sábado, 17 de marzo de 2012

De las cartas y otras perlas

Me inspiré en un post que Gabriela publicó en su blog Seis de enero para compartir las siguientes fotos. Llámenme fijón, criticón o lo que quieran pero las cartas son el primer contacto que tenemos con un restaurante y como se presenta ante nosotros. Si no se preocupan en tener una carta en buen estado ¿Qué más seguirá? Una carta sucia, con errores de ortografía, o parchada equivale a que uno vaya a un restaurant en pantuflas o con pijama. Pero está claro que no todos piensan igual.

Portofino (La carta no se mancha ¿O sí?)
Confieso que Larcomar nunca será uno de mis lugares favoritos para ir a comer. He escuchado demasiadas leyendas respecto a la insufrible aura de exclusividad y discriminación que distingue alegremente a este centro comercial. Tomé esta foto en la entrada de un restaurante exclusivo con vista al mar. Yo me pregunto ¿en algún momento se habrán preocupado de revisarla? No he visto una carta en estado tan paupérrimo ni siquiera en la fonda de la esquina. Sólo de verla ya tengo un motivo bien justificado para discriminar este restaurante.

Vivaldi (Se busca corrector)
Un restaurante que estuvo presente en mi primer año de blogger cuando era joven e impresionable y no prestaba tanta atención a los detalles. Pero ahora, años después, ya no estoy para aguantar chistes malos y esta carta es una vergüenza para cualquier restaurante. Fíjense que no sólo son errores de ortografía en español e inglés, también la redacción haría llorar a Martha Hildebrandt. A ver ¿Quién les escribió esta carta? ¿Su peor enemigo? ¿O fue el de la propaganda esa que dice "éxito"? Por favor, contraten un corrector de inmediato.

Crepes & Waffles (Formación laboral)
Cuando era niño llevé cursos de arte donde me enseñaban a utilizar témperas, papel maché, lana y otros materiales para elaborar impresentables regalos del Día de la Madre. Confieso que hasta secundaria odié ese curso con toda mi alma y nunca le encontré la mayor utilidad. Es más, hasta ahora recuerdo a una profesora alemana, una mole de 120 kilos, que me gritó por no saber pintar. Pero cuando ví la carta de Crepes & Waffles agradecí que en algún momento de mi vida alguien siquiera me enseñó a utilizar las tijeras. Si querían corregir la carta, al menos se hubieran esforzado en hacer un letrerito decente, no ese parche mal recortado. Ahora entiendo a la ¿administradora? del local de Dasso que sólo atinó a enviarme un mail de copy-paste cuando presenté un reclamo. Si ni siquiera revisa las cartas que más se podía esperar.

6 comentarios:

Cyrano dijo...

Me parece que es que algo de muy mal gusto tener la carta en las condiciones que describes.El propietario tiene que tener cuatro ojos para que ese tipo de errores no sucedan.

Gabriela dijo...

Gracias por la mención a mis perlitas.
Al Portofino intenté ir una vez, pero mi permanencia no duró ni cinco minutos cuando vi que había que rogarles a los mozos para que nos atendieran. Chau, así no se trata al cliente.
Y esa carta tipo "éxito", digna de PerúFail. Una vez vi una carta supuestamente escrita en inglés. Anunciaban con mucho orgullo "dry of chicken" y "dry of meat". Doy fe.

Renzo dijo...

Cyrano

Exacto. Y estamos hablando de restaurantes de mantel blanco no de la fonda de Don Pepito.

Y eso que no he publicado todas las fotos que tengo...

Saludos

Renzo dijo...

Estimada Gabriela

Seamos sinceros. Tú eres la experta en el tema y no podía dejar de mencionarlo.

En cuando al "dry of meat" ya lo he visto antes. ¿Qué le cuesta contratar a un profesional para no cometer esas barbaridades?

Ah, y lo de Portofino no me sorprende. A ellos sólo les interesa los turistas cargados de dólares a los que se les puede dar gato por liebre...

Saludos

Mi Vida en un Dulce dijo...

Sólo se pide un poco más de respeto al cliente, después de todo estos restaurantes viven justamente de los clientes. Lo terrible que es que los ejemplos que pones son de restaurantes donde no te cuesta 6 soles el menú, así que no pueden decir que el presupuesto no les da.

Renzo dijo...

Estimada MVD

¡Claro! Estamos hablando de restaurante y marcas no de una fonda de cuarta.

Es como que uno vaya a almorzar en alpargatas o en bividí. Pero claro, uno resulta siempre siendo el quejón, el fijón, el que todo lo ve mal. ¡Bah!

¡Saludos!