia queda en Alicia Moreau de Justo 276, Buenos Aires.

Mott (De como ser feliz a la hora de almuerzo)
Por una hora sentí que estaba en San Isidro y no en Buenos Aires.

Pollo crocante salsa BBQ
Cuando regresaba al hotel luego de hacer algunas compras (chocolates más que nada) pasé por un local con un nombre muy llamativo: Mott. Apenas entré y vi el ambiente tan amplio con sus mesitas individuales se me antojó uno de esos restaurantes de San Isidro donde se esfuerzan diariamente por aplacar el hambre de los ejecutivos al mediodía. Tal cual yo me decidí por el menú del día: Pollo crocante con dip de bbq y papas al horno con paprika. No hay ciencia, es una fritura de pollo con una salsa bbq quizá ligeramente pasada del punto de dulzura pero que contrastaba con las papitas con paprika. La ensalada, sí es que se le puede llamar así, sólo de estaba de adorno en el plato. 

Igual el menú incluía un postrecito, un tiramisú preparado al estilo de un mousse. No iba a exigir mascarpone pero lo que me sirvieron ayudó a cambiar el sabor de boca. Ojo que de noche se convierte en restobar y tiene los clásicos happy hours con tragos de la casa y picadas. Será para el próximo viaje. O para el de ustedes.

Mott queda en San Martín 776, Microcentro, Buenos Aires.

Green & Company (El blogger en la luna)
Cuando los bloggers gastronómicos nos equivocamos lo hacemos en gran estilo.

Saltado de pollo con champiñones
Una de los sucesos más graciosos del viaje ocurrió en el food court de Galerías Pacífico. Confundiendo la recomendación de Katia Documet (Blogger, ¿cómo olvidas tu libreta de apuntes?) terminé almorzando en Green & Company en lugar de ir a Green Eat. Como verán en la foto adjunta ese pollo salteado está muy lejos de lo que yo pensaba era una opción saludable. Ok, no esperaba un saltado a la peruana pero tampoco esos trozos de pollo nadando en crema. Es un error poner como acompañamiento verduras frescas cuando las sirven en el mismo plato porque el calor las marchita. Y para mayor inri lo acompañé con una gaseosa de cola. Definitivamente ese día habré estado pensando en el tipo de cambio.

En fin, no es culpa tanto del local sino mía por haberme confundido con el nombre. Aunque bien vale la pena la visita para advertirles de lo que les espera.

Green and Company queda en el food court de Galerías Pacífico.

Café Ditali (De las milanesas y otros placeres)
El último día antes de regresar a Lima ya no tenía muchas ganas de salir lejos del hotel. Hacer el equipaje pertenece a mi lista de actividades no gratas (agréguenle también manejar, bailar y lavar los platos) y requiere un nivel supremo de motivación para realizarla. Caminando por la calle Maipú vi una esquina con grandes ventanas, como si fuera uno de esos cafetines que ya no se ven en Lima y en donde uno puedo comer algo rico, bueno y barato.

Milanesa napolitana.
No tenía ganas de experimentos así que me fui a lo seguro, una milanesa napolitana de ternera. Increíble, hasta ahora no entiendo como tremendo plato puede ser para una sola persona. Harto queso, harto orégano y un par de tajadas de jamón inglés coronaron la milanesa más grande que he probado en mi vida. Crocante por fuera, jugosa por dentro, que hubiera dado por un poco de crema de ají para comerla a mi estilo. Pero como yo no suelo quedarme con la duda también pedí una suprema de pollo que vino con su rodajita de limón encima para cortar el sabor. Impecable, igual de grande y como no tenía ningún gratinado el crocante se podía disfrutar mejor.

En fin, increíble que haya tenido que viajar hasta Buenos Aires para disfrutar un plato tan simple pero que en Lima ya no se ve muy seguido. Dénse una vuelta por esta café y conozcan la felicidad en forma de milanesa.

Café Ditali queda en Maipu 902, esquina con Paraguay, Microcentro, Buenos Aires.

1 comentario:

Gabriela dijo...

¿Un restaurante con mesitas individuales? Qué buena idea, así no parece que nos han dejado plantados, ja, ja.