lunes, 23 de noviembre de 2015

B-Day (It's time to celebrate)

8:00 a.m: Desayunando en... (¡Trabaja americano!)

Hace un par de años cuando pensaba en un lugar especial para desayunar mi primera opción era la cafetería con nombre de santo. ¿Qué le vamos a hacer? ¿Acaso hay otro lugar que abra a las 7 de la mañana? Sin embargo luego de varias malas experiencias entendí que no por mucho madrugar se amanece más temprano.

Capuccino
La idea de empezar mi celebración de cumpleaños desayunando es agasajar a mi madre. ¿La razón? Muy fácil, también se cumple un año más desde que se convirtió en madre por segunda vez. Sin ella este blog no existiría, no sólo porque trajo a este mundo a un robusto y saludable bebé sino porque fue la que me enseñó a pararme delante de la cocina y enfrentarme a las hornillas. Madre, te lo debo todo.

Celebrar para ella significa que es el único día del mes en que le permito tomar un capuccino. Pero como tiene sus ideas propias no se quedará tranquila hasta que el mozo le explique la diferencia entre un ristretto y un americano. Luego exigirá un cambio en el pan que usan para el sándwich y al final siempre se le ocurrirá alguna idea que me servirá para evaluar la proactividad del equipo de salón. No revelaré el nombre de la cafetería por ahora, suficiente con decir que pasaron la prueba con éxito y me demostraron que aún hay lugares donde se preocupan por brindar un servicio cinco estrellas. Luego de tres visitas confieso que ya se merecen un post. Paciencia que ya viene.


13:30 Almorzando en La Locanda (Celebración cinco estrellas)

Siendo un cliente habitual de todos los restaurantes del Swissôtel es obvio que estarán listo para recibirme el día de mi cumpleaños y se perderá el factor sorpresa, característica principal de las reseñas que escribo. Si alguien piensa que así el restaurante se ve favorecido le diré que es al contrario, porque no les voy a perdonar el más mínimo error. 

Parihuela de mero
Llego a La Locanda antes de la hora señalada en la reserva y mientras reviso los nuevos platos de la carta aparece Oscar Huajardo, el nuevo maître d', quien me saluda efusivamente y me conduce a la misma mesa que elijo cada vez que visito este restaurante. Una copa de espumante es suficiente para empezar la celebración y pensar en buenos deseos.

Mi padre me acompaña en esta jornada y él invariablemente exigirá que haya un cebiche en la mesa. El chef Augusto Salazar siempre tiene uno en la carta pero la ocasión justifica pedir algo diferente: el cebiche de mero y conchas jumbo con crema de erizo. La frescura de los insumos lo es todo, pero el quid está en la crema de erizo que aporta intensidad a la leche de tigre. Deseo que mi padre disfrute esta aventura tanto como yo y para continuar elijo una parihuela de mero tamaño familiar con todos los mariscos que uno pueda imaginar. No es necesario agregar más, la foto habla por sí sola. Una porción de arroz con loche y sarandaja son suficientes para redondear una experiencia sublime.

Bife angosto en costra de pimientas. Cordero patagónico.
Yo he amanecido con mi lado carnívoro funcionando a su máxima expresión y no estoy dispuesto a hacer concesiones. Me cuesta trabajo decidirme en la sección de platos con carne. Pero el maître d' no se anda por las ramas y me dice: " ¡Vamos Renzo, si estás en tu casa! ¡Pide media porción de cada uno!" Diablos, esto se llama satisfacción del cliente garantizada. Primero llega el bife en costra de pimientas, un corte en el punto correcto de cocción pero que al primer bocado explota en boca. Felizmente el trigo a la crema juega en pared para enfrentarse a esos sabores tan intensos, al igual que los espárragos a la mantequilla. Sigo con el cordero patagónico, corte que requiere una cocción más prolija y su textura exige la presencia de la salsa de vino caliente. No esperaba la presencia de un puré de cebolla morrón que a diferencia del plato anterior adquiere más presencia por ese sabor dulce y su textura sedosa. El tiro de gracia viene en forma de una copa de Malbec Alma Negra, un maridaje que literalmente me llega al alma.

Petit fours
Ya hace un par de años que en la sección más dulce de la carta se han preocupado por desarrollar postres más elaborados. Aún están los clásicos como el Tiramisú y la Dolce Locanda pero cada cierto tiempo aparecen nuevas propuestas, cada cual más llamativa que la anterior. No me sorprende entonces encontrar un Luxury Locanda, ambiciosa combinación de blondie de nutella, helado de maní salado, esponja de vainilla y palet de toffee. Técnica depurada, sabores conocidos y texturas variadas. ¿Ya ven señores restauradores? No vale conformarse con la eterna degustación de postres peruanos. Siempre hay espacio para mejorar. Para cerrar el almuerzo me ofrecen unos petit fours en una bandeja decorada para la ocasión. Pero como esto amerita un brindis viene con una copita de pisco Cuatro Gallos de uva albilla, el maridaje adecuado para estos bombones al 70%. Creo que debo repetir esto más seguido.

Me retiro más que satisfecho de La Locanda. La experiencia ha sido consistente, tal como espero de un restaurante que voy escogiendo hace un lustro para celebrar en familia. Dicen que a los lugares buenos hay que extrañarlos, pero cuando se trata de La Locanda, prefiero tenerlos presentes en todo momento.

La Locanda queda en Av. Santo Toribio 173, San Isidro.
Teléfono: 421-4400
Volvería: Es el sitio reservado para ocasiones especiales y no pienso cambiarlo.


20:00 Cenando en Costanera 700 (Feliz reencuentro)
Han pasado más de dos años desde mi visita a este restaurante consagrado. ¿Por qué entonces lo escogería para celebrar mi cumpleaños?


Un gerente me dijo alguna vez: "Uno no renuncia a las empresas sino a las personas" Los años de experiencia me han enseñado de la peor manera a estar de acuerdo con la frase de marras. Sin embargo, cuando se trata del blog yo invertiría la frase para afirmar que si regreso a un restaurante es por el equipo que está a cargo. Sea el restaurador, el chef o el maître, si tienen la capacidad de crear una experiencia memorable habrá grandes posibilidades que me convierta en un cliente habitual. Por eso cuando me enteré que Alfonso Candiotti estaba laborando en Costanera 700 no dudé un minuto en hacer mi reserva para mi cena de cumpleaños.

Camarones Costanera 700
Llego al restaurante y ante la inquisitiva expresión de la anfitriona sólo le respondo: el maître sabe de  mi reserva. Apenas me reconoce Alfonso saluda con emoción a toda mi familia y nos ubica sin mayor demora. Conocedor de mi pasión por la gastronomía decide hacerme un recorrido por el restaurante. Me presenta al equipo encargado del salón para luego conducirme al tercer piso donde se ubica el acuario y puedo apreciar lenguados, pejesapos y otros mariscos listos para pasar a mejor vida y alegrar a los comensales. Luego entro a la cocina y quedo atónito por el tamaño y la disposición del mobiliario. No entraré en más detalles por confidencialidad, suficiente con decir que el orden es impresionante. Si se nos permitiera a los bloggers gastronómicos hacer esto más seguido...

Hakao, paella con pulpo grillado. tartaleta de manzana
La carta no es la misma que vi en mi última visita, quizá resulta algo farragosa porque hasta un glosario incluye pero deduzco que la intención es educar al comensal sobre las especies que sirven. Con tal variedad prefiero que mi familia escoja los platos a su gusto. Pero el maître tiene su agenda propia y con su habitual histrionismo me ofrece un plato de camarones. Mi ceja se levanta, él sabe que no suelo consumirlos pero intuyo que algo debe traerse entre manos. Al primer bocado me doy cuenta de todo lo que me he estado perdiendo estos años. Colitas de camarones cocidas en el punto exacto y servidas en una salsa hecha con fondo de mariscos e ingredientes orientales me convencen ya de incluir este plato entre mis favoritos del año. El acompañamiento es el típico arroz japonés para los makis. Nada de sazón, sólo ese sabor neutro y la textura glutinosa adecuada para mezclarlo con la salsa del guiso. Soberbio. Blogger ¿No probaste otros platos? Sí, unos hakao fritos con relleno generoso como no suele verse en ningún chifa, una causa con la pulpa de cangrejo más fresca que he probado en mucho tiempo y una paella al estilo de la casa con pulpo grillado que mi familia, aprovechando mi obnubilación por los camarones, devoró sin darme la oportunidad de probar siquiera un poco. 

La experiencia de por sí había sido más que satisfactoria pero tenían un as guardado bajo la manga. Digo, no todos los días tengo la suerte que el equipo de salón se reúna alrededor de mi mesa para entonar el "cumpleaños feliz" y es el cierre perfecto para un día espectacular. No tengo más que agregar, ahora sé que tengo una tarea pendiente con este restaurante y a ustedes les recomiendo ponerse en las manos de un maître que sabe como hacer de cada visita una ocasión memorable. Nos volveremos a ver Alfonso. Muy pronto.

Costanera 700 queda en Av. del Ejército 421, Miraflores.
Teléfono: 421-4635
Volvería: Sí, creo que amerita empezar una nueva aventura.

1 comentario:

Gabriela dijo...

Pues yo quiero celebrar mi cumpleaños de la misma manera. Ya no falta mucho.
¿Sabes que mi blog y tú comparten cumpleaños? Mi bitácora cumplió ya ocho años, y sigue firme como el primer día. Y más.