lunes, 14 de noviembre de 2016

Buenos Aires (Sólo para carnívoros)

La Cabaña
Me acuerdo que una amiga me recomendó este restaurante en primer viaje a Buenos Aires. Pequeño detalle, eso fue hace ya hace cuatro años.

Provoleta. Degustación de empanadas.
Ensalada de la casa. Ojo del Rey
Estoy de vuelta en La Cabaña. Aún tengo en mente cuando disfruté dos estupendos cortes de carne: colita de cuadril y picaña. Eso sí, tenía claro que en cuestiones de (papas) fritas nadie puede superar a los peruanos.

Mi jornada empieza con una degustación de empanadas fritas que llegan crujientes a la mesa y con un generoso relleno que no tiene  nada que ver con el sofrito de ajo y cebolla limeño. Ordeno la provoleta sólo para sacarme el clavo y comparar con la de Lima, aunque no hay ciencia en un molde de queso a la parrilla. Para los fondos decidí satisfacer un antojo y, malhaya sea, hacerle caso al mozo aceptando su recomendación de ordenar el ojo del rey de 800 gramos. Sucede lo impensable, trás 45 minutos de espera la carne llega pasada de cocción y no hay forma de arreglarla. Trato de ver el vaso medio lleno buscando aquellas partes rescatables pero ni con esas, el corte está lleno de nervio y es difícil encontrar algo comestible. 

Me retiro malhumorado del local y decido caminar por los alrededores para olvidar la experiencia. Cuando paso delante de La Cabaña veo que está reventando de gente. Ahora entiendo por qué.

La Cabaña queda en Alicia Moreau de Justo 380, Buenos Aires.


Cabaña Las Lilas
Cuando uno participa de almuerzos grupales es difícil evaluar un restaurante. Peor aún si los comensales son compañeros de trabajo porque es una situación incongruente con mi oficio de blogger. 

Panes de la casa. Entradas frías.
¡Carne al punto!. Degustación de postres.
Esta situación fue la que se dio en Cabaña Las Lilas. Participaba de una cena para clausurar un entrenamiento regional y el menú estaba definido con anticipación. Lo único que me dieron a escoger fue el plato de fondo que, obvio, debía ser un corte de la casa.

Empieza la aventura con una canastilla de panes que, tal como en otros restaurantes argentinos, llegan fríos a la mesa. Vamos, una pasadita por el horno sería suficiente para mejorar esa horrenda textura ligosa. Las entradas siguen el mismo tenor, aunque en este caso no incomoda tanto. Suficiente con los champiñones a la brasa como abreboca. Pero es cuando llega la carne que la situación cambia radicalmente. Carne sellada a la perfección, jugosa y al punto, con todos los sabores intactos, superando las expectativas que tenía. Las papas están demás, tampoco eran gran cosa, pero igual se hizo extrañar una buena ensalada parrillera. La jornada termina con una degustación de postrecitos donde el dulce de leche, para variar, juega un papel fundamental. Que manía con el ingrediente de marras.

Cabe indicar que el local es inmenso y no éramos el único grupo que había escogido el mismo sitio para una celebración. Al menos el personal de salón respondió oportunamenrte y no hubieron errores en la atención. Como para tomarlo en cuenta en mi siguiente viaje.

Cabaña Las Lilas queda en Alicia Moreau De Justo 516 Capital Federal


Cara Negra
La Providencia a veces se pone de mi parte y me guía hacia la felicidad. No hay otra explicación para haber encontrado este restaurante.

Logo del restaurante. Cortesía de la casa.
Milanesa de cordero. Pasta con ragú de cordero.
En el camino de regreso a mi alojamiento, luego de haber comido un helado en Rapa Nui, siempre pasaba por este restaurante pero no le hacía mucho caso. Hasta que una noche cuando la lluvia no me dejaba caminar más de dos cuadras a la redonda me animé a cruzar la puerta. Pequeño detallle, en horario de cena sólo ofrecen una carta reducida donde la estrella es el cordero.

Sorpresa, de cortesía me traen pan con salsa de tomate casera. Es inevitable evocar a mi madre terminando de cocinar el asado y yo aprovechando el menor descuido para sumergir un trozo de pan francés y averiguar a qué sabe el cielo.¿Quién necesita manteca con algo tan sabroso en mesa?

Comienza mi cena con una milanesa de cordero. Sufrí estoicamente durante toda la semana para encontrar una que valiera la pena y esta se merece todos mis elogios. La ejecución es óptima, crujiente por fuera, jugosa por dentro y la ensalada de acompañamiento es todo lo que necesita. Sin embargo las palmas de las lleva la pasta con ragú de cordero. El resultado de una larga cocción se traduce en un sabor intenso y una textura consistente. Yo hubiera comido esa pasta sola tal cual pero los trozos de cordero se deshacen apenas les hinco el tenedor. Un éxito.

Si ustedes están por la zona de Recoleta dénse una vuelta por este restaurante para disfrutar buenos platos. Obligatorio llevar un buen malbec y mejor sí es de Familia Zuccardi.

Cara Negra queda en Azcuénaga 1228, Recoleta.


La Rienda
Este post quedará para el recuerdo porque este restaurante ya cerró sus puertas.

Vista del local.  Mozzarella en carroza.
Carne a la parrilla. Choripan,
En la última etapa del viaje sólo quería escapar de los restaurantes turísticos. Caminando por la zona llegué a un local que me recordó a Las Canastas en sus mejores épocas, cuando aún no habían pensado en convertirse en franquicia. Vamos, todo no tiene que ser Angus Beef para disfrutar la vida.

Entro al restaurante y encuentro un ambiente sencillo pero acogedor. Cuando me traen la carta me saca de cuadro encontrar una mozzarella en carroza como entrada. Venga  a la mesa no más, el empanizado no se desprende y el interior está deliciosamente ligoso Continuo con un choripan argentino, nada que ver con esos chorizos recocidos que solían vender en los supermercados. En un pan crocante que no tiene nada que envidiarle a nuestro francés. El corte de carne que ordeno llega al punto. El acompañamiento no me devuelve la fe en el mundo pero qué le vamos a hacer, la estrella es la carne y no queda más que agregar. La experiencia no es óptima pero si satisfactoria, suficiente para que regrese al hotel feliz de la vida.

1 comentario:

Gabriela dijo...

Si la experiencia fue tan mala en La Cabaña, no entiendo por qué revienta de gente. No creo que seas el único desafortunado al que le sirvieron mal la comida.