viernes, 10 de noviembre de 2017

Aluvional World Tour

Hace un mes recibí un correo que me llenó de emoción: "Renzo, el 9 de noviembre Sebastián Zuccardi estará en Lima, reserva la fecha" Demás está decir que no pare ansiosamente de marcar cruces el calendario hasta el día esperado. 

Estoy parado delante de la fachada del hotel B, tan puntual como un relojero suizo. Las convocatorias para almuerzos con medios suelen indicar horas referenciales pero mi cerebro, desgraciadamente, está programado desde mi infancia para vivir pendiente del reloj. Sorpresa, esta vez se me adelantaron algunos invitados. Seguro llegaron diez minutos antes de la hora, puntualidad alemana que le dicen. Optimistas ellos.

Sin más preámbulo ocupo mi lugar en la mesa y se da inicio al evento. Sebastián Zuccardi, tercera generación de la familia Zuccardi, aparece en escena, saluda cordialmente a los invitados y empieza con su disertación. La clase gira alrededor del concepto vinos de montaña y como la Cordillera de los Andes influye en las zonas de cultivo. En el caso de Mendoza es un desierto con características muy marcadas. El clima está determinado por la cordillera, la atmósfera es seca con fuertes variaciones de temperatura entre día y noche. El agua para el riego es escasa y proviene del deshielo de la nieve, sólo el 3% del área total puede cultivarse. El origen de los suelos es aluvional, formados con el movimiento de masas de agua y hielo que arrastraron el suelo de las zonas altas de la cordillera. Además la altitud de las viñas (desde los 650 m.n.s.m. hacia arriba) implica mayor exposición a la radiación solar.

¡La mesa está lista!
El enfoque de los vinos de Zuccardi ya no se limita a hablar entonces de provincias (Salta, Mendoza) sino a identificar zonas con características específicas. Por ejemplo dentro del Valle del Uco se han identificado microrregiones como Paraje Altamira, La Consulta, Vista Flores, etc. que tienen una combinación única e irrepetible de suelo y clima. Ya no se trata entonces de hablar de una sola variedad (malbec) sino de rescatar la identidad de cada vino de acuerdo a su origen. En consecuencia se trabaja usando hormigón sin ningún tipo de protección para que esté en contacto directo con el vino. Por la misma razón se usan barricas viejas y más grandes de modo que la madera tenga menos influencia en el sabor final del vino. 

No me extenderé mucho hablando del menú, por experiencias pasadas sé que en almuerzos grupales los tiempos afectan la temperatura del plato o al punto de cocción y debo ser más tolerante con los errores involuntarios. Además el malbec no deja margen de acción, la tendencia fue buscar platos “terrosos” que armonicen con la esencia de cada vino.

Crocante del valle. Concreto 2016
Empezamos con una pizza trufada de masa delgada. para maridar un viejo conocido: el Q Malbec 2015 (100% Malbec), vino que ya me ha acompañado con éxito durante mis diversas incursiones a restaurantes de carne. Este Malbec es sencillo de entender, con notas de frutos rojos y negros y un toque acidez que le da frescura. El segundo tiempo trae una omisión en el nombre. Vamos, ¿por qué no decir "cuy crocante" con todas sus letras? El plato funciona por donde se lo mire, un tierno corte de cuy con el pellejo crujiente sobre una camita de puré. No se necesita nada más en la vida aunque le va perfecto al Concreto 2016 (100% Malbec). La clave es que proviene de suelos calcáreos y cuando lo pruebo, aparte de las esperadas notas frutales,  siento la textura mineral que comentó el expositor. "Como si probaras tiza" y no exageró.

Volvemos a la res con un lomo en salsa de higos. Que reto para mí probar una carne apenas sellada pero hace mucho que perdí el miedo al punto medio, aparte que los higos no desentonan en el plato. Para acompañar sirven el Zeta 2012 (87% Malbec – 13% Cabernet Sauvignon), un vino más más estructurado pero que no logra vencer mi reticencia al Cabernet Sauvignon, cepa a la que no le tengo mucho cariño por mera cuestión de gustos. 

Pizza trufada. Lomo en salsa de higos.
Carrillera & Porcón. Café con Leche.
La carrillera es un recurso conocido en los restaurantes porque invariablemente genera emociones al comensal promedio cuando descubre que “no se necesita cuchillo para cortarla”. No me impresiona pero si me alegra la vida encontrar un corte bien ejecutado complementado con los hongos de Porcón. Sí, otra vez la "tierra" dice presente. El maridaje es un Aluvional Paraje Altamira 2013 (100% Malbec) Este vino es más fresco en boca y su estructura le va bien a la carrillera, un corte de larga cocción y sabor intenso. 

¿Hubo espacio para postre? Sí, el café con leche deconstruido, una invención del chef que me deja con los crespos hechos por no ver mi invariable café americano. Aunque luego de probar una cucharadita tengo que capitular y soñar con una repetición que nunca llegará. Me gustaría conversar un poco más con Sebastián Zuccardi y el equipo de Panuts, vinos memorables, pero el tiempo es tirano en estos eventos. Sólo queda un minuto para tomar una foto de recuerdo y regresar volando a la oficina. La experiencia con los vinos de Familia Zuccardi fue sublime y me quedo con la sensación que nos volveremos a ver, pero esta vez en el Valle del Uco. Palabra de blogger.

Pueden encontrar los vinos de familia Zuccardi en La Panuteca (Narciso de La Colina 320, Miraflores)
Hotel B queda en Saenz Peña 204, Barranco.

1 comentario:

Gabriela dijo...

Cuando pusiste Hotel B, pensé que estabas protegiendo un nombre para no hacer propaganda, pero ya vi que sí se llama así. Vaya despiste el mío...