lunes, 26 de octubre de 2015

Hosso (De vuelta a Barranco)

Fachada del restaurante
Barranco. El distrito favorito de hipsters, bohemios y turistas mochileros pero una zona ignota para el blogger. ¿Qué le vamos a hacer? Sé que de un tiempo ha evolucionado como un nuevo polo gastronómico de la capital trayendo propuestas novedosas, una más especializada que la otra, pero las pocas ganas de enfrentarme al tránsito y a la falta de estacionamiento siempre han sido las mejores justificaciones para no darme una vuelta por esos lares. Sin embargo en las últimas semanas la curiosidad pudo más que la reticencia y he estado rondando la zona con halagüeños resultados. Mejor aún, cuando en mi correo encuentro la invitación de una agencia de medios para conocer una nueva propuesta de comida nikkei. ¿Makis en Barranco? Por fin alguien se anima a salir del esquema veggie/fast-food/restobar. ¡Por fin!

Hosso roll y Koricancha maki
Hosso Sushi & Ceviches Bar aparece como única propuesta nikkei en los alrededores de la plaza de armas (y más allá incluso) de Barranco. Recién hace un par de semanas que abrieron sus puertas y están en plena marcha blanca con una carta básica y precios de introducción. Apenas llego me presentan a Patty y Herbert, restauradores con amplia experiencia, quienes me cuentan como se desarrolló el proyecto y las dificultades que debieron enfrentar. No me sorprende, a veces las municipalidades son los peores enemigos de los proyectos gastronómicos. Conforme a la zona han desarrollado una propuesta nikkei sencilla y libre, apta para todo público.  Yo me pongo en sus manos y prefieren empezar la jornada con dos makis de la casa: Hosso (Ebi furai, palta y salsa tiger) y Koricancha (trucha ahumada, queso crema y palta con quinua crocante). Nada nuevo bajo el sol pero sí una alternativa para escapar del omnipresente acevichado, sobre todo en el segundo caso donde la quinua, recurso manido pero efectivo, le da un inesperado toque crocante.

Ceviche apaltado
Nunca me he preguntado quién inventó la regla de no comer ceviche de noche pero yo estoy con ánimos de ir contra la corriente. Me traen un ceviche apaltado de ojo de uva. ¿Palta? Sí, ¿por qué no? El eterno catalizador de los makis juega en pared con una leche de tigre equilibrada en picante y acidez. Obvio, pido una cuchara aparte para no desperdiciar ni una gota de ese elixir marino donde se han marinado los cortes del pescado más fresco. La causa con pulpa de cangrejo sigue la misma lógica. Trabajada con una sazón intensa se complementa adecuadamente con la masa de papa y palta en tajadas. A diferencia de otras causas donde el protagonista es el exceso de mayonesa aquí han conseguido armonizar todos los ingredientes.  

Maduritos a la geisha
Es momento de darle la oportunidad a las entradas calientes. Primero con un piqueo que ya había despertado mi curiosidad cuando ojeé en la carta: los maduritos a la geisha. ¿No será mucho atrevimiento usar ingredientes amazónicos en un restaurante nikkei? Sin embargo aún llevo en mi gusto el recuerdo de ámaZ y por eso disfruto cada bocado de estos platanitos cubiertos de queso andino y cecina. Continuamos con el yakitori, clásica brocheta de pollo en salsa teriyaki que no trae sorpresas más si el alivio de encontrar trozos de pollos jugosos por dentro y cubiertos de una salsa que no tiene nada que ver con esas salsas empalagosas que abundan en los restaurantes peruanos. Claro, salvan que se den una vuelta por Yakitori de la avenida Aviación pero eso es otra historia. 

Yakimeshi de la selva y vegetariano
La experiencia iba tomando forma y mejor aún cuando llegan dos platos que deben ser el must de todos los peruanos. Vamos, ¿quién no se resiste a pedir un arroz frito en un restaurante oriental? Anticipando mi típico reclamo (parece que han leído mis reseñas en busca del yakimeshi ideal) me advierten que han adaptado este plato al gusto del comensal promedio descartando la textura melosa en pos de un arroz frito más graneado. Pruebo el yakismeshi de la selva me doy cuenta que he vivido engañado durante años probando falsos chaufas amazónicos, arroces teñidos de sillao donde con suerte podía encontrarse algún trocito perdido de cecina. Por eso me alegra encontrar este arroz ligero donde el protagonismo no se lo lleva la cantidad de proteína sino el ahumado del wok. Sí a eso le agregamos los trocitos de maduro tenemos un modelo a seguir para cualquier restaurante de la selva. El chaufa vegetariano tampoco se queda atrás, se lleva las palmas desde que veo los tremendos trozos de shiitake. Sí, soy fanático de los hongos y aquí me tienen en sus manos pero el twist se lo da la inclusión de granos de choclo. Me acuerdo que alguien lanzó un plato parecido en Mistura pero como fui ahora puedo sacarme el clavo y ver que sí funciona. La curiosidad me devora ¿Qué otras variedades incluirán en su carta definitiva?

Quinua zen
Todavía faltan dos platos más y debo recurrir a mis fuierzas de flaqueza para no rendirme ante tremendo festín. Me sirven un samuraI: pasta en salsa huancaína. Es un plato ya harto conocido en Lima pero con una ligera variación: el uso de fideos soba y langostinos salteados en sake. La crema huancaína tiene la textura perfecta para incorporarse a la pasta y el punto de sazon correcto para acoger el gusto salteado de los langostinos. Sigo con una quinua zen: yakimeshi de quinua acompañado de salmón sellado. Convertir la quinua en una especie de chaufa es un tiro de largo alcance y considero que el salmón exige algo fresco. Si bien se alejaría del concepto fusión me pregunto como funcionaría este plato si la quinua se presentara como una chalaquita. Digo no más. El último esfuerzo se lo dedico al postre: helado de té verde, coulis de frutos del bosque y tempura de plátano. Suficiente para redondear la experiencia y se los dejo de tarea a ustedes. Sobre todo si son aficionados al matcha. 

Me retiro de Hosso satisfecho por todo lo que probé. No es mi costumbre visitar restaurantes nuevos porque me gusta esperar a que las propuestas maduren con el tiempo y así encuentren el camino correcto de acuerdo a la respuesta del público. Sin embargo en este caso valió la pena salir de mis parámetros y descubrir una nueva opción de makis en el que se combinan buena calidad de insumos, creatividad en la carta y un ambiente relajado. Ahora tengo una nueva razón para volver por Barranco. No más que abran oficialmente sus puertas. 

Hosso queda en Malecón Castilla 111, Barranco.
Horario: Lunes a domingo de 12:00 a 16:00 y de 19:00 a 23:00
Teléfono:496-5838 
Estacionamiento: Hay una playa al costado.
Volvería: Sí, cuando lancen la carta completa.

1 comentario:

Gabriela dijo...

¿Cebiche con palta? No dudo que sea rico, pero ya no es cebiche y debería tener otro nombre. Al menos es diferente a lo entiendo y espero cuando como un cebiche.